La Izquierda
del siglo XXI es antineoliberal?. Pero con Programas, alternativas o plataformas
políticas alternativas de clase o simplemente alternativas democráticas?.- Brasil, Argentina, Venezuela, Ecuador, Uruguay, Bolivia, países con gobiernos de izquierda democrática,
progresistas e incluso el caso de Venezuela
con programas de gobierno post-neoliberales – ubicados en la doctrina del Socialismo del Siglo XXI -, opinión
que se ha venido manejando en América Latina – en los círculos académicos, en
los centros de información de los respectivos procesos políticos, en la propia
manifestación presidencial en los Certámenes Internacionales o en los Foros
Internacionales como el Foro Social
Mundial de Porto Alegre (Ahora en poder de las ONGs y Movimientos Sociales)
– y ahora cuando, algunos pensadores muy respetables en América Latina,
comienzan a cuestionar y unos pocos expresan que el “ciclo progresista llegó a su fin”. Nos preguntamos: los gobiernos
neoliberales – desde los más moderados, responsables, democráticos (Uruguay, Ecuador, Chile) pasando por
los de “centro”, con políticas sociales que han generado efectos muy
importantes en la sociedad (Brasil,
Argentina) hasta los más radicales, de izquierda revolucionaria como Bolivia, Venezuela,
en sus programas de gobierno, en sus plataformas de lucha y los
sucesivos triunfos democráticos, “Tocaron
o NO el Estado”, cuestionaron el carácter
del Estado actual – entre los resabios del viejo populismo
asistencialista – dependentista de los 80’ del siglo XX – y la imposición de
las políticas neoliberales, los 90’
y las políticas del Consenso de Washington, que destrozaron ese modelo – y tampoco
lograron tener un “modelo ideal de Estado” para América latina, que el propio Fukuyama, NO estaba de acuerdo por haber
sido “reducido” en su tamaño y ellos – los neoliberales – planteaban su “privatización
y modernización”.
Dos derrotas
políticas y un proceso anti-político en marcha de destitución Presidencial, hoy
están presentes en Nuestra América; Argentina
(gobierno) y Venezuela
(Asamblea Nacional, llamado el “Parlamento burgués) y Brasil un proceso golpista en marcha desde la Cámara de Diputados (pero increíble un
movimiento de corruptos – demostrado, con hechos comprobados de corrupción de
lavado de dinero y cuentas ilegales en paraísos fiscales (Suiza) – contra otros
corruptos en el gobierno (algunos de ellos ya en la cárcel). La situación de Bolivia, es
totalmente diferente, desarrollando un Proyecto
Político Histórico del Socialismo Andino, del “buen vivir”, el crecimiento
macro-económico, base y fuente del
desarrollo económico-social sustentable – de protección y defensa de la Madre
Tierra (La Pacha Mama). Pero el Tema
Central de hoy es
Argentina un gobierno de la derecha
política-empresarial que en el transcurso de 20 días está liquidando lo que se
avanzó en más de 10 años de gobierno “progresista”
de los Kirchner y volvemos a
preguntarnos las
políticas sociales muchas de ellas exitosas, han continuado el proceso social y político y las transformaron en
Políticas de Estado o simplemente estas políticas sociales – curaron las
heridas sociales (el hambre, la pobreza) de la población necesitada, solo por
un tiempo y cuanto más hay que preguntar, pero sólo una final, el movimiento político en el Gobierno, es
decir “El Frente por la Victoria” – rompió o no con las tendencias presentes de corrupción, oportunismo, transfuguismo y otras lacras sociales y
políticas que hoy la derecha las acusa y se las pone como propiedad del
gobierno?.
