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Una
alternativa política de la ”Nueva Democracia” presente en América Latina, es la
democracia política “progresista”, desde la izquierda socialista, históricamente el sistema político socialista, como es el caso de Cuba, -
ejemplo de Democracia Popular, Participativa y de Ciudadanos; más allá, tenemos
la revolución Bolivariana en
Venezuela, la revolución Sandinista en Nicaragua, la revolución de los Movimientos Sociales en Bolivia, y la revolución ciudadana en Ecuador. Su peso político y
legitimidad institucional hoy se sostiene en el Poder
Local
emergente, se fundamenta por su “juventud”, en el surgimiento de una Nueva
Ciudadanía Intercultural, una Nueva Sociedad Civil, Real, emergente, democrática y popular (
en la coyuntura actual entre la crisis del sistema capitalista, y el
crecimiento macro-económico de América latina (sin desarrollo económico-social)
la tenemos presente en la calle, en la
plaza pública, en los conflictos sociales, en las nuevas formas de comunicación política, forjan nuevos
liderazgos, etc. por ser el escenario de
escenarios de las clases y la lucha de clases, esta nueva sociedad
civil del siglo XXI vuelve, retorna a su recinto histórico; intensifican las
políticas y programas sociales y políticamente avanzan hacia el desarrollo
económico-social, sustentable,
intenso respeto a la Madre Naturaleza.
Su característica principal es que rompieron con el
sistema de dominación de los TLC, pasaron las horcas
caudinas, como políticas del neoliberalismo, han forjado nuevas
instituciones de integración continental,
más allá de la “vieja” y desprestigiada OEA. Forjan y siguen construyendo
políticamente, UNASUR, MERCOSUR, ALBA, CELAC, TELEsur,
Petro-Caribe, ect. Su posición política anti-neoliberal, anti-imperialista hoy conduce a esta Izquierda latinoamericana, por su propio camino,
sus propias experiencias levantan el carácter y la orientación de sus procesos revolucionarios, su revolución no es copia ni calco, es creación heroica de
cada pueblo. Es la construcción diaria de la Democracia Participativa,
Democracia de Ciudadanos, Informada, Cívica y Republicana, forjando
nuevos liderazgos, reconoce las nuevas formas de Ciudadanía cultural, étnica, diferenciada, activa e institucionalizada
en general. (Sexual, Ambiental, Comunicacional, Religiosa, juvenil, etc.), que
en la práctica de las clases y la lucha
de clases, constituye y representa la columna vertebral de los procesos
revolucionarios, que hoy en la
coyuntura caminan por alternativas, propuestas y
vías nuevas para construir Nuestra América, como una Patria Libre en un Mundo
Libre.
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Mandatarios de varios países de Nuestra América, están considerados como grandes Líderes Históricos, forjadores del camino de la "segunda independencia" y la construcción política de una "Nueva Democracia", procesos progresistas, izquierdistas, que no son ni copia, ni calco, son creación heroica de cada pueblo.
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SOCIÓLOGO-POLITÓLOGO EMIR SADER: LA
HEGEMONÍA POST-NEOLIBERAL.
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Por Emir
Sader.
Página /12
viernes 14 de marzo del 2014.
El movimiento de gobiernos progresistas en América latina vino para
superar y dar vuelta la página del neoliberalismo. Tuvieron un comienzo en que
se fueron sucediendo, conforme fueron fracasando los gobiernos neoliberales.
Han atacado
los puntos más débiles del neoliberalismo: la desigualdad social, la centralidad
del mercado, los acuerdos de libre comercio con Estados Unidos. La derecha de
cada país y Washington perdieron capacidad de iniciativa.
¿Qué iban a
decir sobre políticas sociales que disminuyen la desigualdad, la pobreza, la
miseria y la exclusión social, producidas por sus gobiernos a lo largo de tanto
tiempo? ¿Qué podrían argumentar en contra de la acción del Estado para resistir
a la recesión producida en el centro del capitalismo? ¿Cómo garantizar derechos
sociales y desarrollo económico si no a través del impulso del Estado, sobre
todo en tiempos de recesión? ¿Qué argumentos podrían tener en contra de la
intensificación del comercio con China, del comercio regional –dos de los
únicos elementos dinámicos en una economía mundial recesiva–? ¿Qué pueden
argumentar en contra de la extensión del mercado interno de consumo popular,
que extiende el acceso de la gente a bienes fundamentales de consumo, a la vez
que abren espacios de realización para la producción nacional?
