Recientemente
ofrecí una conferencia – expresa la Maestra Ellen y es necesario conocer su
pensamiento, aunque muy breve en su Obra “Estado, Democracia y Globalización” - sobre el
nuevo imperialismo y sus efectos negativos para la democracia en tanto Estados Unidos
continúe intentando consolidar su hegemonía global unilateral. En esa ocasión,
concluí sugiriendo que la democracia se estaba convirtiendo, como no lo era
hace mucho tiempo, en una amenaza para el capitalismo. A pesar de todo lo que nos han dicho sobre la “globalización” y la
decadencia del Estado-nación, el capital global depende más que nunca de un
sistema global de múltiples estados locales. De modo que las luchas locales y
nacionales por una democracia real y un verdadero cambio del poder de clase –tanto al interior como fuera del Estado–
pueden plantearle una amenaza real al capital imperialista. Alguien en la
audiencia preguntó: ¿por qué el capitalismo no puede continuar tolerando este
tipo de democracia formal con la que ha estado conviviendo durante un largo tiempo en el mundo del
capitalismo avanzado? ¿Por qué debería esto plantear algún peligro real para el
capitalismo global? El interrogante realmente no era irrazonable. Por el contrario, la historia de la democracia moderna,
especialmente en Europa occidental y EE.UU., ha sido inseparable del
capitalismo. Sin embargo, esto ha sido así solamente porque el capitalismo ha
creado una relación enteramente nueva entre poder político y económico, que
torna imposible que la dominación de clase se mantenga coexistiendo con los
derechos políticos universales. Es el capitalismo el que hizo posible una
democracia limitada, “formal” antes que
“sustantiva”, algo que nunca fue factible con anterioridad. Y es por esto
que el capital ha podido tolerar algún tipo de democracia. Mi objetivo en esa
conferencia no era afirmar que el capitalismo no puede tolerar la democracia
formal –aunque no deberíamos desestimar los ataques contra las libertades
civiles que están teniendo lugar precisamente ahora en EE.UU. Aquello que
pretendía y pretendo subrayar aquí es que en las condiciones del capitalismo
global actual y del nuevo imperialismo, la democracia puede amenazar con
convertirse en algo más que un régimen
meramente formal. Para explicarme retomaré brevemente un argumento sobre la relación entre el capitalismo y la democracia que
aparece en mi libro Democracia contra capitalismo (2000).
Me
interesa dejar en claro desde el principio que, para mí, el capitalismo es –en
su análisis final– incompatible con la democracia, si por “democracia” entendemos, tal como lo
indica su significación literal, el poder popular o el gobierno del pueblo. No existe un capitalismo gobernado por el
poder popular en el cual el deseo de las personas se privilegie por encima
de los imperativos de la ganancia y la acumulación, y en el que los requisitos de la maximización del
beneficio no dicten las condiciones más básicas de vida. El capitalismo es estructuralmente antitético respecto de la
democracia, en principio, por la razón histórica más obvia: no ha existido
nunca una sociedad capitalista en la cual no se le haya asignado a la riqueza
un acceso privilegiado al poder. Capitalismo
y democracia son incompatibles también, y principalmente, porque la existencia
del capitalismo depende de la sujeción a los dictados de la acumulación
capitalista y las “leyes” del mercado de las condiciones básicas de vida y
reproducción social como condición irreductible contraria al ánimo democrático.
Esto significa que el capitalismo necesariamente sitúa cada vez más esferas de
la vida cotidiana por fuera del parámetro según el cual la democracia debe
rendir cuentas de sus actos y asumir responsabilidades. Toda práctica humana que pueda ser convertida en mercancía deja de
ser accesible al poder democrático. Esto quiere decir que la democratización
debe ir de la mano de la “desmercantilización”.
Pero
desmercantilización significa, por definición, el final del capitalismo.
Profesora de
Ciencias Políticas en la Universidad de York. Toronto. Canadá. Traducción del
Dr. Atilio Boron.
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Maestra Ellen Meiksins Wood. Abril 12 de 1942. Enero 15 del 2016. Profesora de Ciencias Políticas en la Universidad
de York. Toronto. Canadá.
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EL PENSAMIENTO CRÍTICO, SOCIALISTA Y MARXISTA
ESTÁ DE DUELO.
HOMENAJE A ELLEN MEIKSINS WOOD (1942-2016).
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Juan Carlos Gómez Leyton*.
Rebelión sábado 16 de enero del 2016.
