La
irrupción de estas grandes inundaciones y sus miles de evacuados dejan muy en
claro la gravedad del problema. Pero también muestra que hay muchos factores
intervinientes, y se vuelve muy difícil indicar si uno fue el más importante.
Por lo tanto, estamos ante escenarios caóticos en el manejo y gestión de los
sistemas hídricos en la región. En unas
regiones llovió en demasía, en otros sitios desaparecieron los humedales y
bosques que amortiguan el crecimiento de los cursos de agua, y en otras
zonas los sectores más pobres invaden las orillas de los ríos. A su vez, se
autorizan distintas canalizaciones, desecaciones, deforestaciones y otras
intervenciones en los ecosistemas. Las
estrategias productivas basadas en monocultivos han provocado severos impactos
en los ecosistemas, alterando la dinámica del agua a escala regional. Todos
estos componentes interactúan y se entremezclan en distinto grado.
Las
perspectivas convencionales tienen muchas dificultades para lidiar con estos
fenómenos que involucran a muchos factores sobre el ambiente. Es que las
posturas tradicionales piensan usualmente en relaciones directas entre unas
pocas causas y sus efectos. En estos
casos, en cambio, interactúan múltiples procesos, no hay necesariamente
vínculos simples causa-efecto, y todos ellos se derraman en enormes áreas geográficas.
A su vez, la visión simplista pone toda su fe en unas pocas respuestas,
olvidando que muchas veces las estrategias paliativas pueden contribuir a
agravar el problema. Por ejemplo, una
solución a escala local (como puede ser construir defensas para evitar las
crecidas), podría agravar la problemática a escala regional. Finalmente,
tampoco puede olvidarse que los tiempos políticos son muy distintos de los
tiempos de los ecosistemas. Algunos de
estos factores son globales, como El Niño, pero la mayor parte de los otros
son de resorte nacional e incluso local, como tolerar la deforestación o
permitir desecar humedales. Los gobiernos involucrados en estas inundaciones han acusado a El Niño e incluso al cambio
climático global, ya que eso les permite desviar la
atención sobre sus responsabilidades nacionales y locales.
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ECOLOGÍA POLÍTICA DEL CAOS HÍDRICO.
INUNDACIONES SUDAMERICANAS.
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Gonzalo Gutiérrez Nicola.
ALAI.- América Latina en Movimiento.
Rebelión viernes 15 de enero del 2016.
Las recientes inundaciones en las cuencas de los
ríos Paraná y Uruguay cobraron notoriedad por dejar a miles de familias
evacuadas. Pero también mostraron las consecuencias de un persistente deterioro
ambiental, la incapacidad de los gobiernos en coordinar sus políticas en
ambiente y aguas, y el avance del desarrollo convencional.
Se han esgrimido varias razones para explicar las
inundaciones que ocurrieron a fines de 2015 e inicios de 2016. Muchos
identificaron el fenómeno climático conocido como El Niño como el principal
responsable de las intensas lluvias producidas en la cuenca, pero otras voces
señalaron la falta de planificación en la urbanización de ciudades ribereñas,
las escasas obras de contención para evitar los desbordes, la ausencia de
sistemas de alerta y de estrategias de evacuación y los efectos de las
represas.
Otro factor identificado como responsable son las
estrategias extractivistas promovidas en los últimos años en la región, en
particular el monocultivo de soja que provocó una severa deforestación
eliminando (como sostiene Darío Aranda [1]).
En efecto, durante lo que va del siglo se intensificó en los cuatro países de
la cuenca del Paraná y Uruguay el monocultivo de soja a gran escala destinado a
la exportación. Los impactos sociales y ambientales de esa estrategia han sido
debidamente estudiados y denunciados en varias oportunidades (por ejemplo,
desde CLAES en Lapitz, Evia & Gudynas [2]).
A su vez, un factor que también ha sido señalado,
aunque con menos énfasis de lo que se debería, es la pérdida de humedales y
zonas de bañados en los países de la región (ver por ejemplo la posición de los
Guardianes del Iberá, Argentina [3]).
Los humedales se sitúan en tierras bajas y actúan como una esponja natural
capaz de contener grandes cantidades de agua. La pérdida de estas áreas con
fines productivos –principalmente para el cultivo de arroz y la forestación– ha
provocado cambios en el régimen hídrico, y las aguas llegan a nuevos sitios,
inundándolos.
La irrupción de estas grandes inundaciones y sus
miles de evacuados dejan muy en claro la gravedad del problema. Pero también
muestra que hay muchos factores intervinientes, y se vuelve muy difícil indicar
si uno fue el más importante. Por lo tanto, estamos ante escenarios caóticos en
el manejo y gestión de los sistemas hídricos en la región. En unas regiones
llovió en demasía, en otros sitios desaparecieron los humedales y bosques que
amortiguan el crecimiento de los cursos de agua, y en otras zonas los sectores
más pobres invaden las orillas de los ríos. A su vez, se autorizan distintas
canalizaciones, desecaciones, deforestaciones y otras intervenciones en los
ecosistemas. Las estrategias productivas basadas en monocultivos han provocado
severos impactos en los ecosistemas, alterando la dinámica del agua a escala
regional. Todos estos componentes interactúan y se entremezclan en distinto
grado.
