UNA ECONOMÍA AL SERVICIO DEL 1%.- ACABAR CON LOS PRIVILEGIOS Y LA
CONCENTRACIÓN DE PODER PARA FRENAR LA DESIGUALDAD EXTREMA.- La desigualdad extrema en el mundo
está alcanzando cotas insoportables. Actualmente, el 1% más rico de la población mundial posee más riqueza que el 99%
restante de las personas del planeta. El poder y los privilegios se están
utilizando para manipular el sistema económico y así ampliar la brecha, dejando
sin esperanza a cientos de millones de personas
pobres. El entramado mundial de paraísos fiscales permite que una minoría privilegiada oculte en ellos
7,6 billones de dólares. Para combatir con éxito la pobreza, es ineludible
hacer frente a la crisis de desigualdad.
La brecha entre ricos y
pobres está alcanzando nuevas cotas. Recientemente, Credit Suisse ha revelado que el 1% más rico de la población mundial
acumula más riqueza que el 99% restante.1 Se ha llegado a esta situación un año
antes de lo que Oxfam predijo antes del
Foro Económico Mundial de Davos en 2015 en un informe con gran repercusión.
Al mismo tiempo, la riqueza en manos de la mitad más pobre de la humanidad se
ha reducido en un billón de dólares a lo largo de los últimos cinco años. Ésta es sólo la última evidencia de que
actualmente la desigualdad en el mundo ha alcanzado unos niveles sin
precedentes en poco más de un siglo. El presente informe Una economía al
servicio del 1% analiza cómo y por qué se ha llegado a esta situación, además
de presentar nuevas e inquietantes pruebas que demuestran la existencia de una
crisis de desigualdad que está fuera de control.
Según
los cálculos de Oxfam: • En 2015, sólo 62 personas poseían la misma riqueza que 3.600
millones (la mitad más pobre de la
humanidad). No hace mucho, en 2010, eran 388 personas. • La riqueza en manos de
las 62 personas más ricas del mundo se
ha incrementado en un 44% en apenas cinco años, algo más de medio billón de
dólares (542.000 millones) desde 2010, hasta alcanzar 1,76 billones de dólares. • Mientras tanto, la riqueza en manos de la mitad más pobre de la población se redujo en más
de un billón de dólares en el mismo periodo, un desplome del 41%. •
Desde el inicio del presente siglo, la
mitad más pobre de la población mundial sólo ha recibido el 1% del
incremento total de la riqueza mundial, mientras que el 50% de esa “nueva
riqueza” ha ido a parar a los bolsillos del 1% más rico. • Los ingresos medios anuales del 10% más pobre de la población mundial,
en quienes se concentran pobreza, hambre y exclusión, han aumentado menos de
tres dólares al año en casi un cuarto de siglo. Sus ingresos diarios han
aumentado menos de un centavo al año. La creciente desigualdad económica
perjudica a todo el mundo, ya que debilita el crecimiento y la cohesión social.
Pero es la
población más pobre la que sufre sus peores consecuencias. OXFAM.
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Acumulación de riqueza por diversas fuentes,
mecanismos y prácticas hoy más del 60% de la riqueza mundial (propiedad de las
corporaciones transnacionales) está concentrado en el 1% de la población,
realidad que ha originado la mundialización de la desigualdad económico-social,
el problema más grave y difícil en los tiempos de crisis sistémica de la
globalización neoliberal. Pero lo más terrible esta realidad está plenamente
vigente en línea ascendente, incontenible, (cada vez son menos los poderosos,
que van desplazando a otros del sistema) Ejem. Carlos Slim, Warren Buffett y
Bill Gates, son los tres hombres más ricos del mundo y cuanto de la riqueza
acumulan? ) y sobre todo en la presente coyuntura donde el capital tienen
nuevas fuentes de acumulación por desposesión, de carácter mundializado.
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LAS DESIGUALDADES Y LAS INSUFICIENTES PROPUESTAS PARA REDUCIRLAS.
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Vincenç Navarro.
Público.es
Viernes 22 de enero del 2016.
El crecimiento desmesurado de las desigualdades que ha estado ocurriendo
en la mayoría de países a los dos lados del Atlántico Norte ha generado una
larga bibliografía académica sobre las causas de este crecimiento. Esta
bibliografía, que era ya bastante extensa antes de la Gran Recesión, ha crecido
incluso más durante las crisis financieras y económicas de los últimos años que
han acentuado todavía más la extensión y la intensidad de tales desigualdades,
creando una alarma entre los establishments políticos que gobiernan tales
países, por la posible desestabilización política que dicho fenómeno pudiera
crear, tal como está ocurriendo en España, uno de los países de la Unión
Europea donde el crecimiento de las desigualdades ha sido mayor.