Venezuela es absolutamente
distinto desde el punto de vista político- hoy es un escenario de escenarios de las clases y la lucha de clases – en
su máxima expresión política, aquí no hay lugar y menos terreno para posiciones
políticas neutrales. Es la lucha
política de clases entre un gobierno con programa político post-neoliberal
– el neoliberalismo fue atacado en sus raíces por las políticas del Comandante
Chávez – y el sistema tradicional fue defendido primero por golpistas,
posteriormente ante su derrota optaron por la no participación y años después
cuando el imperio impuso la guerra económica – aisló y combatió a Venezuela en todos los Foros Nacionales e
Internacionales – hasta terminar con la guerra contra los precios del
petróleo, la fuente principal de ingresos del gobierno y los Programas Sociales
y Revolucionarios. En Venezuela si se atacó políticamente al viejo estado, generado
por años de políticas neoliberales desde el Consenso de Washington, hasta la
llegada al Poder del Presidente Chávez. La
Pregunta es si el Presidente Maduro, tuvo la capacidad política de saber
continuar esta gran reto político e histórico o no tuvo la suficiente sabiduría
e inteligencia para continuar el proceso y por el contrario cayó en el populismo político y social y combinado
con la crisis económica impuesta desde fuera - hoy es derrotado por la derecha
más radical – y hambrienta de poder de
América Latina – por la sencilla razón, que el imperio – no puede darse el lujo, de perder otro país en
América Latina, es decir otra Cuba –
y por ello su apoyo a la oposición política por mil formas y caminos para traerse abajo el proceso
político Bolivariano? En un país mega-diverso y con recursos naturales de gran
necesidad para la humanidad en el presente siglo. Lo que hoy vemos en Venezuela, es el escenario
político entre dos sistemas, dos modelos históricos, dos alternativas
políticas de clase. Socialismo del Siglo XXI – nos guste o no (la revolución
o es copia ni calco, es creación heroica de los pueblos) y el neoliberalismo –
su doctrina única, su dios mercado, su veneno corrupto en las instituciones, que se juega su última “carta política” y
como siempre camuflado, escondido hoy en la supuesta reconquista política e
histórica de la Democracia, la Libertad y los Derechos Humanos. La burguesía
anti-nacional, en absoluta dependencia del imperio, con el “rostro” muy bien sofisticado y
pintado, hablando de Democracia. Pero qué
Democracia?.
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LA IZQUIERDA DEL SIGLO XXI
ES ANTINEOLIBERAL.
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Emir
Sader.
La
Jornada domingo 3 de enero del 2016.
La izquierda realmente existente es
una categoría histórica, que varía conforme las condiciones concretas de lucha.
Ya fue una izquierda de clase contra clase, que incluía a corrientes
anarquistas, socialistas y comunistas. Ya fue antifascista, conforme las
corrientes de ultra derecha se fortalecían, especialmente en Europa. Ya fue
democrática y popular, socialista, conforme las fuerzas propias que tenía y los
enemigos a enfrentar.
Conforme el capitalismo ha ingresado
en su era neoliberal y ha asumido la centralidad de las tesis del libre
comercio, de la mercantilización, se planteó a la izquierda el desafío de la
ruptura con el modelo neoliberal y la construcción de alternativas superadoras
de ese modelo, que se han denominado posneoliberales.
Hace década y media esa perspectiva
no estaba clara. las ONG, algunos movimientos sociales e intelectuales
planteaban la lucha en el nuevo periodo como una lucha anti-política,
anti-Estado, anti-partidos, proponiendo como su centro una sociedad civil, con
límites no claramente definidos frente al liberalismo. Proponían que los
movimientos populares mantuvieran una autonomía respecto a la política, al
Estado, a los partidos. Han impuesto esa orientación como predominante en los
foros sociales mundiales, con algunos movimientos como los piqueteros
argentinos y los zapatistas mexicanos, como los ejemplos de esa orientación.
Una década y media después, el campo
de lucha quedó mucho más claro, no sólo teóricamente, sino principalmente en el
campo político concreto. Las fuerzas que se han fortalecido –especialmente en
América Latina, pero también en Europa – han sido las que han centrado su lucha
en la superación del neoliberalismo. Han redefinido el papel del Estado, en
lugar de oponerse a él. Han recuperado el lugar de la política y de los
partidos, en lugar de rechazarlos. Tesis como las de Tony Negri y de John
Holloway sobre el carácter reaccionario del Estado y la posibilidad de
transformar el mundo sin tomar el poder, entre otras, personificaban esas teorías,
que han quedado superadas por la realidad, mientras el FSM se ha vaciado en
manos de las ONG.
Son los gobiernos que han logrado un
inmenso proceso de democratización social, en países como Venezuela, Brasil,
Argentina, Uruguay, Bolivia, Ecuador, eligiendo y reeligiendo gobiernos con
amplio apoyo popular, los que han surgido como las referencias de la izquierda
en el siglo XXI. Han logrado la hazaña de avanzar a contramano de las
corrientes predominantes en el capitalismo en escala mundial, disminuyendo la
miseria, la pobreza, la desigualdad y la exclusión social.
