EL PODER POPULAR
DE LA NUEVA SOCIEDAD CIVIL – LOS MOVIMIENTOS SOCIALES – COLUMNA VERTEBRAL DEL
NUEVO PROCESO POLÍTICO PROGRESISTA EN AMÉRICA LATINA.- ¿Fin del siglo progresista de
izquierda?. Crisis coyuntural SI, crisis de perspectivas de forjar y construir
una Nueva Democracia – que vaya más allá de la democracia electoral, dominante
y hegemónica -. El ejemplo de Argentina, y ahora Venezuela, debe servir, para “romper” las estructuras del
viejo estado en el modelo neoliberal, es decir, en primer lugar, que las
políticas de Estado que implemente el Proceso
Política del Nuevo Liderazgo Comunitario
– tener como fundamento ideología y política de una Proyecto Político Histórico
– No convivir con las políticas
neoliberales para tratar de satisfacer a los viejos poderes facticos que están
al asecho y de traerse abajo – hacer leña – en días o semanas de todo lo
avanzado, cuando el proceso política progresista de izquierda democrática, no
ha tenido como protagonistas centrales, principales
a las organizaciones representativas de la Sociedad Civil, el Poder Popular –
los Movimientos Sociales, deben ser la columna vertebral del proceso
político que va más allá de las políticas neoliberales. En segundo lugar, el progresismo de
izquierda latinoamericano, debe obligadamente romper absolutamente con todas
las formas – visibles e invisibles – de
Corrupción. Miren hoy el combate de la corrupción que ha capturado a los principales líderes de
la “izquierda”, donde la derecha política – incluso la derecha golpista – ha
tomado las calles y plazas públicas –
nos arrebató, está apunto de
expropiarnos nuestro verdadero e histórico recinto social donde hemos nacido al
calor de ese “don “divino” – LA CONFIANZA que nos otorga nuestro pueblo,
la Ciudadanía. Tercero, Amigos, todo lo demás es ilusión y fantasía que
creamos espacios sociales para la gran prensa conservadora de la SIP, nos haga “pedazos” en minutos, si
el trabajo “político” lo hemos realizado gracias a la “obra divina” de los Nuevos Caudillos – No son Líderes
Comunitarios salidos de las entrañas
de los pueblos y saben porque luchan. La revolución no es copia, ni calco, es creación heroica de
los pueblos. En homenaje a
todos ellos terminados con las vibrantes palabras de uno de los grandes
Intelectuales europeos, Bertold Brecht.
« Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay
otros que luchan un año y son mejores. Hay otros que luchan muchos años y son
muy buenos. Pero hay quienes luchan toda la vida, esos son
imprescindibles ». B.B.
/////
Trabajo político y destino diferente. En la
coyuntura actual la derecha concentró toda su oposición, lucha y movilización
en Argentina, Brasil y Venezuela. Uruguay y Bolivia - existe una aparente calma
-, los procesos políticos son diferentes. Pero la furia, venganza de la derecha
política empresarial, el apoyo del imperio y la prensa "sipaya" de
América latina exige resultados inmediatos y rápidos.
No es una alternancia en el gobierno, es una
destrucción y liquidación de "todo lo que realizó" la izquierda
democrática y progresista.
***
GOBIERNOS POPULARES DE
AMÉRICA LATINA, ¿FIN DE UN CICLO O NUEVO TIEMPO POLÍTICO?.
*****
Isabel Rauber.
Alainet.
ALAI miércoles 6 de enero del 2016.
Recientemente algunos
intelectuales que se autodefinen de izquierda o centro-izquierda, anunciaron
que estábamos a las puertas del fin del ciclo de los gobiernos progresistas,
caracterizado por el agotamiento de sus programas neodesarrollistas –que
incluyen el extractivismo, y su “ineficiente” capacidad de gestión. Es de
esperar entonces, según ellos, una avanzada de la derecha en la región, situación
que configuraría un nuevo mapa político en Latinoamérica. Con este discurso
“visionario”, apuntalado por el conocimiento de los planes geopolíticos del
imperio para la región, tales intelectuales contribuyeron a instalar y
“naturalizar” en la opinión pública el advenimiento del fin de los gobiernos
populares y su reemplazo “inevitable” por gobiernos de derecha, presentándolos
incluso como una “saludable alternancia”. Vale entonces compartir reflexiones
acerca de este diagnóstico y su sentencia.
