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Construir
la CELAC – COMUNIDAD DE ESTADOS LATINOAMERICANOS Y CARIBEÑOS - como una
comunidad que integra a distintas subregiones y países -México, Centroamérica, el Caribe y
Sudamérica- y como un actor imprescindible en un mundo configurado por
bloques, , haciendo compatibles y asociables los distintos proyectos y la
diversidad de enfoques tanto en lo que se refiere al modelo interno de las naciones como a su grado y forma de inserción en
la economía Internacional, es una labor histórica que está y estará plagada
de vallas, y donde será necesario apelar a altas dosis de voluntad política,
pero también de creatividad, imaginación y perseverancia. La decisión de conformar un espacio común latinoamericano-caribeño
para catapultar un sustantivo aumento de los intercambios y el comercio entre
sus integrantes, delinear políticas comunes que lleven a mejores
infraestructuras, incentivar políticas
productivas -industriales y tecnológicas- compartidas y complementarias,
así como planes educativos, sociales,
ambientales y culturales comunes, sería la demostración necesaria de que no
se trata sólo de utopía, sino el trazado de una ruta que confirme que es posible comenzar
a desarrollar políticas públicas regionales.
El
paisaje de esta reinvención latinoamericano-caribeña está
marcado por la declinación de una Europa
sumida en una persistente crisis, la abrupta caída de la credibilidad de Estados Unidos, los sorprendentes cambios político-económicos chinos y la
supervivencia de un sistema económico mundial generador de desigualdades e inequidades. Esta reinvención implica obligadamente
una nueva redefinición de su lugar en el mundo, en el que abandone su lugar
como “patio trasero” de Estados Unidos.
Un nuevo rol internacional en el que tiene como herramientas medulares, la
construcción de foros y entidades regionales sin presencia de Washington –MERCOSUR, UNASUR, ALBA Y CELAC– y la
diversificación de las relaciones económicas, comerciales y tecnológicas con
naciones que, en otras zonas del planeta, hacen contrapeso geopolítico a Washington, como China,
Rusia e Irán.
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AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE. CELAC EN LA
HABANA:
EL DESAFÍO DE CONSTRUIR UNA AGENDA PROPIA
Y UN DESTINO COMÚN.
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Aram Ahoronian.
Rebelión viernes 24 de enero del 2014.
La próxima cumbre de presidentes plantea la
interrogante de si la COMUNIDAD DE
ESTADOS LATINOAMERICANOS Y CARIBEÑOS (CELAC), tendrá la capacidad de
combinar todas las energías superpuestas en la región, dándoles un sentido
homogéneo, considerando sus similitudes y diferencias, sus cambios y
adaptaciones, en un escenario donde conviven procesos con medio siglo de vida
como la CAN, y otros como la propia CELAC, con apenas dos años de vida. Si
bien en el comienzo de la segunda década del siglo 21, América Latina y el
Caribe se presenta ante el mundo con una intensidad de relaciones entre sus
estados superior a la alcanzada en cualquier momento de sus 200 años de vida
independiente, la muerte del líder bolivariano Hugo Chávez (sumada a la
anterior desaparición del ex presidente argentino Néstor Kirchner), parece haber dejado al proceso integrador
regional sin su principal locomotora.
Más allá (o más acá) de la declamación sobre el
legado de los Libertadores, el sistema integrador regional no pasa por su mejor
momento, con el desmantelamiento de la Comunidad
Andina (CAN), el éxito de la derecha paraguaya en frustrar las esperanzas
de que la presidencia pro témpore en manos –por primera vez- de Venezuela
marcara los caminos de un renovación del Mercado Común del Sur (MERCOSUR), las enormes dificultades de
la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR)
en consensuar la designación de un secretario general, y la ofensiva
conservadora con formatos de integración dependientes como la Alianza del Pacífico, como ejemplos.
Lo cierto es que el lanzamiento de la CELAC da cuenta de un profundo cambio
en la región, que se permite buscar su propia agenda y orientar su destino, sin
copiar otros modelos de integración. La economía de los 33 países de la CELAC constituye la tercera más grande y potente a
nivel mundial con 6,06 billones de
dólares y su producto interno bruto (PIB) en 2012 creció en un 3,1%.
