martes, 26 de enero de 2016

IZQUIERDA, CONSTITUCIÓN Y HEGEMONÍA.

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LA NUEVA IZQUIERDA. EN EL PENSAMIENTO CRITICO LATINOAMERICANO.- De acuerdo con los planteamiento central, formulados por el Dr. Boaventura de Sousa Santos, sin embargo, considero importante en el contexto continental del escenario complejo, múltiple, turbulento – en un  Mundo Multipolar de Nuestra América – pero siempre manteniendo presente nuestra mirada a lo que sucede hoy en especial en algunos países del sur de Europa – Grecia, Portugal y hoy España – es necesario tener presente un conjunto de propuestas que hoy están vigentes en América latina, que se puede explicar en el amplio escenario de La Sociología de las Ausencias. Propuestas que hoy fluyen en el conjunto de luchas, movilizaciones y sobre todo cuando los nuevos Actores Sociales de la Nueva Sociedad Civil – el Poder Popular Local – protagonizan desde sus Movimientos Sociales, un “Nuevo Capital Político”, producto de las sucesivas luchas sociales, en lo central en defensa del Medio Ambiente, a partir de un conjunto de formas de resistencia histórica de la Cultura local y la Identidad Cultural Local. Lo importante Dr. De Sousa Santos es como recuperamos la Confianza de la Ciudadanía en la propuesta de la Izquierda del futuro. Hoy es objetivo, real, que los “antiguos” planteamientos “propios” de la izquierda, son también propuesta de la derecha política empresarial en tiempos de Democracia Electoral. La Ciudadanía perdió total y absoluta confianza en la Política, en sus partidos políticos, en la “clase política”, en sus formas “ilegales” y “corruptas” de representación. Pérdida de confianza personal, social e institucional – que funciona como una unidad dialéctica – no sólo es a las políticas de la derecha o la centro derecha, etc. este proceso se ha “totalizado”, es a toda la Política. La Izquierda, con sus viejos caudillos nacionales y caciques provincianos, no ha sido capaz de una propuesta Política que vaya más allá de las corrientes dominantes del neoliberalismo, se ha fosilizado en simples “ideas” centrales que vienen desde los tiempos de la Caída de Muro de Berlín y otros tantos han entrado a ser parte de algunas propuestas “reformistas” parlamentarias, colaboracionistas, asistencialistas y populistas, de gobiernos que han traicionado los programas políticos propuestos en tiempos de “campañas políticas”. Hoy la “Nueva izquierda” intenta levantarse en un escenario por lo general – envenenado  por las políticas hegemónicas del neoliberalismo -Pero NO una “nueva izquierda” reformista, electorera, que sólo satisfaga intereses personales de determinadas élites de propietarios de “parcelas” de cómo lograron fraccionarla la izquierda en tiempos del neoliberalismo.

Es importante en el actual escenario continental de Nuestra América como defendemos la Democracia representativa, electoral, mediática, hasta novelada(muchas veces procedimental) y en el proceso de mirar el futuro y la ubicación de la Izquierda en la “batalla de las ideas” – la democracia actual nos brinda las condiciones para intensificar el “gran debate”  nacional-continental – sobre como “salir”, consolidar, mejorar y por su puesto entrar a un escenario diferente el de la Democracia de Ciudadanos, desde la perspectiva de la Participación Ciudadana, desarrollado en el “escenario de las clases y la lucha de clases” es decir, el escenario que va “naciendo” con la Nueva Sociedad Civil, emergente, popular, plural, democrática, un Programa Político (anti-neoliberal).  Si realmente queremos “sobrevivir”, políticamente como Izquierda Democrática, tenemos la obligación política – por nuestra identidad político-social de clase – (disculpen pero aquí aparece con fuerza el problema del Estado, y si no lo “tocamos” políticamente, mejor nos dedicamos a “llorar” porque cayó el Muro de Berlín o porque “China Popular” hoy representa un “Capitalismo Estatal Imperialista”, “Un Estado, dos sistemas” (China y Hong-Kong) y vendemos flores en la “puerta de un cementerio.” Como recuerdo de los tiempos de la famosa Generación 68, París 68, la Generación Política Revolucionaria, que extraordinaria generación, no olvidemos que tenía una base ideológica y política muy importante, la poderosa influencia de la Revolución Cubana. Mis respetos y mi admiración eterna.


