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¿CUÁNDO
COMPRENDEREMOS QUE LA LAMADA GLOBALIZACIÓN TERMINÓ? Manolo Monereo Pérez. Politólogo. Respeto su opinión, sin embargo, me
parece que existe una confusión conceptual, lo que hoy está terminando, se
encuentra en "su fase final" es la crisis estructural del modelo
financiero especulativo - la llamada economía de casino – (primera fase de la
globalización neoliberal). La explosión de
la crisis del 2008, está produciendo un "Cambio de Época
Histórica" y el surgimiento de un nuevo modelo, que es el modelo
de acumulación mundial del capitalismo -
el capitalismo por desposesión de los recursos naturales, la biodiversidad y
los conocimientos ancestrales (modelo de expropiación, saqueo, pillaje y
despojo) modelo que se articula perfectamente con el viejo modelo extractivista, exportador de materias primas, depredador
de la naturaleza (hoy dominante en América Latina). Este “cambio de época
histórica” ha generado la crisis final de la Unipolaridad Mundial – la crisis
del Estado Corporativo, Gendarme y Policiaco – el surgimiento del Nuevo
Multilateralismo (multidimensional), el nuevo poder de las economías BRIChS, un Nuevo Orden Mundial – con
poderes Regionales descentralizados (Unión Europea (el poder Alemán), Rusia,
China, India, Brasil y Estados Unidos. Hoy se está consolidando un nuevo “Consenso Global” – que
sustituye al fallecido Consenso de Washington), es el Consenso de los Commodities. América
latina se ha transformado en los territorios más requeridos y
seleccionados(es el tesoro de la Reina) para las mega inversiones de las
corporaciones transnacionales.
Los únicos y directos responsables de la crisis estructural - multidimensional - hoy poli-crisis sistémica, son los ricos - banqueros, financieros, prestamistas, aseguradoras, bolsas, corporaciones - increíble, y son ellos los que se benefician doblemente en el proceso de la crisis: primero las políticas de salvataje, austeridad, los beneficia absolutamente y segundo su deuda, la deuda privada de miles de millones de euros o dólares - por arte de birlibirloque - se convierte en deuda pública, al final es el Estado el que paga la deuda con el dinero de los Ciudadanos y para ello sigue el endeudamiento, suben los impuestos y se aplica la política de austeridad, los ajustes y despidos masivos, el desempleo se multiplica, se suprimen y dinamitan derechos sociales, atacan los derechos de los niños, los universitarios y los jubilados. Esta compleja, múltiple, turbulenta y multipolarizada realidad es hoy el escenario de las clases y la lucha de clases - contextos y escenarios de la globalización neoliberal -. ¿Terminó la globalización? El hombre más feliz del mundo debe ser el Señor Warren Buffett, el tercer hombre más millonario del mundo, porque ahora si triunfó su clase y su lucha de clases?.
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Estamos en la actualidad en
un mundo cuyas sociedades se caracterizan por su complejidad, sociedades
múltiples, heterogéneas, turbulentas y multipolarizadas. Proceso
social y político a nivel mundial, es la nueva
sociedad civil emergente, popular y democrática – hoy como escenario de las clases y la lucha
de clases – está presente en la calle, en la plaza pública, con millones de
nuevos actores sociales y políticos, recuperando el espacio público que el
neoliberalismo nos expropió en los inicios del 90’, Nuevos Sujetos Sociales Históricos, nuevos Líderes, con nuevas
formas de comunicación, organización y formas de lucha hoy dan la batalla al
capitalismo – la globalización neoliberal – en el epicentro de la crisis estructural multidimensional y
crisis civilizatoria. Trabajamos aún no cohesionados social y políticamente
– forjando y construyendo – una nueva alternativa política de clase – pero
falta trabajar para cohesionar los
movimientos sociales antiglobalización – primero en el proceso de recuperar
la política del fango de la corrupción , al igual que los partidos políticos y
segundo concatenar el poder de los movimientos sociales locales – el poder de
la sociedad civil local, el poder Ciudadano emergente – con los movimientos sociales a nivel global y
el proceso de insurgencia mundializada. Otro Mundo Socialista, si es posible.
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Politólogo. Manolo Monereo Pérez, autor del artículo, respetamos su análisis político y su visión mundial sobre la globalización. Pero no compartimos su contenido. Nuestra opinión es diferente. Esta al principio y nos obliga a una respuesta más sistematizada y una mirada diferente sobre el Nuevo Orden Global y el nuevo Multilateralismo (multidimensional) en el escenario global de la poli-crisis sistémica.
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¿CUÁNDO
COMPRENDEREMOS QUE LA LLAMADA GLOBALIZACIÓN TERMINÓ?