En la última década se concretó en la región una
ampliación de los objetivos de lo meramente comercial a propuestas de orden
cultural, productivo, social y ambiental. MERCOSUR,
ALADI, CAN y SICA dan cuenta de esta nueva realidad, mientras que UNASUR y CELAC se muestran como una
propuesta en otro nivel, que incluye a las anteriores. Sólo la ALBA plantea un modelo distinto de
comercio, basado en la solidaridad, reciprocidad y transferencia, pero se trata
también de un esquema lanzado con la idea de ser combinado con otros procesos
de integración de la región.
Si bien en los procesos regionales de integración
se observa una fuerte y constante presencia del componente intergubernamental y
del peso decisivo de las figuras presidenciales a la hora de definir las
políticas, con la regla (no siempre efectiva) del consenso, débiles institucionalidades
que no parecen afectadas por las diferencias ideológicas sino por trabas
burocráticas, alejadas de las necesidades, parecen trabar la potencialidades de
los procesos.
Para estos proyectos que trascienden las
posibilidades nacionales y subregionales es imprescindible afirmar el proyecto
de la CELAC, buscando coincidencias,
coordinando los esfuerzos de los diferentes organismos subregionales y
actualizando y renovando la arquitectura institucional –un poco errática– que
se viene construyendo en América Latina y el Caribe hace ya más de 50 años.
Se trata de espacios vigentes, que compiten en un
permanente juego de diferenciación y complementación, pero que trabajan todos
en la construcción de nuevas relaciones e identidades –andina, centroamericana, caribeña, sudamericana-, todas ellas
superiores a las identidades nacionales y englobadas en el planteo de un
subcontinente unido, en democracia, paz e igualdad.
América
Latina y el Caribe, el tercer mayor productor de energía eléctrica y
el entorno de mayor
diversidad biológica del planeta, alberga casi la mitad de los
bosques tropicales del mundo,
el 23% de las áreas forestadas, más
del 30% de toda el agua dulce
disponible y aproximadamente, el 40%
del total de recursos hídricos renovables. Allí, Estados de la región como Ecuador, Venezuela
y Bolivia
han recuperado el control de sectores estratégicos, y destinan esos
ingresos a áreas como la educación, la salud y la alimentación.
Lo previsto para La Habana.
El documento central a firmar en la cumbre que se
celebrará en el edificio Pabexpo, recinto ferial del Palacio de Convenciones de La Habana, el 28 y 29 de enero, sucederá
al de 73 puntos suscrito en Santiago de Chile en enero de 2013, el cual fijó el
rumbo para la integración política, económica, social y cultural de la región,
acorde con su tiempo.
Durante el último año, bajo la presidencia cubana,
han tenido lugar varias reuniones sectoriales a nivel ministerial con agendas
centradas en las prioridades de la región, además del acercamiento a Estados y
bloques regionales de otros continentes como Rusia, China, Japón, Corea del Sur y el Consejo de Cooperación de
los Países Árabes del Golfo. .
Entre los importantes encuentros de 2013 figuran
uno de los ministros de Cultura, realizado en Paramaribo, Surinam, en marzo
último, y el primer foro de ministros de Educación, que tuvo por sede a La Habana en abril. La lucha contra el
analfabetismo, la formación de personal docente, la calidad de la educación
básica, la atención a la primera infancia, los indígenas y los afro-descendientes
ocuparon importantes espacios en los debates.
La capital ecuatoriana, Quito, también fue ese mes escenario de un encuentro sobre medio ambiente y desarrollo sostenible, y recientemente acogió a los ministros de Finanzas, quienes conciliaron las propuestas que en esa materia presentarán los mandatarios ahora en La Habana, con medidas orientadas a prevenir los efectos de la crisis económica y financiera internacional sobre las economías de la región, e ideas sobre una arquitectura regional acorde a las particularidades y necesidades de América Latina y el Caribe.