“Hay hombres que luchan un día y son buenos, hay otros que luchan un año y son mejores, hay quienes luchan muchos años y son muy buenos, pero hay los que luchan toda la vida esos son los imprescindibles”. B.B.-

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Obviamente si queremos trabajar políticamente y obtener resultados altamente democráticos, es importante tener presente el carácter del escenario, que el nuevo proceso de construcción social y política de la Izquierda del futuro – La Sociología de las Emergencias – forjar y construir Gobernabilidad Democrática – no es siguiendo las excelentes lecciones que nos imponen los “ilustres” pensadores y opinologos de la derecha político-empresarial  o los voceros – dicen ser líderes de opinión – del poder factico de los medios. En cambio, para nosotros es un proceso absolutamente diferente, distinto, de práctica permanente de Democracia Directa, desde sus propias raíces – conjunto de contextos sociales -  donde iniciamos “la batalla de las ideas”, la propuesta de nuestra Plataforma de Lucha (coyuntural, así  como  estratégica a mediano y largo plazo), los Atores Sociales (Nuevos Sujetos Sociales Históricos” – no son los mismos que la clase obrera en los tiempos del capitalismo industrial – hoy son tan diferentes, distintos y diversos, que representan un gran esfuerzo político llegar ante ellos, básicamente sectores populares, desideologizados, despolitizados y con una profunda influencia de las políticas neoliberales.(el veneno destructor de la organización, la ideología, la política y la representación).

La Izquierda hoy está totalmente desfasada, aislada, de los Movimientos Sociales  los conflictos sociales – por una razón muy simple: permanece encerrada entre cuatro muros de “propiedad” de pequeños propietarios – al estilo feudal – que se creen dueños absolutos de la pequeña parcela como la han fraccionado la izquierda.  La Plataforma de Lucha del Poder Popular, defensor del medio ambiente, la cultura local y los derechos históricos del Patrimonio Territorial de los Pueblos, (La explotación de los Commodities) es totalmente distinta, muchas veces contradictoria del ”nuevo capital político”, como parte del “nuevo capital democrático” que presentan al interior de sus conflictos, (La Nueva Democracia) contenidas en las nuevas propuestas políticas de la Democracia Asociacionista ( fundada, reconocida  en el conjunto de “redes sociales históricas de cada pueblo”, patrimonio de cultura, identidad, trabajo, resistencia popular, tradiciones, costumbres) raíz y base central, fundamental sobre la cual (in)surgen los Nuevo Líderes Comunitarios. (Hoy esta realidad está presente en el escenario de la lucha de clases de nuestra América, y es parte de la Nueva Democracia). En conclusión, cerrando “el telón” de defensa y resistencia de la Democracia de Ciudadanos, Participativa, de la Nueva Izquierda del futuro, está presente en todo el proceso – como ideología y política socialista – la IDENTIDAD POLÍTICA e HISTÓRICA DE LA IZQUIERDA. Si no somos capaces, en realidad de recuperar – nuestra propia identidad como Ciudadanos Políticos, como Socialistas Democráticos, como Ciudadanos comprometidos con el futuro de nuestro pueblo –, porque también la perdimos en estas tres décadas de “ilusión” “romance” y “paraíso divino”, que nos ofreció la globalización neoliberal. La Identidad de la Izquierda en el futuro, es en el proceso de construcción social y política de que Otro Mundo Socialista, Democrático, Participativo, de absoluta defensa de la Madre Tierra, si es posible. Compromiso democrático, como Derecho al futuro.


