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LA
GLOBALIZACION DE LA INDIFERENCIA.- Más de 300 inmigrantes ilegales, la mayoría
mujeres y niños, se ahogaron frente a la isla de
Lampedusa, en el Mediterráneo italiano. El doloroso hecho, que ha sido
calificado por el papa Francisco como “una vergüenza”, desnuda una vez más
la triste realidad de miles de personas que al huir del hambre y la guerra
en sus países de origen, encuentran la muerte en el viaje a una tierra no
prometida. El tema no es nuevo. No es la primera vez que sucede, ni tampoco
será la última. Tan sólo frente a las costas de Sicilia han fallecido más de
8.000 inmigrantes durante los últimos 25 años, y eso sin que se sepa de los
miles de personas que quedan por el camino, desde el inicio de un peregrinaje
en el que deben sortear todo tipo de peligros, aupados por mafias que se lucran
con este inhumano negocio. Este es un tema que debería ser abordado con
mayor profundidad y eficacia por la ONU y las organizaciones regionales.
El doloroso hecho, que ha sido
calificado por el papa Francisco como “una vergüenza”, desnuda una vez más la
triste realidad de miles de personas que al huir del hambre y la guerra en sus
países de origen, encuentran la muerte en el viaje a una tierra no prometida.
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En el más reciente caso, y por ser las víctimas
negros, pobres y africanos, la noticia no suele tener el despliegue que le
debería corresponder. Sin ir muy lejos, el naufragio del
Costa Concordia ocurrido el año anterior en ese mismo país le
dio la vuelta al mundo dado que se trataba de un crucero de lujo. Ni qué decir
de los hechos que el miércoles pasado, el mismo día del incendio y naufragio en
Italia, llevaron, en un confuso incidente, a la muerte de una mujer frente al
Capitolio en Washington. Esta última noticia opacó en gran medida la
tragedia acontecida en Europa. “¿Quién de nosotros ha llorado por la
muerte de estos hermanos y hermanas, de todos aquellos que viajaban sobre las
barcas, por las jóvenes madres que llevaban a sus hijos, por estos hombres que
buscaban cualquier cosa para mantener a sus familias?”. No le falta razón
al papa y debería llevar a que nos pongamos la mano en el considere. Lo cierto
es que, más allá de lo lamentable del hecho en sí, que en últimas es el final
de la historia para quienes mueren en el intento, el mayor drama está en sus
propios países de origen. Mauritania, Somalia, Sierra Leona, Libia, Siria...
la lista es interminable. Guerras fratricidas, religiosas, políticas,
tribales, étnicas, por la tenencia de la tierra, por la sequía, por los
recursos naturales, contra el hambre, cualquiera sea el motivo el hecho es que las
marejadas humanas que tratan de sacarle el cuerpo a una vida de miseria generan
estas peregrinaciones.
No podremos nunca despojarnos totalmente del
sufrimiento y el dolor, pues son propios de nuestra condición humana, pero los
haremos más fructíferos y llevaderos, podremos encontrar en nuestra familia,
amigos.
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Europa,
con todos sus problemas, sigue siendo un llamativo polo de atracción.
Parecido a Australia para el sudeste asiático, que tuvo sus picos más altos con
los llamados boat people en los setenta, durante las guerras en Vietnam y
Camboya. Similar al paraíso que representa Estados Unidos para los
ciudadanos de los países de América Latina y el Caribe. En los últimos
años han sido varias las noticias sobre los asesinatos de cientos de migrantes
durante su paso por México. Las mafias de la droga, con la complicidad de
algunas autoridades, extorsionan a estos pobres entre los pobres. Quien no
tiene cómo pagar su propio rescate acaba sus días en una fosa clandestina.
También está el caso de los miles de haitianos o cubanos que terminaron su
existencia en el Caribe tratando de llegar a las costas de la Florida. La
solución a nivel mundial requiere la mirada de los países del mundo
desarrollado hacia los millones de personas que tienen que emigrar para
buscar un futuro mejor para ellos y sus familias. La xenofobia, el racismo y la
desidia están generando un creciente problema que se ceba en los más humildes,
que no tienen dolientes. Que no nos gane lo que el mismo Francisco
ha denominado la “globalización de la indiferencia”.