La capital ecuatoriana, Quito, también fue ese mes escenario de un encuentro sobre medio ambiente y desarrollo sostenible, y recientemente acogió a los ministros de Finanzas, quienes conciliaron las propuestas que en esa materia presentarán los mandatarios ahora en La Habana, con medidas orientadas a prevenir los efectos de la crisis económica y financiera internacional sobre las economías de la región, e ideas sobre una arquitectura regional acorde a las particularidades y necesidades de América Latina y el Caribe.
Asimismo, se desarrollaron reuniones sectoriales en
materia de erradicación de la pobreza, salud, cultura, reducción del
analfabetismo, desarme nuclear, migración, cooperación, ciencia y tecnología,
gestión de riesgos y desastres naturales, energía, agricultura familiar, empleo
juvenil y preferencias arancelarias
Concertar posiciones comunes para impulsar planes
sociales contra el hambre y la pobreza, teniendo como norte la soberanía
alimentaria y una integración con piso social de justicia, igualdad y equidad,
figuran entre los temas más importantes de la Cumbre habanera. Otros temas previstos son los de la
descolonización y la defensa de la región, además de la superación de conflictos
que subsisten entre varios países.
Además, los Estados presentarán sus planes de
acción para paliar y solucionar las deudas sociales del continente. Hace un año
en la Cumbre de Santiago de Chile los mandatarios se comprometieron a promover
la seguridad alimentaria y apoyar iniciativas internacionales como el Desafío Mundial Hambre Cero y América
Latina y el Caribe sin Hambre 2025.
La dura tarea de la construcción.
Construir la CELAC como una comunidad que integra a
distintas subregiones y países -México, Centroamérica, el Caribe y Sudamérica-
y como un actor imprescindible en un mundo configurado por bloques, , haciendo
compatibles y asociables los distintos proyectos y la diversidad de enfoques
tanto en lo que se refiere al modelo interno de las naciones como a su grado y
forma de inserción en la economía Internacional, es una labor histórica que
está y estará plagada de vallas, y donde será necesario apelar a altas dosis de
voluntad política, pero también de creatividad, imaginación y perseverancia.
La decisión de conformar un espacio común
latinoamericano-caribeño para catapultar un sustantivo aumento de los
intercambios y el comercio entre sus integrantes, delinear políticas comunes
que lleven a mejores infraestructuras, incentivar políticas productivas
-industriales y tecnológicas- compartidas y complementarias, así como planes
educativos, sociales, ambientales y culturales comunes, sería la demostración
necesaria de que no se trata sólo de utopía, sino el trazado de una ruta que
confirme que es posible comenzar a desarrollar políticas públicas regionales.
El paisaje de esta reinvención
latinoamericano-caribeña está marcado por la declinación de una Europa sumida
en una persistente crisis, la abrupta caída de la credibilidad de Estados
Unidos, los sorprendentes cambios político-económicos chinos y la supervivencia
de un sistema económico mundial generador de desigualdades e inequidades.
Esta reinvención implica obligadamente una nueva
redefinición de su lugar en el mundo, en el que abandone su lugar como “patio
trasero” de Estados Unidos. Un nuevo rol internacional en el que tiene como
herramientas medulares, la construcción de foros y entidades regionales sin
presencia de Washington –MERCOSUR, UNASUR,
ALBA Y CELAC– y la diversificación de las relaciones económicas,
comerciales y tecnológicas con naciones que, en otras zonas del planeta, hacen
contrapeso geopolítico a Washington, como China, Rusia e Irán.
En estos años, el destino de América Latina se
debate entre la decisión de cada gobierno de firmar Tratados de Libre Comercio
con Estados Unidos y Europa o la de privilegiar los procesos de integración
regional.
Carlos Chacho Álvarez, secretario general de
ALADI, advierte que continúan siendo
muchos y muy fuertes los intereses de quienes apuestan a la fragmentación, al
statu quo, a propagandizar y fomentar proyectos que, en cambio de considerarlos
como agregativos, tienden a sectorizar o confrontar debilitando las posibilidades
de avanzar en la convergencia y la integración, en clara referencia al remake
de la fracasada ALCA, la Alianza del
Pacífico.