Según el último informe de Oxfam, el 1% más acaudalado de la población
española concentra tanta riqueza como el 80% más pobre y, por si no fuera poco,
veinte personas tienen la misma riqueza que el 30% más pobre de la población.
Su patrimonio ha ido aumentando (lo hizo en un 15% el año 2015), mientras que
el de la mayoría de la población española, el 99% restante, vio el valor de su
patrimonio reducido (en un 14%) durante el mismo periodo. Los presidentes de
las empresas del IBEX-35 cobran 158 veces más que el salario medio del país.
Una situación semejante ocurre a nivel mundial, donde, según el mismo
informe de Oxfam (y también según el Credit Suisse Global Wealth Data),
el 1% de la población, la que tiene más riqueza en el mundo, poseía en el año
2009 el 44% de toda la riqueza mundial, porcentaje que subió al 48% en 2014 y
que, siguiendo tal tendencia, llegará a poseer el 50% de la riqueza mundial
este año 2016. Otros datos impactantes de tales informes es que los 80
billonarios más ricos del mundo tenían en 2014 un total de 1,9 billones de
dólares, que equivale a la riqueza que tenía la mitad de la población mundial,
habiendo incrementado la suya un 46% solo en cuatro años (2010-2014), a la vez
que la riqueza de la gran mayoría de la población ha ido descendiendo, con lo cual,
la distancia entre los súper ricos por un lado y la gran mayoría de la
población por el otro ha crecido de una manera muy, pero que muy acentuada.
Las explicaciones más conocidas de las causas del
crecimiento de las desigualdades
Una parte muy importante de esta literatura científica que ha estudiado
las desigualdades se ha centrado en describir las tasas de crecimiento de la
riqueza poseída por los súper ricos comparándolas con las tasas de crecimiento
de la riqueza de todos los demás. El autor más conocido en este tipo de
estudios ha sido Thomas Piketty, que basó su análisis del crecimiento de las desigualdades
en la evolución de las rentas del capital. Sin desmerecer la enorme importancia
de su trabajo, hay que señalar que analizar la evolución de las rentas del
capital sin analizar, y todavía menos, sin relacionarlo con la evolución de las
rentas del trabajo, constituye uno de los puntos más flacos de su espléndido
trabajo (ver mi crítica del libro de Piketty "el porque de las desigualdades: una crítica del libro de Thomas Piketty "Capital in the Twenty-First Century", Público, 15.05.14), pues es imposible
entender la evolución de las rentas del capital sin entender la evolución de
las rentas del trabajo. Las dos están íntimamente relacionadas, ya que el
crecimiento desmesurado de las rentas del capital en los últimos años se ha
llevado a cabo a costa del descenso de las rentas del trabajo. La evidencia
de ello es abrumadora, clara y potente, y lo que es también claro y convincente
es que ha sido precisamente esta redistribución de las rentas, transfiriendo
rentas de la mayoría de la población a una minoría, la que ha causado la Gran
Recesión, como he detallado en mi reciente libro Ataque a la democracia y al
bienestar. Crítica al pensamiento económico dominante, Anagrama, 2015, cuya
visibilidad en los mayores medios de información ha sido casi nula
Los resultados de la acumulación de la riqueza presentados por OXFAM Internacional y el origen de la desigualdad económico-social mundializada.
***
Hay que redescubrir categorías analíticas olvidadas
u ocultadas –como explotación- para entender el crecimiento de las
desigualdades
La inmensa mayoría de estudios sobre las desigualdades han evitado, sin
embargo, analizar esta relación existente entre la evolución de las rentas del
capital y la evolución de las rentas del trabajo, pues este tipo de estudios
abre toda una serie de interpretaciones de la realidad, interpretaciones que
han sido marginadas, vetadas y excluidas en los círculos y fórums donde la
sabiduría convencional en el conocimiento económico se reproduce, fórums donde
la minoría de la población beneficiaria de tal redistribución (tales como los
propietarios y gestores de las empresas del IBEX-35) es muy influyente. Existe
hoy en los mayores fórums de pensamiento económico una marginación de los
análisis que utilizan una metodología de estudio y una narrativa que ponen incómodas
a tales minorías.
