Bastaron dos años – 2014-2015
– para que un impresionante grupo de economías emergentes – así como fue su ascenso en el sistema mundo – así está
presente el inicio de su caída. Economías que se vieron “favorecidas” desde
inicios del 90 del siglo XX, cuando se produce un fuerte y profundo cambio en
las estructuras, del sistema mundo, la llamada “Deslocalización Empresarial” – miles de empresas de occidente se
trasladan hacia el sudoeste asiático:
China, India, Tailandia, Singapur, Taiwán, y estamos asistiendo “al gran
auge” de las economías emergentes -, “cambio
de época” que refuerzan las políticas del Consenso de Washington. El última
semestre del 2015 ha sido crucial
para entender como una “nueva” alternativa económica – dentro del propio
sistema capitalista – la globalización
neoliberal, una “Nueva Arquitectura
Político-financiera Mundial” – no encontraba
columnas de resistencia y se desploma como un
“castillo de naipes”. Si hasta mediados del 2015 – aun cuando no emergió
la crisis china,
menos la intervención de Rusia en la guerra contra el Estado Islámico y lo peor que aún no
se sentía las consecuencias del “bloqueo económico” de Europa y Estados Unidos,
como represalia frente a su participación de Rusia en los asuntos internos de Ucrania,
incluso Brasil
todavía no había salido a la escena nacional el gran problema de la corrupción estatal-Petrobras – política
(oficial y opositora); la conducción de las Economías BRICS tuvieron la gran oportunidad de implementar sus acuerdos institucionales: El Banco de los BRICS, la moneda,
el reforzamiento de las economías del SUR-Sur, el apoyo a Irán en su
lucha contra el imperio y la Unión Europea y básicamente la creación de una Nueva
Institucionalidad Político-Financiera Mundial, que progresivamente sus
economías “vayan saliendo” del dominio del Fondo
Monetario Internacional y el Banco Mundial. Pero este conjunto de Acuerdos
y Resoluciones la final se
convirtieron en un elegante “Cuento de Hadas”, porque incluso habían al final
del primer semestre del 2015, ser parte central y fundamental de la forja y construcción
de “Un Nuevo Orden Mundial” –
chino-ruso – para hacerle frente y en la práctica disminuí rl poder del “Orden Mundial” Imperialista, que desde
Occidente dirigían Estados Unidos, Unión Europea y Japón (en realidad era una
versión actual político-financiera del G-7)-
Hoy China es parte a nivel
mundial del desplome de su economía y arrastra a un conjunto de economías del sistema mundo – no solamente en la reducción significativa
de su mercado en la compra de materias primas de los países de América Latina, caída de la Bolsa de
Shanghái, devaluación del Riminbi (el
Yuan su moneda oficial) – sino que en lo central está metida en un mundo
donde existe la “Guerra
de Divisas”- con los países imperiales y globalizadores (Países de
donde proceden el total de las corporaciones transnacionales, hoy protagonistas
de un “nuevo” proceso de acumulación mundial del sistema capitalista; el capitalismo
de la desposesión – explotación, saqueo de los recursos naturales (los Commodities) y nuevas formas
brutales de explotación de la mano de obra (millones de trabajadores sin
derechos sociales – los nuevos esclavos asalariados del siglo XXI), hoy además
ven como sus economías ”sufren” en vivo y directo ante el desplome mundial del precio del petróleo, ya en el piso de
los 20 dólares) . Rusia, está
metida en “dos guerras” ( Ucrania y
contra el Estado Islámico, más la defensa “real y objetiva” del régimen de
Siria – asediado militar y políticamente no solo por el EI, sino también por
Francia, Estados Unidos y ahora Inglaterra. Si situación es realmente crítica,
además como hemos expresado líneas arriba – ya comienza a sentirse las consecuencias
inhumanas de la guerra del “bloqueo económico” – al viejo estilo de los tiempos
de la “guerra fría”. Brasil – en realidad hoy es un verdadero problema
como país – no es sólo la “guerra
política” contra la Presidenta – hoy está presente el destape de la mayor
corrupción político-estatal (oficialismo y oposición han hecho de la más grande
empresa del petróleo
PETROBRAS su fuente de corrupción mundializada). Están inmersos hoy
en la crisis económica más profunda –
después de más de 25 años de haber recuperado la Democracia – crisis económico-financiera,
desplome de su economía de exportación,
cierre de empresas, despidos masivos e históricamente “olvidados” en sus “nuevos
derechos” la poderosa ascendente “clase
media” producto del éxito de las Políticas Sociales contra la extrema
pobreza (Hambre
cero) y lo más terrible, la gran promesa desde el primer gobierno de
Lula, la “reforma agraria” y la tierra para el más grande e histórico Movimiento Social, los Trabajadores sin
Tierra y otros graves problemas “olvidados” como el de las minorías nacionales
(pueblos originarios y afro-descendientes). India y su actual Administración Política no es “buena” por los graves
problemas cultural-ambientales de los pueblos y minorías nacionales, y
menos recomendable para la inversión monopólica (como fueron las 2 décadas
anteriores centro principal de las políticas de la “Deslocalización Empresarial”, en especial cuando, miles de empresas
norteamericanas, trasladaron todas sus inversiones este país. Sudáfrica,
tiene menos importancia y peso económico-financiero para que hoy en la
coyuntura de su gravedad y turbulencia político-financiera mundial, pudiera asumir
un “liderazgo” que ayudara a salir
del estancamiento en el cual hoy se encuentran las Economías BRICS. Su final NO. Pero
sí pasan por un momento de grave situación interna y externa para continuar “abriendo” un mundo diferente dentro del propio sistema mundo de la
globalización en
la perspectiva de mayor presencia y hegemonía de los Estados y menos dominio de
las corporaciones y monopolios imperialistas.
