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Pero el fenómeno parece haber trascendido
las fronteras del Cono Sur. En efecto, algo similar también ha ocurrido en Centroamérica donde, a contrapelo del
escenario de las últimas décadas, marcado por una cerrada hegemonía neoliberal
y una asfixiante injerencia norteamericana, varias naciones del istmo continental vieron surgir experiencias
políticas progresistas. Sean versiones actualizadas de fuerzas insurgentes del
pasado o bien surgiendo como proyectos políticos novedosos, dichas experiencias
han puesto a América Central en sintonía
con el giro político regional. Ejemplo de las primeras es Nicaragua, donde
el Frente de Liberación Nacional logró retornar al poder en 2006, tras casi dos
décadas de gobiernos conservadores. Por el lado de las segundas aparece
Honduras, donde Libre –el partido de
Manuel Zelaya y su mujer Xiomara Castro– si bien no logró derrotar en las
últimas elecciones al conservador PLN, sí llegó a constituirse –traccionado por
un programa de fuerte contenido social– como la segunda fuerza nacional, rompiendo más de un siglo de
bipartidismo conservador.
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El Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional, ya en el Gobierno- es ampliamente favorito en el Ballotaje o segunda vuelta electoral en El Salvador.
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EL SALVADOR Y COSTA RICA. ELECCIONES. ALGO
PASA EN CENTROAMÉRICA.
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Agustín Lewit *
Página /12 lunes 3 de
febrero del 2014.
Hoy ya
no hay que argumentar demasiado la idea de que, en los últimos años, el
escenario político en América del Sur ha virado algunos grados hacia la
izquierda. Aun cuando ese desplazamiento no comprenda a todos los países,
puesto que también han surgido en la región gobiernos conservadores, e incluso
en aquellos donde sí ha tenido lugar no falten cuestionamientos sobre el
alcance de éste, lo cierto es que a esta altura suena como un dato de la
realidad que cierto espíritu progresista se ha desparramado por el
subcontinente.
Pero el fenómeno parece
haber trascendido las fronteras del Cono Sur. En efecto, algo similar también
ha ocurrido en Centroamérica donde, a contrapelo del escenario de las últimas
décadas, marcado por una cerrada hegemonía neoliberal y una asfixiante
injerencia norteamericana, varias naciones del istmo continental vieron surgir
experiencias políticas progresistas. Sean versiones actualizadas de fuerzas
insurgentes del pasado o bien surgiendo como proyectos políticos novedosos,
dichas experiencias han puesto a América Central en sintonía con el giro
político regional. Ejemplo de las primeras es Nicaragua, donde el Frente de
Liberación Nacional logró retornar al poder en 2006, tras casi dos décadas de
gobiernos conservadores. Por el lado de las segundas aparece Honduras, donde
Libre –el partido de Manuel Zelaya y su mujer Xiomara Castro– si bien no logró
derrotar en las últimas elecciones al conservador PLN, sí llegó a constituirse
–traccionado por un programa de fuerte contenido social– como la segunda fuerza
nacional, rompiendo más de un siglo de bipartidismo conservador.
Estos ejemplos se
refuerzan con lo sucedido ayer en El Salvador y Costa Rica, dos países en los
que se llevaron a cabo elecciones presidenciales y –si bien al cierre de esta
nota se conocían los primeros resultados oficiales– en ambos casos la izquierda
mostraba un excelente desempeño.
En el caso de El
Salvador, lo que aparecía como un muy probable triunfo de Sánchez Cerén significaría
a priori una profundización del rumbo iniciado hace cinco años, cuando el
Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN) catapultó a la presidencia
a Mauricio Funes. Pero a diferencia de éste, Cerén es un cuadro que proviene de
las entrañas del FMLN y representa algo así como “la izquierda de la
izquierda”. Con promesas que van desde “un giro hacia el Sur”, que acerque a la
nación salvadoreña a Sudamérica, hasta avances concretos en la redistribución
de la renta –en un país con altísimos índices de pobreza y marginalidad–, Cerén
escuchó con atención el cansancio de muchos seguidores “farabundistas” frente a
los titubeos de Funes y los reclamos por profundizar la senda abierta hace un
lustro.
