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Como clase trabajadora internacional –así como el resto de sectores
explotados y oprimidos de la sociedad-, no debemos dejarnos
engañar por las distintas opciones de solución que están enmarcadas dentro del
sistema capitalista, donde a final de cuentas todo permanece igual –la
explotación del hombre por el hombre-. Necesitamos
darle un cambio al cambio. En
general es positivo el comportamiento actual de la clase trabajadora, que
vuelve a salir a las calles y a luchar, pero es necesario darle (darnos) un
cambio en su modo de comportamiento, la clase trabajadora tiene que volverse
más radical, mas protagonista e
independiente en la lucha de clases y en toda la trama de problemas
contingentes que se viven en cada región del planeta. Es decir, la clase trabajadora debe pasar a
convertirse en proletariado, la clase que de ser mano de obra explotada (en sí)
se transforma en fuerza política que lucha contra la explotación (para sí),
la encargada de liderar y ser la vanguardia de la Revolución social, que junto con otros sectores de aliados
explotados y oprimidos logre emanciparse como clase y lleve a la humanidad a un nuevo Renacimiento. El partido
revolucionario debe contribuir a esa transformación de la clase trabajadora. Sólo el proletariado podrá ser capaz de
proporcionar una solución de otro orden y tipo (más allá de las actuales
que sólo mantienen al sistema) a todos los problemas (económico, político, moral, cultural,
ecológico) que actualmente vive la humanidad. Es decir, solo el proletariado estará en
condiciones de dar una solución de raíz a la crisis actual de la humanidad: la crisis capitalista. Pero es
indispensable que este proletariado ya
surja y se constituya dentro del movimiento, que pase de ser una clase en
sí y se convierta en una clase para sí, independiente y consciente de sus
tareas y objetivos históricos de emancipación y libertad; el potencial para lograrlo lo tiene y la acción
del partido revolucionario será esencial para este fin.
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Lo más terrible y cruel de las consecuencias de la crisis capitalista actual, es que directamente todo lo paga la clase trabajadora, los sindicalistas, la juventud, los migrantes, los Ciudadanos en general de los países hasta entonces desarrollados. Los únicos responsables de la crisis son los ricos, son la elites financiero-especulativas, los banqueros, corporaciones, aseguradoras, pero increíblemente son los más beneficiados con las supuestas políticas anti-crisis; en este mismo contexto de crisis estructural, la deuda privada de estos mismos grupos de explotadores, por arte de birlibirloque, se convierte en deuda pública y al final, la deuda termina pagando el Estado con dinero de todos los ciudadanos. Marx, tenía razón, cuando hace más de 160 años expresaba, en El Capital, que la deuda debe ser pagada por los ricos, porque ellos son los autores y los únicos y directos favorecidos. Conclusión, los grandes cambios, las grandes transformaciones sociales y políticas, sólo serán obra de los propios trabajadores.
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LOS PROBLEMAS DE
LA CLASE TRABAJADORA Y LOS TIPOS DE SOLUCIÓN Y DE CAMBIO.
*****
Tomás
Holguín.
Rebelión
sábado 15 de marzo del 2014.
Existen dos teorías abstractas y
generales pertenecientes al campo de la lógica matemática, la teoría de grupos
y la teoría de los tipos lógicos, que conciernen a las relaciones entre
elementos y totalidades, y que nos hablan de los tipos de cambios que se pueden
dar en la realidad. En estas teorías los componentes de la totalidad son
designados como miembros, mientras que la totalidad misma es denominada clase
o grupo.
La teoría de grupos
proporciona una base para pensar acerca de la clase de cambios que pueden tener
lugar dentro de un sistema que, en sí, permanece invariable; la teoría de los
tipos lógicos no se ocupa de lo que sucede en el interior de una clase,
es decir, entre sus miembros, pero proporciona una base para considerar
la relación existente entre miembro y clase y la peculiar
metamorfosis que representan las mutaciones de un nivel lógico al
inmediatamente superior. Apreciando esta distinción entre ambas teorías, se
deduce que existen dos tipos diferentes de cambio: uno que tiene lugar dentro
de un determinado sistema, que en sí permanece inmodificado (cambio1), y otro, cuya aparición
cambia el sistema mismo (cambio2) [1].