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Dr. Boaventura de Sousa Santos.- Maestro de Sociología en la Universidad de Coimbra, Portugal.. Autor de varios libros. Dr. en Sociología del Derecho. Sus trabajos los encontramos en el extenso ámbito profesional del Pensamiento Crítico Latinoamericano.
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IZQUIERDA, CONSTITUCIÓN Y HEGEMONÍA.
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Boaventura de Sousa Santos *.

Página /12 martes 26 de enero del 2016.

Si algo se puede afirmar con alguna certeza acerca de las dificultades que están pasando las fuerzas progresistas en América latina, es que tales dificultades se asientan en el hecho de que sus gobiernos no enfrentaron ni la cuestión de la Constitución ni la cuestión de la hegemonía. Con la primera me refiero al conjunto de reformas constitucionales o infraconstitucionales dirigidas a reestructurar el sistema político y las instituciones para prepararlos ante posibles embates de los proyectos de democracia de bajísima intensidad. Por hegemonía entiendo al conjunto de ideas sobre la sociedad e interpretaciones del mundo y la vida que, cuando son altamente compartidas, incluso por los grupos sociales perjudicados por esas ideas, permiten que las élites políticas gobiernen más por consenso que por coerción, aun cuando gobiernen en contra de los intereses objetivos de grupos sociales mayoritarios.
En el caso de Brasil, el resultado de no haber enfrentado estas cuestiones es particularmente dramático. Y explica en parte que los enormes avances sociales de los gobiernos de Lula sean ahora tan fácilmente reducidos a meros expedientes populistas y oportunistas, incluso por parte de sus beneficiarios. Explica también que los muchos errores cometidos (para empezar, el haber desistido de la reforma política y la regulación de los medios de comunicación, entre otros, dejan heridas abiertas en grupos sociales importantes, tan diversos como los campesinos sin tierra ni reforma agraria, los jóvenes negros víctimas del racismo, los pueblos indígenas ilegalmente expulsados de sus territorios ancestrales, pueblos indígenas y quilombos con reservas homologadas pero arrinconadas, militarización de las periferias de las grandes ciudades, poblaciones rurales envenenadas por agrotóxicos, etc.) no sean considerados como errores, sino que sean omitidos y hasta convertidos en virtudes políticas o, al menos, sean aceptados como consecuencias inevitables de un gobierno realista y desarrollista.
Las tareas incumplidas de la Constitución y de la hegemonía explican también que la condena de la tentación capitalista por parte de los gobiernos de izquierda se centre en la corrupción y, por tanto, en la inmoralidad y en la ilegalidad del capitalismo, y no en la injusticia sistemática de un sistema de dominación que se puede realizar en perfecto cumplimiento de la legalidad y la moralidad capitalistas.
El análisis de las consecuencias de no haber resuelto las cuestiones de la Constitución y de la hegemonía es relevante para prever y prevenir lo que puede pasar en las próximas décadas, no solo en América latina, sino también en Europa y otras regiones del mundo. Entre las izquierdas latinoamericanas y las de Europa del sur ha habido en los últimos veinte años importantes canales de comunicación, que están todavía por analizarse en todas sus dimensiones. Desde el inicio del presupuesto participativo en Porto Alegre (1989), varias organizaciones de izquierda en Europa, Canadá e India (de las que tengo conocimiento) comenzaron a prestar mucha atención a las innovaciones políticas que emergían en el campo de las izquierdas en varios países de América latina.
A partir del final de la década de 1990, con la intensificación de las luchas sociales, el ascenso al poder de gobiernos progresistas y las luchas por asambleas constituyentes, sobre todo en Ecuador y Bolivia, quedó claro que una profunda renovación de la izquierda, de la cual había mucho que aprender, estaba en curso. Los trazos principales de esa renovación fueron los siguientes: la democracia participativa articulada con la democracia representativa, una articulación de la cual ambas salían fortalecidas; el intenso protagonismo de movimientos sociales, de lo que el Foro Social Mundial de 2001 fue una muestra elocuente; una nueva relación entre partidos políticos y movimientos sociales; la sobresaliente entrada en la vida política de grupos sociales hasta entonces considerados residuales, como los campesinos sin tierra, pueblos indígenas y pueblos afrodescendientes; la celebración de la diversidad cultural, el reconocimiento del carácter plurinacional de los países y el propósito de enfrentar las insidiosas herencias coloniales siempre presentes. Este elenco es suficiente para evidenciar cuánto las luchas por la Constitución y la hegemonía estuvieron presentes en este vasto movimiento que parecía refundar para siempre el pensamiento y la práctica de izquierda, no sólo en América Latina, sino en todo el mundo.