El recuento crítico de los
acontecimientos políticos de los últimos años revela que las propuestas
políticas que caracterizaron el quehacer de los gobiernos populares en tiempos
de proyección posneoliberal, están cumplidas. Y ello anuncia la apertura de un
nuevo tiempo, con nuevas problemáticas, tareas, sujetos y desafíos. Pero además
de tareas y agendas, los primeros años de los gobiernos populares significaron
también para los pueblos transitar por un conjunto de aprendizajes.
Quedó al descubierto –en
los hechos que gobierno y poder no son sinónimos, que no es posible,
enfrentarlos al mismo tiempo ni del mismo modo. Las revoluciones democráticas
no son sinónimos de la otrora “vía pacífica”, suponen la profundización del
conflicto político como vehículo de la lucha de clases, anudada fuertemente con
una profunda batalla político-cultural de ideas.
Se evidenció que no basta
con poner “buenos gobernantes” a ocupar puestos institucionales que responden
al sistema que se busca cambiar.
El crecimiento económico
es importante, pero insuficiente. La educación política, la batalla ideológica
es central. Y está anudada a la participación política, al empoderamiento.
Nadie puede empoderar a otro/s y mucho menos desde arriba. El empoderamiento
germina con la participación consciente y protagónica de los sujetos en los
procesos socio-transformadores.
Se agotó la concepción de
la política desde arriba y a “dedo”, propia del siglo XX; la “bobería”, el
romanticismo anodino acerca de la democracia, la subestimación de la política,
y las viejas modalidades de la representación política que suplantan el
protagonismo popular y fragmentan lo político de lo social.
Fin
del maximalismo teórico y el minimalismo práctico propio de sectores
(ultra)izquierdistas.
Fin
del vanguardismo, del pensamiento liberal de izquierda y
de las prácticas que, en virtud de ello, aíslan a la militancia izquierdista de
los procesos concretos de los pueblos, sus actores y sus dinámicas,
posicionándolas fuera de los escenarios concretos de las contiendas políticas.
Desafíos centrales del nuevo tiempo político.
Marcados por los procesos
políticos que sacudieron el continente en los últimos veinte años, pueblos,
organizaciones sociales y políticas, y gobiernos populares, revolucionarios y
progresistas necesitan hacer un alto en el camino, dar cuenta de los logros,
las limitaciones y las nuevas tareas del presente. Esto es: replantearse tanto
las preguntas iniciales como las respuestas que guiaron los pasos del quehacer
político, económico, social y cultural por más de una década, preparándose para
enfrentar nuevos desafíos. Entre ellos destacaré aquí los siguientes: Conservar
lo logrado implica profundizar el proceso de cambios
La consolidación de
actores de oposición política de signo neoliberal colocó a algunos gobiernos a
la defensiva. Conservar los logros se convirtió entonces en una prioridad del
accionar político en la actual coyuntura. Pero lo que no estuvo ni está claro
es que para conservar lo conquistado y sostener los procesos de cambios es
necesario profundizarlos, radicalizarlos. Y esto no se logra con acuerdos de
cúpulas ni buscando alianzas con sectores del poder opuestos a los cambios; el
ejemplo de Brasil es muy elocuente al respecto.
La clave radica en anclar
los procesos a la participación protagónica de los pueblos. Se ha construido un
nuevo tiempo social, político, cultural. Y este trae consigo nuevas tareas cuya
realización está anudada al protagonismo popular. Esto implica también
fortalecer los procesos de concientización y organización colectiva que
vigoricen la determinación de los pueblos para sostener los logros alcanzados y
traccionar el proceso hacia mayores transformaciones. Y esto no puede ser
espontáneo; librados los acontecimientos a la “espontaneidad” no hay que
sorprenderse ante el advenimiento de sucesiones políticas de derecha.
La actual coyuntura
política continental coloca a los gobiernos populares, las fuerzas progresistas
o revolucionarias de la región en la disyuntiva de profundizar las
transformaciones o sucumbir ante ellas, si optan por conservarlas solo “desde
arriba”.
La participación
protagónica del/los pueblo/s es neurálgica para que los gobiernos populares
sean también un camino de construcción de poder popular
La profundización de la
democracia en este nuevo tiempo reclama asumir el decisivo imperativo político
del protagonismo del pueblo para profundizar las transformaciones, entendiendo
que ellas anudan, simultáneamente, los derroteros políticos de los gobiernos
populares con los diversos procesos de construcción y afianzamiento de poder
popular desde abajo que los pueblos desarrollan en cada país. En esto radica,
centralmente, la profundización de los procesos socio-transformadores
iniciados. Pensarla como un simple aggiornamento de la agenda pública deja a
los gobiernos populares a merced de la voracidad política de los opositores.