Donde se han
instalado gobiernos progresistas, las derechas latinoamericanas han quedado
reducidas a la inacción, a la oposición sin alternativas. Basta con decir que
en los países en que se han aprovechado de gobiernos todavía débiles, para
recuperar el poder –como en Honduras y Paraguay–, aun ahí lo han hecho por la
vía de golpes blandos, hiriendo la misma institucionalidad construida por
ellos.
Pero un
revés de esa dimensión, propiciada por tantos gobiernos progresistas a la vez
en América latina, aislando como nunca a los EE.UU., no podría dejar de tener
contraofensivas de parte de las derechas locales y de Washington. Las primeras
reacciones fueron netamente golpistas, de las que el intento de 2002 en
Venezuela fue el ejemplo más expresivo y que cerró el período de intentos
golpistas de viejo estilo.
Enseguida
vinieron otros intentos, más diversificados. Una modalidad que se repite
siempre es el intento de tildar a los gobiernos de “corruptos”, que se asocia a
la idea de que los partidos de izquierda se apropian del Estado para sus fines
y de que toda fuente de corrupción viene del Estado. La ofensiva en contra del
gobierno de Lula en 2005 es el mejor ejemplo de esta modalidad.
En Bolivia,
la renovada iniciativa de la derecha tuvo como tema la reivindicación de la
autonomía de provincias en contra del gobierno central de Evo Morales.
Posteriormente, el tema ecológico fue utilizado por la oposición para apoyar
marchas en contra del gobierno.
En
Argentina, la ofensiva del 2007 en contra del gobierno de Cristina Kirchner se
centró en la elevación de impuestos a la exportación de la soja.
Posteriormente, temas vinculados con la inflación y al desabastecimiento –al
igual que actualmente también en Venezuela– son los centros de las campañas
opositoras.
El listado
podría ser más largo y debiera ser, especialmente, más detallado. Sin embargo,
nos basta para que podamos, en primer lugar, constatar que lo que la Cepal
llamara, en su momento, un período “fácil” de acumulación, ya fue superado. Las
derechas se recomponen y, contando con EE.UU., buscan recuperar iniciativa. No
tienen propuestas alternativas de gobierno, oscilan entre afirmar que harán “lo
mismo pero mejor”, a distintas formas de retroceso a políticas neoliberales –de
las que el ejemplo más claro son las posiciones brasileñas reivindicando el
equipo económico del gobierno de Cardoso–.
Lo que es
cierto es que los gobiernos posneoliberales han logrado un gran apoyo popular,
centralmente por sus políticas sociales, que son determinantes en el continente
más desigual del mundo. Pero cuando hay fallas en las políticas sociales, ya
sea directamente por problemas en las áreas correspondientes o, indirectamente,
por ejemplo, cuando procesos inflacionarios quitan capacidad de compra a los
salarios, se pierden apoyos populares.
Las
políticas sociales, por esenciales que sean, permiten formas de consenso
pasivo, como las sucesivas victorias electorales, aun a pesar de los monopolios
privados de los medios de comunicación. Pero el paso de los consensos pasivos –aquellos
en que, consultadas, las personas se pronuncian a favor de los gobiernos por
sus políticas de carácter popular– a consensos activos, en que la gente dispone
de argumentos a favor de esas políticas, de valores correspondientes a las
formas de vida solidarias, y se dispone a organizarse y a movilizarse en su
defensa, requiere estrategias específicas de construcción de hegemonías
alternativas.
Esos
análisis tienen que tomar en cuenta el marco general de la hegemonía
conservadora, incluyendo las formas de vida y de consumo exportadas por EE.UU.,
el monopolio de los medios de comunicación y los otros factores que componen el
período histórico que vivimos en América latina.
Hay que
denunciar siempre las maniobras de la derecha y de su gran aliado, el gobierno
de los EE.UU., pero hay que tener conciencia de que, cuando logran retomar la
iniciativa e imponer reveses a las fuerzas progresistas, es porque han
encontrado errores en esas fuerzas. Es hora de hacer un balance de las
trayectorias recorridas por esos gobiernos, desde el triunfo de Hugo Chávez en
1998, pasando por todos los avances y los tropiezos desde entonces, en la
perspectiva de la formulación consciente de estrategias de hegemonía
posneoliberales, tomando en cuenta las fuerzas propias y las de los
adversarios, así como nuestros objetivos estratégicos.
Ellos siempre actuarán conforme sus
intereses y objetivos. Nos toca tener los nuestros claros, hacer balances
constantes y actuar de forma coordinada.
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