TSIPRAS RENUNCIÓ Y ANTICIPÓ LAS ELECCIONES.
El Premier griego
busca solidificar su base de apoyo tras la fractura del Syriza.
A siete meses de
haber asumido y tras obtener el primer envío del rescate acordado con Europa,
el premier dijo que no lograron todo lo que prometieron, pero salvaron al país.
Se presentará para la reelección. Tras obtener el primer suministro de 26.000 millones de euros en el marco del nuevo
plan de ayuda a Grecia, el premier Alexis
Tsipras renunció ayer y convocó a elecciones anticipadas para el 20 de septiembre. El líder de Syriza
busca solidificar su base en las nuevas elecciones legislativas después de que
su partido se fracturara entre quienes lo respaldaron y aquellos que
cuestionaron el ajuste acordado con Europa.
A siete meses de
haber asumido, Tsipras explicó en un mensaje televisado que le iba a presentar su renuncia y la de su
gabinete al presidente de la República,
Prokopis Pavlópulos. “Tengo la
conciencia tranquila y estoy orgulloso de la batalla que he dado. Sé que no
logramos todo lo que prometimos al pueblo griego, pero hemos salvado al país.
Hemos dado el mensaje a Europa de que tenemos que acabar con la austeridad”,
subrayó. El político debió reconocer que el acuerdo alcanzado con los
acreedores no es el que esperaba. Sin embargo, Tsipras dijo sentirse orgulloso de la negociación, ya que considera
que Europa no es la misma tras su gobierno. “Quiero
ser completamente franco con ustedes. No logramos el acuerdo que deseábamos
antes de las elecciones de enero. Pero fue el mejor que podíamos lograr.
Estamos obligados a observarlo, pero al mismo tiempo haremos nuestros mayores
esfuerzos para minimizar sus consecuencias negativas”, señaló. Y recordó
que al comienzo de las rondas de diálogo,
los acreedores proponían un período de cinco meses y la implementación de
medidas duras como la eliminación de las ayudas sociales, pero finalmente su
gobierno logró un acuerdo de tres años.
Por otro lado,
Tsipras pidió a sus compatriotas
que decidan en las nuevas elecciones “quién va a dirigir al pueblo griego en el
futuro” y anticipó que se presentará a la reelección. “Voy a pedir la confianza, el voto del pueblo griego para gobernar. No
daré marcha atrás y seguiré defendiendo mis ideales”, sostuvo en su
discurso. “El pueblo debe tomar el poder
en sus manos; ustedes deben decidir si logramos llevar al país por un camino
positivo; ustedes deben decidir si somos capaces de llevar al país a la salida
del memorándum”, agregó el ahora ex
premier.
Tras anunciar su
dimisión, Tsipras se reunió con el mandatario heleno para presentarle formalmente su renuncia e iniciar
el proceso previsto por la Constitución. Pavlópulos encargará al ahora ex
premier la formación de un nuevo gobierno en un plazo de tres días, a lo que
éste ya dijo que renunciará. La ley señala que, puesto que la renuncia del
primer ministro ocurre antes de completar un año en el poder, ahora debería
permitirse a los dos principales partidos de la oposición –en este caso el conservador Nueva Democracia (ND) y el
ultranacionalista y filonazi Amanecer Dorado– tratar de formar gobierno.
Sin embargo, se espera que ninguno de los dos partidos obtenga el suficiente apoyo
en el Parlamento. En ese caso, se formará un gobierno transitorio que tiene
como único cometido la organización de las elecciones anticipadas en un plazo
máximo de 30 días. En este caso, el premier tiene que ser uno de los
presidentes de los tres tribunales supremos de Grecia.
Con
su jugada, Tsipras busca librarse de las voces díscolas dentro de su partido y
atraer al electorado de centro.
Se esperaba que
Tsipras anunciara elecciones anticipadas en cualquier momento, dado que el viernes pasado no
logró el apoyo de su mayoría de gobierno durante la votación del rescate
financiero del país. Sobre todo a causa de los numerosos ajustes, tales como
aumento del IVA para determinados sectores, eliminación de las jubilaciones
anticipadas y aumento de la edad de retiro, e incluso la reciente privatización de 14 aeropuertos regionales, cuya concesión
cayó el martes en manos de la empresa
alemana Fraport. Estas medidas lograron que numerosos miembros de Syriza pusieran el grito en el cielo y
acusaran a su líder de capitular,
por lo que decenas de legisladores del partido votaron en contra de la
ratificación del rescate en el Parlamento.