Las realidades objetivas y
subjetivas han cambiado; las subjetividades políticas de los sujetos
participantes de los procesos de cambio se han radicalizado, hay un pueblo que
reclama nuevos y mayores protagonismos. Ese protagonismo necesita hoy
reorganizarse y rearticularse, conformando nuevas confluencias de los
quehaceres de la militancia social y política, dentro y fuera de lo
institucional, actualizando el horizonte estratégico de los cambios.
En este sentido, apostar a
la construcción del protagonismo colectivo de los pueblos para su constitución
en la fuerza político-social de liberación es el factor neurálgico que marcará
el rumbo y las dinámicas políticas del presente y el futuro inmediato en los
procesos populares en curso en cada país y en la región. Ello es vehículo
también para la construcción de la unidad de los pueblos.
Reconocer a la
participación popular orgánica como un factor clave para el afianzamiento y la
profundización de los procesos de cambio en curso, no está reñido con el
reconocimiento al papel de los liderazgos individuales. Pero esto no significa
aceptar que la continuidad de los líderes a la cabeza de los gobiernos
populares, es el factor que da estabilidad y solidez a los procesos. Al
contrario, cuando hay líderes que sustituyen el protagonismo político de los
pueblos, en realidad, lejos de garantizar continuidades, anuncian el
cortoplacismo del camino emprendido.
Pueblos sin autonomía y
auto-convencimiento poco pueden hacer para sostener y/o profundizar procesos
que en realidad no sienten como propios. Por ese camino, el extrañamiento de
los mismos anidará silenciosamente entre las filas populares y abrirá cauces a
previsibles derrotas. Esto no es: “sí o no”; hay muchos matices. En no pocas
coyunturas se ha visto que los pueblos y sus organizaciones concentran mayor
madurez y responsabilidad que sus dirigentes y si bien no logran a veces evitar
el desenlace negativo, con su presencia protagónica en las calles lo aminoran
bastante. Los líderes son importantes y en algunas coyunturas decisivos, pero
nunca para sustituir la participación protagónica de los pueblos, sino para
desencadenarla y potenciarla.
Hugo
Chávez, ejemplo de líder carismático y gran creador y conductor del proceso
revolucionario bolivariano de Venezuela, no centró el proceso
revolucionario en su persona. Tenía claro que el pueblo autoconstituido en
sujeto revolucionario es el protagonista creador, constructor y sostén del
poder popular de nuevo tipo que germina desde abajo en los consejos comunales y
comunas. En ellos la revolución bolivariana abre cauces hacia la creación de
una nueva civilización, al orientarse vía empoderamiento colectivo hacia la
construcción del Estado comunal. Tan claro lo tenía que su lema fue (y es)
“comuna o nada”.
Construir un nuevo modo de producción y reproducción
(sociedad-naturaleza)
Una de las mayores
limitaciones de lo que podría definirse sin grandes rigores, como “modelo económico neodesarrollista” es
que se ajusta a los marcos del modo de producción capitalista, sosteniendo el
circuito de la muerte. Esto marca como una tarea importante de este nuevo
tiempo: crear y articular procesos productivos alternativos existentes y
promover la búsqueda de nuevas bases económicas que hagan posible la coherencia
social entre el ciclo de producción y la reproducción.
Se trata de avanzar hacia
la conformación de un sistema productivo que sea socialmente responsable del
ciclo reproductivo que genera. Esto es: aportar a la creación de un nuevo modo
de producción reproducción sociales con lógica circular, que abra cauces a una
nueva economía, que además de enfrentar con éxito la lucha contra el hambre, la
pobreza, el analfabetismo y las enfermedades curables, sea el sustrato de un
nuevo modo de vida y una nueva civilización, la del buen vivir y convivir.
Salir del cerco ideológico, político, cultural y
mediático del poder hegemónico.
Desplegar la batalla
político cultural en todos los terrenos y dimensiones, en particular las redes
sociales.
Atender al desarrollo de
la subjetividad y espiritualidad de los pueblos potenciando sus identidades,
culturas, cosmovisiones…
Desarrollar sostenidamente
procesos interactivos de formación política.
Abrir cauces a un nuevo
pensamiento crítico latinoamericano, descolonizado, intercultural y
multicosmovisivo, plurívoco, anclado a las prácticas de los pueblos.
Promover procesos
articulados de descolonización, interculturalidad y despatriarcalización en la
construcción del poder popular desde abajo.
Desarrollar un nuevo tipo
de intelectual orgánico, que descubra, promueva y potencie el pensamiento de
los pueblos en toda su diversidad, amplitud y riqueza.