“en virtud de que el materialismo histórico
todavía representa la crítica más fiel del
capitalismo,
me parece que “el triunfo del capitalismo”,
la hace más pertinente hoy que nunca”.
Ellen Meiksins Wood
Democracy against capitalism. Renewing historical materialism. (1995)
El
pensamiento crítico, socialista y marxista está de duelo, a los 73 años de edad
ha dejado de existir la pensadora socialista Ellen Meiksins Wood.
La
maestra Ellen autora de diversos e influyentes libros teóricos e históricos que
tienen la virtud de haber renovado el pensamiento socialista y especialmente,
el materialismo histórico. Centrada en el análisis de la democracia, la
ciudadanía, la sociedad civil y el capitalismo la profesora Ellen Meiksins Wood
generó y provocó profundas discusiones en los últimos años. Sus textos
comenzaron a ser conocidos tardíamente en América Latina y, particularmente, en
Chile.
Considerada
junto con el historiador Robert Brenner de haber impulsado y fundado la
historia social de la teoría política y, del denominado, marxismo político.
Apoyada en esta perspectiva sus análisis marxistas ofrecieron novedosas y
oportunas interpretaciones siempre originales y polémicas del capitalismo, de
las sociedades pre-capitalistas, el estado, la teoría política, la democracia,
la ciudadanía, el liberalismo, la sociedad civil, la Ilustración, la
globalización, el imperialismo y el socialismo.
La
obra teórica de Ellen se desarrolla en un momento mismo que muchos
intelectuales de izquierda abandonaban el marxismo. Ella va plantear la
necesidad de recuperar la crítica del capitalismo. Su crítica política al
posmarxismo fue contundente y categórica. Su defensa del marxismo. No por ello
no fue menos crítica con los marxismos desarrollados. Su planteo teórico y
político central era la crítica permanente del capitalismo, la cual requiere no
solo de adaptaciones a todas las transformaciones del sistema, sino también una
crítica constante renovada de los instrumentos analíticos diseñados para
comprenderlo. “Desde la época de Marx –sostenía la maestra- no puede haber
habido momento en que fuera tan necesaria la crítica al capitalismo como en la
actualidad, toda vez que más y más ramas del conocimiento, son absorbidas por
los supuestos auto-validados del capitalismo o, por lo menos, por una
convicción derrotista de que no hay otra cosa posible. En función del aparente
triunfo del capitalismo mundial, a fines del siglo XX, la profesora Ellen
Meiksins desarrollo todo un programa de investigaciones y discusiones teóricas
con el objeto de renovar y ampliar el materialismo histórico hacia nuevos y más
vastos horizontes políticos y teóricos.
Destacado
aquí su trabajo "Democracia contra Capitalismo. La renovación del materialismo
histórico", fue una constante fuente de inspiración y reflexión teórica y
política para mis trabajos sobre la democracia en Chile y en América a lo largo
de las dos últimas décadas. Su lectura contribuyó a pensar a la democracia como
un régimen político desvinculado y de manera antagónico con el capitalismo. De
ahí la posibilidad de confrontar al capitalismo desde la democracia, inclusive
la liberal y representativa. Y, sostener categóricamente que el capitalismo es
el principal obstáculo para la instalación y desenvolvimiento histórico y
político de la democracia. Fundamentalmente, por un régimen político que dota
de poder a los sujetos participan en el: las y los ciudadanos soberanos,
dotados de poder político revolucionario: destituyente como el constituyente.
El
libro de Ellen enseña justamente que la democracia es posible sin capitalismo y
que este para existir debe limitar permanente a la democracia. En este punto es
donde se podría decirse que “democracia” se vuelve sinónimo de socialismo. La
pregunta que surge, entonces, o la tarea que nos deja la maestra, es qué
significa entonces la emancipación socialista, además de la abolición de la
explotación de clases o de la propiedad privada de los medios de producción.
Pensar
el socialismo en el siglo XXI se vuelve crucial y fundamental en la actual
coyuntura histórica latinoamericana. Dado las significativas derrotas del
progresismo social o del denominado “socialismo del siglo XXI”, representado
por el chavismo y el proceso venezolano. Sin duda que los aportes teóricos e
históricos de Ellen serán de un gran apoyo.
Gracias Maestra. Nos
quedamos luchando en favor de la democracia, en contra el capitalismo, en pos
del socialismo.
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*Juan Carlos Gómez Leyton. Dr. en Ciencia
Política, académico chileno / Santiago Centro, enero 2016.
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