El acuerdo con los acreedores evitó que el país heleno entrara en
cesación de pagos, pero a su vez lo está condicionando a que implemente
reformas económicas neoliberales y fuertes ajustes, medidas que Tsipras había prometido durante su
campaña electoral no volver a adoptar nunca más. Pero sin el rescate, que fue
aprobado a raíz de la obtención de los votos de la oposición, Grecia enfrentaba
un default y una salida del euro potencialmente catastrófica, y Tsipras insistió ayer con su argumento
de que, aunque no está de acuerdo con todas las condiciones del rescate, no
tenía otra opción que aceptarlo e implementar las exigencias de los acreedores.
En el mismo día en que el país
consiguió la financiación que necesitaba para mantenerse a flote y dentro
del euro, el saliente primer ministro explicó que se sentía moralmente obligado
a someter su gestión a la opinión soberana del pueblo. Pese a su giro respecto
de los ajustes, Tsipras todavía tiene un gran apoyo popular y era el que mejor
medía, por lejos, en los últimos sondeos. Según
analistas, con su jugada, el premier busca librarse de las voces díscolas
dentro de su partido y atraer al electorado de centro. De este modo, quizás
especule con que pueda lograr un mejor resultado si los comicios se celebran
antes de que el electorado empiece a sentir los efectos de los nuevos recortes.
Por otro lado, en los próximos comicios es probable que se presente un nuevo partido surgido de la escisión de Syriza. Esto se debe a que fue la
facción más radical, la Plataforma de Izquierda, la que se opuso a la aprobación del rescate que desencadenó la
cita con las urnas. Todo apunta a que este sector, que representa a menos del 30 por ciento de los integrantes
del frente gobernante, podría anunciar en breve la creación de su propio
partido. Es por eso que algunos analistas apuntan a que la proximidad de la
cita electoral habría sido calculada con la intención de que esta nueva formación tenga muy poco tiempo para organizar la
campaña electoral y dar a conocer sus postulados a los votantes.
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EL
APOCALIPSIS GRIEGO. RENUNCIA PREMIER TSIPRAS.
La tarea del
gobierno griego es prepararse para la próxima crisis financiera.
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El
tratamiento que la Unión Europea le da a Grecia no es tecnocrático, sino
político en su estado más puro, incluso en contra de sus intereses económicos.
No hay salida fácil. El milagro de Syriza y el riesgo para la izquierda.
Página /12 viernes 21 de agosto del
2015.
Slavoj Zizek *
Cuando mi breve ensayo sobre Grecia El coraje de la desesperación (publicado el 25 de
julio en Página/12) fue reeditado en la revista estadounidense In These Times,
después del referéndum, su título fue cambiado a “Cómo Alexis Tsipras y Syriza manipularon a Angela Merkel y los eurócratas”. Aunque creo que aceptar
efectivamente los términos de la Unión Europea (UE) no fue una derrota fácil,
estoy muy lejos de tener una visión tan optimista. La inversión del No del referéndum al Sí a Bruselas fue un
verdadero impacto devastador, una catástrofe demoledora y dolorosa. Más
precisamente, fue un apocalipsis en ambos sentidos de la palabra, la habitual
(catástrofe) y la original literal (revelación): el antagonismo básico, el
punto muerto de la situación estaba claramente revelado.
Muchos comentaristas de izquierda (Habermas incluido) se equivocaron al leer el conflicto
entre la Unión Europea (UE) y Grecia como el conflicto entre la
tecnocracia y la política: el tratamiento de la UE a Grecia no es tecnocrático, sino político en su estado más
puro, incluso en contra de sus intereses económicos (como lo aseguró claramente
el Fondo Monetario Internacional, un
verdadero representante de la fría racionalidad económica, que declaró inviable
el plan de rescate). En todo caso, era Grecia
la que representaba la racionalidad económica y la UE la que representaba la pasión política ideológica. Después que
los bancos griegos y Bolsa reabrieron, hubo una tremenda fuga de capitales y
una caída de las acciones que no fueron principalmente una señal de la
desconfianza en el gobierno de Syriza,
sino la desconfianza de las medidas impuestas por la UE, el claro brutal
mensaje que (como estamos acostumbrados a decirlo en términos animistas) el
capital mismo no cree en el plan de rescate de la UE. (Y, por cierto, la mayor parte del dinero dado a Grecia va a los bancos privados
occidentales, lo cual significa que Alemania y otras potencias de la UE están gastando el dinero de los
contribuyentes para salvar a sus propios bancos, que cometieron el error de dar
préstamos incobrables. Por no hablar del hecho de que Alemania se benefició
enormemente con la huida del capital griego de Grecia a Alemania.)