Se han proyectado así como el eje y
la referencia de la izquierda en escala mundial, con líderes reconocidos como
Hugo Chávez, Lula, Néstor y Cristina Kirchner, Pepe Mujica, Evo Morales y Rafael
Correa, entre otros. La realidad concreta ha probado quien tenía razón en el
debate sobre la naturaleza de la izquierda en el nuevo periodo histórico.
Mientras esos liderazgos se han
afirmado, las que debieran ser las referencia han desaparecido –como es el caso
que debiera ser paradigmático del autonomismo piquetero– o han quedado
reducidos a la intranscendencia, como es el caso de los zapatistas. Todo ha
pasado sin que los intelectuales que han propuesto a esa vía como alternativa
hayan mínimamente hecho un balance de ese fracaso. Como son intelectuales
desvinculados de la práctica política concreta no tienen responsabilidades por
lo que han escrito ayer y se dedican a otras tesis.
Muchos de ellos, fracasadas las
tesis autonomistas, se han dedicado a la crítica de los gobiernos que han
avanzado concretamente en la superación del neoliberalismo. Sin captar el carácter
nuevo de esos gobiernos, los han tildado de traidores, de extractivistas, de
neodesarrollistas, muchas veces aliándose con la derecha –la verdadera
alternativa a esos gobiernos– contra las fuerzas progresistas en esos países. No
han captado la naturaleza esencialmente antineoliberal de esos gobiernos.
Algunos intelectuales, latinoamericanos o europeos, pretenden ser la conciencia
crítica de la izquierda latinoamericana, con sus posiciones desvinculadas de
las luchas y las fuerzas concretas, sin que sus tesis hayan desembocado en la
construcción de ninguna fuerza alternativa. Las opciones a los gobiernos
posneoliberales –como queda claro en Venezuela, en Argentina, en Brasil, en
Uruguay, en Bolivia, en Ecuador– siguen siendo las viejas fuerzas de la
derecha, mientras que las posiciones de ultra izquierda siguen en sus posturas
críticas, sin ninguna injerencia en las luchas concretas. No por acaso sus
defensores son intelectuales, que hablan desde sus cátedras académicas sin
ningún arraigo en las fuerzas sociales, políticas y culturales reales.
Mientras tanto, los únicos gobiernos
que han avanzado en la superación de las políticas de centralidad del mercado,
de eliminación de los derechos sociales, en la subordinación a la hegemonía
imperial estadunidense, han sido los que han sabido definir la centralidad de
la lucha contemporánea como la lucha antineoliberal.
No sólo en América Latina, incluso en
Europa, la definición de la centralidad de las luchas contemporáneas de la
izquierda alrededor de la superación del modelo neoliberal, se impone, sea en
España, en Portugal, en Grecia, con la conciencia de que al lucha contra la
austeridad es la forma que asume en Europa la lucha antineoliberal, relegando
otras posiciones a los libros y a las cátedras académicas.
Incluso en el momento en que
gobiernos posneoliberales enfrentan dificultades reales para pasar de la
primera a una fase más avanzada de sus luchas, las posiciones ultra
izquierdistas, que hablan del fracaso de esos gobiernos, no explican su propio
fracaso, al no lograr construir ninguna fuerza alternativa a esos gobiernos,
lugar ocupado por fuerzas de derecha. Hablan de fin de ciclo, cuando lo que se
presenta no es la superación de un ciclo, sino formas de recomposición
conservadora, de retroceso neoliberal, que no superan un ciclo, sino, al
contrario, se proponen retroceder a un ciclo anterior.
La izquierda del siglo XXI es, así,
antineoliberal: es la que logra construir fuerzas concretas, alternativas bajo
la forma de gobiernos, de plataformas, de grandes liderazgos contemporáneos. El
resto son palabras que el viento lleva, sin cambiar ni la realidad y, al
parecer, ni la cabeza de los que las escriben y son derrotados junto con ellas.
La historia de la izquierda
contemporánea está escrita y protagonizada por los que logran avanzar en la construcción de alternativas
concretas al neoliberalismo.
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