/////
LOS BRICS: UNA FÁBULA DE NUESTRO TIEMPO.
*****
Immanuel
Wallerstein.
La Jornada
miércoles 13 de enero del 2016.
La historia de los BRICS es extraña. Comienza
cuando Jim O’Neill, en ese momento coordinador de la gestión de activos en
Goldman Sachs, la gigante casa de inversiones, escribió un artículo ampliamente
comentado acerca de lo que hemos venido a llamar economías emergentes. O’Neill
destacó a cuatro países –Brasil, Rusia, India y China–, todos los cuales son lo
suficientemente grandes en tamaño y territorio como para tener un peso notorio
en el mercado mundial. Los llamó los BRICs.
O’Neill argumentó que sus activos crecían a un
ritmo tal, que llegarían a controlar colectivamente el valor de los activos
mantenidos por los países del G-7, durante mucho tiempo considerados los países
más ricos del sistema-mundo. O’Neill no dijo con exactitud cuándo habría de
ocurrir esto –a más tardar hacia 2050. Pero ubicó el surgimiento de los BRICs
como más o menos inevitable. Dada la posición de Goldman Sachs, en esencia le
estaba diciendo a los clientes de dicha firma que ubicaran partes
significativas de sus inversiones en estos cuatro países mientras sus activos
siguieran vendiéndose baratos.
Los argumentos prendieron, aun al interior de los
cuatro países en cuestión. Los cuatro países de los BRICs decidieron asumir el
nombre y crearon estructuras para celebrar reuniones anuales a partir de 2009,
con el fin de transformar su fuerza económica emergente en una fuerza
geopolítica. El tono de sus sucesivas declaraciones colectivas fue hacer valer
el sitio del Sur contra el Norte, en especial Estados Unidos, en el
sistema-mundo. Hablaban de reemplazar el dólar como divisa de reserva, con una
nueva divisa basada en el Sur. Hablaron de crear un banco de desarrollo con
sede en el Sur para que asumiera muchas de las funciones que eran de la
competencia del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Hablaron de
redirigir los flujos de comercio mundial, enfatizando los intercambios Sur-Sur.
Hablaban de todas estas cuestiones, pero de algún
modo nunca lograron instrumentar estas propuestas. En cambio, desde 2010 se
concentraron en gozar de los frutos del alto nivel de los precios de las
mercancías de exportación, lo que permitió a los cuatro países aumentar
significativamente los niveles de ingreso de los estratos medios y altos, y aun
incrementar algunos beneficios para los estratos inferiores.
Los tiempos parecían buenos, y no sólo para los
BRICs. En 2009, Sudáfrica se las arregló para convencer a los cuatro miembros
de los BRICs que lo admitieran como quinto miembro del grupo. El nombre cambió
entonces de BRICs a BRICS, con la S final referida a Sudáfrica. Sudáfrica en
realidad no cumplía con los criterios económicos que O’Neill especificara, pero
en términos de geopolítica permitió al grupo decir que tenían un miembro
africano.
Entretanto, otros países comenzaron a mostrar características económicas
semejantes a aquellas de los BRICS. Los periodistas comenzaron a hablar de MINT
–México, Indonesia, Nigeria y Turquía. Aunque este grupo también incluía
economías emergentes, nunca se convirtieron una estructura formal. Otro miembro
era un miembro obvio: Corea del Sur. Sin embargo, Corea del Sur ya había sido
admitido en el club de los acaudalados –La Organización de Cooperación y
Desarrollo Económico (OCDE)– y como tal no vio la necesidad de impulsar más su
estatus geopolítico.
