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“Dictadura. Tras casi dos décadas de exilio
forzoso, Perón volvió a ser presidente
entre octubre de 1973 y el 1 de julio de 1974,
cuando falleció. Fueron apenas ocho meses, pero
los resultados de la gestión económica resultaron exitosos.
El plan del ministro José Ber Gelbard,
quien había sido fundador de la Confederación General Económica (CGE), consistió en una revitalización notable del mercado interno, los salarios, las pymes y las
actividades productivas. Hubo una fuerte intervención del Estado en la economía y la imposición de reglas
estrictas a capitales nacionales y extranjeros. En 1974
la inflación bajó al 30,2%, desde el 79,6 de
1972; la desocupación
se redujo a solo 2,5%, desde el 6,1% del gobierno de Lanusse, y el PIB
trepó 6,4%, desde
el 3,5 de dos años antes.
“El plan de Gelbard
se completó con la firma de un pacto social entre la CGT y la CGE para coordinar precios
y salarios, anclar expectativas y habilitar una etapa de expansión económica. Sin embargo, esa estrategia se vino a pique con el fallecimiento
de Perón y el pandemónium
político que le siguió. Gelbard renunció en
octubre de 1974 y tras un interregno de ocho
meses de Alfredo Gómez Morales, Celestino Rodrigo escaló
al Ministerio de Economía. Su número dos y auténtico creador del plan de
desestabilización más grande de la historia argentina, Ricardo Zinn, convenció al gobierno de María Estela Martínez de Perón de producir una enorme devaluación, con suba astronómica de
tarifas y precios, y los salarios por detrás. Fue allí que se generó una bisagra histórica en el
país, porque de ese caos empezó a surgir la economía bimonetaria que aún persiste, con la cobertura permanente en el dólar.
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ARGENTINA.
QUÉ LE ESPERA AL PAÍS CON JAVIER MILEI COMO PRESIDENTE.
80
años de gobiernos liberales.
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La
historia muestra que cada vez que gobernó la ortodoxia económica
hubo catástrofe social, concentración de la riqueza, endeudamiento extremo,
dilapidación de activos públicos, destrucción de la industria, timba
financiera, entrega de soberanía y atraso económico. Milei
no será la excepción.
Por David Cufré.
Fuente.
Página /12 domingo 10 de diciembre del 2023.
"Lamentablemente nuestro punto de partida es muy bajo. Muchos años de desatinos y errores nos han conducido a una situación muy crítica. Es muy difícil que este mes puedan pagarse a tiempo los sueldos de la administración pública. Todavía seguiremos por algún tiempo la pendiente descendiente que recorremos desde hace más de diez años. Dejaremos que cada uno de los habitantes del país viva como pueda y como quiera. Las medidas en curso permiten que podamos lanzar hoy una nueva fórmula: ‘Hay que pasar el invierno’". El nefasto experimento de Álvaro Alsogaray, ministro de Hacienda de Arturo Frondizi entre 1959 y 1961, que llegó al cargo por presión militar, empezará a repetirse a partir de mañana con Javier Milei como presidente.
Le espera al país lo que ya vivió tantas veces a lo largo
de décadas de gobiernos liberales: catástrofe
social, concentración de la riqueza, endeudamiento extremo, dilapidación de
activos públicos, destrucción de la industria, timba financiera, atraso
económico. Cada una de esas experiencias hundió a la Argentina en un pantano del que cada vez resultó más
difícil salir. La entrega de soberanía también fue una constante con esos
gobiernos.
Como
Alsogaray a mediados del siglo pasado, el
endeudador serial Luis "Toto" Caputo sostiene
ahora que su gestión como ministro de Economía será muy complicada por "la pesada herencia" que recibe del gobierno
que se va. Deja de lado que en su paso anterior por la gestión pública, como
ministro de Finanzas, Economía y presidente del Banco Central de Mauricio Macri, llegó
al extremo de comprometer a diez generaciones a pagar la deuda que contrajo a cien años.
