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“En Irán casi no vi gente pidiendo, ni mucha pobreza; soy educadora social y
he estado preguntando; dicen que hay pobreza,
pero también recursos y mucha solidaridad en el islam;
este es uno de sus pilares; se dice que aquí nadie va a pasar hambre ni dormir
en la calle, y pareciera que es verdad. He tenido malos momentos, pero me quedo
con los buenos, que son mayoría. No es un país inseguro
donde te cruces con gente armada; casi todos son amables y generosos,
pero dentro del sistema patriarcal como el resto del mundo. En Europa nos siguen acosando, violando y matando.
Cuando el Partido Popular en Vitoria quiere
prohibirles a las musulmanas cubrirse el pelo, las defiendo. Y quisiera que
aquí fuesen libres de no hacerlo”. Toda mujer en Irán
debe tener velo en la calle y la policía de la moral controla. La única laxitud
es poder cubrirse desde la mitad de la cabeza hacia atrás (usual en las
jóvenes). La muerte de Mahsa Amini --22 años--
hace cinco semanas, detenida por tener caído el velo, detonó un estallido social con 200 muertos.
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LA HISTORIA DETRÁS DE LA LUCHA CONTRA EL VELO EN IRÁN.
Experiencias
en primera persona y la perspectiva religiosa.
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Por Julián Varsavsky
Página /12 sábado 22 de octubre del
2022.
Hace tres meses conocí a Istar en
Tiflis --capital de Georgia--, una iraní
fan del cineasta Abbas Kiarostami y ella misma actriz.
Esta semana me escribió por Messenger desde Isfahán, centro de Irán:
“La policía me molió a palos y me duele todo el cuerpo,
lleno de moretones; destrozaron mi auto. Nos están matando por luchar contra el
hiyab”. Me pide borrar el chat y considera peligroso un llamado telefónico.
Cinco años atrás, crucé el desierto de Irán hasta la tres veces milenaria Yazd, estación de la Ruta de la Seda con un laberíntico casco de adobe erizado de minaretes --altos para ser divisados por las caravanas con camellos--, cúpulas azules con arabescos y torres de ventilación como un haz de tubos de órgano en casas centenarias: son “aires acondicionados” de barro inventados en el Egipto faraónico.
Entre las callejuelas rumbo al bazar, pasaban mujeres con chador,
esa pieza de tela negra que cubre
cuerpo, cabeza, frente y a veces boca,
que las convierte en un caluroso
triángulo andante (muchas eligen
vestir así, otras son presionadas por la familia: solo son obligatorios el hiyab y un “aplanado”
general de las curvas). En una
mezquita conversé con Alí Mir, un clérigo
amable con excelente castellano aprendido en Ecuador dirigiendo un centro islámico. Abrió su maletín y
tenía pegada una foto de monseñor Arnulfo Romero, asesinado por militares de El Salvador:
“Cuando fui a su tumba lloré por él y al morir Hugo
Chávez, le hice una ceremonia islámica”. Subimos
una escalera caracol a lo alto de la cúpula acebollada con remate en aguja: “El Islam no es solo una religión,
sino una cultura, una forma de vida donde todo
se une en Alá; desde la variedad se va a un
punto superior que es la unicidad de dios; todo es uno; esa es la filosofía de
la cúpula, un símbolo de la unidad”.
Bajamos a la sala central y
llegó Tania, una joven vasca
feminista que anda curioseando. Sentados los tres en la alfombra, ella cuenta:
--En la zona azerí de Tabriz tomé un taxi y el chofer Mohamed --65 años, muy
amable-- empezó a enseñarme farsi. Decía “casa” y
señalaba una, “cara” y me la tocaba, “pierna” y... le quité la mano de un golpe y se calmó.
Me llevó a conocer a su mujer y me mostró la
casa. En una sala, le cambió la cara a muy guarra y me tocó los pechos. ¡Le di
un ostiazo y me puse a gritar! Estaba nerviosa y
temblaba. La mujer oyó todo y no hizo nada; me imagino que la violará todas las
noches.
Alí pidió disculpas a Tania en nombre de los iraníes de bien: “Tocar a una mujer sin consentimiento es
pecado”. Una señora mayor toda de
negro se sentó en una silla y Alí le
contó sobre Tania, quien tuvo otro tocamiento por un taxista --“le di una ostia en la nariz y me bajé”-- y varias
situaciones de acoso callejero en un mes: “Decidí no tomar más taxis”. La señora era
consejera religiosa y Tania preguntó qué podía recomendarle a una extranjera que
viaja sola, para no ser acosada. Alí tradujo:
--Es normal que algunos hombres se sientan tentados; tienes que conocer las reglas islámicas para evitar esos acercamientos. Si
ven a una mujer guapa sola, buscarán acercarse y por eso la vestimenta es una
protección, un muro contra los hombres. Un vestido
holgado en lugar de tus jeans, además de la hijab
que traes puesta, servirían para que si te ve un hombre cuya mujer no es guapa,
no se sienta tentado, ni la esposa humillada.
