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En América latina, está presente la Sociología del Pijo - por el carácter de clase de quienes hoy protestan - sin embargo, desde los años que explotó la crisis estructural
del capitalismo – septiembre ”negro” del 2008 – cientos de miles de jóvenes, desocupados,
sub-ocupados, (despedidos), campesinos, sindicalistas, amas de casa, migrantes
pobres, en general los Ciudadanos de a pie, iniciamos una gran “batalla, la
batalla de la lucha en las calles en la plaza pública”, con la finalidad
estratégica de recuperar “algo que es
nuestro” históricamente y que el neoliberalismo nos expropió desde inicios del
90’, como es el Espacio Público. Luchamos y seguimos luchando organizados
en democracia, asumiendo nuevas tareas y responsabilidades sociales y política de
carácter estratégico, en un escenario continental totalmente distinto,
diferente al anterior de la crisis; la
inflexión político-histórica en proceso, origina grandes y significativos
cambios político-institucionales y el propio Cambio de Época Histórica, producto de la crisis multidimensional
del capitalismo genera nuevos contextos económico-socio-políticos, cuya característica
central es su complejidad y multipolarización.
Han transcurrido varios años de lucha, protestas, movilizaciones,
nuevas de lucha, y nuevas formas de hacer política, originó el surgimiento de los Nuevos Movimientos Sociales –
etiquetados por la derecha y el poder mediático como “conflictos sociales” -. Básicamente en estos años concentran la
lucha en la defensa y protección de los derechos sociales directamente
destruidos por las políticas neoliberales – derechos
laborales, educación, asistencia en salud, empleo, salarios, servicios públicos
- agua, luz desagüe – transporte, comunicación, etc. -. Sumado a ello la lucha
contra la corrupción en la política, en
los políticos, (gobernantes, congresistas, autoridades regionales, locales)
partidos políticos, autoridades y representantes (religiosos, universitarios,
deportivos, etc.). paralelamente se
inició una lucha democrática, contra la propia democracia, diferente,
distinta a todas las anteriores, en escenarios, actores, plataformas absolutamente
diferentes, es el mundo de los conflictos
sociales (acusada, deformada en su contenido por la gran prensa como
anti-sistema) – movimientos sociales que llegan para quedarse por mucho tiempo,
producto del nuevo modelo de acumulación mundial del capitalismo – el capitalismo de
la desposesión de los recursos naturales- Los escenarios son
diferentes – no es la calle, menos la plaza pública, ahora, son las carreteras, los caminos, puentes,
las comunidades originarias, los territorios de los pueblos originarios. Se
forja y construye nuevos escenarios de reivindicaciones sociales y políticas, es una nueva Realidad político-social muy
compleja, múltiple, turbulenta y polarizada.
La juventud como parte del Movimiento Ciudadano brasileño, está exportando su "modelo de lucha" callejera. Es -se dice - parte de la "nueva clase media" - según el Banco Mundial - sectores que salieron de la pobreza , otros estudiantes, profesionales y parte también de los "antiguos" sectores medios, hoy reclaman mejores derechos sociales - calidad - en la educación, servicios de salud, salarios, trabajo, transporte, servicios públicos y lo principal el fuerte cuestionamiento sobre la corrupción, defensa del medio ambiente, - ante el boom inmobiliario - y la expropiación de zonas públicas para cumplir las exigencias del Mundial de Fútbol y las Olimpiadas.
***
Pero Brasil, la sexta economía mundial, un gobierno absolutamente
diferente a todos los anteriores
– que priorizó la lucha contra la pobreza – fortaleció con la aplicación de sus
políticas y programas sociales exitosos en su mayoría, una “nueva” clase media, que después de años de trabajar en
contextos sociales diferentes, no logra consolidar y menos el reconocimiento de
sus derechos a educación, asistencia en
salud, transporte, trabajo, salarios, de acuerdo a las nuevas necesidades
que se le presenta ahora. Junio – julio del 2013 explosiona este nuevo
sector social, utiliza la coyuntura del transporte, el boom inmobiliario y la
construcción de estadios, centros deportivos y otros con motivo del Mundial
de Fútbol y las próximas Olimpiadas a realizarse en su país. Ante un visible conformismo
o continuismo coyuntural, en las mismas formas de lucha de los
sectores populares – cansancio, desorganización,
crisis de la política, continuismo dirigencial, burocratismo de su elite directiva,
aprovechamiento político de esta misma elite e ingreso a la política en plena
crisis, reacomodo de fuerzas sociales, replanteo del contenido de la plataforma
de lucha, corrupción en instituciones y dirigentes que eran aliados
visibles (principalmente Universidades), situación de desconcierto – o pleno descanso del “guerrero” de sus
dirigentes –.