Cuando
Varoufakis justificó su voto en
contra de las medidas impuestas por Bruselas, comparó el tratado con el Tratado de Versalles, que fue injusto y
albergaba una nueva guerra. Aunque su paralelo es correcto, yo preferiría otro,
el tratado de Brest-Litovsk entre la
Rusia soviética y Alemania a principios de 1918, en el que, para consternación
de muchos de sus partidarios, el
gobierno bolchevique cedió a las indignantes demandas de Alemania –es
verdad que se retiraron, pero eso les dio un respiro para fortalecer su poder y
esperar. Y lo mismo pasa con Grecia
hoy en día: no estamos al final, la retirada griega no es la última palabra por
la sencilla razón de que la crisis golpeará de nuevo, en un par de años, si no
antes, y no sólo en Grecia. La tarea
del gobierno de Syriza es prepararse
para ese momento, para ocupar pacientemente posiciones y planear opciones.
Mantener el poder político en estas condiciones imposibles, sin embargo,
proporciona un espacio mínimo para la preparar el terreno para la acción futura
y para la educación política.
Ahí reside la paradoja de la situación: si bien el plan
de rescate no va a funcionar, no hay que ponerse nervioso y abandonar sino
seguir hasta la próxima explosión –¿por qué? Por la obvia falta de preparación
de Grecia para el Grexit– no había Plan B para saber cómo
hacer esta muy difícil y compleja operación. Hasta ahora, el gobierno de Syriza operaba sin controlar realmente
el aparato del Estado con sus dos millones de empleados: la policía y el Poder
Judicial pertenecen en su mayoría a la derecha política, la administración es
parte integrante de la máquina clientelista corrupta, etc. Y es precisamente en
esta vasta maquinaria estatal que uno tendrá que depender en el caso de la
inmensa obra de Grexit. (Nosotros
deberíamos también tener en cuenta que Grexit
era el plan del enemigo, incluso hay rumores de que Schauble, el ministro de Finanzas alemán, ofreció 50 mil millones
de euros a Grecia si dejaba la zona euro.) Lo que hace que al gobierno de Syriza tan preocupante es precisamente
el hecho de que es el gobierno de un país dentro de la Eurozona. La vehemencia
con la que se le ha opuesto se debe precisamente a la existencia de Grecia en
la Eurozona. ¿A quién le importaría realmente, llegar al poder en un pequeño
país con el dracma como su moneda?
¿Qué espacio de maniobra tiene el gobierno de Syriza cuando se ve reducido a
promulgar la política de su enemigo? (N. de la Ed. este artículo fue escrito
antes de la renuncia de Tsipras.) ¿Debería
dimitir y convocar a nuevas elecciones en lugar de impulsar una política
opuesta directamente a la de su programa? Tal medida es muy fácil, es en última
instancia una nueva versión de lo que Hegel llamaba el Alma Hermosa. Como dijo Etienne Balibar, más que nada Syriza necesita ganar tiempo, y las
potencias de la UE están haciendo todo lo posible para privar de tiempo a Syriza –tratan de arrinconar a Syriza, forzando una decisión rápida:
capitulación completa o Grexit. ¿Tiempo para qué? No sólo para prepararse para
la próxima crisis. Siempre debemos tener en cuenta que la tarea básica del
gobierno de Syriza no es ni el euro
ni el ajuste de cuentas con la UE, sino, sobre todo, la reorganización radical
de las largamente corruptas instituciones políticas y sociales de Grecia: el
extraordinario problema que enfrenta Syriza
–que no sería enfrentado por ningún otro partido político en el gobierno– es el
de reformar los marcos institucionales internos bajo un asalto institucional
externo (como la propia Alemania lo hizo a principios de 1800 bajo la ocupación
francesa).