Para poner un ejemplo de
esta distinción, en términos más conductistas: una persona que tenga una
pesadilla puede hacer muchas cosas dentro de su sueño: correr,
esconderse, luchar, gritar, trepar por un acantilado, etc. Pero ningún cambio
verificado de uno de estos comportamientos a otro podrá finalizar la pesadilla
(cambio1). El único modo de salir de un sueño supone un cambio del
soñar, al despertar. El despertar, desde luego, no constituye ya parte del
sueño, sino que es un cambio a un estado completamente distinto (cambio2).
Con esto obtenemos que los
grupos son tan sólo invariantes al nivel del cambio1 (es decir: al nivel del
cambio de un miembro a otro, nivel en el que cuanto más cambian las cosas, más
siguen permaneciendo las mismas), pero que están abiertos al cambio al nivel
del cambio2 (es decir: a cambios en cuanto a las reglas que gobiernan su
estructura o su orden interno). La teoría de grupos y la teoría de los tipos
lógicos se revelan así compatibles y complementarias. Hay que tener en cuenta
que el cambio2 posee siempre la índole de una discontinuidad o de un salgo
lógico, donde cabe esperar que las manifestaciones prácticas del cambio2
aparezcan como ilógicas y paradójicas [2].
Como clase trabajadora que
somos el sistema actual en que vivimos, el capitalismo, nos representa un
problema, pues es a través de sus leyes económicas y políticas, que otra clase
nos explota y nos oprime (la burguesía), seamos conscientes o no de este hecho
de la realidad social. Pero para precisar mejor la situación, podemos decir que
el capitalismo no sólo es un problema para la clase trabajadora, sino para la
humanidad entera, pues por su lógica interna de búsqueda enloquecida de
riquezas y ganancias para particulares y por sus continuas crisis (actualmente
económica, política, moral, cultural y ecológica), la civilización entera y el
ecosistema están en peligro. De ese tamaño es el problema llamado Capitalismo.
Así pues, consideramos que
hay que darle solución. La cual ya se ha retomado activamente en el siglo XXI
–precisamente a consecuencia de la última crisis del capitalismo-, por amplios
sectores de la población, sin lugar a dudas, de los explotados y oprimidos:
trabajadores, desempleados, campesinos, estudiantes, mujeres, jóvenes,
indígenas, etc.
Ya tenemos el movimiento
de los indignados, el occupy Wall Street, el #yosoy132, la
Primavera Árabe, las revueltas en Grecia, Siria, las manifestaciones en
Venezuela, el Maiden de Ucrania, y los que faltan por surgir. Todos son
movimiento, pues amplios sectores de la población han realizado un primer
cambio, pasando de la indiferencia y la pasividad a la acción y el movimiento.
Pero poco parece cambiar
de fondo, es como si estuviéramos metidos en un tipo de cambio1; las soluciones intentadas por estos distintos
movimientos no parecen ir más allá del sistema, que den ese salto lógico a un
nivel superior, a un tipo de cambio2;
pues los movimientos terminan marchitándose o en la guerra civil, no se logran
gran parte de las consignas levantadas por el movimiento, o bien un grupo ajeno
a los intereses del movimiento democrático asume el control, etc. Aquí es donde
se precisa hacer un cambio del cambio (metacambio), pues el movimiento mismo
puede estar sujeto a cambio, es decir: a aceleración [3].
Lógicamente, es el propio
sistema capitalista el encargado de proporcionar tan solo cambios de tipo
cambio1 para los sectores explotados y oprimidos. Así tenemos falsas soluciones
a los problemas de la clase trabajadora y otros sectores explotados y
oprimidos, como lo serían alternativas entre los partidos de derecha Vs los
partidos socialdemócratas (en el caso de España), el chavismo Vs la derecha (en
el caso de Venezuela), la Unión Europea o el nacionalismo Vs la Gran Rusia (en
el caso de Ucrania) o Andrés Manuel López Obrador Vs Enrique Peña Nieto (en el
caso de México). La característica común a estas alternativas de solución y de
cambio es que todas están agrupadas dentro de la misma clase o grupo,
el Capitalismo; todas y cada una de ellas expresan y contienen –de uno u otro
modo-, los principios y la lógica básica del Capitalismo, es decir, la
explotación del hombre por el hombre. Lo que realmente necesitamos para
resolver el problema de la clase trabajadora y de la humanidad entera, es que
se construya un nuevo sistema, libre de explotados y explotadores, es decir, un
tipo de cambio2, cambio que no ofrece ninguna de las alternativas
mencionadas en líneas previas.
