UNA MARCHA, TODOS
LOS DERECHOS. ”ACUMULACIÓN POPULAR. - Desde los orígenes de los tiempos las agrupaciones humanas han
reaccionado a los abusos del poder. “Revolución”,
“insurrección”, “desobediencia civil”, “revuelta”, “huelga general”, “gran
marcha”, son figuras todas ellas que traman en la conciencia colectiva de
los pueblos la resistencia y la oposición a un poder que se sabe opresor. Hay
política y no simple dominación en la medida en que el poder se conciba y
experimente como una relación social móvil y reversible, como campo estratégico
de fuerzas que operan unas contra otras. Evidentemente en esta concepción de la
política se anuda la célebre expresión foucaultiana
según la cual “donde hay poder hay resistencia”.
La “Marcha Federal”
rememora la experiencia de la resistencia al neoliberalismo de los años 90. Se dirá que la historia se repite, como
solía decir Marx aludiendo al viejo Hegel. A mediados de la década del 90’,
la marcha federal constituyó un hito de la resistencia a las políticas de
ajuste y privatización del menemismo. La historia se repite, sí, pero la
repetición nunca es igual a sí misma. La forma actual que ha tomado el
neoliberalismo en la Argentina no es mera copia del pasado, es su versión más
acabada y por eso mismo mucho más virulenta. La situación de los sectores
populares tampoco es idéntica; hay una experiencia sedimentada de las luchas y
las resistencias, en cada acto, en cada plaza, en cada movilización; esto no solo vale para la Argentina sino
también para toda nuestra América Latina.
La expresión “Articulación Popular”, forma elegida para la
convocatoria de la Marcha Federal,
resulta atractiva por su pretensión de construir hegemonía, aun cuando su
enunciación resulte enigmática. La idea
de “articulación” no es nueva en el discurso teórico político argentino. La
utilizó Ernesto Laclau a mediados de
los 80 en sus reflexiones sobre Hegemonía y Estrategia Socialista primero, y en
La razón populista a comienzos de este siglo después. La articulación es una
forma de constitución de identidades
colectivas, una práctica específica que supone que las identidades sobre
las que se ejerce la práctica articulatoria puedan verse transformadas como
resultado de dicha práctica. También implica considerar que la identidad
política que ejerce la articulación tiene que abrirse a dicha transformación en
su encuentro con otros. Esto requiere un concepto de lo político como capacidad
de afectar y ser afectado.
Los organizadores llamaron a confluir en un paro general
sin fecha definida y a movilizarse el día de las audiencias por las tarifas.
***
La cuestión “popular” es mucho
más compleja, tiene una larga historia en
nuestros lenguajes histórico-políticos. Los funcionarios del actual gobierno no
utilizan la palabra pueblo en sus discursos públicos, parecieran moverse más
cómodos en un lenguaje menos cargado de historia y tradición como es la
apelación a la difusa figura de “la
gente”, o a la más endeble del “vecino”. Tampoco utilizan la “lengua de los derechos” que siempre
son comunes, colectivos o sociales, y que como dice la gran filósofa brasilera Marilena Chauí es constitutiva de las
tradiciones democrática y republicana, sino que más bien hablan en el lenguaje
de los “intereses” que siempre son
individuales o corporativos, y que constituyen la esencia misma del
liberalismo, o al menos de su peor versión.
Por ello nombrar lo popular es ya un acto emancipatorio. La
complejidad a la que aludíamos está dada por el carácter polisémico, y también polémico de la palabra pueblo. Para
los antiguos griegos, el pueblo (demos) refería solo a una parte
de la sociedad, la plebe o los pobres. Es
recién en la modernidad donde la
categoría de pueblo emerge como
borradura de todas las contradicciones de las distintas partes de la ciudad y
se instaura como pueblo-nación,
forma homogénea que nombra la totalidad del cuerpo político mismo. Pero hay una
tercera forma de comprender la
categoría de pueblo y el sujeto al
que ella evoca. Pueblo nombra
también un sujeto plural, una heterogeneidad irreductible, atravesada por
múltiples conflictos internos, y que halla en los debates y conversaciones
colectivas, en el encuentro de los cuerpos en el espacio público, las formas de
ir procesando dichos conflictos en común. De
la comprensión del pueblo y de lo popular como heterogeneidad y no como
masa compacta y uniforme depende en gran medida la posibilidad de una verdadera
articulación popular.
Sobre la expresión
“todos los derechos”: hay
una dimensión performativa de la acción
que es constitutiva de la política. El
filósofo esloveno Slavoj Žižek habla de “utopías escenificadas”. La noción
de utopía escenificada nada tiene que ver con las viejas utopías renacentistas,
ni mucho menos con las vertientes socialistas
y comunistas del siglo XIX y XX. Antes bien, alude a un proceso en el cual
nuestras luchas por los derechos emergen como actos realizativos, mediante los
cuales empezamos a ejercer y
experimentar los derechos en el momento en que los reclamamos. De ahí que
el campo popular deba tener como una de sus banderas inclaudicables la defensa y garantía de todos los derechos:
al
trabajo, a la salud, a la vivienda, a la educación, a la comunicación, a la
identidad, al desarrollo, a la memoria, la verdad y la justicia. Todos
y cada uno de los derechos que se han logrado conquistar y los que aún faltan,
que son muchos. Quizás radique aquí una cuestión fundamental para todo proyecto de
articulación popular: la expresión
todos los derechos puede ser el nombre no solo de una ética de la resistencia, sino también de una
política como acto performativo de carácter instituyente. Diego Conno Politólogo (UNAJ,
UNPAZ, UBA).