Luego,
de pronto, la fuerza económica de los BRICS dio un giro hacia empeorar en la
década de 2010. No era que los países del G-7 estuvieran acelerando su
crecimiento de nuevo, sino que los BRICS mostraban cifras disminuidas en sus
activos. El rápido ascenso de los BRICS pareció desvanecerse.
¿Qué había ocurrido? Una mirada a la economía-mundo de la primera década del
siglo XXI muestra que el auge económico mundial estaba impulsado en gran medida
por la industrialización y la construcción sin restricciones. Esto creó una
enorme demanda de insumos de todo tipo, que China obtuvo de los países de los
BRICS y de otras partes. El auge de China se construyó sobre algunas
irresponsables y endebles políticas de préstamos de un gran número de bancos
regionales que comenzaron a existir, auxiliados y permitidos por una
considerable corrupción. Cuando el gobierno chino buscó reparar el daño, su
tasa de crecimiento se desplomó pese a que siguió relativamente alta.
Además,
el intento de China por afirmar su poderío geopolítico sobre sus vecinos en
Asia oriental y sudoriental ha conducido a tensiones acumuladas. Aunque se dice
que esto es parte de la rivalidad entre China y Estados Unidos, tanto China
como Estados Unidos han sido cuidadosos en no dejar que la rivalidad vaya tan
lejos que amenace las posibilidades de más largo plazo para una sociedad.
Entretanto, otros países comenzaron a mostrar características económicas semejantes a aquellas de los BRICS. Los periodistas comenzaron a hablar de MINT –México, Indonesia, Nigeria y Turquía. Aunque este grupo también incluía economías emergentes, nunca se convirtieron una estructura formal. Otro miembro era un miembro obvio: Corea del Sur. Sin embargo, Corea del Sur ya había sido admitido en el club de los acaudalados –La Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE)– y como tal no vio la necesidad de impulsar más su estatus geopolítico.
¿Qué había ocurrido? Una mirada a la economía-mundo de la primera década del siglo XXI muestra que el auge económico mundial estaba impulsado en gran medida por la industrialización y la construcción sin restricciones. Esto creó una enorme demanda de insumos de todo tipo, que China obtuvo de los países de los BRICS y de otras partes. El auge de China se construyó sobre algunas irresponsables y endebles políticas de préstamos de un gran número de bancos regionales que comenzaron a existir, auxiliados y permitidos por una considerable corrupción. Cuando el gobierno chino buscó reparar el daño, su tasa de crecimiento se desplomó pese a que siguió relativamente alta.
Los
ajustes de China se sintieron en otros lados de inmediato, y en especial en los
otros países de los BRICS, lo que resultó endeble económicamente y por tanto en
una vulnerabilidad política. La dramática caída de los precios mundiales del
crudo cobró su cuota. Uno tras otro, los países de los BRICS se hallaron en
problemas, cada uno de modo diferente.
Las
políticas económicas de Brasil, que habían combinado políticas macroeconómicas
neoliberales con importantes transferencias al tercio más pobre de la población
–el famoso Fome Zero o Hambre Cero–, ya no funcionaron. Las fluidas y siempre
cambiantes alianzas políticas en la legislatura brasileña se volvieron un
escenario turbulento, que amenazó la estabilidad política. En este momento los
dos bandos principales están buscando someter a juicio al líder del otro bando.
Y la imagen de la persona que construyera las exitosas políticas previas de
Brasil –Lula, el anterior presidente Luiz Inácio Lula da Silva– se manchó de
mal modo.
Las
políticas rusas de pesada inversión en lo militar combinadas con una
redistribución económica auxiliada por el Estado quedaron fuertemente
amenazadas por la caída en el precio del gas y del crudo. Su asertividad
geopolítica en Ucrania y Medio Oriente condujo a varios tipos de boicots que
lastimaron su ingreso económico nacional marcadamente.
El
intento de India por ponerse al corriente, no sólo con Occidente sino con
China, resultó en un daño ecológico masivo y en una disminución de las
inversiones de su diáspora en América del Norte y Europa occidental. El actual
gobierno, encabezado por el primer ministro Narendra Modi, está encontrando que
es difícil cumplir las promesas que condujeron a su avasalladora victoria
reciente.
En
Sudáfrica, la abrumadora mayoría del Congreso Nacional Africano (CNA) amaina
finalmente, conforme una creciente proporción del electorado es demasiado joven
para recordar la lucha contra el apartheid. En cambio, la política se torna
cada vez más una política basada en lo étnico. Y el CNA es amenazado por una
corriente emergente anti-blanca entre los votantes más jóvenes, tan ajenos a
las políticas anti-raciales del CNA. Además, los vecinos de Sudáfrica se
inquietan cada vez más por la mano dura de Sudáfrica en su política interna.
¡Ay,
cómo caen los poderosos! Cualquiera duda de lo que permanece de las
aspiraciones geopolíticas de los BRICS.
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