Es cierto
que el desarrollo de la crisis capitalista en Grecia ha ido acompañado de un
asalto sin precedentes contra los derechos de la clase obrera y sectores
populares, así como por la correspondiente agudización de la lucha de clases,
que ha atraído la atención de los trabajadores de otros países.
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Como clase trabajadora internacional
–así como el resto de sectores explotados y oprimidos de la sociedad-, no
debemos dejarnos engañar por las distintas opciones de solución que están
enmarcadas dentro del sistema capitalista, donde a final de cuentas todo
permanece igual –la explotación del hombre por el hombre-. Necesitamos darle un cambio al cambio. En general es positivo el
comportamiento actual de la clase trabajadora, que vuelve a salir a las calles
y a luchar, pero es necesario darle (darnos) un cambio en su modo de
comportamiento, la clase trabajadora tiene que volverse más radical, mas
protagonista e independiente en la lucha de clases y en toda la trama de
problemas contingentes que se viven en cada región del planeta.
Es
decir, la clase trabajadora debe pasar a convertirse en proletariado, la
clase que de ser mano de obra explotada
(en sí) se transforma en fuerza política que lucha contra la explotación (para sí), la encargada de liderar y
ser la vanguardia de la Revolución social, que junto con otros sectores de
aliados explotados y oprimidos logre emanciparse como clase y lleve a la
humanidad a un nuevo Renacimiento. El partido revolucionario debe contribuir a
esa transformación de la clase trabajadora.
Sólo el proletariado podrá
ser capaz de proporcionar una solución de otro orden y tipo (más allá de las
actuales que sólo mantienen al sistema) a todos los problemas (económico,
político, moral, cultural, ecológico) que actualmente vive la humanidad. Es
decir, solo el proletariado estará en condiciones de dar una solución de raíz a
la crisis actual de la humanidad: la crisis capitalista. Pero es indispensable
que este proletariado ya surja y se constituya dentro del movimiento,
que pase de ser una clase en sí y se convierta en una clase para sí,
independiente y consciente de sus tareas y objetivos históricos de emancipación
y libertad; el potencial para lograrlo lo tiene y la acción del partido
revolucionario será esencial para este fin.
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Notas:
[1]
Los griegos parece ser que tan sólo conocían el primero de dichos tipos. “Nada
es creado o destruido. Más bien, una cosa es mezclada con cosas ya existentes o
separada de ellas” afirma Anaxágoras
en su fragmento 17. De modo similar, para Aristóteles, el cambio es el paso
desde la potencialidad a la actualidad. Y niega expresamente aquello que en la
actualidad denominaríamos una mutación desde un nivel a un metanivel, cuando
escribe: “No puede haber movimiento del movimiento, o devenir del devenir, o en
general cambio del cambio”. Los filósofos griegos ulteriores y los medievales
tendían a considerar el cambio como la antinomia entre ser y devenir. Tan sólo
Heráclito, al parecer, enfocó el cambio desde una perspectiva distinta. Además
de su bien conocida sentencia acerca de la imposibilidad de sumergirse por dos
veces en el mismo río, afirma en otro fragmento: “Todo cambio es
contradictorio; por tanto, la contradicción es la auténtica esencia de la
realidad”. La evolución del concepto de cambio la resume excelentemente Prior:
“No resultaría exagerado decir que la ciencia moderna comenzó cuando las gentes
se acostumbraron a la idea de que los cambios cambian; es decir, a la idea de aceleración como
contrapuesta a la de mero movimiento”.
[2]
Watzlawick, Paul, Cambio, Barcelona, Herder
Editorial, 1976, p. 31.
[3] Bateson, Gregory, Steps to an Ecology of Mind, Nueva York,
Ballantine Books, 1972, p. 279.
Tomás Holguín. Militante
del Partido Obrero Socialista, México.
Rebelión
ha publicado este artículo con el permiso del autor
mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para
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