/////
ARGENTINA: ES UN NUEVO MOMENTO EN EL
MOVIMIENTO SINDICAL.
Con una multitudinaria movilización
terminó ayer la Marcha Federal en la Plaza de Mayo.
*****
Victoria Ginzberg.
Página /12 sábado 3 de septiembre del 2016.
Convocada por las dos CTA, la protesta tuvo la
adhesión de varios gremios de la CGT. Los discursos priorizaron el llamado a la
unidad para enfrentar las políticas económicas del macrismo. Fue la culminación
de tres días de marchas por todo el país.
“Unidad, de los trabajadores”, coreaban
desde la Plaza de Mayo. Hugo Yasky, secretario
general de la CTA de los
Trabajadores, recogió el guante desde el escenario.
“Este acto solo fue posible con esa unidad. No hubiera sido igual sin
los compañeros de la CGT. Este acto marca un nuevo momento de la confluencia
del movimiento sindical con los movimientos sociales, con el movimiento
estudiantil, con los organismos de derechos humanos, los pequeños productores,
los trabajadores informales. Unidad con organizaciones de izquierda, con los
cooperativistas. Este es el mapa del campo popular que el neoliberalismo quiere
roto, dividido. Pero si construimos unidad para la lucha, por la justicia
social y la emancipación, somos invencibles. Y hoy es ese día. Somos
protagonistas de un cambio profundo porque este pueblo no se arrodilla ante el
poder económico y la represión”.
Le hablaba a una plaza llena, que rebalsaba, con
gente que había marchado tres días desde distintos lugares del país y que,
efectivamente, pertenecía a agrupaciones con distinta identidad pero que, tras
ocho meses de gobierno de Mauricio Macri, había coincidido en rechazar las
políticas económicas aplicadas por el PRO. Las
120 organizaciones convocantes propusieron que todas las centrales
sindicales confluyan en un paro nacional
contra el ajuste, el tarifazo y el desempleo y llamaron a movilizarse el 16 de
septiembre, cuando se realice la audiencia pública por la suba de tarifas.
Desde la mañana, la ciudad de Buenos Aires se había ido poblando con las columnas
que llegaban de todo el país. Habían salido el miércoles desde Jujuy, Posadas y
Formosa, Mendoza, Esquel y Comodoro Rivadavia. Y se habían agrupado ayer en La
Matanza y Avellandea. A esta Marcha
Federal se le fueron sumando durante la jornada organizaciones sindicales,
sociales, estudiantiles, políticas y de derechos humanos. También Pymes,
cooperativas, fábricas recuperadas, trabajadores de la economía popular. Todos
se agruparon bajo la consigna de “un pueblo movilizado para terminar con el
tarifazo, los ajustes y los despidos”. Caminaban mujeres y hombres,
jóvenes y viejos y niños pequeños iban en cochecito. Con pecheras y sin ellas.
Con mochilas, termos, bombos y hasta trompetas. Los organizadores calcularon
que participaron 200 mil personas.
Convocada por las dos CTA (la de los Trabajadores,
que encabeza Yasky y la Autónoma, de
Pablo Micheli) la movilización logró
la adhesión de varios gremios de la CGT. En la esquina de 9 de julio y Bernardo
de Irigoyen se congregaron los trabajadores de Comercio de capital, los de
Dragado y Balizamiento, de Juan Carlos Schmid, la Unión del Personal Superior
de Empresas Aerocomerciales, los Trabajadores de la Manufactura del Cuero y
afines y –entre otros– los Trabajadores del Peaje, con sus camperas con la leyenda
“Facundo Moyano conducción”. Las
banderas verdes se mezclaban con las celestes de Suteba, La Cámpora y el
Movimiento Evita, que llegaban por la avenida desde Constitución. También había
una roja de MILES, una amarilla del Movimiento de Unidad Popular y muchas,
muchísimas más. Nuevo Encuentro, Kolina, Martín Fierro, La Corriente de la
Militancia, La Bancaria, UOCRA, CTERA, Suterh, ATE, MST, la Asociación de
Mujeres Meretrices, centros de estudiantes de todo tipo y de todos lados. La
lista de las agrupaciones era enorme. Además de banderas, había una infinidad
de pequeños carteles caseros, hechos con cartulina y marcador, en los que se
leían frases variadas. “Macri pará la
mano”. “Mercado libre = gente encerrada”. “Libertad a Milagro Sala”.