Esa plata no se usó para la construcción de rutas, centrales eléctricas o nuevas industrias, sino para la especulación financiera. Los dólares se evaporaron en esa fiesta que disfrutaron pocos y pagarán todos los argentinos. También como suele pasar, el gobierno peronista tuvo que reestructurar esos pasivos con el capital financiero internacional y, junto con ello, la deuda monumental que Macri, Caputo y compañía dejaron con el FMI. La desfachatez de Caputo para hablar de pesada herencia es marca registrada de los gobiernos liberales.
La lista
La dictadura de Pedro Eugenio
Aramburu, después del golpe de Estado a Juan
Domingo Perón en septiembre de 1955, tuvo
como uno de sus ministros de Economía emblemáticos
al liberal Adalbert Krieger Vasena. Ese
gobierno fue responsable de la adquisición de un préstamo con varios bancos
europeos que supuestamente se pagaría con el crecimiento económico que
generarían las políticas liberales. El resultado fue que el préstamo no se pudo
devolver, la Argentina cayó en default y
los gobiernos de Europa crearon el Club de París para
presionar por los pagos. También a esa administración hay que computarle la
incorporación de Argentina al Fondo Monetario
Internacional y el alineamiento incondicional con Estados Unidos.
El
gobierno que siguió, de Arturo Frondizi, tuvo
como ministros de Economía al mencionado Alsogaray
y luego al liberal Roberto Alemann, quien
en 1981 volvería al Palacio de Hacienda como
ministro del dictador Leopoldo
Fortunato Galtieri. En 1961 estuvo al
frente de una renegociación ruinosa de la deuda con el Club
de París y desplegó un plan de ajuste que
sumergió a las mayorías populares: hubo despidos y congelamiento de salarios de
empleados estatales, aumentos exorbitantes de tarifas de servicios públicos, quita de aranceles a la
importación, rebaja de indemnizaciones por despido y acortamiento de licencias
por maternidad.
En 1962,
días antes del derrocamiento
de Frondizi y la asunción de José María Guido, Jorge Wehbe llegó por primera vez al
Ministerio de Economía. Permaneció en ese cargo apenas un
mes y mantuvo la línea del ajuste permanente. Wehbe reapareció como ministro de Economía
con Alejandro Agustín
Lanusse en 1972, con la misma impronta, y tuvo una tercera participación
sobre el final de la última
dictadura, en la gestión de Reynaldo Bignone en 1982 y 1983.
En 1962 y 1963, con Guido, se sucedieron como ministros de Economía Alsogaray y José
Alfredo Martínez de Hoz. Joe, como lo llamaban, fue exponente principal
de la oligarquía terrateniente y la patria financiera, odiador acérrimo de la industria
nacional, fanático de la apertura importadora, la desregulación económica y la libertad de mercado. Cada vez que intervino en la gestión pública, el país cayó en graves crisis,
terminó endeudado hasta el cuello y su círculo social se enriqueció en la misma
proporción.
Después
de los tres años de gobierno de Arturo Illia, otro golpe de Estado encabezado
por Juan Carlos
Onganía nombraría como ministros de Economía otra vez a Krieger Vasena (1967-1969)
y a otra figura rutilante de la derecha económica, José María Dagnino Pastore (1969-1970).
En esos años se decretó la suspensión de los convenios
colectivos de trabajo, se aprobó la ley de
hidrocarburos que permitió la participación de empresas privadas en el negocio petrolero, se sancionó la ley de alquileres que facilitó los desalojos, se
suspendieron los aumentos de salarios por dos años y se dio impulso a la patria
contratista para la realización de obras públicas que antes asumía el Estado. Unas cuantas de esas políticas se
repetirán ahora con Milei.
