¿Cuál es el
sentido político de usar un término como feminicidio? .Es importante reivindicar el poder de nombrar.
Todo sistema de opresión niega que es opresor y elimina cualquier referencia en
el lenguaje. Por eso hay que visibilizar
esa violencia de los hombres contra las mujeres, una violencia que abarca
desde el asesinato hasta la violación o la limitación por parte de los Estados
de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, como es el derecho al
aborto o a la contracepción. Es
necesario tener un nombre para esta violencia que se traduce en una forma
de control social, en un sistema de dominación de los hombres sobre las
mujeres. Si no lo nombramos se convierte en algo nebuloso, desaparece y no
puedes luchar contra ello. Cuando las cosas tienen nombre ya no puedes
negarlas.
Incluso si miramos las metáforas más básicas, se
habla del abuso, de la violación de la tierra. Sin embargo, la tierra es nuestro entorno, el espacio donde vivimos, lo
que nos sostiene, no podemos vivir sin ella. Pero la realidad es que todos los
valores vinculados a la masculinidad se extienden a la naturaleza, como la
voluntad de controlar todo. El hombre
piensa que puede sustituir a la tierra de alguna manera. Esa dominación y
arrogancia es algo muy masculino porque no pueden, no existe otro planeta. Así
que acabar con el patriarcado es realmente una cuestión de supervivencia para
todas las personas. Se habla de que los seres humanos destruyen el entorno pero
no es verdad, es el patriarcado capitalista e industrial.
¿Podemos
imaginarnos un futuro sin patriarcado?.- Por supuesto. De hecho no creo que haya futuro si el patriarcado
continúa. Porque el patriarcado básicamente consiste en destruir todo lo que
sea el origen de la vida. Y además es algo que no siempre ha existido, se inventó hace unos 7.000 años pero se
ha hecho mucha propaganda, como si siempre hubiera estado ahí. Por eso las
palabras son muy importantes, no sólo para nombrar lo que existe sino también
para pensar en cosas nuevas. Necesitamos todos estos conceptos y visiones para
recordarnos que no siempre hemos vivido así, que podemos poner en marcha otro
futuro. Eso
también va a depender mucho de nuestra creatividad.
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“NO ME IMAGINO UN
FUTURO CON PATRIARCADO”.
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Izaskun Sánchez Aroca.
Periódico Diagonal viernes 1 de enero del
2016.
Hablamos con Jane Caputi de los símbolos que nos rodean, del feminicidio
y la dominación masculina.
Termino de entrevistar a
Jane Caputi (Estados Unidos, 1953) y pienso que tengo que revisar las lecturas
y las series que he visto en 2015. Voy por la calle y miro más atenta la
publicidad, las campañas electorales, cómo se mueve la gente por la acera o la velocidad
de los coches. Caputi es docente en la cátedra de Estudios sobre Mujeres,
Género y Sexualidad en la Universidad de Florida (EE UU) y lleva décadas
trabajando en torno al concepto de feminicidio desde una perspectiva semántica
y semiótica. En su discurso, Caputi vincula la existencia de un sistema opresor
masculino con la normalización de la violencia gracias a la simbología que nos
rodea.
¿Cuál es el sentido
político de usar un término como feminicidio?
Es importante reivindicar
el poder de nombrar. Todo sistema de opresión niega que es opresor y elimina
cualquier referencia en el lenguaje. Por eso hay que visibilizar esa violencia
de los hombres contra las mujeres, una violencia que abarca desde el asesinato
hasta la violación o la limitación por parte de los Estados de los derechos
sexuales y reproductivos de las mujeres, como es el derecho al aborto o a la
contracepción. Es necesario tener un nombre para esta violencia que se traduce
en una forma de control social, en un sistema de dominación de los hombres
sobre las mujeres. Si no lo nombramos se convierte en algo nebuloso, desaparece
y no puedes luchar contra ello. Cuando las cosas tienen nombre ya no puedes
negarlas.
Una de tus grandes líneas
de investigación ha sido toda la simbología de dominación masculina en el cine
a través de películas como Pretty Woman o Jack el Destripador, o en las grandes
obras de arte y la publicidad de diferentes marcas.