El Presidente Obama, habla con el papa Francisco sobre la inmigración, un problema grave y complejo en Europa, La llamada globalización de la indiferencia - todos los gobernantes de Europa, además del propio Presidente de EE.UU. con su Ley sobre la migración, poco les importa la vida de miles de ciudadanos del mundo. en especial de los países pobres, llenos de miseria y hambre o envueltos en guerras internas - salgan de sus pueblos con dirección a las mega-ciudades, (el mundo de la ilusión del neoliberalismo) pero que les espera en la final: MUERTE, (el símbolo de esta crueldad del siglo XXI, fue Lampedusa) y a nadie le importa. Por eso el papa alzó su voz de protesta frente a semejante indignación global.
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OBAMA Y
FRANCISCO HABLARON DE INMIGRACIÓN.
El Presidente
estadounidense se reunió con el papa y autoridades italianas.
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Los temas centrales del
encuentro fueron las principales preocupaciones de Francisco: los pobres y la
paz. Obama estuvo unos 50 minutos con Francisco en el Vaticano, un tiempo
bastante excepcional para este tipo de encuentros.
Elena Llorente
Desde Roma Página /12 viernes 28 de marzo del 2014.
Fue
muy extraño ver ayer el centro de Roma, siempre atestado de turistas y de
tráfico infernal, por momentos silencioso, casi desierto, con el solo rumor de los
helicópteros que volaban sobre la ciudad ante la hipotética posibilidad de que
algún terrorista planeara atentar contra el presidente de Estados Unidos. Barak
Obama, en efecto, cumplía una visita oficial al Vaticano y a Italia que le
llevó varias horas. Y pese a haber estado otras veces en la capital italiana,
no quiso perder la oportunidad de hacer una visita privadísima al Coliseo, el
máximo monumento de la Antigua Roma. Y se lo vio caminando entre las ruinas,
entre los arcos del conocido también como “anfiteatro Flavio”, acompañado de
una guía.
Fue
una intensa jornada de reuniones para Obama, primero con el papa Francisco en
el Vaticano y luego con las autoridades italianas. Con el Papa argentino parece
haber tenido una gran comunicación. Hay quien recordó que el hecho de que ambos
fueran hijos de familias de inmigrantes tal vez los había acercado. De hecho,
el problema inmigratorio en Estados Unidos fue uno de los temas que trataron,
aunque el presidente reconoció no haber podido lograr una nueva ley que
regulara mejor este problema. América latina estuvo presente en el encuentro,
salió a relucir, según contó Obama a la prensa –aunque el comunicado vaticano
no hizo referencia al asunto–, pero de manera muy general. Temas centrales del
encuentro fueron las principales preocupaciones de Francisco: los pobres y la
paz.
Obama
estuvo unos 50 minutos con Francisco en el Vaticano, un tiempo bastante
excepcional para este tipo de encuentros. “Mi jornada empezó con el gran honor
de encontrar a Su Santidad, el papa Francisco –dijo Obama luego en una rueda de
prensa–. Como miles de personas en el mundo me he sentido conmovido por su
compasión, por su mensaje de inclusión. Estoy agradecido por haber podido
hablar con él sobre las responsabilidades que todos nosotros tenemos de
ocuparnos de los más pobres, de los últimos. Me sentí muy conmovido por lo que
él dijo sobre que todos tenemos una responsabilidad moral respecto de los
problemas mundiales y que no tenemos que pensar solo en nuestros intereses.” Y
agregó que hablaron de varios temas, pero uno principal: “De los pobres, los
marginados, los que no tienen oportunidad, de la desigualdad que crece.
Nosotros, políticos, tenemos el deber de encontrar políticas para enfrentar
estos problemas. Pero Su Santidad tiene la cualidad de abrir los ojos de la
gente, de manera que vean que esto es un problema. El lo ha dicho otras veces.
El peligro, cuando se trata de ayudar a alguien que está en peores condiciones
que nosotros, es la indiferencia”. También hablaron, contó además Obama a los
periodistas, de “los desafíos, de cómo es difícil mantener la paz en el mundo.
Nos concentramos sobre todo en Medio Oriente, donde Su Santidad tiene
particular interés. El conflicto palestino-israelí en Siria, Líbano, en la
persecución de los cristianos”.
