LA NUEVA IZQUIERDA. EN
EL PENSAMIENTO CRITICO LATINOAMERICANO.- De acuerdo con los planteamiento
central, formulados por el Dr. Boaventura de Sousa Santos, sin embargo, considero
importante en el contexto continental del escenario complejo, múltiple,
turbulento – en un Mundo Multipolar de Nuestra América – pero
siempre manteniendo presente nuestra mirada a lo que sucede hoy en especial en
algunos países del sur de Europa – Grecia, Portugal y hoy España –
es necesario tener presente un conjunto de propuestas que hoy están vigentes en
América latina, que se puede explicar en el amplio escenario de La
Sociología de las Ausencias. Propuestas que hoy fluyen en el conjunto
de luchas, movilizaciones y sobre todo cuando los nuevos Actores
Sociales de la Nueva Sociedad Civil – el Poder Popular Local – protagonizan
desde sus Movimientos Sociales, un “Nuevo Capital Político”, producto
de las sucesivas luchas sociales, en lo central en defensa del Medio Ambiente,
a partir de un conjunto de formas de resistencia histórica de la
Cultura local y la Identidad Cultural Local. Lo importante Dr. De Sousa Santos es como recuperamos la Confianza de la
Ciudadanía en la propuesta de la Izquierda del futuro. Hoy es objetivo, real, que los “antiguos” planteamientos “propios”
de la izquierda, son también propuesta de la derecha política empresarial en
tiempos de Democracia Electoral. La Ciudadanía perdió total y absoluta
confianza en la Política, en sus partidos políticos, en la “clase
política”, en sus formas “ilegales” y “corruptas” de representación. Pérdida de
confianza personal, social e institucional – que funciona como una unidad
dialéctica – no sólo es a las políticas de la derecha o la centro derecha, etc.
este proceso se ha “totalizado”, es a toda la Política. La Izquierda, con sus viejos caudillos
nacionales y caciques provincianos, no ha sido capaz de una propuesta Política
que vaya más allá de las corrientes dominantes del neoliberalismo, se ha
fosilizado en simples “ideas” centrales que vienen desde los tiempos de la Caída
de Muro de Berlín y otros tantos han entrado a ser parte de algunas
propuestas “reformistas” parlamentarias, colaboracionistas, asistencialistas y
populistas, de gobiernos que han traicionado los programas políticos propuestos
en tiempos de “campañas políticas”. Hoy la
“Nueva izquierda” intenta
levantarse en un escenario por lo general – envenenado por las políticas
hegemónicas del neoliberalismo -Pero NO una “nueva izquierda” reformista, electorera,
que sólo satisfaga intereses personales de determinadas élites de propietarios
de “parcelas” de cómo lograron fraccionarla la izquierda en
tiempos del neoliberalismo.
Es importante en el
actual escenario continental de Nuestra América como defendemos la Democracia representativa, electoral, mediática,
hasta novelada, (muchas veces procedimental) y en el proceso de mirar el futuro y la
ubicación de la Izquierda en la “batalla de las ideas” – la
democracia actual nos brinda las condiciones para intensificar el “gran
debate” nacional-continental – sobre como “salir”, consolidar, mejorar y
por su puesto entrar a un escenario diferente el de la Democracia de
Ciudadanos, desde la perspectiva de la Participación Ciudadana, desarrollado en el “escenario
de las clases y la lucha de clases” es decir, el escenario que va
“naciendo” con la Nueva Sociedad Civil, emergente, popular,
plural, democrática, un Programa Político (anti-neoliberal). Si
realmente queremos “sobrevivir”, políticamente como Izquierda Democrática, tenemos
la obligación política – por nuestra identidad político-social de clase –
(disculpen pero aquí aparece con fuerza el problema
del Estado, y si no lo “tocamos” políticamente, mejor nos
dedicamos a “llorar” porque cayó el Muro de Berlín o porque “China Popular” hoy
representa un “Capitalismo Estatal Imperialista”, “Un Estado, dos sistemas”
(China y Hong-Kong) y vendemos flores en la “puerta de un cementerio.” Como
recuerdo de los tiempos de la famosa Generación
68, París 68, la Generación Política Revolucionaria, que extraordinaria
generación, no olvidemos que tenía una base ideológica y política muy importante, la poderosa influencia de la Revolución Cubana. Mis respetos y mi admiración eterna.
