La paridad en la representación política responde al principio de
igualdad en el derecho político y electoral. Si
la población se reparte en 50/50, los representantes deben igualar el
porcentaje de hombres y mujeres. América
Latina fue pionera con la Ley de cupos en Argentina en desarrollar acción
afirmativa. Las cuotas con porcentajes mínimos de mujeres ayudaron a crear
una masa crítica de mujeres. Después del
derecho al voto, la paridad es la meta del nuevo milenio a la que aspira toda
democracia. La cuota era una medida temporal, la paridad llegó para
quedarse. Las leyes de cuotas y la paridad han sido el factor determinante para
poder superar la discriminación
histórica y poder incrementar la participación de las mujeres en política
pese a la existencia de obstáculos y limitaciones que perjudican a las mujeres.
Hay evidencias
de su impacto en todos los países.
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Irune
Aguirrezabal, asesora Regional de Liderazgo y Participación Política de las
Mujeres de la ONU Mujeres.
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ONU MUJERES. “LA META ES LOGRAR UN PLANETA 50/50”.
Irune Aguirrezabal, de la ONU Mujeres, impulsora de la paridad
electoral de género.
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Pese a que el oficialismo rechazó la
implementación de la igualdad entre hombres y mujeres para el acceso a los
cargos electivos, desde las Naciones Unidas advierten que es una Agenda vigente
en el mundo. “Es el objetivo del nuevo milenio”, apunta la referente de ONU
Mujeres.
Sonia
Santoro.
Página /12 martes 20 de diciembre del
2016.
Después de un largo año de
negociaciones donde la paridad fue moneda de cambio de la vieja política y
aunque el oficialismo le haya dado la espalda a la posibilidad de que sea un
realidad el año próximo, el derecho a que las mujeres accedan a cargos
electivos en igualdad proporcional sigue en la agenda de los organismos
internacionales. “Hoy creemos que la paridad en la toma de decisiones sobre el
presente y futuro de nuestras sociedades constituye un pilar del sistema
democrático, que funciona como un termómetro que mide el estado de salud de
nuestras democracias. ONU Mujeres hace una llamado al liderazgo compartido del
siglo XXI, un planeta 50 / 50”, dijo Irune Aguirrezabal, Asesora Regional de
Liderazgo y Participación política de las mujeres de ONU Mujeres.
El área de Liderazgo y
Participación Política de ONU Mujeres se ocupa de promover el empoderamiento
político, a partir de la autonomía de las mujeres.
La oficina de ONU Mujeres
para las Américas y el Caribe publicó en 2014 la guía Empoderamiento político
de las mujeres: marco para una acción estratégica en América Latina y el Caribe
(2014-2017), con el objetivo de estimular el avance de la región hacia la
democracia paritaria, como una meta para transformar las relaciones de género e
impulsar y desarrollar la plena participación política de las mujeres en
igualdad de condiciones y con las mismas oportunidades que los hombres.
Días después de la
aprobación de la ley de paridad en la provincia de Buenos Aires, ONUMujeres se
expresó en apoyo de esa nueva normativa y toda aquella que vaya en el mismo
sentido. Desde Panamá, Aguirrezabal amplió la mirada de Naciones Unidas sobre
la necesidad de lograr la paridad política a todos los niveles.
–ONU Mujeres
celebró la aprobación de la ley de paridad en la provincia de Buenos Aires.
¿Por qué son necesarias estas leyes?
