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Preguntamos, Cuál es el
fantasma que hoy recorre Europa. El dios Mercado, que domina y define todo;
el desempleo mundial, centralizado
hoy principalmente en Europa; la pobreza extrema, en el contexto de
la Poli-crisis estructural actual del sistema capitalista, las principales
mega-ciudades de Europa, hoy concentran la mayor cantidad de extrema pobreza; la dictadura de los bancos en alianza
con los políticos farsantes y mentirosos que a través de la Troika, imponen políticas salvajes,
violentas y fascistas contra los ciudadanos europeos. La destrucción del Estado de Bienestar y todas las instituciones
democráticas que sirven de fortaleza del Modo Social Europeo; el nacionalismo de derecha de tendencia separatista, xenofóbico y homofóbico; las políticas neoconservadoras, xenofóbicas y homofóbicas
que han emergido en las principales capitales de Europa; o en general es la
derecha conservadora, reaccionaria,
fascista la que hoy recorre La Europa del siglo XXI en plena crisis mundial. Los políticos de derecha fascista hoy están
al ataque violento, destruyendo todas las políticas democráticas que aún quedan
y sirven a los intereses fundamentales de los trabajadores. Pensemos que hoy no es el comunismo, no es el socialismo, y menos los movimientos sociales de
indignados, de indiferencia o de insurgencia, lo que pone de alguna forma en peligro la paz y la tranquilidad en
Europa, son los fascistas, los bancos, los políticos de derecha y su dios
mercado los que hoy se han transformado
en fantasma destructor
y criminal en todo el mundo, no solo ya en Europa, porque este fantasma hoy
recorre el mundo.
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Movilización de la ultra derecha en París. Políticas homofóbicas y xenofóbicas y ultra-nacionalistas. Para ellos es una peste que hay que barrerla totalmente.
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UN
FANTASMA RECORRE EUROPA.
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Teresa Galeote.
ALAI. América latina en Movimiento. 10 de diciembre
del 2013.
Europa, como otros continentes,
cambia de piel constantemente, como el camaleón. Pero mientras que el camaleón
lo hace para subsistir, la Europa del euro está cavando su propia tumba. Esa
Europa idílica que nos prometían con la moneda única no verdea, más bien se
agosta, se quema y arrastra a la hoguera cuanto encuentra a su paso. Es el dios
Mercado, estúpidos, es el dios Mercado que una vez entronizado pide sacrificios
para alimentar su insaciable apetito. Lejos de la necesaria Europa social, nos
ofrecen la diseñada por mercaderes y especuladores.
Después de los grandes imperios
europeos bajo el antiguo régimen, el viejo continente tuvo el color de las
diferentes revoluciones para despojarse de las ataduras absolutistas que
impedía a la burguesía llevar las riendas de los asuntos públicos. Se fraguaron
acuerdos y desacuerdos bajo el signo de la modernidad y del progreso, pero la
mayoría de la sociedad siguió bajo el yugo de la pobreza y desigualdad, cuando
no bajo el de la esclavitud. Después llegaron las unificaciones de Italia y
Alemania, naciones desmembradas hasta entonces. Europa, un territorio
geográfico diverso donde han vivido, unas veces en paz, y otras en guerra,
diversas naciones con ideas y culturas diferentes. No hay que olvidar, por
tanto, que en ella siempre hubo un parte dominadora y otra dominada; una Europa
que colonizó territorios en otros continentes para expandir sus ideas y
apropiarse de los recursos de los que carecía, y otra que permaneció inmersa en
su propia problemática.
Hace mucho tiempo que la Europa
colonizadora tuvo que retirarse de los territorios ocupados; unas veces tras
acuerdos, otras veces tras años de guerra. La primera y la segunda guerra
mundial fueron el resultado pernicioso de disputas por el reparto territorial
externo; y aún existe algún reducto colonial. Y llegó el color negro del
fascismo europeo y su posterior derrota, con excepción del español. Llegó el Plan Marshall estadounidense
para la reconstrucción del espacio asolado y con ello su debilitamiento
político. La declaración de los Derechos
Humanos culminó el proceso de paz, pero mientras que en la Europa
reconstruida se extendieron las conquistas sociales, en Grecia y en Portugal se
imponían las dictaduras y España seguía con la dictadura franquista. Y así,
durante muchos años convivieron las dos Europas.
Ausentes de libertades durante
muchos años, dichas dictaduras dieron paso a una sociedad debilitada en lo
social, en lo cultural y en lo económico, dejando miles de muertos, exiliados,
encarcelados y desaparecidos. Por otro lado, la Europa del bienestar tenía que demostrar
que ella también era capaz de cubrir las necesidades básicas que el comunismo
había instaurado en el este de Europa. Pero una vez perdidas las colonias y
desmantelada la Unión Soviética, la
Europa de los mercaderes se quitó la piel de cordero. Ahora, el Imperio es
otro, aunque en decadencia aún persiste su poder armamentístico. Europa ya no
tiene colonias y debe devorar su periferia para seguir alimentándose. ¿Qué hará
la Europa dominadora cuando la periferia sucumba?