El escenario fue otra muestra de esa unidad en la
diversidad. También estaba lleno. Además de Yasky y Micheli, estuvieron, entre otros, Facundo y Pablo Moyano,
Omar Plaini, de los Canillitas, Juan Pablo Brey, de Aeronavegantes, Roberto
Baradel, de Suteba, Víctor Santa María, del Suterh, Eduardo López, de UTE,
Sergio Palazzo, de La Bancaria, el diputado Edgardo Depetri y el intendente de
Avellaneda, Jorge Ferraresi. Un lugar destacado fue para las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo como
Estela Carlotto, Taty Amleida, Lita Boitano, Laura Conte y Alba Lanzilotto, que
fueron saludadas con el tradicional “el
pueblo las abraza”.
Un grupo de alumnos de una escuela de Santiago del Estero abrió el acto. Dos
chicas cantaron Himno de mi Corazón, de los Abuelos de la Nada y luego el Himno
Nacional, acompañadas por una orquesta juvenil cuya continuidad está amenazada
debido a las políticas del macrismo.
“Le queremos decir al ministro que un santiagueño sí puede ser
Presidente. Lo dice el artículo 89 de la Constitución. Sería bueno que la lea
de vez en cuando”, le dedicaron a Adolfo Prat-Gay, quien había dicho que “no
vaya a ser que en 2020 estemos hablando de Fulano de Tal, que vino de Santiago
del Estero y se quedó con todo el poder”.
Daniel
Catalano, de ATE Capital, fue el primer orador. Con una campera con la bandera
venezolana y una pechera de su gremio, leyó una carta enviada por la líder de
la Tupac Amaru, Milagro Sala, que está presa desde enero en Jujuy. Catalano le contestó a quienes
criticaron la movilización por “destituyente”:
“Los que estamos desestabilizados somos los laburantes, nos
desestabilizaron la vida. No hay nada más democrático que los trabajadores
peleando por sus derechos”.
Entre los dirigentes gremiales del palco las
mujeres eran franca minoría, pero cinco militantes, una por cada columna del
interior, fueron las encargadas de leer el documento elaborado en conjunto por
las organizaciones convocantes. Allí se hizo un diagnóstico de la situación del
país (aumento del desempleo, baja del poder adquisitivo de los trabajadores,
aumento de la represión) y se habló de la “unidad
de articulación popular” y “confluencia” contra la restauración neoliberal
que representa el macrismo. “Por cada minuto de tregua habrá un desocupado
más”, afirmaron antes de pedir que todas las centrales sindicales convoquen a
un paro.
“Más
temprano que tarde vamos a construir el paro nacional”, dijo a su tuno Micheli. El dirigente de la CTA
Autónoma también hizo un llamado a la unidad:
“Hay que dejarnos de joder con el sectarismo. Sin perder la identidad,
porque cada uno tiene su historia. Las discusiones hay que darlas en la calle
codo a codo. O hay unidad y vencemos o nos desunimos y nos derrotan”. Durante
su discurso, Michelli le respondió al ministro de Trabajo, Jorge Triaca, quien
había dicho que la movilización tenía “tintes políticos e ideológicos”. “Sí,
los trabajadores tenemos ideología, pensamos, sentimos y luchamos por una
patria liberada, no queremos ajustes, esa es nuestra ideología. El equipo
económico debate si ajuste violento o gradual: ajuste las pelotas”.
El llamado a un paro estuvo presente en todos los
discursos y también en la plaza, donde se coreaba “paro general”. Los dirigentes dejaron claro que está en el
horizonte, pero también dieron a entender que no lo acelerarán, porque en este
momento privilegian la construcción colectiva y la posibilidad de sumar a todas
las centrales. Pablo Moyano, que no estuvo entre los oradores pero habló con la
prensa, afirmó que en el próximo confederal de la CGT, que se realizará el 23
de septiembre, varios gremios, incluido el suyo, van a reclamar el inicio de un
plan de lucha.
Yasky dijo
que
“por abajo está creciendo cada vez más la unidad entre la CGT y la CTA”,
lo que hace que estén en camino de construir un sujeto colectivo para enfrentar
al gobierno. Y que las dos CTA deben reunificarse como hizo la CGT. “Hay que
seguir el ejemplo, hay que buscar ese momento”, señaló. También le retrucó al
Presidente, que aludió a que los trabajadores ponen “palos en la rueda”.
“Nosotros queremos sacar los palos de la rueda que pusieron en nuestros
salarios”, afirmó y llamó a reabrir las partitarias.
“El mercado interno se está retrayendo. Hay recesión, no tenemos plata
para ir a comprar, compramos lo mínimo, las empresas cierran, los empresarios
echan a trabajadores, no tenemos plata para comprar y al final cierran la
persiana. Ellos creen que a largo plazo los precios van a bajar si bajan los
salarios, pero eso es querer curar la presión metiendo a una persona en el
freezer: la presión baja, pero la persona se muere. No queremos eso para el
mercado interno”, afirmó. Cerró entre aplausos y papelitos celestes y blancos.
Enseguida se escuchó por los parlantes una canción de Attaque 77: “Podrán pasar mil
años, verás muchos caer, pero si nos juntamos no nos van a detener”.
*****
No hay comentarios:
Publicar un comentario