&&&&&
Durante el primer año del gobierno de
Alfonsín, los disensos fueron dando paso a los acuerdos que se
materializaron con la visita del presidente argentino a
EE.UU. en septiembre de 1984, cuando se
produjo el “giro realista”, estableciendo una
relación bilateral donde Argentina reconocía el
poderío de EE.UU. pero no por ello se alineaba a
su política. Desde ese momento y como parte del afianzamiento de la relación bilateral Argentina buscó la asistencia de Estados Unidos, entre otros aspectos con la finalidad
de consolidar el sistema democrático y para solucionar el problema de la deuda
externa
En enero de 2001, en pleno tembladeral económico,
con el riesgo país por las nubes y la Bolsa en picada,
Raúl Alfonsín pidió un cambio de modelo económico. Desde París,
adonde viajó a participar del congreso de la
Internacional Socialista, habló también de la urgente necesidad de
reprogramar la deuda externa y anticipó que “no se va a
tolerar” un nuevo ajuste, sobre todo si vuelve a tocar sueldos y
jubilaciones”. “El modelo está muy jaqueado”, concluyó,
quien alguna vez se erigió en el principal opositor a la avanzada dolarizadora: en
el discurso del 9 de
noviembre de 1999 en la Internacional Socialista pidió la
condonación de la deuda externa para los países pobres y de una reprogramación
para los emergentes, como es el caso de la Argentina.
Consideró que ese sería, sin dudas, el primer paso “indispensable”
para sacar al país de la recesión.
/////
DESDE ALFONSÍN HASTA MILEI.
40 años de Democracia
argentina.
*****
Por Aram Aharonian | 12/12/2023 | Argentina
Fuente-Revista
Rebelión martes 12 de diciembre del 2023.
A principios de 1982,
cuando fungía como corresponsal de la
Agencia Inter Press Service en Argentina, desde
la oficina central me propusieron entrevistar al dirigente de la Unión Cívica Radical, Raúl Alfonsín, a quien no
conocía personalmente. Contesté, vía télex, que
me parecía más atinado entrevistar al también radical Luis
León, senador del Movimiento de Afirmación Yrigoyenista,
un dirigente más combativo.
Obviamente no aceptaron mi sugerencia y
la nueva respuesta llegó por teléfono: “Entreviste a
Raúl Alfonsín que va a ser el próximo presidente: lo aseguran desde la
Internacional Socialista”.
La entrevista fue muy cordial, en su estudio de
abogado de la Avenida de Mayo. Y me encontré con un hombre que vendía humildad y convicciones firmes. Corolario, ganó las
elecciones presidenciales de 1983 con un mensaje
de esperanza democrática que caló en los argentinos tras siete años de calamitosa y genocida dictadura militar, con su
saldo de miles de
víctimas de la represión, una economía a la deriva y la aventura bélica de las islas Malvinas, que dejó mayor desazón en el pueblo
argentino.
Nada tuvo que ver su triunfo con mi entrevista (destinada a que su
nombre comenzara a ser considerado por el mundillo mediático
y político más allá de la Argentina), donde hacía su balance de los
miles de víctimas de la represión, una
economía a la deriva y la malhadada aventura bélica de las islas Malvinas.
Alfonsín restableció las libertades, brindó diálogo político, pero sus seis años de Gobierno
se tradujeron en una erosión constante de su liderazgo
por el doloroso ajuste económico,
el fracaso en la lucha contra la hiperinflación y la recesión, la presión del sindicalismo
peronista y la imagen de debilidad en el manejo de la cuestión militar.
Lo que la gente recuerda hoy es que la cultura volvió a las plazas, donde nuevamente se
juntaban viejos, jóvenes y niños. En las
relaciones exteriores, Alfonsín impulsó el eje
de integración Argentina-Brasil-Uruguay, génesis
que luego fue del Mercado Común del Sur (MERCOSUR)
La limitación de los juicios a la
genocida cúpula castrense mediante las leyes de Punto
Final y de Obediencia Debida sirvió para alentar una serie de
sediciones que pusieron -nuevamente- en peligro la recuperada democracia.
Estados Unidos, consideraba débiles a los
sistemas democráticos y en el marco de la Doctrina de Seguridad Nacional, más allá del Plan Cóndor de los años
anteriores, propició el respaldo a golpes militares que endurecieran la postura ante
el surgimiento
de partidos y movimientos contrarios
a los intereses estadounidenses.
La Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos monitoreó de cerca la política
que Raúl Alfonsín adoptó frente a las Fuerzas
Armadas, acusadas de violaciones sistemáticas a
los derechos humanos. Desde antes de asumir, fue
un foco de atención para los espías estadounidenses,
que se interesaron por su política de juzgamiento de los militares.
La información surge de los archivos que desclasificó la Casa
Blanca a pedido de organismos de derechos
humanos, y que el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) y Abuelas de Plaza de
Mayo pusieron accesibles para la consulta on line al cumplirse 40 años del
triunfo de Alfonsín.
En diciembre de 1983,
la CIA publicó un informe que llevaba por título “Indicaciones de inestabilidad política en países clave”.
Uno de esos países era la Argentina, poco
antes de que Alfonsín asumiera la presidencia. Los analistas estadounidenses
evaluaban que la victoria que Alfonsín frente al
peronista Partido Justicialista y el desorden
que reinaba dentro de las Fuerzas Armadas le
daría un período de gracia de seis meses para impulsar reformas.
“No prevemos ninguna amenaza
seria de intervención militar durante el primer año de Alfonsín
en el gobierno, pero la reaparición de importantes tensiones sociales podría
tentar a los líderes militares”, señalaba la CIA.
En enero de 1984,
la CIA produjo un nuevo reporte en el que advertía que el gobierno
radical quería proceder con cautela en la investigación del personal
militar acusado de haber estado involucrado en las desapariciones. Hablaba
de las tensiones entre el ministro de Defensa Raúl
Borrás, el de Educación y Justicia Carlos
Alconada Aramburú y los sectores más progresistas en torno al alcance
del juzgamiento.
Según el organismo de inteligencia de Estados Unidos, la idea de Alfonsín era una investigación amplia pero que únicamente un número bajo de casos llegaran a los tribunales. En ese momento, no solo se sustanciaban procesos ante la justicia militar, sino que también los tribunales civiles habían empezado a investigar lo sucedido en los centros clandestinos de detención.
Esto iba más allá de la política
de juzgar únicamente a los integrantes de las tres primeras Juntas Militares. En el informe de enero de 1984, la CIA sostenía que Alfonsín
estaba decidido a mantener el tema fuera de la órbita del Congreso, en el que
el gobierno de EE.UU. consideraba más difícil de
presionar y/o manipular.
En una entrevista que volvió a circular recientemente, Alfonsín insistió en la recuperación de la democracia, en alusión a su forma elemental, es decir,
a la vigencia del derecho a sufragar
periódicamente, una libertad primaria, un
comienzo. Añadió que ese peldaño era la base para el
florecimiento de las “libertades positivas”, para
que las personas pudieran vivir dignamente.
De allí aquello de que “con la democracia se come, se cura y se educa”, su
célebre frase, que en 1992 corrigió: «Con la democracia, se come, se cura y se educa, pero no se
hacen milagros». Alfonsín comprendió que la época le exigía a la
democracia una legitimación conceptual, dado que los resultados iban a
demorarse.
“Tenemos un método: la democracia
para la Argentina. Tenemos un combate: vencer
a quienes desde adentro o desde
afuera quieren impedir esa democracia”, señaló.
Argentina era un país que se relacionaba con el
mundo siguiendo las coordenadas del conflicto
Este-Oeste. Las decisiones de Estado, estaban
estrictamente vinculadas con el delineamiento de políticas
auditadas por Estados Unidos en lo
que fue la era de la lucha contra el comunismo.
Durante los meses de campaña electoral Alfonsín había dejado en claro cuáles iban a
ser los pasos a seguir en materia de política exterior. Dante Caputo, su Ministro de Relaciones Exteriores
y lazo directo con la socialdemocracia francesa,
dijo en 1989 que una de las prioridades de la
política exterior fue desconectar a la Argentina de
las consecuencias del conflicto Este-Oeste.
“Esta es probablemente la historia menos pública de nuestra política exterior,
pero es la que más valoro personalmente: una historia que
corresponde a la parte defensiva de nuestra política…”, dijo.
En un escenario
internacional complicado, transitando el comienzo de la Segunda Guerra Fría, Argentina planteó la integración
latinoamericana como carta fundamental para salir del parámetro de la lógica Este-Oeste con la que se había manejado el
gobierno anterior.
Durante el período alfonsinista hubo avances hacia la integración
regional tanto en lo político como en lo económico. Políticamente
Argentina respaldó a naciones latinoamericanas en
distintas ocasiones, como fue la promoción para la creación del Grupo de Apoyo a Contadora en rechazo al bloqueo que Estados Unidos ejecutó sobre Nicaragua.