Origina que el momento crucial de crisis principalmente de gobiernos
reformistas, progresistas o de izquierda (Brasil, Argentina, Costa Rica, Venezuela) sea “magistralmente”
utilizada por la derecha política y tome las calles, la plaza pública y la
reacción muy tardía de las fuerzas y sectores progresistas, cuando ya está en
camino todo un conglomerado de mentiras, una sistematizada patraña de descomposición social y destrucción
política montada principalmente por el poder de los medios de comunicación,
hoy bastión político de la derecha en sus intereses internos de los grupos de poder potenciados por el
proceso del crecimiento macro-económico
que ha favorecido íntegramente a ellos y por supuesto su servicio y sometimiento
a los poderes facticos globales y su
avaricia de recuperar gobiernos, mercados y territorios hoy convertidos en
el tesoro de la reina para la gran mega-inversión de las corporaciones
transnacionales. Este es hoy el objetivo político supremo que toma las calles
de Venezuela
y traerse abajo un gobierno Democrático, (está presente la llamada Sociología del Pijo, las elites que pierden "ubicación económico-social y política) absolutamente contestatario a los intereses económico-políticos del imperio
norteamericano, proceso en el cual el actor principal, central,
económico-social y político (institucional) es en forma colectiva nacional y
continental el poder de los medios de comunicación en plena alianza con el poder de las corporaciones transnacionales y
como debe ser la lógica del carácter de estas protestas, el anticomunismo y un
poco al costado la práctica de políticas xenofóbicas y homofóbicas que responden
a los intereses de los poderes facticos mundiales.
Es urgente y necesario que
los sectores progresistas, nacionalistas, izquierdistas, democráticos
en general retomas
las luchas y protestas, actualizar las plataformas de reivindicaciones y
derechos, líderes que generen mayor participación de la población, se impulsen nuevas formas de comunicación intercultural,
que la rendición de cuentas sea el
cimiento de la forma de una Nueva Democracia Participativa, - que practique
la transparencia, derrotar la cultura del secreto, la formación de argollas o “troikas”,
combatir totalmente la burocracia y las elites conservadoras, que el dialogo, se transforme en un poder
central de las negociaciones, que la
confianza social y política se convierta en una “poderosa arma” de lucha,
organización, movilización, representación democrática para forjar y construir
una nueva alternativa política en Nuestra América: Otro Mundo Socialista, sí es
posible.
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Obreros, juventud, campesinos, amas de casa, desempleados, sindicalistas y ciudadanos en general salen a defender su "revolución" bolivariana, "que no es copia ni calco", es "creación heroica de su pueblo". Proceso revolucionario del Socialismo del siglo XXI, forja y construcción de la Patria Socialista en Nuestra América.
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AMÉRICA LATINA: DERECHAS CON LOOK DE
IZQUIERDA.
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Raúl Zibechi.
Alainet
Lunes 10 de marzo del 2014.
Las recientes manifestaciones de masas generadas
por las derechas en los más diversos países, muestran su capacidad por
apropiarse de símbolos que antes desdeñaban, introduciendo confusión en las
filas de las izquierdas.
El 17 de febrero de 2003 Patrick Tyler reflexionaba
sobre lo que estaba sucediendo en las calles del mundo en una columna en The
New York Times: “Las enormes manifestaciones contra la guerra en todo el mundo
este fin de semana son un recordatorio de que todavía puede haber dos
superpotencias en el planeta: los Estados Unidos y la opinión pública mundial”.
“Mira a tu alrededor y verás un mundo en
ebullición”, escribe el editor estadounidense Tom Engelhardt, editor de la
página 'tomdispatch'. En efecto, diez años después del célebre artículo del
Times, que dio la vuelta al mundo en ancas del movimiento contra la guerra, no
hay casi rincón del mundo donde no exista ebullición popular, en particular
desde la crisis de 2008.
Se podrían enumerar la Primavera Árabe que derribó
dictadores y recorrió buena parte del mundo árabe; Occupy Wall Street, el mayor
movimiento crítico desde los años sesenta en Estados Unidos; los indignados
griegos y españoles que cabalgan sobre los desastres sociales provocados por la
mega-especulación. En estos mismos momentos, Ucrania, Siria, Sudán del Sur, Tailandia, Bosnia, Turquía y Venezuela están
siendo afectadas por protestas, movilizaciones y acciones de calle del más
diverso signo.