Me estoy refiriendo a categorías de análisis como explotación y
conflicto de clase, conceptos y términos sistemáticamente silenciados en
los medios de mayor difusión y persuasión y que raramente aparecen en los
fórums donde la sabiduría convencional se reproduce. Y ello a pesar de que
tales categorías analíticas son esenciales para entender el por qué las
desigualdades son tan grandes y continúan creciendo.
Veamos los datos. Las políticas neoliberales impuestas desde los años
ochenta (a partir de la revolución, o mejor dicho, contrarrevolución neoliberal
iniciada por el Presidente Reagan en EEUU y por la Sra. Thatcher en el Reino
Unido) no eran ni más ni menos que un ataque frontal del mundo del capital al
mundo del trabajo. Lo que ha ido ocurriendo durante estas pasadas décadas ha
sido la imposición de políticas públicas encaminadas a aumentar la tasa de
explotación del mundo del trabajo por parte del mundo del capital bajo el
argumento de que la eficiencia económica necesitaba el aumento de la
competitividad, realizada sobre todo a costa del sacrificio del trabajador
mediante la bajada de salarios y disminución de su protección social. Y estas
medidas han sido altamente exitosas. Como consecuencia, las rentas del trabajo,
como porcentaje de las rentas totales han ido disminuyendo en la mayoría de
países capitalistas desarrollados. Las rentas del trabajo pasaron a representar
del 70% del PIB en EEUU, el 70,4% en Alemania, el 74,3% en Francia, el 72,2% en
Italia, el 74,3% en Gran Bretaña, y el 72,4% en España en los años 70, a solo
el 63,6% en EEUU, el 65,2% en Alemania, el 68,2% en Francia, el 64,4% en
Italia, el 72,7% en Gran Bretaña, y el 58,4% en España en el año 2012. (Para
expansión de la evidencia científica que avala esta tesis, ver mi libro citado
anteriormente).
Las rentas del capital, por el contrario, se han ido disparando, creando
un problema bien conocido en los textos de economía política que se define como
overaccumulation, que no es otra cosa que la enorme acumulación y
concentración de las rentas del capital obtenidas a costa de la súper
explotación de las rentas del trabajo. Ahora bien, esta enorme concentración de
las rentas (y de la propiedad, es decir, del capital) y consiguiente
crecimiento de las desigualdades, ha creado otro grave problema, pues la
mayoría de la demanda que estimula la economía productiva -que es la economía
que produce bienes y servicios- procede de las rentas del trabajo (es decir, de
la mayoría de la población, que es la que deriva sus ingresos a partir del
trabajo).
Al disminuir estas rentas del trabajo, disminuye también la demanda
doméstica y con ello el crecimiento económico. Y es ahí donde se encuentra la
génesis de la Gran Recesión, y también del enlentecimiento de la economía
mundial, explicación que raramente aparece en los grandes medios de información
y persuasión. Es, pues, el aumento de la tasa de explotación del mundo del
trabajo el causante del gran crecimiento de las desigualdades que, a su vez, ha
creado la crisis de demanda tan notable que mantienen las economías estancadas,
y cuya máxima expresión se ve en la Eurozona, la parte del mundo capitalista
desarrollado occidental que ha estado estancada durante más tiempo.
El ascenso es vertiginoso e imparable de cómo el 1% de la
población (el poder mundial de las corporaciones) en tiempos neoliberales
de transnacionalización de los monopolios imperialistas, escenario multipolar,
de poli-crisis sistémica, pero también de nuevas fuentes de acumulación mundial
del capital por desposesión. Sumado a la explotación y saqueo de los
Commodities, hoy la coyuntura está a su favor con nuevas fuentes de acumulación
(Educación, Sanidad, Sistema de Pensiones, Deuda externa, sistema financiero
(tarjetas de crédito), etc.
***
¿Cómo intenta el capital resolver el estancamiento
económico?
El mundo del capital (lo que antes se llamaba la clase capitalista y ahora se presenta como el 1%) es consciente de que esta situación, inducida por las políticas neoliberales impuestas a la población desde los años ochenta, está creando un grave problema político para el sistema capitalista, pues tal explotación puede generar una respuesta de protesta que puede amenazar la propia viabilidad del sistema. La polarización de la vida política a los dos lados del Atlántico Norte es un síntoma claro de ello.