Esta relación integracionista
era correspondida, ya que, por ejemplo, (casi) el resto de la región votó a favor del reclamo de soberanía Argentina sobre las islas Malvinas en los diferentes ámbitos
multilaterales como en la ONU. Desde el
aspecto económico se avanzó en bloque a través de la firma de tratados y acuerdos
para incrementar el comercio regional.
En noviembre de 1984, el diálogo público entre el entonces canciller y el senador catamarqueño Vicente Saadi para mostrar sus posturas sobre la firma de un tratado de paz entre Argentina y Chile para dar fin al conflicto del Canal de Beagle convocó a miles de espectadores. Fue el primer debate televisivo de la historia argentina. Parecía, entonces, que otra democracia iba a ser posible.
El tema presentaba demasiados
obstáculos, ya que el conflicto era casi centenario, del otro lado
estaba el dictador Augusto
Pinochet, la Guerra de Malvinas todavía estaba caliente, el tema de
la soberanía era sensible y a todo eso había que sumarle errores diplomáticos de consecutivos gobiernos
argentinos y laudos arbitrales negativos para el país.
Asesorado por la Internacional Socialista, Caputo sabía que debía resignar mucho
porque había situaciones que no tenían punto atrás. Con el decreto 2.272 de julio de 1984, Alfonsín determinó que
hubiera una consulta popular para la aprobación
de tratado de límites con Chile en la zona del Canal de Beagle de acuerdo al resultado de la
propuesta de la mediación papal.
Caputo confesó que
“Luego de la primera semana
de gobierno, Alfonsín me llamó a la Casa Rosada y me dijo: ‘Esto hay que resolverlo en el
más corto plazo. Así que métale con esta cuestión’”. La Internacional Socialista también prefería apoyar a Chile y al Papa,
El peronismo no veía con buenos ojos este
acuerdo y denunciaban la entrega de soberanía
y hasta de traición a la patria. Afirmó que se
trataba de la peor derrota
diplomática argentina en lo que iba del siglo,
que el Tratado era una
verdadera acta de rendición.
En el plebiscito, el gobierno se adjudicó un gran triunfo. Sin embargo, todavía faltaba un paso
más, la aprobación por el Congreso porque la consulta
popular era no vinculante. Nadie tenía en cuenta al Senado, en el que la mayoría
peronista pretendía hacer valer su poder.
Cuando ya en marzo de 1985 se procedió a la votación, los senadores de la
oposición impugnaron cláusulas y acusaron al gobierno de presentar mapas
adulterados y apócrifos. Finalmente, el Senado aprobó el
Tratado de Paz y Amistad con Chile que zanjaba una discusión centenaria. La
votación se definió sólo por un voto de diferencia. La
entrega del canal de Beagle se consumaba.
¿Relanzar la economía argentina?
Luego de la firma de los Tratados de Cooperación que Argentina
ejecutó con Italia (1987) y con España (1988), Alemania Federal manifestó su interés
de promover la cooperación industrial. La empresa alemana
Siemens firmaron en Munich un acuerdo para continuar con las obras en la
central nuclear Atucha II.
A su vez entre 1986
y 1987 Argentina recibió créditos de ayuda del gobierno italiano. Los contactos ser fortalecieron
y a fines de 1987, con la presencia de Alfonsín en
Roma, se firmó un Tratado de Cooperación, con 150 proyectos
que involucraban a empresas de ambos países correspondientes
a emprendimientos vinculados al área petroquímica
y de la construcción.
Siguiendo con el Tratado firmado con Italia en 1987, al año siguiente se firmó otro
con España. Las negociaciones habían comenzado
con la visita del presidente español, Felipe González a
Buenos Aires en octubre de 1987. El
Tratado tiene como objetivo el impulso de la cooperación
bilateral en los aspectos político, económico,
científico-tecnológico y cultural. Los jefes europeos de la Internacional Socialista hacían sus negocios con el
verso de “relanzar la economía argentina”.
Las elecciones
Los comicios se realizaron bajo la Constitución de 1957, impuesta durante la dictadura militar, que establecía el sufragio indirecto y un mandato presidencial de seis
años sin posibilidad de reelección inmediata.
La elección se
polarizó entre los dos partidos políticos tradicionales de la democracia
argentina, la Unión Cívica Radical (UCR) y
el Partido Justicialista (PJ, peronista), los
que sumados obtuvieron casi el 92% de los votos.
Fue la primera derrota del Partido Justicialista (peronista).