Países que hacía décadas que no conocían protestas
sociales, como Brasil aguardan
manifestaciones durante el Mundial luego de que 350 ciudades vieran cómo el
desasosiego ganaba las calles. En Chile,
se ha instalado un potente movimiento juvenil estudiantil que no muestra signos
de agotamiento y en Perú el
conflicto en torno a la minería lleva más de un lustro sin amainar.
Cuando la
opinión pública tiene la fuerza de una superpotencia, los
gobiernos se han propuesto entenderla para cabalgarla, manejarla, reconducirla
hacia lugares que sean más manejables que la conflagración callejera,
conscientes de que la represión por sí sola no consigue gran cosa. Por eso, los
saberes que antes eran monopolios de las izquierdas, desde los partidos hasta
los sindicatos y movimientos sociales, hoy encuentran competidores capaces de
mover masas pero con finas opuestos a los que esa izquierda desea.
Estilo
militante.
Desde el 20 hasta el 26 de marzo de 2010 se realizó
en el departamento uruguayo de Colonia un “Campamento Latinoamericano de
Jóvenes Activistas Sociales” (http://alainet.org/active/37263), en cuya convocatoria se
prometía “un espacio de intercambio horizontal” para trabajar por “una Latinoamérica más justa y solidaria”. Entre
el centenar largo de activistas que acudieron ninguno sospechaba de dónde
habían salido los recursos para pagar sus viajes y estadías, ni quiénes eran en
realidad los convocantes (Alai, 9 de abril de 2010).
Un joven militante se dedicó a investigar quiénes eran los Jóvenes Activistas Sociales que organizaban un encuentro participativo para “comenzar a construir una memoria viva de las experiencias de activismo social en la región; aprender de las dificultades, identificar buenas prácticas locales aprovechables a nivel regional, y maximizar el alcance de la creatividad y el compromiso de sus protagonistas”.
Un joven militante se dedicó a investigar quiénes eran los Jóvenes Activistas Sociales que organizaban un encuentro participativo para “comenzar a construir una memoria viva de las experiencias de activismo social en la región; aprender de las dificultades, identificar buenas prácticas locales aprovechables a nivel regional, y maximizar el alcance de la creatividad y el compromiso de sus protagonistas”.
El resultado de su investigación en las páginas web
le permitió averiguar que el campamento contó con el auspicio del Open Society Institute de George Soros, y de otras
instituciones vinculadas al mismo. La sorpresa fue mayúscula porque en el campamento
se realizaban reuniones en ronda, fogones y trabajos colectivos con
papelógrafos, con fondo de whipalas y otras banderas indígenas. Un decorado y
estilos que hacían pensar que se trataba de un encuentro en la misma tónica de
los Foros Sociales y de tantas
actividades militantes que emplean símbolos y modos de hacer similares. Algunos
de los talleres empleaban métodos idénticos a los de la educación popular de Paulo Freire que, habitualmente, suelen
emplear los movimientos antisistémicos.
Lo cierto, es que unos cuantos militantes fueron usados “democráticamente”, porque todos aseguraron que pudieron expresar libremente sus opiniones, para objetivos opuestos para los que los convocaron. Este aprendizaje de la fundación de Soros fue aplicado en varias ex repúblicas soviéticas, durante la “revuelta” en Kirguistán en 2010 y en la revolución naranja en Ucrania en 2004.
Lo cierto, es que unos cuantos militantes fueron usados “democráticamente”, porque todos aseguraron que pudieron expresar libremente sus opiniones, para objetivos opuestos para los que los convocaron. Este aprendizaje de la fundación de Soros fue aplicado en varias ex repúblicas soviéticas, durante la “revuelta” en Kirguistán en 2010 y en la revolución naranja en Ucrania en 2004.
Ciertamente, muchas fundaciones y las más diversas
instituciones envían fondos e instructores a grupos afines para que se
movilicen y trabajen para derribar gobiernos opuestos a Washington. En el caso
de Venezuela, han sido denunciadas
en varias oportunidades agencias como el Fondo
Nacional para la Democracia (NED por sus siglas en inglés), creada por el
Congreso de Estados Unidos durante la presidencia de Ronald Reagan. O la española Fundación de Análisis y Estudios
Sociales (FAES) orientada por el ex presidente José María Aznar.
Ahora estamos ante una realidad más compleja: cómo el arte de la movilización callejera, sobre
todo la orientada a derribar gobiernos, ha sido aprendida por fuerzas
conservadores.