Trabajar por el
fortalecimiento y desarrollo de las articulaciones regionales y continentales
de los movimientos y organizaciones sociales populares, particularmente ampliar
y profundizar el espacio ALBA de los movimientos. Y también impulsar la
creación de espacios de encuentro, intercambio y coordinación de organizaciones
sociales y políticas continentales, regionales y en el ámbito de cada país.
Apostar a la creación y construcción de una nueva
izquierda política, social y cultural.
Es vital comprender las
nuevas dimensiones de lo político, de la acción y organización políticas; dar
cuenta de las nuevas realidades y sus nuevos sujetos/as: los/as desplazados/as
de diversos orígenes, los/as precarizados/as permanentes, los movimientos
indígenas, las mujeres, los/las jóvenes, los niños y las niñas, los y las
adultos/as mayores, los LGTB… abrir espacio a las diversas identidades,
cosmovisiones, saberes, sabidurías y corrientes de pensamiento: los saberes
ecológicos, la biopolítica, la bioética, el feminismo político y la
despatriarcalización como crítica raizal del poder del capital…
Construir la ofensiva estratégica popular
revolucionaria.
Una de las resultantes más
recurrentes de la división del campo popular, y particularmente entre la
izquierda latinoamericana, es que las protestas y luchas sociales terminan
siendo funcionales a los intereses de los poderosos. Marcado el campo popular
por disputas internas de “poder”, por divisiones multicolores de todo signo
entre las fuerzas políticas y su correlato en los movimientos sociales
populares, los conflictos sociales terminan subordinados a los intereses
intestinos del poder, fortaleciéndolo como recambio, en vez de lograr
–colectivamente- subordinar a los poderosos a los intereses del pueblo y
proponer una agenda política para concretar los objetivos populares (ofensiva).
El caso de Argentina es muy elocuente al respecto, visible tanto en los
acontecimientos recientes como en la trayectoria histórica de las izquierdas.
A esta gran debilidad
política y cultural hay que sumar la instalación de un pensamiento binario (lo
uno o lo otro, blanco o negro…), el desarrollo de la guerra mediática para
conquistar y anestesiar las mentes del “gran público”, sin que las
organizaciones políticas y sociales –ocupadas en sus peleas internas, asuman
las tareas de la batalla de ideas como una de las disputas centrales de las
luchas políticas de nuestro tiempo.
La falta de convergencia y
unidad de los diversos actores sociales y políticos, aunada con la escasa
formación política, las sectorialización y el corporativismo… coloca a las
organizaciones sociales y políticas de los pueblos en situación de
subordinación a los intereses de los poderosos. En función de ello, estos
pueden manipularlos para alcanzar sus propósitos, debilitando y resquebrajando
la base social de los gobiernos populares para reagruparse como bloque de poder
opositor con capacidad de recuperar su hegemonía. Esta recuperación es en
realidad una nueva toma de posiciones de los poderosos quienes haciéndose cargo
de las nuevas realidades políticas recientemente vividas con los gobiernos
populares, una vez en los gobiernos, buscarán destruir las bases democráticas
de las sociedades para impedir cualquier intento futuro de reeditar gobiernos
progresistas, populares o revolucionarios en el continente. Y para ello no
están solos, cuentan con el apoyo imperial del Norte, de las instituciones del
poder global del capital y de sus cañoneras mediáticas locales y globales.
El arribo de gobiernos de
derecha en la región no es una simple “vuelta al pasado”, tampoco responde a
una “enriquecedora alternancia” de gobiernos y gobernantes. Se trata de una
vuelta de hoja, un giro raizal en la orientación de los procesos emprendidos,
que se produce para articular los procesos locales con las necesidades
hegemónicas y lógicas del poder global del capital: saqueo, dominación y
muerte… Es importante no subestimarlo. Y preparar las nuevas resistencias
anclándolas en la coordinación y unidad a partir de la participación articulada
social y política de los sectores populares en su diversidad. A ello debe
encaminarse el fortalecimiento de la formación política y de los procesos
orgánicos de convergencia colectiva de organizaciones sociales y políticas
hacia objetivos comunes, enmarcados en la creación y construcción colectivas de un
nuevo horizonte civilizatorio.
*****
Isabel Rauber es Doctora en Filosofía: educadora
popular, militante social, estudiosa de los movimientos sociales
latinoamericanos, empeñados en procesos participativos de construcción de poder
popular desde abajo.
*****
No hay comentarios:
Publicar un comentario