Esto defiende la firmeza de la familia; para respetar a otra mujer, toda mujer
debe ocultar su belleza. Tampoco muestres el pelo y
verás que todo es distinto.
Tania le dijo que probó salir totalmente tapada junto con una amiga iraní en
Kerman:
“Varios se acercaron a decirnos cosas violentas, muy
cargadas sexualmente. Mi amiga les temía a las
motos en la noche; hasta hace 10 años, desde ahí les tiraban ácido en la cara
si no tenían bien puesto el hiyab”. La señora se
manifestó apenada y agregó: “En Irán normalmente
una mujer no viaja sola; el islam no lo recomienda; tampoco al hombre. Deberías
buscarte un compañero; una solución es el matrimonio”.
Se sumó a la charla otro sheik. En un inglés muy british, recurrió a parábolas:
“Las abejas van a la miel; y si no quieres que se la coman, debes guardarla en una vitrina”. Tania, aunque atea, le arrojó una saeta: “Para que el
cazador no mate al pájaro, debes quitarle el arma y no meter al ave en una
jaula”. El sheik tenía más munición.
Amablemente, dijo: “Si no quieres que te roben el oro, guárdalo bajo el
mostrador”. Tania puso paños fríos:
“En Irán casi no vi gente pidiendo, ni mucha pobreza; soy educadora social y he estado preguntando; dicen que hay pobreza, pero también recursos y mucha solidaridad en el islam; este es uno de sus pilares; se dice que aquí nadie va a pasar hambre ni dormir en la calle, y pareciera que es verdad. He tenido malos momentos, pero me quedo con los buenos, que son mayoría. No es un país inseguro donde te cruces con gente armada; casi todos son amables y generosos, pero dentro del sistema patriarcal como el resto del mundo. En Europa nos siguen acosando, violando y matando. Cuando el Partido Popular en Vitoria quiere prohibirles a las musulmanas cubrirse el pelo, las defiendo. Y quisiera que aquí fuesen libres de no hacerlo”.
Toda mujer en Irán debe tener velo en la calle y la policía de la
moral controla. La única laxitud es poder cubrirse desde la mitad de la cabeza
hacia atrás (usual en las jóvenes). La muerte de Mahsa
Amini --22 años-- hace cinco semanas, detenida por tener caído el velo,
detonó un estallido social con 200 muertos.
Consulté a Alí por el velo y
dio sus razones:
“No es una obligación impuesta por el gobierno, sino por la democracia; el 98,2% del pueblo votó el sistema islámico en el
referéndum de 1979. La minoría en contra tiene
la voz amplificada en medios internacionales. El hiyab tiene una historia de
3000 años, es anterior al islam; siempre se usó, salvo en tiempos del Sha, cuando las obligaron a quitárselo; el pueblo votó
por el hiyab; es un símbolo, no solo de la
religión islámica, sino de la identidad iraní;
es como si te quitaran tu pasaporte: es para todos, seas o no musulmán. Si
cedemos en esto, habrá que permitir que vayan de la mano, el beso y después
abrazar”.
Le comenté al grupo que las personas homosexuales son ahorcadas si son vistas
teniendo sexo por cuatro hombres que lo atestigüen. Alí dijo que jamás oyó que se haya aplicado. Pero se
aplicó muchas veces. Dijo estar en
contra de esa ley y agregó que “si
un enfermo quiere contagiar a la sociedad ¿cuál es la forma de controlar eso?
Occidente liberó la homosexualidad. ¿Solucionó
algo o están cada día peor?”
Tania me dijo por lo bajo: “Y sin embargo aceptan la transexualidad”. Las personas transgéneras acceden a la cirugía de reasignación sexual (el
Estado las estimula y la familia las presiona). El ayatolá Jomeini emitió una fatwa:
serían “enfermos” y la “cura” es la operación. Irán tiene 80.000 transexuales con derecho a identidad de género. Se cree
que elles nacieron en el cuerpo
equivocado y a veces convencen a
un gay --no trans-- de operarse para ser
“normal” (el daño después es grave). La transexualidad no
es una opción, sino una “solución”. Y es un reaseguro
del binarismo: cada operada debe usar hiyab.
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