Por el lado de Costa
Rica, si bien el triunfo no se presentaba tan claro para el izquierdista Frente
Amplio, el hecho de que casi todas las encuestas previas ubicaran a su
candidato, Mauricio Villalta, muy cerquita del candidato oficialista, ya
significó todo un dato. Máxime si se considera el cuarto puesto con que el
Frente Amplio comenzó la campaña y si se toma en cuenta que la izquierda
siempre ocupó un lugar bastante relegado. Por ello, las chances concretas de
triunfo de Villalta y su sorprendente desempeño en las elecciones de ayer ya
constituyeron una verdadera novedad para la escena política de dicho país.
Así las cosas, las
elecciones de ayer en Costa Rica y El Salvador no hicieron sino apuntalar un
escenario regional en plena mutación, donde las alternativas electorales de
izquierda se han ido materializando y ganando poco a poco terreno en las
distintas coyunturas nacionales, nutridas tanto por movimientos sociales
vigorosos como por el agotamiento de la forma de gestión política de la
derecha.
El desafío en adelante
es, sin dudas, encontrar la manera en que dichas experiencias alcancen una
integración virtuosa que las oxigene para avanzar en sus golpeadas realidades y
proponga alternativas a la subordinación económica con Estados Unidos. El
Sistema de Integración Centroamericana (SICA) parece ser un buen espacio para
tal fin, al igual que el Mercado Común Centroamericano. Con igual relevancia
aparecen los posibles lazos con los nuevos bloques regionales, en especial el
ALBA, por la cercanía territorial de Venezuela, motor de dicho bloque.
Numerosos golpes de
Estado, fraudes electorales consumados y una abrumadora injerencia
norteamericana han signado una historia complicada para las izquierdas
centroamericanas. Esos peligros lejos están de desaparecer. Pero también es
cierto que el aire de “un nuevo tiempo” proveniente del Sur, que ha trastrocado
el escenario político continental, ha colaborado con una revigorización de
dichas fuerzas, las cuales, a su vez, han sabido interpretar el gran
descontento popular, el agotamiento de los modelos económicos centrados en el
libre cambio y la crisis de representación que afecta a muchos partidos
tradicionales.
En ese resurgimiento de
alternativas concretas frente al liberalismo económico y el conservadurismo
político, van anudadas las esperanzas de una mejor vida de millones de
centroamericanos. Ojalá, entonces, que esas esperanzas empiecen a concretarse.
*
Investigador del Centro Cultural de la Cooperación.
Como publicaron los diarios
locales, en marzo, Sánchez Cerén y Quijano reeditarán un enfrentamiento que se
remonta al año 2000.
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FMLN y Arena buscan alianzas para el ballotage.
El candidato oficialista ganó por 10 puntos las
Elecciones en El Salvador, pero no pudo evitar la segunda vuelta.
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El ex guerrillero Sánchez Cerén obtuvo el 48,93 por ciento de los votos y Norman
Quijano, de Arena, un 38,95 por ciento. El 11 por ciento que consiguió el ex
presidente Saca es clave, así como el voto de quienes se abstuvieron.
Página
/12 martes 4 de febrero del 2014.
El
oficialista Frente Farabundo Martí para la Liberación (FMLN) ganó por 10 puntos
las elecciones en El Salvador, pero la ventaja no le alcanzó para evitar una
segunda vuelta con la derechista Alianza Republicana Nacional (Arena), por lo
que ambas fuerzas buscarán alianzas para los nuevos comicios del 9 de marzo. El
ex guerrillero Salvador Sánchez Cerén obtuvo el 48,93 por ciento de los votos,
mientras que Norman Quijano, de Arena, se hizo con el 38,95 por ciento de los sufragios,
y Antonio Saca, de Unidad, con el 11,41 por ciento. Los restantes dos
candidatos que compitieron anteayer, René Rodríguez –del Partido Salvadoreño
Progresista (PSP)– y Oscar Lemus –de Fraternidad Patriótica Salvadoreña (FPS)–,
no lograron siquiera el 1 por ciento.