China, por ejemplo, se convirtió en la mayor
potencia exportadora del mundo, con gran competitividad, y la segunda mayor potencia
importadora del planeta, con una extraordinaria demanda de productos primarios,
agrícolas y mineros.
Las políticas europeas, chinas y estadounidenses,
presionan la des-industrialización de las economías latinoamericanas y caribeñas
debido a los precios baratos de las mercancías con valor agregado, y la presión
por materias primas han desestimulado las inversiones industriales ligeras y
estimulado las inversiones mineras en todos los países de la región.
Repensar (los organismos de) la integración.
La realidad de esta segunda década del siglo XXI es
muy diferente a la época de la fundación de la Comunidad Andina de Naciones o
del Mercosur. La naturaleza de muchos de los actuales gobiernos de la región es
opuesta a los que fundaron aquellos organismos, abriendo nuevas posibilidades
para un proyecto de integración no dominado por el dios-mercado y por las
transnacionales de los mega-conglomerados transnacionales.
La zozobra del ALCA en el 2005 confirma ese cambio
de proyectos de integración para la región, pero a la vez evidencia que aún
falta mucho por recorrer para construir una unión amplia, abarcadora y
profunda. Hoy, en los diferentes espacios de integración existe un consenso
sobre la necesidad de reinstitucionalizarlos, de acuerdo a las necesidades de los
grupos y de la región hacia la integración productiva pero también política. Un
documento-encuesta realizado por un grupo de debate sobre el pensamiento
estratégico y que ha circulado entre las cancillerías, señala:
-Es necesario profundizar la coordinación a nivel
presidencial en la definición de parámetros, metas, objetivos, planes,
políticas y programas generales para la integración. En muchos de los espacios
de integración las decisiones quedan en manos de burócratas y diplomáticos,
muchas veces divorciados del pensamiento político de sus presidentes.
-Las actuales institucionalidades de los distintos
organismos, que impiden una participación amplia de los diferentes actores que
debe tener el proceso, son una rémora para avanzar en el camino de una integración
profunda, amplia y multidimensional.
-Hasta ahora se ha garantizado el libre tránsito de
las mercancías. ¿Cuáles son los requisitos y plazos para que los derechos
sociales, laborales y civiles sean universalizados y cada ciudadano
latinoamericano-caribeño pueda vivir, transitar, estudiar, trabajar y
domiciliarse en cualquier país del territorio comunitario?
-Hay que garantizar nuevos tipos de democracia,
como los que se están construyendo, reinventando, en nuestra región, para
garantizar la participación democrática en la integración. ¿Cuál puede ser el
papel de un parlamento comunitario en el proceso de deliberación pública y como
puede coexistir la democracia representativa con mecanismos de democracia
directa?
-Si no se desarrollan estrategias de desarrollo
comunitario que combine la complementariedad económica, los sistemas locales de
producción, las cadenas productivas donde participe también la economía
solidaria, el conocimiento, la innovación científica y tecnológica, estaremos
condenados a ser territorios de transacciones comerciales de empresas
transnacionales de pocos sectores económicos.
Por ejemplo, MERCOSUR
tiene un flujo de comercio básicamente transnacional. De hecho el 67% del
comercio del Mercosur es del sector automotriz, siendo un sector de
transferencia intensiva de capital hacía sus casas matrices (en el 2011
transfirió 6,8 millones de dólares a EEUU y Europa).
-Es imprescindible la protección de las economías
nacionales y la coordinación de políticas regionales ante la realidad
insoslayable de la crisis económica mundial. ¿Cuáles son los obstáculos para
viabilizar instrumentos económicos y financieros para el desarrollo (la llamada
nueva arquitectura financiera), como el Banco del Sur, un banco de desarrollo,
un fondo de reservas comunitario, el comercio en monedas locales?
-¿Cuáles son los requerimientos y plazos para que la
región se erija en un territorio libre de hambre, analfabetismo, indigencia y
miseria?
Quizá la cumbre de La Habana pueda dar respuestas.
El norte sigue insistiendo.
