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XI JINPING LLAMA A LA UNIDAD
DE CHINA Y DEFIENDE SUS LOGROS EN EL CONGRESO DEL PARTIDO COMUNISTA. EL
PRESIDENTE CHINO SERÍA NUEVAMENTE DESIGNADO COMO SECRETARIO GENERAL
DEL PCCH. El dirigente de 69
años, en el poder desde 2012, defendió su gestión en materia de lucha contra la
pobreza, la corrupción y el coronavirus y su respuesta a las
"provocaciones" extranjeras. El presidente Xi Jinping llamó a la "unidad"
de China y defendió los logros de su gestión en materia de lucha contra
la pobreza, la corrupción y el coronavirus y su respuesta
a las "provocaciones" extranjeras, al inaugurar el Congreso del Partido Comunista
Chino (PCCh). Si se cumple con lo
previsto, el dirigente de 69 años será
ratificado en una semana como secretario
general del PCCh, preludio de su reelección el próximo año como presidente de
China, lo que le permitiría
consolidarse como el líder más poderoso desde Mao
Tse-Tung.
Coronavirus, Hong Kong y
Taiwán. El congreso llega "en un momento crítico en el que todo el partido y la población de todos los grupos étnicos se embarcan en un nuevo viaje para construir un país socialista modernizado", dijo Xi ante más de dos mil delegados
reunidos en el Gran Salón del Pueblo de Beijing. "La unión hace la fuerza, y la victoria
requiere de unidad", planteó el líder chino. Ovacionado a su llegada, Xi ofreció un discurso de
más de una hora y media en el que alabó su gestión de
la pandemia, con una restrictiva política de "covid cero" todavía
vigente pese a su impacto económico. El mandatario chino defendió con firmeza esta estrategia que, según dijo, puso "en primer
lugar a la población y sus vidas".
Xi también defendió su manejo de dos cuestiones muy delicadas para
Beijing: las protestas
prodemocracia y posterior represión en Hong
Kong, que en su opinión pasó "del caos a la
gobernanza", y las tensiones por Taiwán. El
presidente chino denunció la interferencia de "fuerzas
externas" en esta isla
con un gobierno autónomo y advirtió que China "jamás renunciará al uso de la fuerza" para reunificarla. "Intentaremos buscar la perspectiva de una reunificación pacífica con la mayor sinceridad y los
mayores esfuerzos, pero no nos
comprometeremos jamás a abandonar el recurso de la fuerza",
aseguró.
Campaña anticorrupción. En su discurso, Xi alabó también su campaña anticorrupción,
considerada por algunos críticos como una herramienta
para eliminar a sus rivales internos. "La lucha contra la corrupción consiguió una
victoria aplastante y se consolidó de manera exhaustiva,
eliminando graves peligros latentes en el seno del
partido, del Estado y del ejército", dijo. Según cifras oficiales, al
menos 1,5 millones de personas fueron
sancionadas por esta campaña lanzada por Xi
al llegar al poder en 2012. Aunque su discurso estuvo principalmente
centrado en la política interior, Xi afirmó que China "está totalmente opuesta a cualquier forma de hegemonía" y "se opone a
la mentalidad de Guerra Fría". No hizo ninguna mención a las tensiones con
Estados Unidos ni a la guerra en Ucrania, aunque enfatizó que "la influencia internacional de
China, su atractivo y su capacidad para moldear el mundo han aumentado
significativamente".
En este cónclave celebrado en gran parte a puerta cerrada, los 2.296 participantes también
nombrarán al alrededor de 200 miembros del Comité
Central. Estos miembros, a su vez, designarán a los 25 integrantes del Buró Político y a quienes
conformarán el poderoso Comité Permanente, la
máxima instancia de decisión del país. El resultado
del congreso debería conocerse el 23 de octubre,
un día después del cierre, aunque las decisiones ya
están pactadas de antemano por las diferentes facciones del partido.
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Pekín. Inauguración
del XX Congreso del Partido Comunista de China.
Hoy hasta fin de semanas abordan como principales temas: El problema del Covid.
China y su posición con respecto a la Isla de Taiwán, que es su territorio. La
lucha contra la Pobreza y la Corrupción y China, las Relaciones Internacionales
sobre el Nuevo Orden Mundial Multipolar. Es muy probable la Reelección de Hi, por la propia Reforma de la
Constitución - 2017 XIX Congreso del PCCH - y el propio trabajo Político de un
Líder al servicio de su Pueblo.