Dictadura
Tras casi dos décadas de exilio forzoso, Perón volvió a ser presidente entre octubre de 1973 y el 1 de julio de 1974, cuando falleció. Fueron apenas ocho meses, pero los resultados de la gestión económica resultaron exitosos. El plan del ministro José Ber Gelbard, quien había sido fundador de la Confederación General Económica (CGE), consistió en una revitalización notable del mercado interno, los salarios, las pymes y las actividades productivas. Hubo una fuerte intervención del Estado en la economía y la imposición de reglas estrictas a capitales nacionales y extranjeros. En 1974 la inflación bajó al 30,2%, desde el 79,6 de 1972; la desocupación se redujo a solo 2,5%, desde el 6,1% del gobierno de Lanusse, y el PIB trepó 6,4%, desde el 3,5 de dos años antes.
El
plan de Gelbard se completó con la firma de un pacto
social entre la CGT y la CGE para coordinar
precios y salarios, anclar expectativas y
habilitar una etapa de expansión económica. Sin
embargo, esa estrategia se vino a pique con el fallecimiento de Perón y el pandemónium político que le siguió.
Gelbard renunció en
octubre de 1974 y tras un interregno de ocho
meses de Alfredo Gómez Morales, Celestino Rodrigo escaló
al Ministerio de Economía. Su número dos y auténtico creador del plan de
desestabilización más grande de la historia argentina, Ricardo Zinn, convenció al gobierno de María Estela Martínez de Perón de producir una enorme devaluación, con suba astronómica de
tarifas y precios, y los salarios por detrás. Fue allí que se generó una bisagra histórica en el
país, porque de ese caos empezó a surgir la economía bimonetaria que aún persiste, con la
cobertura permanente en el dólar.
Zinn tenía
fuertes vínculos con grupos empresarios, particularmente el Consejo Empresario Argentino, que integraba Martínez de Hoz y que tuvo activa participación desestabilizadora
en las semanas previas al golpe
del 24 de marzo.
Después
del derrocamiento
de Isabelita, la dictadura genocida cívico-militar desplegó con Martínez de Hoz un
plan con los siguientes ejes estructurales: liberación de los precios, del mercado cambiario,
de las importaciones, de los alquileres, quita de retenciones a las
exportaciones, eliminación de subsidios y planes sociales y endeudamiento millonario con el FMI y la banca extranjera.
Ese plan, con sus más y sus menos, fue continuado por sus sucesores, otros conspicuos representantes de la ortodoxia económica: Lorenzo Sigaut, Roberto Alemann, José María Dagnino Pastore y Jorge Wehbe, con los resultados conocidos de destrucción del aparato productivo, incremento de la pobreza y atraso por generaciones.
Menem, De la Rúa, Macri
Después
del golpe de mercado que terminó con el gobierno
de Raúl Alfonsín en 1989, en el que hubo economía de guerra y más inviernos que
primaveras, el menemismo
produjo otro quiebre histórico similar al que
ahora quiere recrear Milei,
con privatizaciones,
negociación de la deuda
en default a favor de los acreedores, destrucción
del Estado y sus capacidades de intervención, reformas
estructurales regresivas en materia laboral,
previsional e impositiva, endeudamiento a
mansalva y afianzamiento de la economía bimonetaria con
la convertibilidad. Las consecuencias fueron lamentables para las mayorías
populares y rutilantes para los sectores
concentrados, con seis años de crisis, desocupación y
fractura social, y apenas cuatro en los que Domingo Cavallo pudo disfrutar de una
expansión del PIB
que solo favoreció a un sector minoritario de la sociedad.
Fernando de la Rúa mantuvo el esquema de la convertibilidad
y se hundió con el propio Cavallo en diciembre
de 2001. La reaparición de los liberales en la Casa Rosada se dio con Macri, con resultados
fáciles de recordar: trajo
nuevamente al FMI, tomó deuda en dólares por casi 100 mil millones y el país permaneció
casi todo el tiempo en crisis. A eso le sumó la
post verdad, que consiste en decir cualquier cosa negando los hechos objetivos. Pero la única
verdad es la realidad de que, con los liberales, la
Argentina no hizo más que retroceder. Milei no será la excepción.
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