“Hay hombres que luchan un día
y son buenos, hay otros que luchan un año y son mejores, hay quienes luchan
muchos años y son muy buenos, pero hay los que luchan toda la vida esos son los
imprescindibles”. B.B.-
***
Obviamente si
queremos trabajar políticamente y obtener resultados altamente democráticos, es importante tener
presente el carácter del escenario, que el nuevo proceso de construcción social
y política de la Izquierda del futuro – La Sociología de las
Emergencias – forjar y construir Gobernabilidad
Democrática – no es siguiendo
las excelentes lecciones que nos imponen los “ilustres” pensadores y opinologos
de la derecha político-empresarial o los voceros – dicen ser líderes de
opinión – del poder factico de los medios. En cambio, para nosotros es
un proceso absolutamente diferente, distinto, de práctica permanente de
Democracia Directa, desde sus propias raíces – conjunto de contextos
sociales - donde iniciamos “la batalla de
las ideas”, la propuesta de nuestra Plataforma de Lucha (coyuntural,
así como estratégica a mediano y largo plazo), los Atores
Sociales (Nuevos Sujetos Sociales Históricos” – no son los mismos que
la clase obrera en los tiempos del capitalismo industrial –
hoy son tan diferentes, distintos y diversos, que representan un gran esfuerzo
político llegar ante ellos, básicamente sectores populares,
desideologizados, despolitizados y con una profunda influencia de las
políticas neoliberales.(el veneno destructor de la organización, la ideología,
la política y la representación).
La Izquierda hoy
está totalmente desfasada, aislada, de los Movimientos Sociales – los conflictos sociales
– por una razón muy simple: permanece encerrada entre cuatro muros de
“propiedad” de pequeños propietarios – al estilo feudal – que se creen dueños
absolutos de la pequeña parcela como la han fraccionado la izquierda. La
Plataforma de Lucha del Poder Popular, defensor del medio
ambiente, la cultura local y los derechos históricos del Patrimonio Territorial
de los Pueblos, (La explotación de los Commodities) es
totalmente distinta, muchas veces contradictoria del ”nuevo capital político”, como
parte del “nuevo capital democrático” que presentan al interior de sus conflictos, (La
Nueva Democracia) contenidas en las nuevas propuestas políticas de la
Democracia Asociacionista ( fundada, reconocida en el conjunto
de “redes sociales históricas de cada pueblo”, patrimonio de
cultura, identidad, trabajo, resistencia popular, tradiciones, costumbres) raíz
y base central, fundamental sobre la cual (in)surgen los Nuevo Líderes Comunitarios. (Hoy esta
realidad está presente en el escenario de la lucha de clases de nuestra
América, y es parte de la Nueva Democracia). En conclusión, cerrando
“el telón” de defensa y resistencia de la Democracia de Ciudadanos, Participativa,
de la Nueva Izquierda del futuro, está presente en todo el proceso – como
ideología y política socialista – la IDENTIDAD
POLÍTICA e HISTÓRICA DE LA IZQUIERDA. Si no somos capaces, en
realidad de recuperar – nuestra propia identidad como Ciudadanos Políticos,
como Socialistas Democráticos, como Ciudadanos comprometidos con el futuro de
nuestro pueblo –, porque también la perdimos en estas tres décadas de “ilusión”
“romance” y “paraíso divino”, que nos ofreció la globalización neoliberal.
La Identidad de la Izquierda en el futuro, es en el proceso de
construcción social y política de que Otro Mundo
Socialista, Democrático, Participativo, de absoluta defensa de la Madre
Tierra, si es posible. Compromiso democrático, como Derecho al futuro.
/////
Dr. Boaventura de Sousa Santos.- Maestro de
Sociología en la Universidad de Coimbra, Portugal.. Autor de varios libros. Dr.
en Sociología del Derecho. Sus trabajos los encontramos en el extenso ámbito
profesional del Pensamiento Crítico Latinoamericano.