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CHINA.
XI ADVIERTE DE QUE NO VA A “RENUNCIAR AL USO DE LA FUERZA ARMADA” PARA LOGRAR
LA REUNIFICACIÓN CON TAIWÁN
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Ante un mundo
de “bruscos cambios”, el presidente de China propone “un nuevo tipo
de relaciones internacionales” durante el discurso de apertura del XX Congreso del Partido Comunista
Por Guillermo
Abril. Corresponsal en Pekín.
El País
España lunes 17 de octubre del2022.
“Taiwán
es de China”, ha proclamado este domingo el presidente del país, Xi Jinping, durante el discurso con el que ha marcado
la apertura del XX Congreso del Partido Comunista.
El mandatario ha asegurado que perseguirá con “el
máximo esfuerzo” la “reunificación pacífica” con
la isla, pero Pekín nunca se avendrá “a renunciar al uso de la fuerza armada”, ha añadido
en el instante más encendido de su alocución en el Gran
Salón del Pueblo de Pekín. Durante la gran cita política quinquenal
del país, que ha comenzado este domingo y se prolongará a lo largo de esta
semana, se espera que Xi consolide un tercer
mandato sin precedentes. Y Taiwán,
ha dejado claro, es un objetivo que China, “a
buen seguro” puede cumplir: “Hagamos realidad sin falta la reunificación
completa de la patria”, ha dicho.
El discurso ha durado cerca de dos horas ―muy por debajo de los 203 minutos de hace cinco años― y en él ha pasado revista a los grandes asuntos sobre la mesa, de la economía a la pandemia; del desarrollo tecnológico y militar a las turbulentas aguas del teatro geopolítico; de la salud del “mayor partido gobernante marxista del mundo” a la modernización de esta ideología “con características chinas”. Ha destacado que los últimos cinco años, por los que rinde cuentas ante el partido, han sido un tiempo “fuera de lo común y extraordinarios”. Pero ha encuadrado sus palabras dentro de la “compleja situación internacional” con “bruscos cambios”, lo cual plantea “desafíos nunca vistos antes”
“El mundo se encuentra
otra vez en una encrucijada histórica” provocada
por “actos de hegemonía, autoritarismo y
matonismo”. Frente a esto, Xi ha propuesto la “política exterior independiente y de paz”
de China, ha denunciado la “mentalidad
de la Guerra Fría” y ha asegurado que impulsará “la construcción de un nuevo
tipo de relaciones internacionales”, que es uno de esos conceptos que preocupan
a Estados Unidos: Washington alertaba esta semana, en su estrategia
nacional de seguridad, de que el gigante asiático “es el único país con, a la vez, la
intención de reconfigurar el orden internacional y, cada vez más, el poder económico,
diplomático, militar y tecnológico para impulsar ese objetivo”.
La tensión
entre las dos superpotencias en múltiples frentes tiene su encarnación en el
estrecho de Taiwán, cuyas aguas se han ido
revolviendo y agitando desde que Nancy Pelosi,
presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, visitara a principios
de agosto la isla autogobernada ―que China reclama como parte inalienable de su
territorio―. Tras su viaje, Pekín desplegó
ejercicios militares en el Estrecho y rompió la
cooperación con Washington en materias clave,
como el cambio climático.
Xi se ha referido a Estados Unidos, sin mencionarlo,
al clamar que Pekín podría adoptar “todas las medidas necesarias”, lo que incluye ese
eventual uso de la fuerza, “contra la intromisión de
fuerzas externas” y lo que ha denominado “severas provocaciones” en los
asuntos de Taiwán. Sus palabras no son nuevas.
Pero llegan en un momento crítico, y han resonado con fuerza en el Gran Salón del Pueblo.
Si los aplausos en este inmenso salón de actos, ubicado en un lateral de la plaza de Tiananmén, son un termómetro del sentimiento de lo que el jefe de Estado, presidente de la Comisión Militar Central y secretario general del partido ha llamado “el pueblo chino”, la cuestión de Taiwán es la única que realmente ha despertado el ánimo de los cerca de 2.300 delegados venidos de todos los rincones de China.
Poco después
de las advertencias de Xi, la oficina
presidencial de Taipéi emitía un comunicado en
el que subrayaba que no retrocederá en su compromiso con la libertad y la democracia y reiteraba que un conflicto
entre ambas partes no es una opción, informó Reuters.
