LOS OBJETIVOS DE DESARROLLO
SOSTENIBLE.- El 25 de setiembre del 2015, 193 líderes
mundiales se
comprometieron con 17 Objetivos
Mundiales para lograr 3 cosas
extraordinarias en los próximos 15 años.
"Erradicar
la pobreza extrema. Combatir la desigualdad y la injusticia. Solucionar el
cambio climático. Los objetivos mundiales podrían lograr estas cosas.
En todos los países. Para todas las personas".
Los Objetivos de Desarrollo del Milenio, ODM, que se
lanzaron en 2000 fijaron el 2015 como el año objetivo.
"Reconociendo el éxito de estos objetivos – y el hecho de que una nueva
agenda de desarrollo se necesitaba para después de 2015 – los países acordaron en 2012
en Río+20, la Conferencia sobre el Desarrollo Sostenible, establecer un
grupo de trabajo abierto para desarrollar un conjunto de objetivos de
desarrollo sostenible. Después de más de un año de negociaciones,
el Grupo de Trabajo Abierto presentó su recomendación para los 17 objetivos de desarrollo sostenible.
Hay
17 objetivos de desarrollo sostenible con 169 metas a
diferencia de los 8 Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) con 21 metas. Los complejos desafíos
que existen en el mundo hoy en día exigen que una amplia gama de cuestiones estén
cubiertas. Es, asimismo, importante abordar
las causas fundamentales de los problemas y no sólo los síntomas. A
diferencia de los ODM, que fueron
elaborados por un grupo de expertos a puerta cerrada, los objetivos de
desarrollo sostenible son el resultado de un
proceso de negociación que involucró a los 193 Estados Miembros de la ONU y también la participación sin
precedentes de la
sociedad civil y otras partes interesadas.
Esto
llevó a la representación de una amplia gama de intereses y
perspectivas. Los objetivos son de amplio alcance, ya que se abordarán los elementos
interconectados del desarrollo sostenible: el crecimiento económico, la inclusión social y la protección del medio
ambiente. Los ODM se centraron
principalmente en la agenda social. Los
ODM estaban dirigidos a los países en desarrollo, en particular los más
pobres, mientras
que los objetivos de desarrollo sostenible se aplicarán a todo el mundo, los
ricos y los pobres".
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LA SITUACIÓN DE LOS OBJETIVOS DE DESARROLLO
SOSTENIBLE.
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Santiago González Vallejo.
Rebelión sábado 24 de setiembre del 2016.
A punto de cumplirse el primer año de la aprobación de
los Objetivos de Desarrollo Sostenible, ODS, (Asamblea de las Naciones
Unidas, septiembre de 2015) es un buen momento de revisión sobre cuál es su
grado de cumplimiento y si forman parte de la agenda y prioridad de los
gobiernos y si existen mecanismos internacionales de velar por su cumplimiento.
Creemos, como en tantas esferas de la política, que
hay datos y opiniones contradictorias. Como los propios ODS. Éstos nacen
forzados entre la comprensión de que los antiguos Objetivos de Desarrollo del
Milenio tenían una visión (y su proyección) de ricos a pobres, de ‘norte a sur’
insuficiente en un mundo global e interdependiente, donde lo que se hace (y
cómo lo hace) en un territorio afecta (positiva o negativamente) a otro
territorio. Pensemos en el ciclo del agua y su disponibilidad en cuencas que
afecten a varios países, por ejemplo. Por lo tanto, los ODS han tenido un
planteamiento ambicioso, universal, para todos los países y de mutua exigencia.
Pero de la filosofía a su plasmación en el texto o en los indicadores de
medición de resultados que informarán sobre el cumplimiento de los objetivos,
hay un trecho.
Los ODS han nacido con una contradicción insuperable.
Se plantea la prosperidad universal como resultado exclusivamente del
crecimiento económico, que a su vez, se entiende como más bienes, más
producción,… Por supuesto hay párrafos para todos los gustos y muy deseables
que se pueden entender como que el resultado final es de una botella medio
llena. Pero las contradicciones e insuficiencias no se limitan a si existe el
dilema ‘bienestar’ universal versus ‘crecimiento’ en un planeta finito. Ya en
una conferencia inmediatamente anterior a la aprobación de los ODS hubo otra
conferencia en paralelo sobre financiación al desarrollo. En Addis Abeba se
entendió que el comercio era el motor de la riqueza, la movilización de
recursos financieros nacionales la gasolina junto a las inversiones privadas
exteriores y donde las remesas o las ayudas al desarrollo, el famoso 0,7, se
mantenían para contentar a ‘todos’. Pero no se quiso hacer mención sobre los
paraísos fiscales o de una autoridad internacional que tuviera como cometido la
fiscalidad internacional. Y todos sabemos, desde Obama al último presidente de
un país, que las multinacionales tienen más poder que los estados, planifican
la producción y la forma de conseguirla a escala planetaria y que muchos de los
textos de las conferencias internacionales tienen muñidores de ese ámbito. Y,
mientras tanto, en este año la dinámica que está rigiendo el mundo es el
crecimiento de la desigualdad o el pillaje de los recursos y una asimétrica
distribución.
Pero también hay éxitos, y la burocracia funciona.
Aunque para algunos pueda chocar este elemento, creemos que es un paso positivo
que la maquinaria burocrática esté en marcha. Se celebró en Nueva York una
conferencia de alto nivel sobre desarrollo y allí algunos países ofrecieron su
plan de cumplir los ODS y modelos de organizarse para ello que han servido de
contraste, reflexión y, hasta motivación para que otros países creen, mejoren o
revisen sus actuaciones y sus modelos de participación. Va a haber en los
próximos días en el seno de las Naciones Unidas una retahíla de discursos de
los jefes de estado o de gobierno que se ‘retratarán’ sobre sus trabajos de
cumplimentación o intentarán disfrazar sus olvidos. A finales de año, en
Nairobi se podrá discutir nuevamente la eficacia de la ayuda en donde es
difícil que eludan la responsabilidad de las multinacionales y los paraísos
fiscales.
Por otros motivos, hay acuerdos, aunque ya se verá su alcance, para
suscribir por parte de otros países diferentes a la Unión Europea, Estados
Unidos, China, Brasil,.. los acuerdos de París (voluntarios) para reducir la
emisión de contaminantes a la atmosfera. Todo ello, puede servir para el
trabajo y presión de las organizaciones populares para mejorar su incidencia
social.
En nuestro país llevamos un año en blanco (es decir,
en retroceso). No puede servir de excusa un gobierno en funciones. La
maquinaria de la administración, pero también los grupos organizados podrían
haber intentado –que no se ha hecho- tomar la iniciativa, de participación,
consensos y redacción de planes, aunque sea en formato de estudios. Y tener
estrategias, aunque fueran varias y contradictorias, para llevar a cabo los ODS
junto a una agenda de participación para tener instrumentos de contraste y
discusión con un futuro gobierno.
La situación de claroscuro sobre el grado de
cumplimiento y las dinámicas para alcanzarlos van a mantenerse durante los
próximos años. Pero depende, como siempre, de la capacidad de movilización
intelectual (pensamos en otros indicadores de desarrollo y la capacidad de divulgarlos
e imponerlos) y callejera para transformar buenos deseos en realidades. Porque si a todos
nos compete este mundo, a todos nos compete dar soluciones y llevarlas a cabo.
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Santiago González Vallejo es
economista, Unión Sindical Obrera y relaciones Externas de SOTERMUN.
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