El
presidente democrático indicó, por otra parte, que también habían hablado sobre
América latina, “donde se han hecho muchos progresos en varios países y menos
en otros”, dijo sin precisar a cuáles se refería. “El tema que nos ha unido es
la convicción de que en la política y en la vida es fundamental la capacidad de
ponerse en el lugar del otro, de quererlo aun cuando no se parezca a nosotros o
no hable el mismo idioma, aunque no comparta la misma filosofía.” Porque “la
falta de empatía facilita las guerras”, subrayó. “Lo que ha creado tanto amor
hacia el Papa, tanto entusiasmo, es que él parece vivir todo esto, demuestra
esto cotidianamente”, añadió. Y en cuanto al tema inmigratorio en Estados
Unidos, aclaró que “él viene de América latina, por lo cual sabe muy bien las
dificultades enormes de los inmigrantes, que son personas hermosas, que
trabajan mucho. Muchos de sus hijos son ciudadanos estadounidenses y, sin
embargo, algunos viven todavía en la sombra o han sido deportados”.
En
una entrevista publicada ayer por el diario Corriere della Sera, Obama había
dicho además sobre este asunto que “la globalización y el desarrollo del
comercio han contribuido en pocas décadas a quitar de la pobreza a centenares
de millones de personas, pero el Papa tiene razón cuando dice que estos
progresos no han alcanzado un número suficiente de seres humanos y que mucha
gente queda rezagada”. Y agregó que una de las cosas que más admira “del Santo
Padre es el coraje de hablar sin pelos en la lengua sobre los mayores desafíos
económicos y sociales de nuestro tiempo”.
En
cuanto a los temas que trataron en los 50 minutos de coloquio privado, un
comunicado vaticano habló de una “atmósfera de cordialidad”, en la que se
intercambiaron puntos de vista “sobre algunos temas concernientes a la
actualidad internacional y se ha manifestado el deseo de que en las zonas de
conflicto se respeten el derecho humanitario y el derecho internacional y se
llegue a una solución negociada entre las partes interesadas”. En el contexto de
las relaciones bilaterales y de la colaboración entre la Iglesia y el Estado,
agregó el comunicado vaticano, “se han tratado cuestiones de relieve especial
para la Iglesia en ese país, como el ejercicio de los derechos a la libertad
religiosa, el derecho a la vida y a la objeción de conciencia, y también se ha
hablado de la reforma en materia de emigración” y de un “compromiso común para
la erradicación de la trata de seres humanos en el mundo”.
Cuando
se lo vio bajar del auto en el patio de San Damaso, dentro del Vaticano –la
numerosa comitiva ocupaba unos 30 automóviles, algunos con personas armadas
hasta con ametralladoras–, de traje azul, camisa blanca y corbata celeste,
Obama se veía relajado. Pero poco después se lo vio casi inhibido por el rígido
protocolo vaticano que lo obligaba a caminar muy lentamente –él que siempre
anda con apuro– detrás de un grupo de personajes, parte del protocolo,
atravesando varias salas renacentistas hasta llegar a la biblioteca privada,
donde el pontífice lo esperaba. El secretario del Papa y prefecto de la Casa
Pontificia, monseñor George Gaenswein, lo acompañó en ese recorrido. Pero la
sonrisa le volvió a los labios –y el Papa también se largó a reír– después del
encuentro privado, sobre todo cuando se entregaron los regalos y una caja
abierta con medallas del pontificado, que el Papa le iba a regalar, insistió en
cerrarse dos veces, dejando caer las dos veces las medallas al suelo. Obama le
regaló al Papa una caja de cuero con semillas de fruta y verdura de la huerta
de la Casa Blanca, una idea –la de la huerta– que impulsó Michelle Obama desde
el principio del gobierno de su marido. Obama invitó al Papa a Estados Unidos.
“Si tiene la posibilidad de ir, le mostraremos la huerta de la Casa Blanca”, le
dijo. A lo que el pontífice contestó “¡Como no!”.
Por
lo visto, el encuentro con el Papa argentino era la parte más importante del
viaje de Obama a Italia, un personaje muy valorado en Estados Unidos. Según una
encuesta realizada por la empresa Gallup difundida ayer, tres de cada cuatro
estadounidenses aprecia al pontífice. Dicho de otra manera, el 76 por ciento de
los norteamericanos entrevistados dijeron tener una opinión favorable sobre el
Papa argentino. El papa Benedicto había conseguido el 63 por ciento de
popularidad entre los norteamericanos en 2008, que luego se derrumbó al 50 por
ciento. Alguna prensa crítica de Estados Unidos dijo sin embargo que Obama
quiso beneficiarse de este cara a cara con Bergoglio y aprovechar el llamado
“efecto aureola” que lo beneficiaría en el ambiente de los millones de
inmigrantes latinoamericanos que votan en Estados Unidos, sobre todo en vistas
de las elecciones de medio término (renovación parcial del Parlamento) de
noviembre.
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