El
presidente chino también se ha pronunciado sobre la situación de Hong Kong y lo que ha llamado los “desarrollos turbulentos” de los últimos años, en los
que el movimiento prodemocracia
ha luchado por preservar los derechos del territorio autónomo frente a la Ley de Seguridad Nacional impuesta por Pekín.
“El
Gobierno central ejerció su jurisdicción para asegurar que Hong Kong lo gobernaban patriotas. Restauramos el
orden”, ha afirmado Xi.
El discurso
ha arrancado poco después de las 10.00 (hora local) con un “¡Camaradas!”, justo después de escuchar el himno nacional
tocado por una banda militar desde el anfiteatro. El secretario
general lo ha ido desgranando con voz cadenciosa y solemne. De vez en
cuando, sus palabras han sido
interrumpidas con aplausos breves y miméticos, sin demasiada emoción ―salvo
con el citado caso de la cuestión taiwanesa y
al hablar de la lucha contra la corrupción, otra de las piedras angulares de su
decenio―. Y sobre sus palabras, cada poco, se escuchaba el pasar de páginas de la copia del discurso por parte de
los delegados, todos perfectamente
sincronizados, produciendo un sonido leve y armonioso, como de aleteo de
palomas.
Xi ha hablado
desde un atril al frente del escenario, ligeramente a la izquierda, con los
algo más de 200 miembros del Comité Permanente
sentados en pupitres a su espalda. Este es el órgano que se renueva al final
del congreso, y del que saldrán el Politburó ―25
miembros― y el Comité Permanente ―siete integrantes, incluido Xi―, que conforman la cúspide del poder. Tras los líderes,
se elevan diez enormes banderas rojas cuyos
pliegues confluyen en un enorme símbolo de la hoz y el martillo de color
dorado: el centro absoluto de la enorme estancia.
El secretario general, que a lo largo de una década ha ido reforzando su control en todos los ámbitos, y en 2018 logró eliminar de la Constitución los límites a los mandatos presidenciales, abriendo la puerta a su continuidad, ha destacado la absoluta centralidad al frente del Estado por parte de una agrupación con más de 96 millones de afiliados:
“El
Partido Comunista de China constituye la fuerza dirigente política suprema”. Y
él, desde lo más alto, quiere revalidarse como líder.
En
el discurso, Xi ha destacado los que son, a su juicio, los tres
grandes hitos de su decenio en el poder: la “entrada
del socialismo con peculiaridades chinas de la nueva era” ―el
pensamiento que lleva su sello, y que podría ser elevado a las alturas del maoísmo en la reforma de la Constitución
del partido que se debatirá durante el cónclave―; el centenario
de la fundación del Partido Comunista de China,
celebrado en 2021, y la culminación del objetivo
de alcanzar una “sociedad modestamente acomodada”,
lo que abre la puerta a nuevas metas.
Para 2035, ha proclamado, el país habrá dado “un salto
sustancial” en “el poderío económico-científico-tecnológico”; para 2050, China se habrá transformado “en un poderoso país socialista moderno, próspero, democrático,
civilizado, armonioso y bello”, situado a la cabeza “en influencia
internacional”.
Durante el
repaso de su decenio ha dejado caer grandes cifras, como el incremento del PIB de 54 billones de yuanes a 114 billones (7,7 billones y 16,30 billones
de euros, respectivamente). A pesar del frenazo que sufre en los últimos años,
exacerbado con la pandemia y especialmente este
último año, por el cóctel de problemas vinculado
a la estrategia de covid cero y la crisis inmobiliaria, ha destacado el afianzamiento del
país en la segunda posición de las economías globales, elevando su contribución
al PIB mundial en 7,2 puntos, hasta el 18,5%.
Sobre la pandemia de covid, uno de esos frentes en los que
muchos aguardaban una posible modulación de la
estricta política que implica testeos masivos y
cierres totales o parciales de ciudades en
cuanto se detectan unos pocos casos, el líder ha
defendido su apuesta por “prevenir la importación de
casos y los repuntes de dentro del país, y perseverando sin vacilación en la
supresión en tiempo real de los brotes”. Esta
estrategia, ha señalado, ha dado “frutos
positivos” en términos epidemiológicos y permitido el “desarrollo económico y
social”.
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