Las ataduras políticas, como
herencia de la Guerra Fría y otras de los tiempos “modernos” dictadas por la política
imperial, con la finalidad estratégica de traerse abajo, liquidar, terminar con
la Histórica Revolución Cubana, hoy
representan verdaderos “enjambres” de la anti-política que continúan en vigencia
política y con seguridad deben continuar – incluso pos termino del gobierno del
Presidente Obama – como es obvio las
políticas de los republicanos – verdaderos ogros salvajes, del neoliberalismo,
les conviene mantenerlos con la finalidad de “ganar” votos en el próximo
proceso electoral – sectores totalmente conservadores, fascistas, salvajes –
que poco les importa las “nuevas políticas” o las “nuevas” relaciones Diplomáticas – en este caso el importante
y significativo paso dado por la política de los Demócratas. Cuba-Estados
Unidos. Incluso la mayoría de este “enjambre” neoliberal, fascista
son autores los Congresistas
Republicanos, activos defensores y protectores de los llamados “gusanos cubanos”, aquellos radicales
anti-Castristas que por lo general viven en
Miami y gozan de todas las preferencias del imperialismo.
Debe transcurrir un buen tiempo
para romper estas ataduras, pero todo ello estaría concatenado a como avance el
proceso político progresista, nacionalista, democrático e izquierdista que hoy
está vigente en varios países de América latina, pero también por la “otra vereda” corre a pasos agigantados la gran
burguesía neoliberal – conservadores , “nuevas” oligarquías, comercial
exportadoras – las grandes y únicas beneficiadas con las políticas del crecimiento macro-económico latinoamericano,
ellos pues representan el 1% de la población que hoy es propietaria del 70% de la riqueza acumulada en Nuestra América es
parte real y objetiva de la Mundialización de la Desigualdad Económico-social,
hoy está en las calles y plazas públicas, protagonista de un proceso político
de carácter golpista-militarista. Este proceso nacionalista si se cae,
será muy difícil presionar nuevas relaciones en los siguientes años, pero si se consolidan los procesos democráticos,
con plena seguridad el imperialismo asumirá nuevas políticas con respecto a
América latina porque en la
práctica, debe irse construyendo un nuevo escenario, desde la consolidación de
las Nuevas Instituciones como UNASUR, MERCOSUR, CELAC, ALBA y el propio proceso de
Integración de América Latina.
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LEYES VIEJAS PARA UNA NUEVA
POLÍTICA.
A pesar del deshielo con Cuba, Estados
Unidos mantiene vigente un entramado legal contra la Isla.
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El gobierno de Obama no
ha derogado normas de principios del siglo XX, también de la Guerra Fría, e
incluso las llamadas Ley Torricelli de 1992 y Helms-Burton de 1996.
Página /12 lunes 17 de
agosto del 2015.
Por Gustavo Veiga
Las viejas leyes de
Estados Unidos para Cuba conviven con la nueva política que declama. Son las
herramientas legales que hasta ahora el gobierno de Barack Obama no ha querido
o no ha podido desmontar. Normas de principios del siglo XX, también de la Guerra
Fría, e incluso las llamadas Ley Torricelli de 1992 y Helms-Burton de 1996. La
más antigua que afecta a la isla es la llamada Trading with the Enemy Act, que
significa Ley de Comercio e Intercambio con el Enemigo. Es de 1917 y se acerca
a cumplir cien años con una particularidad. El único país del mundo afectado
por su alcance es Cuba. Ni siquiera se aplica a Corea del Norte, la última
nación con la que compartía ese incómodo privilegio hasta 2008. Con el
agravante de que el presidente de EE.UU. la prorrogó por un año más el 5 de
septiembre de 2014, o sea, cuando ya había iniciado las gestiones para encauzar
las relaciones con La Habana.
La Ley de Comercio con
el Enemigo fue promulgada en el Congreso de Estados Unidos hace 98 años. Le
otorga al jefe de Estado la facultad para restringir al mínimo el intercambio
con países denominados “hostiles”. Para contextualizarla, vaya la mención de un
dato histórico. En octubre de 1942, diez meses después de ingresar en la
Segunda Guerra Mundial, el gobierno norteamericano de Franklin Roosevelt le
aplicó esa ley a un banco de EE.UU. acusado de comerciar con Alemania. ¿Quién
estaba detrás de esa relación? Prescott Bush, padre y abuelo de los dos
presidentes de esa dinastía que gobernaron la nación durante tres períodos. Entre
1989 y 1993 George HW y de 2001 a 2009 George W. Bush.