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Por
Manolo Monereo Pérez *
Politólogo.
Ticovisión sábado 1 de
marzo del 2014.
1 de marzo de 2014.- No duró demasiado. La
llamada globalización fue siempre un proyecto político ligado estructuralmente
a la hegemonía de los EEUU: fue el intento apenas consumado por consolidar un
nuevo orden internacional basado en su indiscutible dominio y, lo decisivo, que
impidiese la emergencia de una potencia o de un conjunto de ellas que lo
pusiese en cuestión. Un mundo ordenado de tal modo que la hiperpotencia
norteamericana nunca tuviera realmente que compartir su poder.
La globalización fue también una ideología
mistificadora y encubridora de la realidad. Algunos la confundieron con un
Imperio que dejaba atrás al sistema imperialista, liquidaba las arcaicas
relaciones Centro-Periferia, ponía fin al Estado Nación y creaba una “multitud”
esclarecida capaz de cambiar el mundo de base. El ensueño no duró
históricamente casi nada. Los diversos conflictos bélicos, las recurrentes
crisis financieras y la “gran recesión” del 2008 pusieron de manifiesto que
estamos entrando en un proceso de bifurcación histórica y que de nuevo la
hegemonía norteamericana se cuestionaba radicalmente y con ella la
globalización capitalista.
Lo que está emergiendo ante nuestros ojos es un
mundo que vive una decisiva redistribución de poder, el surgimiento de
nuevas y la reaparición de viejas potencias que discuten el orden
existente y que reclaman un régimen internacional diferente que reconozca las
nuevas realidades económicas, culturales y político-militares. Retorna la
geopolítica, los intereses estratégicos de los Estados, la competencia entre
ellos y los durísimos conflictos para ganar influencia y ocupar espacios.
Retorna la razón de la fuerza convertida en la fuerza de los Estados. La verdad
es que nunca se fueron y no será fácil situarse bien ante lo que viene, sobre
todo, para los que estamos del lado de las clases subalternas y de la
liberación de los pueblos. No hay que olvidar, lo ha señalado recientemente
Jean-Pierre Chevènement, que el fracaso de la anterior globalización
capitalista costó una guerra de 30 años y millones de muertos. El mercado
autorregulado capitalista, en contextos imperialistas, genera monstruos que
siempre llevan consigo desolación y muerte, inmensos sufrimientos para las
personas y los pueblos.
Nada explica mejor esta nueva dinámica política
internacional que los conflictos que sufren Ucrania y Venezuela. Cada uno de
estos estados vive enfrentamientos internos durísimos, determinados, en gran
medida, por los intereses estratégicos de las grandes potencias en su lucha
permanente por ganar influencia y poder, por recursos y espacios en disputa,
por ganar ventaja y desgatar al adversario e imponer sus reglas y mercados para
los negocios de sus empresas. A esto se le ha llamado desde hace tiempo
imperialismo.
La primera cosa que sorprende y que asemeja ambas
situaciones es que son “revoluciones buenas”: tienen el apoyo unánime de los
medios de comunicación y sus protagonistas son presentados como valientes y
dignos combatientes por la libertad. Los gobiernos no son solo “malos” son algo
peor: el “enemigo”. Poco importa que estos gobiernos sean legales y hasta
legítimos según los criterios normalizados por el Occidente “democrático y
liberal”. La demonización es tal que lo único posible es su derrocamiento. En
un país como el nuestro, donde tanto se usa y se abusa del consenso como modo
normal de resolver la contienda y el conflicto político (la Transición es la
luz de nuestro mundo) se defiende casi siempre, para ambos conflictos, la solución
de “masas e insurreccional”.
Si algo queda claro de los “papeles de Wikileaks” o
del “asunto Snowden” es que el “complejo integrado” comunicacional es un arma
de guerra que engarza sólidamente a los poderes políticos, económicos,
servicios secretos, los medios en versión completa, y los pone a disposición de
las opciones estratégicas de las grandes potencias. Los EEUU han llegado a tal
sofisticación, a tal capacidad de actuar en diversos planos y espacios, que
convierten al mencionado complejo en un instrumento de poder solo comparable
con el dispositivo político-militar.
La segunda cuestión que a nadie debiera extrañar es
que Ucrania y Venezuela son objetivos geopolíticos de grandes dimensiones.
Ucrania era el segundo Estado en importancia de la extinta URRS, zona de
frontera y de tránsito de gas ruso, espacio en disputa entre Rusia y una Unión
Europea cada vez más alemana, donde los intereses estratégicos norteamericanos
están presentes con enorme fuerza. Contener a una Rusia recuperada, que empieza
a ser de nuevo determinante en conflictos armados (Siria), en un Oriente
Próximo en permanente ebullición (Irán) y donde las “primaveras” árabes se han
ido convirtiendo en fríos inviernos de restauración. Más allá, el verdadero
peligro: una alianza estratégica ruso-china ampliada a las ex repúblicas
soviéticas, a Irán, desarrollando y ampliando la Organización de cooperación de
Shangai hasta convertirla en una alternativa a la OTAN.