Las perspectivas convencionales tienen muchas
dificultades para lidiar con estos fenómenos que involucran a muchos factores
sobre el ambiente. Es que las posturas tradicionales piensan usualmente en
relaciones directas entre unas pocas causas y sus efectos. En estos casos, en
cambio, interactúan múltiples procesos, no hay necesariamente vínculos simples
causa-efecto, y todos ellos se derraman en enormes áreas geográficas. A su vez,
la visión simplista pone toda su fe en unas pocas respuestas, olvidando que
muchas veces las estrategias paliativas pueden contribuir a agravar el
problema. Por ejemplo, una solución a escala local (como puede ser construir
defensas para evitar las crecidas), podría agravar la problemática a escala
regional. Finalmente, tampoco puede olvidarse que los tiempos políticos son muy
distintos de los tiempos de los ecosistemas.
Algunos de estos factores son globales, como El
Niño, pero la mayor parte de los otros son de resorte nacional e incluso local,
como tolerar la deforestación o permitir desecar humedales. Los gobiernos
involucrados en estas inundaciones han acusado a El Niño e incluso al cambio
climático global, ya que eso les permite desviar la atención sobre sus
responsabilidades nacionales y locales.
A su vez, mientras estas inundaciones se
manifiestan como un drama regional, afectando a cuatro países, no existen
buenos mecanismos de coordinación entre los estados para lidiar con el manejo
del agua y los ambientes compartidos. No ha sido posible lograr en el seno del
MERCOSUR efectivas gestiones de cuenca.
La propia cobertura en los medios de prensa
convencionales es sintomática de la mirada fragmentada que se tiene sobre el
tema; en particular en Argentina y Uruguay se señala a la inundación como un
fenómeno que “viene de afuera” y sobre el que poco podemos hacer más allá de
tomar recaudos para minimizar sus impactos. Las referencias a otros países no
van más allá del conteo de evacuados y alguna referencia puntual, como la
evacuación de los leones de un zoológico en una ciudad uruguaya. No se
dimensiona ni se responsabiliza a las estrategias productivas utilitaristas
sobre el ambiente promovidas desde todos los países de la cuenca.
A diferencia de la mirada convencional, debe
entenderse que problemas como estas inundaciones, sin duda pueden estar
agravados por una transformación global (cambio climático), pero sobre todo son
consecuencia de decisiones tomadas en cada país. En tanto los efectos se
vuelven regionales, es necesario trascender las lógicas nacionales, para pensar
y diseñar las soluciones entre los cuatro países involucrados (Argentina,
Brasil, Paraguay y Uruguay). Sus contenidos no pueden ser solamente las
respuestas en la emergencia, tales como los planes para lidiar con miles de
evacuados, sino también organizar planes de acción para evitar que ocurran esas
inundaciones y que si suceden, evitar que afecten a miles de familias.
En el centro de esa discusión deberán estar las implicancias
de estrategias de desarrollo basadas en los extractivismos, y entre ellos, en
los monocultivos que se aplican en toda la región. También la falta de
planificación en los usos del suelo y en la urbanización. Los responsables aquí
son los gobiernos nacionales como municipales.
Es necesario generar mecanismos que permitan la
participación de la ciudadanía en la discusión y fortalecer el vínculo entre
las comunidades de la cuenca. Aquí una vez más la visión fragmentada promovida
por los gobiernos y los medios ha consolidado un nacionalismo estrecho. Se
amplifican las diferencias entre comunidades que tienen mucho en común desde el
punto de vista cultural e histórico, y que obtendrán mayores beneficios en el
trabajo conjunto antes que en la confrontación. La perspectiva de bio-regiones
es una alternativa a tener en cuenta, en la línea de desarrollar estrategias de
complementariedad ecológica y productiva entre los países.
Los gobiernos de la región han minimizado –cuando
no ridiculizado– las advertencias de organizaciones ambientalistas y de la
academia; otro tanto han hecho con las miradas de las comunidades locales e
indígenas. Pero la discusión e investigación sobre las inundaciones como
fenómeno socio-ambiental debe ser un asunto prioritario y darse en un marco muy
amplio, donde sean escuchadas todas las voces y los actores involucrados.
En la medida en que prevalezcan miradas sesgadas
con énfasis utilitaristas –sean promovidas por gobiernos progresistas o por
gobiernos de derecha– que consideren a la naturaleza como un conjunto de
recursos destinados al consumo humano, seguiremos asistiendo año a año a los efectos de cada nueva
inundación sobre las comunidades y el ambiente.
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Referencias
[1] Aranda,
Darío. La mano humana tras el agua. Página 12, 29 diciembre 2015 http://goo.gl/y9A50o
[2] Lapitz,
R., Evia, G. y Gudynas, E. (2004) Soja y carne en el Mercosur. Comercio,
ambiente y desarrollo agropecuario. Editorial Coscoroba, Montevideo.
[3]
Argentina: Inundaciones, arroceras y forestaciones agravan la
situación del incremento de cuerpos de agua en Corrientes. BiodiversidadLAhttp://goo.gl/qvdFGm
- Gonzalo Gutiérrez Nicola es investigador en el Centro Latino Americano de
Ecología Social (CLAES). www.ambiental.net
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