El
problema que Grecia enfrenta ahora
es el uno de “gobernabilidad de izquierda”:
la dura realidad de lo que significa para la izquierda radical gobernar en
el mundo del capital global. ¿Qué opciones tiene el gobierno? Los candidatos
obvios –simple social-democratización, Estado-socialismo, abstinencia de Estado
y dependencia de los movimientos sociales–, obviamente, no son suficientes. La
verdadera novedad del gobierno de Syriza
es que es un evento gubernamental, la primera vez que una izquierda radical
occidental (y no al viejo estilo comunista) tomó poder del Estado. Discursos enteros
tan queridas por la Nueva Izquierda,
como el de actuar por fuera del Estado, tienen que ser abandonados: uno tiene
que asumir heroicamente la plena responsabilidad del bienestar de todo el
pueblo y dejar atrás la actitud crítica básica de la izquierda de encontrar una
perversa satisfacción en brindar explicaciones sofisticadas de por qué las
cosas tenían que tomar un giro equivocado.
La elección que el gobierno Syriza enfrentaba es una real elección difícil que no debería ser
tratada en términos pragmáticos brutales, no es una gran elección de principios
entre el acto verdadero y la traición oportunista. Las acusaciones al gobierno Syriza de “traición” están hechas para
evitar la verdadera gran pregunta: ¿cómo enfrentar al capital en la forma que
tiene hoy? ¿Cómo gobernar, cómo dirigir un Estado, “con la gente”? Es muy fácil
decir que Syriza no es sólo un
partido de gobierno, sino que tiene sus raíces en la movilización popular y los
movimientos sociales: Syriza es una
coalición contradictoria floja en sí misma, e internamente antagónica del
pensamiento y la práctica de izquierda, muy dependiente de la capacidad de los
movimientos sociales de todo tipo, totalmente descentralizada y conducida por
el activismo de las redes de solidaridad en un amplio campo de acción a través
de líneas de conflicto de clase, de género y del activismo sexual, temas de
inmigración, movimientos antiglobalización, defensa de derechos civiles y
humanos, etc”. Sin embargo, la pregunta sigue siendo: ¿cómo afecta o debería
afectar las prácticas de gobierno esta confianza en la auto-organización
popular?
En su “Grecia ha
sido traicionada”, Tariq Ali escribió: “A principios de mes estaban
celebrando el voto No”. Estaban dispuestos a hacer más sacrificios, a arriesgar
sus vidas fuera de la Eurozona. Syriza
les dio la espalda. La fecha 12 de julio 2015, cuando Tsipras llegó a un acuerdo con la UE, se convertirá en el tristemente
célebre el 21 de abril de 1967. Los tanques han sido sustituidos por los
bancos, como Varoufakis dijo después
de ser nombrado ministro de Finanzas. “Considero este paralelismo entre 2015 y
1967 convincente pero a la vez profundamente engañoso. Sí, tanques riman con
los bancos (tanks-banks en inglés), lo que significa: Grecia está ahora de
facto bajo la ocupación financiera, con su soberanía severamente reducida,
todas las propuestas del gobierno tienen que ser aprobadas por la troika antes
de su presentación al Parlamento, no sólo decisiones financieras, sino incluso
datos bajo control extranjero (Varoufakis
no tuvo acceso a los datos de su propio ministerio, ahora es acusado de
traición por intentar hacerlo), y, para colmo de males, en la medida en que el
gobierno democráticamente elegido obedece estas reglas, proporciona
voluntariamente una máscara democrática a este dictado financiero. (En cuanto a
las acusaciones recientes contra Varoufakis
por traición, muestran obscenidad en su estado más puro: mientras miles de
millones desaparecieron en las últimas décadas, y el Estado dibujaba informes
financieros, la única persona acusada fue el periodista que hacía públicos los
nombres de los propietarios de cuentas ilegales en bancos extranjeros, pero
ahora se lo acusa a Varoufakis sin
más con un pretexto ridículo. Si hay un auténtico héroe en toda la historia de
la crisis griega, es Varoufakis.)
¿Debe
entonces arriesgarse el Grexit?
Estamos confrontando aquí la tentación “evental” (concepto de Alain Badiou), la tentación, en una
situación difícil, de llevar a cabo el acto de locura, de hacer lo imposible,
de asumir el riesgo de irse cualquiera sean los costos, con la lógica
subyacente de que “las cosas no pueden ser peores de lo que son ahora.” El
problema es que ciertamente se pueden poner peor, hasta explotar en una crisis
social y humanitaria completa. La pregunta clave es: ¿existió realmente una
posibilidad objetiva de un acto emancipador adecuado para aprovechar todas las
consecuencias político-económicas del No del referéndum? Cuando Badiou habla de un evento emancipatorio,
siempre enfatiza que un hecho no es un evento en sí mismo, que sólo se
convierte en uno con carácter retroactivo, a través de sus consecuencias, a
través de la dura y paciente “obra de
amor” de los que luchan por ella, que son fieles a la misma. Por lo tanto
uno debería abandonar (“deconstruir”, incluso) el tema de la oposición entre la
marcha “normal” de las cosas y el “estado de excepción” caracterizado por la
fidelidad a un acontecimiento que interrumpe la “normal” sucesión de las cosas.
