Viaja a Brasil nueva Brigada de cooperantes Médicos Cubanos. La tercera Brigada de cooperantes médicos cubanos partirá en las próximas horas hacia Brasil, para brindar servicios en los lugares más apartados de la geografía del gigante suramericano. El nuevo grupo que forma parte del Programa “Más Médicos para Brasil”· fue despedido este domingo en La Habana, con la presencia del miembro del Comité Central del Partido, el doctor Roberto Morales Ojeda, Ministro de Salud Pública (Minsap), quien abanderó el contingente. Marcia Cobas Vicetitular del Minsap, se refirió a la preparación recibida por los Galenos en el idioma portugués –lengua oficial – y el sistema de atención sanitaria de la hermana nación. Comentó que el país – con una superficie estimada en más de 8.5 millones de kilómetros cuadrados, casi el 47% del territorio suramericano – se compone de un Distrito Federal y 26 Estados y con 5 mil 565 Municipios. Precisó que tiene una cifra superior a los 190 millones de habitantes, lo cual la convierte en la quinta nación más poblada del mundo. Dijo que el gobierno se propone lograr la meta de 2.7 médicos por cada mil habitantes – hoy es 1.8 – y para ello necesita más de 169 galenos. Cobas señaló que los integrantes de este tercer contingente en su mayoría jóvenes, y añadió que más del 70% acumula una cifra superior a los 15 años de experiencia laboral, junto a un elevado sentido de ética, el humanismo y la responsabilidad. Informa Cubadebate 4 de noviembre del 2013.
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Médicos Cubanos en Brasil.
LA PEDAGOGÍA DE LOS MÉDICOS CUBANOS.
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Emir Sader.
Página /12w martes 11 de febrero del 2014.
“Las
médicas cubanas se parecen a empleadas domésticas.” La afirmación, la más
expresiva de una ola de expresiones de intolerancia y discriminación racista,
hecha por una periodista brasileña de derecha, representa, sin darse cuenta, el
más significativo elogio a Cuba.
Frente a las necesidades
de atención médica de su población, el gobierno brasileño, después de convocar
a médicos de ese país a ocupar los puestos en las regiones del país con más
necesidades y menor atención, hizo un convenio con el gobierno de Cuba para
traer a Brasil a miles de médicos –ya han llegado más de seis mil– del país que
incuestionablemente tiene una de las mejores medicinas sociales del mundo. Los
extraordinarios –más todavía por el nivel de desarrollo económico del país–
índices de salud de la población cubana –de la mortalidad infantil a la
expectativa de vida al nacer, pasando por todo y cualquier criterio que se
analice– lo confirman.
Ese convenio, que podría
pasar simplemente por uno más entre Brasil y Cuba, generó una ola de reacciones
que ha promovido un diagnóstico social de una y de otra sociedad, inédito y de
una profundidad inesperada. Empezando por los mismos médicos brasileños, en su
gran mayoría formados en universidades públicas brasileñas –las mejores del
país—, pero que no tienen que entregar ninguna contraparte a la sociedad que
los ha formado, de forma gratuita. A menudo concluyen sus cursos y abren
consultorios en los barrios mejor situados de las grandes ciudades brasileñas,
para atender a una clientela de gran poder adquisitivo.
“Las
médicas cubanas se parecen a empleadas domésticas.” La afirmación, la más
expresiva de una ola de expresiones de intolerancia y discriminación racista,
hecha por una periodista brasileña de derecha, representa, sin darse cuenta, el
más significativo elogio a Cuba.
Como resultado, el mapa
de las enfermedades del país y el de la ubicación de los médicos suele ser
brutalmente desencontrado, prácticamente lo opuesto: donde están las
enfermedades no están los médicos; donde están los médicos, no están las enfermedades.
Aun así, después de
negarse a ir atender a la población más pobre –la gran mayoría, en el país
todavía el más desi-gual, a pesar de los inmensos avances de la última década,
del continente más desigual del mundo—, han intentado impedir que el gobierno
brasileño trajera médicos de afuera del país –de otros países también, además
de Cuba—, para atender a su población. Han hecho manifestaciones callejeras,
han intentado crear situaciones de malestar con los médicos cubanos, han
intentado desarrollar campañas en contra de la reelección de Dilma Rousseff,
creyendo disponer de autoridad política sobre sus pacientes.
La declaración con que
empieza este artículo se inscribe en ese escenario de elitismo y falta de
sensibilidad social de médicos brasileños. La frase, que pretende descalificar
a médicas cubanas, porque en lugar de la imagen del médico hombre, blanco, con
fisonomía de los doctores de las películas de Hollywood, son personas nacidas
del pueblo cubano, se revela como un inmenso elogio de la sociedad cubana y en
una dura crítica de la brasileña. Mujeres de origen popular, que en Brasil
serían empleadas domésticas en Cuba es normal que puedan formarse como médicas
y salir a expresar su solidaridad con otros pueblos, necesitados de
profesionales que Cuba logra formar en exceso para las necesidades de su país.
Esa reversión del
sentido de la frase se dio también en el plan más general de la sociedad
brasileña que, confundida al inicio, muy rápidamente reaccionó de forma muy
positiva y más del 80 por ciento apoya activamente la venida de los médicos
cubanos a Brasil. Por las necesidades que pasaron a ser atendidas por los
médicos cubanos, así como por la atención que inmediatamente empezaron a
recibir sectores populares muy amplios de Brasil, hasta allí sin ninguna
atención o con atención absolutamente precaria. Ciudades que nunca habían
tenido la presencia de médicos, cuya población tenía que desplazarse kilómetros
de distancia para tener una consulta esporádica, empiezan a conocer un derecho
esencial a la atención médica directa y permanente, gracias a los médicos
cubanos.
Es un programa de salud
pública, pero que encierra consigo una lección, una pedagogía política de gran
evidencia –que es lo que incomoda más a la derecha brasileña—. Personal formado
en universidades públicas –en Cuba todas lo son– tiene que atender las
necesidades fundamentales de su pueblo, que además son los que pagan los
impuestos que financian las universidades públicas, a las que, sin embargo, sus
hijos no acceden.
Brasil ha avanzado como
nunca en su historia con los gobiernos de Lula y Dilma Rousseff en el combate a
la desigualdad, a la pobreza y a la miseria, pero no encuentra todavía
correspondencia en las estructuras educacionales que forman al personal médico.
De ahí el apoyo de Cuba –que la presidenta de Brasil agradeció a Fidel Castro,
en ocasión de la reciente reunión de la Celac en La Habana, cuando se inauguró
la primera parte del puerto de Mariel, que Brasil construye en la isla,
colaborando con la ruptura del bloqueo impuesto por Estados Unidos.
Los
médicos cubanos son mejores que gran parte de los médicos que Brasil tiene hoy
porque –además de su excelente formación profesional– son mejores ciudadanos,
formados por una sociedad orientada no por la medicina mercantil, sino por las
necesidades reales de la población. La venida de los médicos cubanos permite,
como ningún manual de educación política, aclarar los principios de las
sociedades capitalistas –volcadas hacia los valores de cambio– y las sociedades
socialistas –volcadas hacia los valores de uso—. Una, atendiendo demandas del mercado, la otra,
a las demandas de las personas.
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