La economía criminal - narcotràfico, evasión tributaria, lavado de activos, corrupción, prostitución de menores, migración ilegal, transcontinental, terrorismo, etc - junto a la economía de la guerra, hoy constituye un soporte fundamental, central en el proceso de salvataje de la propia crisis y funcionamiento del sistema, frente a la profundización y agudización de la crisis estructural - multidimensional - transformada en Poli-crisis mundial. ¿Se terminó la globalización?. Nuestra pregunta del millón de propuestas y alternativas frente a la crisis?.
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Las conversaciones, filtradas, de la secretaria de
Estado adjunta para Europa de los EEUU con su embajador en Kiev muestran bien a
las claras que han sido y son actores “internos” del conflicto, que lo
financian generosamente y que forman parte del Estado Mayor de la insurgencia.
Es más, cuando dicen aquello tan ocurrente de que “se joda la Unión Europea” lo
que realmente expresan es que esta es una aliada subalterna y que también aquí
la administración norteamericana es determinante, sobre todo, cuando se
enfrentan a la vieja Rusia. ¿Para qué sirve sino la OTAN?
Los intereses estratégicos de EEUU sobre Venezuela
son tan conocidos y evidentes que casi no merece mucho detenerse en ellos. Solo
insistir que el fundamento último de su poder imperial reside en su capacidad
para controlar América Latina y sus ingentes recursos naturales de todo tipo,
especialmente los energéticos. Venezuela es el país con las mayores reservas de
petróleo reconocidas del mundo, representa el esfuerzo más consistente para
superar las políticas neoliberales y es un eje fundamental en la vertebración
unitaria de la región, dirigida a conquistar la independencia del vecino del
Norte.
Ucrania y Venezuela son sociedades muy polarizadas
y con una institucionalidad débil. En un caso (Ucrania) hay una polarización
étnica y racial; en otro (Venezuela) es predominantemente social y de clase.
Hay dos ucranias claramente diferenciadas, una es fuertemente nacionalista y
anti rusa, xenófoba y antisemita, que ha sido capaz en estos años de
independencia de crear un imaginario social basado en el odio a Rusia pero, sobre
todo, el odio a los rusos de “dentro”, es decir, a la mitad de la población del
país. La otra Ucrania es la industrializada, la obrera, la minera que se
considera por lengua, cultura e identidad próxima a Rusia y que se siente crecientemente
excluida del país.
La polarización de Venezuela es básicamente social
y de clase. Con el chavismo emergen los excluidos económicos, sociales y, sobre
todo, políticos. La polarización existía ya antes, ahora es visible y
movilizada en nombre de un proyecto del país que le da voz, protagonismo y que
busca su bienestar. El eje exclusión-inclusión es decisivo desde el punto de
vista político y marca toda la fase. Desde el primer día se le combatió
sistemáticamente; se usó de todo contra el nuevo régimen: huelgas económicas,
boicot, golpes de estado y cualquier tipo de provocaciones. Todo eso después de
18 elecciones ganadas, las últimas hace unos pocos meses.
La clave, en uno u otro caso, es la presencia de
una oposición social y política férreamente unida, que nunca da tregua al
gobierno salido de las urnas y que busca permanentemente la confrontación. Lo
decisivo es la presencia de una minoría organizada, militante, muy cohesionada
ideológicamente y con gran capacidad de mantener el cuestionamiento de la
legitimidad del gobierno. El centro del discurso: construir el enemigo y
organizar el mal en torno a él. El racismo siempre funciona, bien como el
“otro”, bien como el pobre que nos quita el sueño ante su creciente libertad y
protagonismo, las clases peligrosas como enemigas.
Ya sabemos cómo ha terminado Ucrania. Ahora
desaparecerá de los medios. Nada o poco sabremos. Veremos cuál es la
solidaridad real de la Unión Europea con el pueblo ucraniano y veremos lo que
dan de sí las próximas elecciones. No será así con Venezuela, continuará la
híper visualización de los conflictos, se contarán con pelos y señales los
desórdenes públicos y nunca se dirá cual es la política real que se hace en ese
país. ¿Hasta cuándo? Hasta que consigan poner fin al gobierno democrático venezolano.
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Manolo
Monereo Pérez. Politólogo y miembro del Consejo Político Federal de IU. Su
última obra publicada es De la crisis a la revolución democrática (Ed. El viejo
Topo, 2013).
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