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Recordó González que emisoras radiales difundieron la noticia de la muerte del Comandante Guevara en la mañana del 9 de octubre, cuando en realidad el crimen se perpetró a las 13:10 horas de la tarde de ese día, por un sargento que tuvo que emborracharse para dispararle una ráfaga, del pecho para abajo, como le ordenaron sus superiores. El guerrillero herido se levantó de la silla y le ordenó ¡Dispare, que aquí hay un hombre! El otrora desconocido caserío es ahora visitado todo el tiempo por personas de diversas partes del mundo, que suben estas montañas para rendir homenaje al Guerrillero Heroico y a sus compañeros, y el pueblo del lugar le pone flores a quien llaman San Ernesto de La Higuera.
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EL
ÚLTIMO COMBATE DEL CHE EN BOLIVIA.
“Homenaje
al Guerrillero
Heroico
en su Ejemplo Inmortal”
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«La
decisión (…) de asesinar al Che, al peruano Juan Pablo Chang y a los
bolivianos Simeón Cubas y Aniceto Reinaga se adoptó en Washington
y se la impusieron al (presidente) general René Barrientos»
Autor: Pedro Rioseco | internet@granma.cu
7 de octubre
de 2022 17:10:22
En la
estrecha Quebrada del Yuro se siente aún el olor
a pólvora. Allí, detrás de una roca que guarda las marcas de muchos disparos,
el Comandante Ernesto Che Guevara libró en
Bolivia su último combate y el primero del Guerrillero
Heroico en su ejemplo inmortal.
Era el 8 de octubre de 1967 cuando 17
combatientes cubanos, bolivianos y peruanos,
–que quedaban del Ejército de Liberación Nacional que había iniciado, desde
noviembre del año anterior, la lucha por la verdadera emancipación del pueblo
boliviano–, defendían la estrategia concebida por el Che en su proyecto
político para América Latina, y buscaban
reorganizarse, tras las grandes bajas sufridas.
Se
desplazaban sin guías por las áridas montañas cercanas a La Higuera, con el propósito de buscar zonas más
propicias, iniciar un periodo de recuperación, establecer el contacto con la
ciudad, en la cual el aparato urbano también había sufrido duros golpes,
incorporar nuevos miembros a la guerrilla y continuar
la lucha. Pero la Quebrada se convertiría en una
trampa, al hacerse muy difícil salir de ella, por lo abrupto del lugar, sin vegetación ni agua, a lo que se sumaba el estado
físico de los guerrilleros, por la falta de alimentación, enfermedades y el cansancio de las
largas caminatas, tratando de evadir al enemigo que los perseguía.
Desconocían
los guerrilleros que 3 000 efectivos del
ejército boliviano habían tomado las posiciones
altas y estaban prácticamente cercados. Al producirse
el encuentro con las primeras patrullas del ejército, se inicia el
desigual combate, y el Che ordena retirarse
combatiendo, e ir al punto de encuentro acordado para una eventualidad.
Según los sobrevivientes, el Che decide entonces dividir el grupo en tres flancos: derecha, centro e izquierda. En uno, los hombres de más experiencia, para cubrir la zona con mayores posibilidades de salida; el otro, en un cañón lateral con iguales fines, pero con menor intensidad en el fuego enemigo; y el centro, encabezado por el Che, con el objetivo de cubrir a los combatientes enfermos, para que pudieran salir del cerco y avanzar a lugares seguros, lo cual enaltece el humanismo que lo caracterizó siempre.
La
confianza depositada por el Che en los más experimentados fue acertada, porque
fueron quienes lograron romper el cerco y
convertirse en los únicos sobrevivientes de la
guerrilla. El grupo de los enfermos pudo evadir a los soldados y escapar de la Quebrada,
y fueron salvajemente asesinados luego, cuando se encontraban ocultos, en espera del momento adecuado para ir a un lugar más seguro.
En una
posición cercana estaban los cubanos Orlando Pantoja Tamayo (Olo), René
Martínez Tamayo y Alberto Fernández Montes de Oca, quienes caen bajo el fuego
graneado del ejército. El Che, herido en una pierna, hace frente a la avanzada
enemiga para proteger la retirada de sus compañeros.
Envía al boliviano Aniceto Reynaga a revisar otras posiciones, y este es capturado. El boliviano Willy (Simón Cubas) intenta sacar al Che de la Quebrada, ya cercado, con su fusil inutilizado por una bala y con una herida en la pierna. Pero es capturado junto al peruano Juan Pablo Chang (El Chino), y los tres son conducidos a la escuelita de tablas de La Higuera, donde fueron cobardemente asesinados al día siguiente.
«La
decisión (…) de asesinar al Che, al peruano Juan Pablo Chang y a los bolivianos Simeón Cubas y Aniceto Reynaga se adoptó en Washington, y se la impusieron al (presidente) general
René Barrientos», explican los investigadores Froilán González y Adys Cupull.
Recordó
González que emisoras radiales difundieron la noticia de la
muerte del Comandante Guevara en la mañana del 9
de octubre, cuando en realidad el crimen se perpetró a
las 13:10 horas de la tarde de ese día, por un sargento que tuvo que
emborracharse para dispararle una ráfaga, del pecho para abajo, como le
ordenaron sus superiores. El guerrillero herido se
levantó de la silla y le ordenó ¡Dispare, que aquí hay un hombre!
El
otrora desconocido caserío es ahora visitado todo el tiempo por personas de diversas partes del mundo, que suben estas
montañas para rendir homenaje al Guerrillero Heroico y
a sus compañeros, y el pueblo del lugar le pone flores
a quien llaman San Ernesto de La Higuera.
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