La Sociología del Pijo, ahora también está presente en América Latina, pero en sentido contrario, mientra en Europa la crisis los conduce a su propia descomposición social y moral, en nuestro continente, han "despertado" y ahora salen a las calles. Las "damas de blanco" al estilo las anti-cubanas, hoy la derecha de elite, (la clase A+) también sale a las calles "a luchar", por recuperar su democracia, que durante decenas de años no sirvió, sino para seguir explotando y esclavizando a los pueblos, Hoy cuando ven que sus intereses están en peligro salen a defender dizque la democracia.
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El arte de
la confusión.
El periodista Rafael
Poch describe el despliegue de fuerzas en la plaza Maidan de Kiev:
“En sus
momentos más masivos ha congregado a unas 70.000 personas en esta ciudad de
cuatro millones de habitantes. Entre ellos hay una minoría de varios miles,
quizá cuatro o cinco mil, equipados con cascos, barras, escudos y bates para
enfrentarse a la policía. Y dentro de ese colectivo hay un núcleo duro de
quizás 1.000 o 1.500 personas puramente paramilitar, dispuestos a morir y matar
lo que representa otra categoría. Este núcleo duro ha hecho uso de armas de
fuego” (La Vanguardia, 25 de febrero de 2014).
Esta disposición de fuerzas para el combate de calles no es nueva. A lo largo de la
historia ha sido utilizada por fuerzas disímiles, antagónicas, para conseguir
objetivos también opuestos. El dispositivo que hemos observado en Ucrania se repite parcialmente en Venezuela, donde grupos armados se
cobijan en manifestaciones más o menos importantes con el objetivo de derribar
un gobierno, generando situaciones de ingobernabilidad
y caos hasta que consiguen su objetivo.
La derecha
ha sacado lecciones de la vasta experiencia insurreccional de la clase obrera, principalmente europea, y
de los levantamientos populares que se sucedieron en América Latina desde el Caracazo
de 1989. Un estudio comparativo entre ambos momentos, debería dar cuenta de
las enormes diferencias entre las insurrecciones obreras de las primeras
décadas del siglo XX, dirigidas por partidos y sólidamente organizadas, y los
levantamientos de los sectores populares de los últimos años de ese mismo
siglo.
En todo caso, las
derecha han sido capaces de crear un dispositivo “popular”, como el que
describe Rafael Poch, para desestabilizar gobiernos populares, dando la
impresión de que estamos ante movilizaciones legítimas que terminan derribando
gobiernos ilegítimos, aunque estos hayan sido elegidos y mantengan el apoyo de
sectores importantes de la población. En este punto, la confusión es un arte
tan decisivo, como el arte de la
insurrección que otrora dominaron los revolucionarios.
Montarse en
la ola.
Un arte muy similar es el que mostraron los grupos
conservadores en Brasil durante las
manifestaciones de junio. Mientras las primeras marchas casi no fueron
cubiertas por los medios, salvo para destacar el “vandalismo” de los
manifestantes, a partir del día 13, cuando cientos de miles ganan las calles,
se produce una inflexión.
Las manifestaciones ganan los titulares pero se
produce lo que la socióloga brasileña
Silvia Viana define como una “reconstrucción
de la narrativa” hacia otros fines. El tema del precio del pasaje pasa a un
segundo lugar, se destacan las banderas de Brasil y el lema “Abajo la corrupción”, que no habían
estado originalmente en las convocatorias (Le Monde Diplomatique, 21 de junio
de 2013). Los medios masivos también desaparecieron a los movimientos
convocantes y colocaron en su lugar a las redes
sociales, llegando a criminalizar a los sectores más militantes por su
supuesta violencia, mientras la violencia policial quedaba en segundo plano.
De ese modo, la derecha que en Brasil no tiene capacidad de movilización, intentó apropiarse de
movilizaciones cuyos objetivos (la denuncia de la especulación inmobiliaria y
de las mega-obras para el Mundial) estaba lejos de compartir. “Es claro que no hay lucha política sin
disputa por símbolos”, asegura Viana. En esa disputa simbólica la derecha,
que ahora engalana sus golpes como “defensa de la democracia”, aprendió más rápido que sus
oponentes.
Raúl Zibechi, periodista uruguayo, escribe en Brecha y La Jornada y es colaborador de ALAI.
Raúl Zibechi, periodista uruguayo, escribe en Brecha y La Jornada y es colaborador de ALAI.
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