Me he centrado en estudiar
la cultura popular porque es una fuente de aprendizaje. A través de los
símbolos interiorizamos muchas cosas, casi siempre de manera inconsciente. Eso
implica que no tenemos una mirada crítica sobre el mundo. Parece que la
realidad es tal y como se nos presenta, además de manera inevitable. Pero
realmente detrás de cada símbolo hay mucho de propaganda, un mundo donde parece
que las únicas vidas que importan son las de las clases medias y ricas, un
mundo del que continuamente nos llegan mensajes de la supremacía masculina, del
dominio de los hombres, de la masculinidad. Eres una buena mujer si eres
pasiva, en cambio eres mala si eres autónoma o sexualmente activa. La violencia
de los hombres contra las mujeres está glorificada, sexualizada en el cine, la
literatura, la televisión o el arte. Las mujeres vivimos bajo un continuo
patrón de terror porque nos transmiten que nunca estamos a salvo, eso nos hace
cambiar nuestro comportamiento, que tengamos miedo. Tenemos interiorizado que
podemos ser víctimas de violencia machista en cualquier momento y de manera
aleatoria, en el trabajo, por alguien conocido o un extraño El terror de las
mujeres se alimenta continuamente.
Hablas del derecho al
aborto y de la contracepción con ejemplos de violencia, ¿son los Estados, como
el español, cómplices de los feminicidios?
Ése es uno de los argumentos
que usan las feministas. El ejemplo más claro es la negación de los derechos
reproductivos pero hay muchos otros. En Estados Unidos muchas mujeres negras
son agredidas por parte de sus maridos pero, como además son discriminadas
racialmente por la policía, no se atreven a denunciar, por lo que están
desprotegidas y no tienen el mismo acceso a los servicios sociales que una
mujer blanca. Existe complicidad con ese patrón de dominación masculina. En
otros países, además, la policía o los militares reprimen y asesinan a
activistas feministas como es el caso de México o Guatemala. Si hablamos de
feminicidio, el Estado debe entenderse como un actor implicado.
¿Está el patriarcado en
descomposición o hay un rearme?
Efectivamente el
patriarcado está en descomposición, se siente amenazado y eso genera más
violencia, porque la violencia no es innata al hombre, sino que se produce por
el rol masculino. Los hombres sienten que siempre tienen que demostrar su
virilidad, sobre todo cuando les avergüenzan o les retan, y la manera de
hacerlo es a través de actitudes agresivas. Nunca nos libraremos de la
violencia si no cambiamos la noción de masculinidad dominante.
En el caso español existe
desde hace unos años un rebrote de grupos de hombres machistas organizados y
con gran presencia en internet. Hablan de denuncias falsas o de custodia
compartida, un testigo que han recogido algunos partidos políticos como
Ciudadanos.
Estos grupos también
existen en Estados Unidos. Es un discurso que se elabora en torno a la idea de
que los hombres están discriminados por cuestiones de género. La estrategia es
muy predecible. Se intenta invertir el discurso, darle la vuelta a la idea de
que los hombres oprimen a las mujeres sistemáticamente. Te dicen “no, realmente
son los hombres los que están oprimidos sobre todo por parte de las mujeres”.
Es una táctica de abuso muy común, un patrón de comportamiento bastante típico
en los casos de violencia. Darle la vuelta a la historia y no examinar lo que
ellos hacen mal. Los maltratadores siempre hacen lo mismo, se presentan a sí
mismos como las víctimas.
¿Qué vínculos estableces
entre el medio ambiente y las violencias machistas?
Incluso si miramos las
metáforas más básicas, se habla del abuso, de la violación de la tierra. Sin
embargo, la tierra es nuestro entorno, el espacio donde vivimos, lo que nos
sostiene, no podemos vivir sin ella. Pero la realidad es que todos los valores
vinculados a la masculinidad se extienden a la naturaleza, como la voluntad de
controlar todo. El hombre piensa que puede sustituir a la tierra de alguna
manera. Esa dominación y arrogancia es algo muy masculino porque no pueden, no
existe otro planeta. Así que acabar con el patriarcado es realmente una
cuestión de supervivencia para todas las personas. Se habla de que los seres
humanos destruyen el entorno pero no es verdad, es el patriarcado capitalista e
industrial.
¿Podemos imaginarnos un
futuro sin patriarcado?
Por supuesto. De hecho no
creo que haya futuro si el patriarcado continúa. Porque el patriarcado básicamente
consiste en destruir todo lo que sea el origen de la vida. Y además es algo que
no siempre ha existido, se inventó hace unos 7.000 años pero se ha hecho mucha
propaganda, como si siempre hubiera estado ahí. Por eso las palabras son muy
importantes, no sólo para nombrar lo que existe sino también para pensar en
cosas nuevas. Necesitamos todos estos conceptos y visiones para recordarnos que
no siempre hemos vivido así, que podemos poner en marcha otro futuro. Eso también va a
depender mucho de nuestra creatividad.
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