En un suceder normal de las cosas la vida continúa, siguiendo su inercia,
estamos inmersos en nuestras preocupaciones y rituales diarios, y entonces algo
sucede, algo, un despertar, la versión secular de un milagro (explosión social
emancipadora, encuentro de amor traumático ...); si optamos por la fidelidad a
este evento, toda nuestra vida cambia, nos comprometemos con la “obra de amor” y nos esforzamos para
inscribir el Evento en nuestra realidad; en algún momento, entonces, la
“evental” secuencia de acontecimientos se agota y volvemos al normal flujo de
las cosas... Pero, ¿qué pasaría si el verdadero poder de un evento se midiera
precisamente por su desaparición, cuando el evento se borra en su resultado, en
el cambio de la vida “normal”? Tomemos un evento sociopolítico: lo que queda de
él al final, cuando se agota su energía extática y las cosas vuelven a la
“normalidad”, ¿cómo es esta normalidad diferente de la normalidad pre “evental”?
Así que, volviendo a Grecia,
es fácil contar con el gesto heroico de prometer sangre, sudor y lágrimas, para
repetir el mantra que la política auténtica significa uno no debe permanecer
dentro de los límites de la posible, sino arriesgar lo imposible, pero ¿qué
implicaría esto en el caso de Grexit? En
primer lugar, no olvidemos que el referéndum no era ni sobre el euro (el 75
por ciento de los griegos prefieren quedarse en el euro), ni sobre la
permanencia en la UE o no. La pregunta era: “¿Quieres que esta situación continúe o no?” Por lo tanto, el
resultado no puede ser leído como una señal de que el pueblo griego está
dispuesto a soportar sacrificios y más sufrimiento para hacer valer su
soberanía. El No fue un No a su
situación continuada, que era la situación de austeridad, pobreza, etc. Era una
demanda de una mejor vida, no una preparación para más sufrimiento y
sacrificio. (Por lo general, el postulado “disposición para un inmenso
sufrimiento” es extremadamente problemático.) En segundo lugar, en el caso de Grexit, el Estado griego no se vería
obligado a cumplir una serie de medidas (nacionalización de los bancos,
impuestos más altos, etc.) que son simplemente el renacimiento de la vieja
soberanía política económica nacional estatal-socialista. No tengo nada en contra
de ese tipo de política, pero ¿funcionaría en las condiciones específicas de la
Grecia de hoy, con su aparato
estatal ineficiente y siendo parte de la economía global? Estos son los tres
puntos principales del plan de la Plataforma
de Izquierda antiausteridad, que enumeran una serie de medidas
“absolutamente manejables”:
1) La reorganización radical del sistema bancario, su
nacionalización bajo control social y su reorientación hacia el crecimiento.
2) El rechazo total de la austeridad fiscal (superávit primarios
y presupuestos equilibrados) con el fin de abordar con eficacia la crisis
humanitaria, cubrir necesidades sociales, reconstruir el Estado social, y sacar
a la economía del círculo vicioso de la recesión.
3) La implementación de los primeros procedimientos que
conduzcan a la salida del euro y la cancelación de gran parte de la deuda. Son
decisiones absolutamente manejables que pueden llevar a un nuevo modelo
económico orientado hacia la producción, el crecimiento y el cambio en el
equilibrio de fuerzas sociales en beneficio de la clase obrera y el pueblo.
Más
dos especificaciones adicionales:
La elaboración de un plan de desarrollo basado en la
inversión pública, pero que también permitirá la inversión privada en paralelo.
Grecia necesita una nueva y
productiva relación entre los sectores público y privado para entrar
encaminarse hacia el desarrollo sostenible. La realización de este proyecto
será posible una vez que se restablezca la liquidez, combinada con el ahorro
nacional.
Recuperar el control del mercado interno de los productos
importados revitalizará y mejorará el papel de las pequeñas y medianas
empresas, que siguen siendo la columna vertebral de la economía griega. Al
mismo tiempo las exportaciones se verán estimuladas por la introducción de la
moneda nacional.
