A pesar de que las génesis de la deuda del Sur y
del Norte tengan diferencias, encontramos
similitudes sobre todo en los mecanismos que las generan y agravan y en las
consecuencias que ocasionan. En primer
lugar, cuando estallan las crisis de deuda la reacción clásica ha sido
recetar medidas de austeridad, que acaban empeorando la situación y
convirtiendo el endeudamiento en estructural. Comienza una espiral que se retroalimenta y de la que no se puede
salir. Estas políticas conllevan el
progresivo empobrecimiento de la mayor parte de la población, junto con la
creciente acumulación de recursos por parte de las élites. Las desigualdades se agravan y el poder de los ricos aumenta,
propiciando el llamado goteo inverso. Esta es la situación en la cual las rentas de las capas bajas son
absorbidas (por medio de los intereses de los permanentes préstamos, la socialización de
las pérdidas, las amnistías fiscales...) por el 10% más rico.
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LAS CIFRAS
DE LA DEUDA 2015.
Comité para la
anulación de la deuda del Tercer Mundo. (CADTM)
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Marta Luengo.
El salmón contracorriente.
Sábado 22 de agosto del 2015.
El Comité para la Anulación
de la Deuda del Tercer Mundo reedita en 2015 su informe Las cifras de la deuda
en el que, desde hace años, busca describir el “sistema deuda” del que se ha
revestido la globalización. Exponen todo un elenco de datos que no deja lugar a
dudas de quién se beneficia con este sistema. Gracias al estudio podemos ver
cómo el mecanismo que se usó en un principio en los llamados países del Sur, se
ha ido aplicando también en el Norte, especialmente a partir de 2008.
Deuda y desigualdad
Una de las ideas que este
documento quiere resaltar es la fuerte relación entre endeudamiento y
desigualdad. El informe habla de “escándalo mundial de primer orden” para
referirse a esta situación. Para justificar esta aseveración aportan algunos
datos reveladores. En 2013 el 0.7% de la población mundial (32
millones de personas) acaparaba el 41%
de la riqueza, mientras que el 68.7%
(3.200 millones) se tenía que repartir solo el 3% de la riqueza. Son datos que ha confirmado otro documento de
Intermón Oxfam, que afirma que
las 80 personas más ricas del mundo
tienen la misma riqueza que el 50% más
pobre. Para colmo, estos datos forman parte de una tendencia que va a más: el mundo cada vez es más desigual y cada
vez hay mayor concentración de la riqueza.
Según el informe, las causas del aumento de la desigualdad
son tres: el empeoramiento de la participación de los salarios en el PIB,
el aumento de la regresividad fiscal y el aumento de las desigualdades de género.
La deuda del sur
En la génesis de la deuda
del Sur hay que señalar varios factores. En
primer lugar, en la década de los 70
se experimenta la profundización de la globalización con su hecho más
determinante, la liberalización de los movimientos de capitales. Además, en
aquellos años los bancos occidentales se encontraron con liquidez extra gracias
a los petrodólares, que necesitaban invertir para obtener beneficio.
Por otro lado, los países pobres, que
necesitaban fondos para financiar proyectos para industrializarse, aceptaron gustosamente los préstamos que les
ofrecían. Las condiciones de éstos incluían tipos de interés variable, que los
hicieron atractivos en principio. Estos tipos estaban vinculados al tipo de
interés oficial estadounidense, el cual subió enormemente a finales de los 70. De unos tipos del 4-5% se pasó al 16-18%. A ello se unió
la caída de los precios de las materias primas de las que tan dependientes eran
los países en desarrollo. De la noche a la mañana, el monto a reembolsar era
mucho mayor, mientras los ingresos decrecían. El mecanismo por el cual un
préstamo inicial se convertía en una bola de nieve que iba en caída y
aumentando su volumen estaba en marcha.
Las cifras muestran a las
claras que el problema no hace más que aumentar. Desde los años 70 hasta 2012 los montos de África y
Oriente Medio, por un lado, Asia y países PECOT, por otro, y, finalmente, América Latina, se multiplicaron por
73, 102 y 165 veces,
respectivamente.
Sin embargo, el dato que
delata la flagrante estafa del mecanismo de la deuda salta cuando calculamos
cuántas veces se ha pagado el monto inicial. África y Oriente Medio pagaron 145
veces su deuda inicial, Asia (y PECOT) 163 veces, pero la palma se la lleva
América Latina, que ha pagado 407 veces su monto inicial. Resulta evidente que
la deuda externa se ha convertido en un “instrumento de bombeo de recursos
económicos de los países en desarrollo a los países acreedores”. Tanto es así,
que si se calculan las transferencias netas se puede concluir que los “países en desarrollo son acreedores
netos de los países desarrollados”.
La deuda del norte
La génesis de la deuda del
Norte nos es más conocida puesto que su explosión se da con la crisis de 2008.
Para el caso europeo, en el
informe nos señalan cuatro causas. Primera: los ingresos tributarios han ido decayendo debido a
las políticas neoliberales de adelgazamiento del Estado. Además y debido a Maastricht, se impide que los Estados se
financien por medio de bancos centrales, lo que resulta bastante más caro. En tercer lugar, las medidas de
austeridad fervientemente aplicadas y, por
último, los rescates bancarios realizados en toda la Unión Europea.
La gigantesca suma de
dinero entregada solícitamente a los bancos, además de ayudas como avales y
otras garantías, supone una sangría sin igual. Se trata, como dice el informe, “de una verdadera bomba de tiempo para los
Estados que, además de la socialización de las pérdidas, socializan los riesgos
de las finanzas privadas”.
De tanta gravedad como el
hecho anterior es la mencionada imposibilidad de que los Estados se financien a
través de bancos centrales. Esto conlleva que los Estados paguen un precio
mucho más alto para financiarse. Se ha calculado el sobrecoste pagado por
algunos países. Por ejemplo, si Bélgica
hubiera tenido un banco central que le financiase, su deuda habría estado
alrededor de 34% en 2012, en lugar
del 100% que acumuló. Para el caso
español, Eduardo Garzón ha calculado que tal dato habría sido del 14% en lugar del 87%.
El informe también describe
la evolución de la deuda de los Estado Unidos, cuyo vertiginoso aumento hunde
sus raíces en la década de los setenta, cuando se instaura el “sistema deuda” que hoy conocemos. Con la crisis, las cifras del
rescate bancario estadounidense son escandalosas y alcanzan más de 3 billones
en ayudas directas.
Un mismo sistema.
A pesar de que las génesis
de la deuda del Sur y del Norte tengan diferencias, encontramos similitudes
sobre todo en los mecanismos que las generan y agravan y en las consecuencias
que ocasionan.
En primer lugar, cuando estallan las crisis
de deuda la reacción clásica ha sido recetar medidas de austeridad, que acaban
empeorando la situación y convirtiendo el endeudamiento en estructural.
Comienza una espiral que se retroalimenta y de la que no se puede salir. Estas
políticas conllevan el progresivo empobrecimiento de la mayor parte de la
población, junto con la creciente acumulación de recursos por parte de las
élites. Las desigualdades se agravan y el poder de los ricos aumenta,
propiciando el llamado goteo inverso. Esta es la situación en la cual
las rentas de las capas bajas son absorbidas (por medio de los intereses de los
permanentes préstamos, la socialización de las pérdidas, las amnistías
fiscales...) por el 10% más rico.
En conclusión, “el sistema deuda implica
la utilización de recursos públicos para pagar a los acreedores en detrimento
de la satisfacción de necesidades y derechos de la población”. No dejen de leer el
informe si quieren saber qué propone CADTM para intentar parar esta rueda.
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