El fascismo militarista ha sido sustituido por la dictadura de los
mercados; ese ente incorpóreo que dirige nuestros destinos, como si fuese un
nuevo dios, acompañado de organismos internacionales y grupos de “expertos”, en
el arte de la confusión, a los que nadie votó. La mayoría de los políticos se
entregaron con armas y bagajes al gran
Leviatán; obedecen al poder financiero, se acobardan ante las amenazas de
los especuladores y ofrecen sus servicios. La política y los estados han
dimitido de las funciones que le son propias. Los fascismos del siglo XX han
sido sustituidos por los especuladores.
Y en este maremágnum no hay que minusvalorar el incremento del voto a las
fuerzas de la ultraderecha europea; el poder financiero y las fuerzas
reaccionarias se retroalimentan. En ese contexto, el atentado terrorista de
junio del 2011 en Noruega, perpetrado por Anders Behring Breivik, hombre de
ideas ultraderechista-sionistas, jugó un papel relevante. El terrorista,
disconforme con la inmigración, puso su granito de arena dejando 77 muertos. Sin duda, un fantasma recorre Europa, y no
por obviarlo deja de estar.
Esta es la brutalidad fascista de la ultra derecha derecha europea, que recorre como un fantasma.
***
William Robinson*, con referencia al fascismo del siglo XXI, expresa
lo siguiente: “Un fascismo del Siglo XXI no puede parecerse al fascismo del
Siglo XX. Entre otras cosas, la capacidad de los grupos dominantes de controlar
y manipular el espacio y de ejercer un
control sin precedentes sobre los medios de masas, los medios de
comunicación y la producción de imágenes y mensajes simbólicos, significa que
la represión puede ser más selectiva (como vemos, por ejemplo, en México o
Colombia) y también organizada jurídicamente de manera que el encarcelamiento
masivo toma el lugar de los campos de concentración”.
Siempre existieron predominios; el centro y la periferia, el norte y el sur
en pugna constante y en notoria desigualdad. Se infló la burbuja especulativa
antes que se desinflaran las burbujas inmobiliarias, la realidad es que se han
estado retroalimentando; no sólo se hipotecan casas, se hipotecan países. Y los
gobiernos, una vez derrotados, ofrecen bonos con alto rendimiento; necesitan
dinero fresco para ir tirando, sólo tirando. Pronto, muy pronto, solo tendrán
dinero para pagar los intereses de la deuda emitida. ¿Para qué crear empleo?,
piensan los especuladores. Se gana más con los intereses invertidos en deuda
pública y jugando en bolsa. Lejos de fortalecer las políticas de inversión, los
gobiernos están facilitando la especulación. Los bancos y particulares que compran deuda pública tienen
asegurada la rentabilidad, a no ser que los estados entren en bancarrota. Por
otro lado, los países que, como España, tienen un alto índice de desempleo, han visto disminuidos sus ingresos
considerablemente, porque las políticas fiscales regresivas han exonerado gran
parte de las imposiciones fiscales a las rentas más altas y al capital, dejando
así casi toda la carga fiscal a las rentas medias y bajas, en franca recesión.
Y qué decir del dinero que el banco europeo destinó al sector financiero
a un 1% de interés, cuando esos mismos bancos compran deuda pública española
que ofrece una rentabilidad del 4, 5, 6%. Sin duda, el negocio es redondo para
el sector financiero, pero para los gobiernos es la crónica de una muerte
anunciada. El sector especulativo exige y exige más; es un pozo sin fondo donde
los gobiernos endeudados acabarán ahogándose. Los países, cada vez más
hipotecados, venderán todo lo vendible para saciar la sed de los mercados. Las
consecuencias del sistema capitalista ya no pueden pasar desapercibidas. William Robinson asegura, entre otras
cosas, que “...un segundo mecanismo es el
saqueo de los presupuestos públicos. El capital trasnacional utiliza su poder
financiero para tomar el control de las finanzas del Estado y para imponer
mayor austeridad a la mayoría trabajadora”. No todos los países europeos
han recorrido el mismo camino. Los nórdicos fueron por otros derroteros,
establecieron una gran una cobertura social pública que ofrece gran parte del
empleo, y su progresividad fiscal permite que pague más quien más tiene.
El mundo se ha convertido en un
gran casino, como apunta Viviane
Forrester*, en “El horror económico”, dónde una horda desalmada juega con
países y personas. A pesar de la tecnología puesta a nuestro alcance, estamos
retrocediendo socialmente al siglo XIX. Los duros ajustes impuestos a la
sociedad no resolverán los problemas planteados, sino que los agudizarán. Hemos
regresado al siglo XIX y ante esta realidad no cabe más que la toma de conciencia, la
indignación y la protesta, nunca el conformismo.
*****
Notas:
* William Robinson es profesor de sociología en la Universidad de
California, Santa Bárbara. Especializado en el capitalismo global y sus
consecuencias, tiene publicados numerosos libros sobre el tema, el último, América latina y el capitalismo global.
*Viviane Forrester crítica intelectual francesa, conocida por sus
críticas al neoliberalismo. Entre sus libros, Una extraña dictadura, El
horror económico.
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