Es difícil de ver en todo esto nada más que el juego
habitual de medidas intervencionista del Estado: el retorno a la moneda
nacional, la impresión de dinero, la financiación de grandes obras públicas,
apoyo a la industria nacional... Tales medidas, bien calibradas, pueden
funcionar, pero ¿funcionarían en la Grecia
de hoy, con una enorme deuda externa de individuos privados y empresas (que no
se puede cancelar), una economía plenamente integrada con y dependiente de Europa Occidental, dependencia que
incluye exportaciones de alimentos, de productos industriales y de insumos
médicos? En otras palabras, ¿dónde, en qué “afuera” se encontraría Grecia? ¿En el “afuera” de Bielorrusia y Cuba?
Como Paul Krugman escribió hace
poco, uno tiene que admitir que nadie sabe realmente lo que serían las consecuencias
del Grexit, es un territorio
desconocido. Sin embargo, una cosa es clara: “Grexit es un nombre para nada
menos que la política de independencia nacional”, por lo que no es de extrañar
algunos partidarios de la Plataforma de
Izquierda incluso recurran a la extremadamente problemática y (para mí)
totalmente inaceptable auto-caracterización “populismo nacional”. (Por cierto, uno tiene que rechazar ambos
mitos optimistas, el mito Plataforma de Izquierda de que hay una manera
claramente racional de hacer el Grexit
y traer una nueva prosperidad, así como el mito opuesto, defendido por, entre
otros, Jeffrey Frankel, de que, si
cumple fielmente el plan de rescate, Tsipras
puede convertirse en un nuevo Lula.)
Así que ahora la elección no es simplemente “Grexit o capitulación”: el gobierno de
Syriza se encuentra en una situación
única, obligado a hacer lo que le es opuesto. Persistir en una situación tan
difícil y no dejar el campo es coraje verdadero. El enemigo del gobierno Syriza ahora no es principalmente la Plataforma de Izquierda, sino los que
toman “sinceramente” la derrota y quieren jugar la carta de la UE. Este peligro
resulta claro cuando uno toma en cuenta el efecto de la capitulación en Syriza:
la capitulación des-radicalizó a los que se quedaron en los ministerios, con el
resultado de que o bien son incapaces o no desean (para no alterar a la troika) planear la próxima ruptura.
Además, la troika los mantiene como
conejillos de Indias en una rueda giratoria, haciéndolos correr más rápido y
más rápido para implementar sus medidas tóxicas. Han sido cooptados en cuestión
de días y son incapaces de planear nada de eso.
Por
último: en este punto, y de manera crucial, la troika está hábilmente imponiendo al gobierno
legislación que agranda y afianza aún más sus propios feudos dentro del Estado.
Por lo tanto, las unidades recaudadoras de impuestos han sido absorbidas por la
Secretaría General de Ingresos Públicos (que como ya expliqué, es manejada por
la troika) y por lo tanto el
gobierno no tiene instrumentos a su disposición para combatir la evasión fiscal
por parte de los oligarcas. Lo mismo ocurre con las privatizaciones. La troika está estableciendo nuevos
“órganos” que controla totalmente.
¿Queda
alguna esperanza? El verdadero
milagro de la situación, y una de las pocas fuentes de esperanza modesta, es
que, a pesar de la capitulación ante Bruselas, parece que alrededor del 70 por
ciento de los votantes griegos todavía apoyan el gobierno Syriza. Y la explicación es que la mayoría percibe que el gobierno
de Syriza está haciendo lo correcto
en una situación imposible.
Hay un riesgo de que la capitulación de Syriza llegará a ser solamente eso y
nada más, permitiendo el completo reingreso de Grecia a la UE como un humilde miembro en quiebra, de la misma
manera que existe un riesgo de que el Grexit
se convierta en una catástrofe a gran escala. No existe una clara respuesta
a priori aquí, cualquier decisión sólo puede ser retroactivamente justificada
por sus consecuencias. Lo que uno debiera temer no es sólo la perspectiva de
más sufrimiento por parte del pueblo griego, sino también la perspectiva de
otro fiasco que desacreditará a la izquierda en los próximos años, mientras
que los izquierdistas sobrevivientes argumentarán cómo su derrota demuestra una
vez más la perfidia el sistema capitalista.
*****
* Filósofo y crítico cultural, es profesor en la European
Graduate School, director internacional del Birkbeck Institute for the
Humanities (Universidad de Londres) e investigador senior en el Instituto de
Sociología de la Universidad de Liubliana. Su obra Menos que nada, Hegel y la
sombra del materialismo dialéctico (Ediciones Akal) se publicará en septiembre
de este año.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
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