Conocidos estos números
–se evitaba el ballottage con el 50 por ciento más un voto–, Sánchez Cerén
felicitó a los salvadoreños por marcar un hito en la historia del país, y los
instó a continuar trabajando en base a una campaña limpia y mantener la
confianza en su propuesta, para asegurar la victoria en segunda vuelta. “Estoy
seguro de que ganaremos por una diferencia de más de 10 puntos. Nos dieron el
triunfo en la primera vuelta y estamos seguros de que en la segunda vuelta van
a ser más de 10 puntos”, confió el candidato oficialista. El vicepresidente
dijo que está abierto a hacer alianzas y que el ex mandatario Saca (gobernó en
2004-2009) lo llamó para felicitarlo, a la vez que quedaron en dialogar sobre
un eventual acuerdo.
Además adelantó que
hasta marzo el FMLN trabajará “fuertemente, con optimismo, en una campaña
limpia, uno de los éxitos de nuestra campaña que generó confianza en la gente”.
El acento también estará puesto en lograr el voto de quienes no fueron a las
urnas. “Seremos un gobierno para todos, de inclusión y de participación social;
que de eso no quede duda”, expresó el candidato del FMLN, quien fuera además
ministro de Educación por tres años del presidente Mauricio Funes.
Su rival, Quijano, dio
por iniciada “una indetenible marcha hacia la victoria”, confió en que los
salvadoreños podrán “demostrar juntos que se puede vencer el miedo”, y apuntó
directamente a los votantes de Saca, un 11 por ciento que se volverá clave en
el ballottage. “A los compatriotas que votaron por Unidad quiero decirles que
nos unamos, pues compartimos los mismos principios de un país libre”, remarcó
Quijano, quien durante la campaña había tratado de “traidor” al ex mandatario.
En términos absolutos,
el 10 por ciento de ventaja del FMLN sobre Arena supone cerca de 300 mil votos,
dado que según el conteo de la Justicia electoral, el FMLN conquistó 1,3 millón
de votos, mientras que Arena se quedó con poco más de un millón de votos. En
este contexto, los 300 mil votos obtenidos por el Movimiento de Unidad, además
de posicionarlo en el tercer lugar, lo ubica como una manzana codiciada en la
lucha por la presidencia. Sus votos son muy valiosos para cada uno de los
contrincantes.
Los comicios de
anteayer, los quintos presidenciales desde la finalización del conflicto armado
interno, marcaron la mejor performance del FMLN y la peor de Arena. A los
alrededor de 300 mil votos que logró Unidad, se suma como codiciado el alto
porcentaje del padrón que no fue a votar. De acuerdo con analistas locales y
extranjeros, como Roy Campos, director de Estudios Mitofsky, la jornada
electoral del domingo, aunque normal y sin violencia, se destacó por el
abstencionismo, ya que sólo acudió a votar el 53 por ciento de los registrados
en el padrón electoral, que estuvo conformado por 4,9 millones de ciudadanos.
El 9
de marzo, Sánchez Cerén y Quijano reeditarán un enfrentamiento cuyos orígenes
se remontan al año 2000, cuando el candidato presidencial por el FMLN se
convirtió en diputado y comenzó a coincidir en el Parlamento con Quijano, quien
ya era parlamentario desde 1994. Maestro de profesión, de 69 años, Sánchez
Cerén es uno de los referentes históricos más importantes del FMLN. Formó parte
de la comandancia general en su etapa como insurgencia armada y fue uno de los
principales promotores del diálogo con el gobierno salvadoreño que desembocó en
los Acuerdos de Paz de 1992. Además de diputado, fungió como coordinador
general del nuevo partido en 1995 y en 2001. En 2007 fue elegido candidato a la
vicepresidencia de El Salvador y en junio de 2012 fue designado candidato
presidencial, validado por los altos índices de aprobación que tuvo en su
faceta de ministro de Educación ad honorem.Quijano, en tanto, es un odontólogo
de 68 años que milita en Arena desde 1983 y se caracteriza por un marcado
discurso anticomunista. Comenzó su carrera política con un cargo gerencial en
la Alcaldía de San Salvador en 1989, de donde saltó al Parlamento en 1994. En
2009 ganó la Alcaldía de San Salvador, que renovó en 2012, aunque ese mismo año fue
nombrado candidato presidencial.
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