La Cumbre de la CELAC coincide
con el lanzamiento de las negociaciones para la firma de un TLC-Acuerdo de Inversiones, entre EEUU y la
Unión Europea, vía la construcción de un Mercado Común Trasatlántico, por lo cual tendremos los dos modelos
de desarrollo en despliegue de sus fuerzas.
Los objetivos de esta negociación EEUU-UE son los de reactivar las
economías de EEUU y UE, frenando su
desgaste frente a los países emergentes; contrarrestar el crecimiento global
que está teniendo Asia, China y Brasil; convertirse en un aliciente para el
impulso del libre comercio mundial, activando negociaciones como el acuerdo
entre MERCOSUR y la UE o las
negociaciones para la liberalización del comercio mundial de la Ronda de Doha y que se llevan en el
ámbito de la Organización Mundial del
Comercio (OMC).
Asimismo, la construcción de este Mercado Común Trasatlántico puede
perjudicar las economías de los países latinoamericanos que tienen acuerdos de
libre comercio con EEUU y UE, tales como México, Perú, Chile, Panamá, Colombia,
CARICOM o SICA.
Los sectores que son los responsables por los
inmensos retrocesos (recesiones, concentración de renta, exclusión social) se
aprovechan de las actuales dificultades en el ritmo de crecimiento y los
desequilibrios en las cuentas públicas de algunos países –señala Emir Sader- para tratar que se retroceda a políticas de
aquel periodo, cuando de lo que se trata es de hacer las correcciones de ruta y
seguir avanzando por el sendero de las políticas que permitieron que países del
continente consigan resistir a la más profunda y prolongada recesión del
capitalismo en ocho décadas.
Lo cierto es que será difícil continuar resistiendo
a las presiones recesivas internas y externas, añade, dentro del margen de
acción de cada uno de nuestros países aisladamente, aún con las formas de
colaboración y apoyo actuales de los procesos de integración. Será preciso dar
un salto decisivo en los procesos de integración latinoamericana, para elaborar
proyectos de desarrollo económico, tecnológico, financiero, físico y
energético, de infraestructura, de cadenas productivas, de formas político
institucionales de integración, de medioambiente, culturales, de integración
social y laboral, educacional, de salud pública, entre tantas otras esferas de
integración.
El reto es concreto: este es el momento del
reimpulso y profundización de los procesos de integración regional, de
coprotagonizar un cambio de paradigma frente a un modelo civilizatorio en
decadencia y en crisis.
Los cimientos de la CELAC fueron echados, a iniciativa del presidente venezolano Hugo
Chávez, en la Cumbre de la unidad de América Latina y el Caribe en la Playa del
Carmen, en Quintana Roo, México. Luego, su constitución ocurrió en Caracas los
días 2 y 3 de diciembre de 2011, como otro paso en la liberación definitiva de
la dependencia económica de Estados Unidos, en base a la “solidaridad,
cooperación, complementariedad y concertación política” de los 33 miembros,
teniendo en cuenta las asimetrías económicas.
La Presidencia Pro Tempore es el órgano de
apoyo institucional, técnico y administrativo de la CELAC y ésta es asistida por una troika ampliada compuesta
por el Estado que ostenta la Presidencia, por el que le precedió en esa
responsabilidad y por el que lo sucederá, más el que ejerce la presidencia pro
tempore de la Comunidad del Caribe (CARICOM).
Hoy integran la troika Cuba, Chile, Costa Rica y Haití.
En La Habana, Cuba entregará la posta a Costa Rica,
país que celebrará elecciones presidenciales el 2 de febrero (con pronóstico
incierto), en el marco de un descontento ciudadano acentuado en los últimos
cuatro años con la administración neoliberal de Laura Chinchilla, incapaz de
solventar el desempleo, el crecimiento de la brecha entre ricos y pobres, la
corrupción y el deterioro de los servicios públicos. Y es Ecuador el Estado que tomará su lugar en
la troika a partir de la cita habanera, en espera de asumir la presidencia en
2015.
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Rebelión ha publicado este artículo con el permiso
del autor mediante una licencia de
Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras
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