El pánico (y
la consiguiente represión que le acompaña) que el establishment político
europeo ha mostrado frente a opciones políticas opuestas a la aplicación de las
políticas neoliberales es un ejemplo de ello. Pero hay otro problema -este de
carácter económico- que tiene que ver con el estancamiento económico y que
fuerza al mundo del capital a buscar nuevas áreas de inversión para mantener su
rentabilidad elevada. De ahí que las empresas privadas vayan expandiéndose en
nuevas actividades. Tres de ellas, merecen especial atención.
Una es la expansión
de la militarización de la economía, con la continuación de una guerra
global que aparece en muchas áreas de conflicto bélico a la vez. Tal
militarización incluye los sistemas no solo de armamento, sino también de
seguridad y de represión, jugando un papel clave en el intento de estimular la
economía mediante los gastos en armamento, en sistemas de seguridad y en un
largo etcétera.
La segunda
área es la de la privatización de los servicios y transferencias públicas,
que engloban desde las pensiones a la sanidad, la educación y otros servicios
públicos del Estado del Bienestar. Todas estas intervenciones requieren de un
mayor protagonismo por parte de las esferas económicas y financieras privadas,
a costa de los espacios públicos. Los tratados de libre comercio TTIP y TPP son
elementos clave de esta estrategia.
Y la tercera
área de intervención es la especulación financiera, que ha adquirido
unas dimensiones no conocidas anteriormente, y que ha requerido una enorme
desregulación de la movilidad de capitales, que continuará y que determinará
pronto una crisis incluso mayor que la que hemos experimentado durante la Gran
Recesión.
Cada una de
estas tres intervenciones incrementa todavía más las desigualdades. La
militarización de la economía estimula la acumulación y concentración del
capital, como también ocurre con la privatización de los servicios y
transferencias públicas. Y un tanto igual ocurre con las transferencias de
fondos públicos a las empresas privadas en el pago de la deuda pública y en los
rescates de las empresas financieras, colapsadas debido a su comportamiento
especulativo.
Los límites
de las propuestas que se están considerando para reducir las desigualdades. A la luz de estos hechos, hay que analizar las
soluciones que se están proponiendo por aquellos autores más sensibles a la
necesidad de reducir las desigualdades, tales como Thomas Piketty, Joseph
Stiglitz, Paul Krugman, Jeffrey Sachs y Anthony Atkinson, entre otros. Estos
autores han propuesto el incremento de la grabación impositiva a las rentas del
capital, la expansión de la fiscalidad progresiva, el crecimiento de la
protección social y del gasto público social, así como un aumento de las rentas
del trabajo y la prohibición de los paraísos fiscales. Tales medidas son muy
necesarias y deben realizarse urgentemente, pero, sin embargo, son también
insuficientes, pues dejan tal como están las causas reales de las
desigualdades, que, como he subrayado, son las relaciones de propiedad del
capital en cada sociedad, origen de tales desigualdades. No se puede
intentar corregir las desigualdades sin alterar y cambiar las relaciones de
propiedad del gran capital, dejándolo en manos privadas, es decir, en manos de
la minoría –los súper ricos- que continuará ejerciendo un enorme poder, no solo
económico, sino también político y mediático en cada una de estas sociedades.
Dicha
minoría continuará acumulando su riqueza a través del proceso de
sobreacumulación (que está basado en explotación), que podrá modificarse y
reducirse a través de las medidas redistributivas citadas anteriormente, pero
sin eliminarlo. De ahí que, además de aquellas necesarias intervenciones, se
deberían también considerar intervenciones públicas encaminadas a cambiar los
sistemas de propiedad de los medios de producción, distribución y especulación,
tema muy olvidado y abandonado en los programas de los partidos de izquierda,
hoy en la mayoría de países a los dos lados del Atlántico Norte, que parecen
haber olvidado que sin alterar tales relaciones de propiedad difícilmente se
cambiarán las bases de la explotación, causa primordial del crecimiento de la
desigualdad.
De esta
lectura se deduce que aquellas medidas redistributivas deberían expandirse para
incluir también medidas de apropiación, no solo de las rentas del capital, sino
del propio capital, a través de su trasvase y transformación en propiedad
pública, empezando por sectores claves del capital financiero y del sector
energético. Las reservas mentales y políticas que amplios sectores de las
izquierdas tienen hacia la estatificación de la propiedad, no deberían excluir
la posibilidad de integrar elementos importantes del sector financiero y
energético –entre otros- en el sector público, que permitiera romper el enorme
dominio que el mundo del capital ejerce sobre los Estados, facilitando así su
democratización, condición indispensable para la reducción de las
desigualdades.
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