La sección 5 de la Ley
de Comercio con el Enemigo votada el 6 de octubre de 1917 delega en el
presidente la posibilidad de aplicar sanciones económicas en época de guerra o
en cualquier otro período de emergencia nacional. Obama la extendió en el
tiempo hace menos de un año. El es apenas un imitador: anteriores jefes de
Estado la prorrogaron por más de medio siglo sucesivamente. La primera
consecuencia que sufrió el gobierno cubano se remonta a 1963, cuando en virtud
de la ley se hicieron regulaciones sobre los activos de la incipiente
revolución que había liderado Fidel Castro. Ya estaba vigente el bloqueo que se
mantiene inalterable hasta hoy en su arquitectura legislativa.
Cuando se habla del bloqueo
o se lo compara de manera equivocada con un embargo, a menudo no se recuerda
una situación. La Convención de Ginebra de 1948 para la Prevención y la Sanción
del delito de genocidio lo considera un acto de guerra económica de acuerdo con
lo establecido en la Declaración relativa al Derecho de la Guerra Marítima que
adoptó la Conferencia Naval de Londres de 1909.
La Dirección General de
Estados Unidos de la Cancillería cubana sostiene en un documento que “la acción
de prorrogar la Ley de Comercio con el Enemigo para Cuba se repite cada año,
por lo que se ha convertido en un procedimiento rutinario de la Casa Blanca,
que luego de más de 50 años no ha renunciado a esta obsoleta y fracasada
política hacia Cuba...”. Esa norma no es la única vigente. Hay más. Se pueden
mencionar la Ley de Asistencia Exterior de 1961; la de Administración de las
Exportaciones de 1979; la Torricelli de 1992 y la Helms-Burton de 1996.
La primera es del 4 de
septiembre de 1961, cuando se prohibió todo tipo de asistencia a Cuba y se
autorizó al presidente estadounidense a establecer y mantener el embargo total
sobre el comercio entre Estados Unidos y la isla. La de Administración de las
Exportaciones del ’79 concedió al jefe de Estado la autoridad para extender los
controles a las exportaciones por razones de política exterior y dispuso que en
adelante no se requeriría de la existencia de una situación de emergencia
nacional o de una amenaza a la seguridad nacional, a la política exterior o a
la economía de Estados Unidos, para imponer o continuar la aplicación de
medidas económicas contra países extranjeros.
Más conocida porque
lleva el nombre de su autor, el ex senador demócrata Robert Torricelli, esta
ley fue promulgada durante el gobierno del ex presidente George Bush padre, el
23 de octubre de 1992 y en plena campaña electoral. Su propósito, entre otros,
fue granjearse las simpatías del electorado anticastrista del estado de
Florida.
También llamada Ley para
la Democracia Cubana (CDA, por sus siglas en inglés), con ella, Estados Unidos
reforzó las medidas económicas contra Cuba y estableció el entramado normativo
para justificar la extraterritorialidad del bloqueo. La Ley Torricelli prohíbe
a compañías subsidiarias norteamericanas en terceros países realizar
transacciones con el gobierno de la Isla o sus ciudadanos y la entrada a
territorio norteamericano, durante un plazo de 180 días, de los barcos de
terceros países que hubieran tocado puertos cubanos, entre otras medidas
unilaterales.
La Ley
HelmsBurton es del 12 de marzo de 1996 y se aprobó durante el gobierno de Bill
Clinton. Se la conoce también como Ley Libertad, y lleva los nombres de sus
principales promotores: el senador republicano por Carolina del Norte, Jesse
Helms, y el representante demócrata por Illinois, Dan Burton, que expresaron el
sentir de los sectores más conservadores de la política estadounidense. En la
práctica representa que cualquier compañía no norteamericana que mantenga
relaciones comerciales con Cuba puede ser sometida a represalias legales, y
hasta sus ejecutivos pueden ver prohibida su entrada en Estados Unidos. Su
mensaje de represalia es tan punitivo como extraterritorial: las compañías
internacionales deben elegir entre comerciar con Cuba o hacerlo con EE.UU.
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