***
IZQUIERDA, CONSTITUCIÓN Y
HEGEMONÍA.
*****
Boaventura de Sousa Santos *.
Página /12 martes 26 de enero
del 2016.
Si
algo se puede afirmar con alguna certeza acerca de las dificultades que están
pasando las fuerzas progresistas en América latina, es que tales dificultades
se asientan en el hecho de que sus gobiernos no enfrentaron ni la cuestión de
la Constitución ni la cuestión de la hegemonía. Con la primera me refiero al
conjunto de reformas constitucionales o infraconstitucionales dirigidas a
reestructurar el sistema político y las instituciones para prepararlos ante
posibles embates de los proyectos de democracia de bajísima intensidad. Por
hegemonía entiendo al conjunto de ideas sobre la sociedad e interpretaciones
del mundo y la vida que, cuando son altamente compartidas, incluso por los
grupos sociales perjudicados por esas ideas, permiten que las élites políticas
gobiernen más por consenso que por coerción, aun cuando gobiernen en contra de
los intereses objetivos de grupos sociales mayoritarios.
En
el caso de Brasil, el resultado de no haber enfrentado estas cuestiones es
particularmente dramático. Y explica en parte que los enormes avances sociales
de los gobiernos de Lula sean ahora tan fácilmente reducidos a meros
expedientes populistas y oportunistas, incluso por parte de sus beneficiarios.
Explica también que los muchos errores cometidos (para empezar, el haber
desistido de la reforma política y la regulación de los medios de comunicación,
entre otros, dejan heridas abiertas en grupos sociales importantes, tan
diversos como los campesinos sin tierra ni reforma agraria, los jóvenes negros
víctimas del racismo, los pueblos indígenas ilegalmente expulsados de sus
territorios ancestrales, pueblos indígenas y quilombos con reservas homologadas
pero arrinconadas, militarización de las periferias de las grandes ciudades,
poblaciones rurales envenenadas por agrotóxicos, etc.) no sean considerados
como errores, sino que sean omitidos y hasta convertidos en virtudes políticas
o, al menos, sean aceptados como consecuencias inevitables de un gobierno
realista y desarrollista.
Las
tareas incumplidas de la Constitución y de la hegemonía explican también que la
condena de la tentación capitalista por parte de los gobiernos de izquierda se
centre en la corrupción y, por tanto, en la inmoralidad y en la ilegalidad del
capitalismo, y no en la injusticia sistemática de un sistema de dominación que
se puede realizar en perfecto cumplimiento de la legalidad y la moralidad
capitalistas.
El
análisis de las consecuencias de no haber resuelto las cuestiones de la
Constitución y de la hegemonía es relevante para prever y prevenir lo que puede
pasar en las próximas décadas, no solo en América latina, sino también en
Europa y otras regiones del mundo. Entre las izquierdas latinoamericanas y las
de Europa del sur ha habido en los últimos veinte años importantes canales de
comunicación, que están todavía por analizarse en todas sus dimensiones. Desde
el inicio del presupuesto participativo en Porto Alegre (1989), varias
organizaciones de izquierda en Europa, Canadá e India (de las que tengo
conocimiento) comenzaron a prestar mucha atención a las innovaciones políticas
que emergían en el campo de las izquierdas en varios países de América latina.
A
partir del final de la década de 1990, con la intensificación de las luchas
sociales, el ascenso al poder de gobiernos progresistas y las luchas por asambleas
constituyentes, sobre todo en Ecuador y Bolivia, quedó claro que una profunda
renovación de la izquierda, de la cual había mucho que aprender, estaba en
curso. Los trazos principales de esa renovación fueron los siguientes: la
democracia participativa articulada con la democracia representativa, una
articulación de la cual ambas salían fortalecidas; el intenso protagonismo de
movimientos sociales, de lo que el Foro Social Mundial de 2001 fue una muestra
elocuente; una nueva relación entre partidos políticos y movimientos sociales;
la sobresaliente entrada en la vida política de grupos sociales hasta entonces
considerados residuales, como los campesinos sin tierra, pueblos indígenas y
pueblos afrodescendientes; la celebración de la diversidad cultural, el
reconocimiento del carácter plurinacional de los países y el propósito de
enfrentar las insidiosas herencias coloniales siempre presentes. Este elenco es
suficiente para evidenciar cuánto las luchas por la Constitución y la hegemonía
estuvieron presentes en este vasto movimiento que parecía refundar para siempre
el pensamiento y la práctica de izquierda, no sólo en América Latina, sino en
todo el mundo.