La crisis financiera y política, sobre todo a partir de 2011, y el movimiento de los indignados, fueron los detonantes de nuevas emergencias políticas de izquierda en el sur de Europa, en las que estuvieron muy presentes las lecciones de América latina, en especial la nueva relación partidomovimiento, la nueva articulación entre democracia representativa y democracia participativa, la reforma constitucional y, en el caso de España, las cuestiones de la plurinacionalidad. El partido español Podemos representa mejor que cualquier otro estos aprendizajes, incluso cuando sus dirigentes fueron desde el principio conscientes de las diferencias sustanciales entre los contextos político y geopolítico europeo y latinoamericano.
La forma en que tales aprendizajes se irán a plasmar en el nuevo ciclo político que está emergiendo en Europa del sur es, por ahora, una incógnita. Pero desde ya es posible especular lo siguiente: si es verdad que las izquierdas europeas aprendieron con las muchas innovaciones de las izquierdas latinoamericanas, no es menos cierto (y trágico) que éstas se “olvidaron” de sus propias innovaciones y que, de una u otra forma, cayeron en las trampas de la vieja política, donde las fuerzas de derecha fácilmente muestran su superioridad dada la larga experiencia histórica acumulada.
Si las líneas de comunicación se mantienen hoy, y siempre salvaguardando las diferencias de contextos, quizá sea tiempo de que las izquierdas latinoamericanas aprendan también de las innovaciones que están emergiendo entre las izquierdas del sur europeo. Entre ellas destaco las siguientes: mantener viva la democracia participativa dentro de los propios partidos de izquierda, como condición previa a su adopción en el sistema político nacional en articulación con la democracia representativa; pactos entre fuerzas de izquierda (no necesariamente solo entre partidos) y nunca con fuerzas de derecha; pactos pragmáticos no clientelistas (no se discuten personas o cargos, sino políticas públicas y medidas de gobierno), ni de rendición (articulando límites que no pueden ser cruzados con la noción de prioridades o, como se decía antes, distinguiendo las luchas primarias de las secundarias); insistencia en la reforma constitucional para blindar los derechos sociales y tornar al sistema político más transparente, más próximo y más dependiente de las decisiones ciudadanas, sin tener que esperar elecciones periódicas (refuerzo del plebiscito); y, en el caso español, tratar democráticamente la cuestión de la plurinacionalidad.
La máquina fatal del neoliberalismo continúa produciendo miedo a gran escala y, siempre que falta materia prima, trunca la esperanza que puede encontrar en los rincones más recónditos de la vida política y social de las clases populares, la tritura, la procesa y la transforma en miedo. Las izquierdas son la arena que puede atajar ese aparatoso engranaje a fin de abrir las brechas por donde la sociología de las emergencias hará su trabajo de formular y amplificar las tendencias, los “todavía no”, que apuntan a un futuro digno para las grandes mayorías. Por eso, es necesario que las izquierdas sepan tener miedo sin tener miedo del miedo. Sepan sustraer semillas de esperanza a la trituradora neoliberal y plantarlas en terrenos fértiles, donde cada vez más ciudadanos sientan que pueden vivir bien, protegidos, tanto del infierno del caos inminente como del paraíso de las sirenas del consumo obsesivo. Para que esto ocurra, la condición mínima es que las izquierdas permanezcan firmes en las dos luchas fundamentales: la Constitución y la hegemonía.
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* Doctor en Sociología del Derecho.

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