Alfonsín no pudo finalizar su mandato debido a
que «resignó» su cargo cinco meses antes, el 8 de julio
de 1989, en medio de una grave crisis.
Alfonsín ganó las elecciones de 1983 con un mensaje de esperanza democrática que caló en los argentinos tras siete años
de calamitosa dictadura militar, con su balance
de miles de víctimas de la represión, una economía a la deriva y la aventura
bélica de las islas Malvinas.
Restableció las libertades, brindó diálogo político, pero sus seis años de gobierno significaron una erosión constante de su liderazgo por el doloroso ajuste económico, que fracasó en la lucha contra la hiperinflación y la recesión, y la imagen de debilidad en el manejo de la cuestión militar, donde la limitación de los juicios a la antigua cúpula castrense mediante las leyes de Punto Final y de Obediencia Debida no le bastaron para impedir una serie de sediciones que pusieron en serio peligro la recién recuperada democracia.
Pero héte aquí que Alfonsín no fue sucedido por el vicepresidente Víctor Martínez, sino por el presidente sucesor
ya electo, el peronista Carlos Saúl Menem.
Durante el primer año del gobierno de Alfonsín, los disensos fueron dando paso a
los acuerdos que se materializaron con la visita del presidente
argentino a EE.UU. en septiembre de 1984,
cuando se produjo el “giro realista”, estableciendo
una relación bilateral donde Argentina reconocía
el poderío de EE.UU. pero no por ello se
alineaba a su política.
Desde ese momento y como parte del
afianzamiento de la relación bilateral Argentina buscó
la asistencia de Estados Unidos, entre otros
aspectos con la finalidad de consolidar el sistema democrático y para
solucionar el problema de la deuda externa
En enero de
2001, en pleno tembladeral económico, con el riesgo país por las
nubes y la Bolsa en picada, Raúl Alfonsín pidió un
cambio de modelo económico. Desde París, adonde viajó a participar del congreso
de la Internacional Socialista, habló también de
la urgente necesidad de reprogramar la deuda externa y anticipó que “no se va a tolerar” un nuevo ajuste, sobre todo si
vuelve a tocar sueldos y jubilaciones”.
“El modelo está muy jaqueado”, con Durante el primer año del gobierno de Alfonsín, los disensos fueron dando paso a los acuerdos que se materializaron con la visita del presidente argentino a EE.UU. en septiembre de 1984, cuando se produjo el “giro realista”, estableciendo una relación bilateral donde Argentina reconocía el poderío de EE.UU. pero no por ello se alineaba a su política.
Desde ese momento y como parte del afianzamiento de la relación bilateral Arge cluyó, quien alguna vez
se erigió en el principal opositor a la avanzada dolarizadora: en el discurso del 9 de noviembre de 1999 en
la Internacional Socialista pidió la condonación de la deuda externa para
los países pobres y de una reprogramación para los emergentes, como es el caso
de la Argentina. Consideró que ese sería, sin
dudas, el primer paso “indispensable” para sacar
al país de la recesión.
Los genios de la
socialdemocracia europea
lo convencieron de que ese sería, sin dudas, el primer paso “indispensable” para sacar al país de la
recesión. En abril de 1989 la inflación
fue del 489% y en mayo de ese año, de 764%. El año terminó en 3.079%.
Los disensos se manifestaron con la posición frente a la crisis centroamericana y su defensa del principio de “no intervención” ante el avance estadounidense en la región, a través de la creación del Grupo de Apoyo a Contadora del que hablará más adelante.
Cuarenta años después llega el ultraderechista Javier Milei a la
presidencia argentina, poniendo en riesgo la democracia, con un libreto totalmente opuesto a lo que
pretendía Raúl Alfonsín, en aquella apertura de
la nueva era democrática tras la barbarie, la entrega y el
genocidio de un gobierno cívico-militar, cuyas acciones hoy tratan de negar
aquellos que ocupan desde el 10 de diciembre la Casa
Rosada.
Durante la campaña, Milei apuntó sus cañones (también) contra Raúl Alfonsín, al que lo solía llamar como «el fracasado hiperinflacionario de Chascomús».
Recientemente se reflotó un viejo video del ultraderechista donde cuenta
que su mejor terapia fue comprar un muñeco, al que le pegó la cara de Alfonsín, y así, golpeándolo, descargarse emocionalmente.
*****
*Periodista y comunicólogo uruguayo. Magíster en Integración. Creador y fundador de
Telesur. Preside la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y dirige el Centro
Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)
*****
No hay comentarios:
Publicar un comentario