La
crisis financiera y política, sobre todo a partir de 2011, y el movimiento de
los indignados, fueron los detonantes de nuevas emergencias políticas de
izquierda en el sur de Europa, en las que estuvieron muy presentes las
lecciones de América latina, en especial la nueva relación partidomovimiento,
la nueva articulación entre democracia representativa y democracia
participativa, la reforma constitucional y, en el caso de España, las
cuestiones de la plurinacionalidad. El partido español Podemos representa mejor
que cualquier otro estos aprendizajes, incluso cuando sus dirigentes fueron
desde el principio conscientes de las diferencias sustanciales entre los
contextos político y geopolítico europeo y latinoamericano.
La
forma en que tales aprendizajes se irán a plasmar en el nuevo ciclo político
que está emergiendo en Europa del sur es, por ahora, una incógnita. Pero desde
ya es posible especular lo siguiente: si es verdad que las izquierdas europeas
aprendieron con las muchas innovaciones de las izquierdas latinoamericanas, no
es menos cierto (y trágico) que éstas se “olvidaron” de sus propias innovaciones
y que, de una u otra forma, cayeron en las trampas de la vieja política, donde
las fuerzas de derecha fácilmente muestran su superioridad dada la larga
experiencia histórica acumulada.
Si
las líneas de comunicación se mantienen hoy, y siempre salvaguardando las
diferencias de contextos, quizá sea tiempo de que las izquierdas
latinoamericanas aprendan también de las innovaciones que están emergiendo
entre las izquierdas del sur europeo. Entre ellas destaco las siguientes:
mantener viva la democracia participativa dentro de los propios partidos de
izquierda, como condición previa a su adopción en el sistema político nacional
en articulación con la democracia representativa; pactos entre fuerzas de
izquierda (no necesariamente solo entre partidos) y nunca con fuerzas de
derecha; pactos pragmáticos no clientelistas (no se discuten personas o cargos,
sino políticas públicas y medidas de gobierno), ni de rendición (articulando
límites que no pueden ser cruzados con la noción de prioridades o, como se
decía antes, distinguiendo las luchas primarias de las secundarias);
insistencia en la reforma constitucional para blindar los derechos sociales y
tornar al sistema político más transparente, más próximo y más dependiente de
las decisiones ciudadanas, sin tener que esperar elecciones periódicas
(refuerzo del plebiscito); y, en el caso español, tratar democráticamente la
cuestión de la plurinacionalidad.
La
máquina fatal del neoliberalismo continúa produciendo miedo a gran escala y,
siempre que falta materia prima, trunca la esperanza que puede encontrar en los
rincones más recónditos de la vida política y social de las clases populares,
la tritura, la procesa y la transforma en miedo. Las izquierdas son la arena
que puede atajar ese aparatoso engranaje a fin de abrir las brechas por donde
la sociología de las emergencias hará su trabajo de formular y amplificar las
tendencias, los “todavía no”, que apuntan a un futuro digno para las grandes
mayorías. Por eso, es necesario que las izquierdas sepan tener miedo sin tener
miedo del miedo. Sepan sustraer semillas de esperanza a la trituradora
neoliberal y plantarlas en terrenos fértiles, donde cada vez más ciudadanos
sientan que pueden vivir bien, protegidos, tanto del infierno del caos
inminente como del paraíso de las sirenas del consumo obsesivo. Para que esto
ocurra, la condición mínima es que las izquierdas permanezcan firmes en las dos
luchas fundamentales: la Constitución y la hegemonía.
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* Doctor en Sociología
del Derecho.
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