–La paridad en la
representación política responde al principio de igualdad en el derecho
político y electoral. Si la población se reparte en 50/50, los representantes
deben igualar el porcentaje de hombres y mujeres. América Latina fue pionera
con la key de cupos en Argentina en desarrollar acción afirmativa. Las cuotas
con porcentajes mínimos de mujeres ayudaron a crear una masa crítica de
mujeres. Después del derecho al voto, la paridad es la meta del nuevo milenio a
la que aspira toda democracia. La cuota era una medida temporal, la paridad
llegó para quedarse. Las leyes de cuotas y la paridad han sido el factor
determinante para poder superar la discriminación histórica y poder incrementar
la participación de las mujeres en política pese a la existencia de obstáculos
y limitaciones que perjudican a las mujeres. Hay evidencias de su impacto en
todos los países. La primera en el mundo en legislar una cuota para las listas
de representación electoral fue Argentina, y hay probadas evidencias de su
eficacia.
Ahora bien, la cuota también actúa como un techo de cristal, y las
mujeres representan el 50 por ciento de la sociedad, por lo que no es tolerable
que solo tengan derecho a estar en función de una cuota de 30 por ciento. La
meta paritaria está en consonancia con la exigencia de una democracia
participativa e inclusiva, la propia regeneración de la política apela a la
inclusión de las mujeres. Hoy creemos que la paridad en la toma de decisiones
sobre el presente y futuro de nuestras sociedades constituye un pilar del
sistema democrático, que funciona como un termómetro que mide el estado de
salud de nuestras democracias. ONU Mujeres hace una llamado al liderazgo
compartido del siglo XXI, un planeta 50 / 50. La ley de paridad de la provincia
de BA es un paso más en la buena dirección en la región hacia la democracia
paritaria. Aspiramos a que la representación paritaria sea un criterio exigible
para todos los poderes y en todos los niveles territoriales. Por ello, se debe
legislar la paridad vertical (alternancia, secuencial) y la paridad horizontal
(para los puestos de encabezamiento de listas, lo que tendrá un impacto en
cargos de gobernadora o alcaldesa). Estos criterios son aplicables tanto a
listas cerradas como a listas abiertas, cargos uninominales o plurinominales.
–Todavía hay
sectores que rechazan la paridad. Dicen que el cupo estaba bien pero esto es
demasiado. O que es un tema menor. ¿Por qué cree que se sigue argumentando en
contra de este tipo de leyes?
–Persiste la percepción de
la hegemonía del poder por parte de los hombres. Es un tema cultural,
profundamente enraizado en las normas y tradiciones de la sociedad, no
latinoamericana sino universal. De ahí la necesidad de no limitarnos a aumentar
la presencia de mujeres, sino de generar las mismas oportunidades en todas las
dimensiones. Podríamos decir que la transformación real y más efectiva pasa por
dos elementos: paridad en la toma de decisiones, y corresponsabilidad en las
tareas del cuidado. Los movimientos “HEforShe, ElporElla” y las nuevas masculinidades,
la formación, y comunicación en valores de igualdad son los motores del cambio.
–¿Cuál es la
situación en la región de América Latina en cuanto a leyes de paridad
política?
–En los últimos 20 años,
la región de las Américas ha asumido compromisos normativos e institucionales
muy importantes con la igualdad de género y los derechos de las mujeres a la
participación política. Sin embargo, su aplicación práctica, en la sociedad y
en la realidad de las mujeres, sigue lejos de ser satisfactoria. Resulta
obligado reconocer que cada día más mujeres latinoamericanas y caribeñas ocupan
espacios de poder y participan en la toma de decisiones políticas. A fecha de
hoy, en América Latina y Caribe, solo una mujer dirige el ejecutivo de los
países en Chile, cuando hace apenas un año llegaron a ser 5. La región cuenta
también con un porcentaje de mujeres ministras del 22.9 por ciento de media
regional frente al 16.75 por ciento a nivel mundial, exceptuando los países
nórdicos (según fuentes de UIP en 2015). La región de las Américas cuenta con
seis mujeres que presiden las asambleas legislativas y cuenta con un 27 por
ciento de mujeres parlamentarias, un ranking superior a la media mundial en el
22,8 por ciento. No obstante, los avances no son homogéneos; existen grandes
disparidades entre países, entre grupos (en particular, las mujeres indígenas y
afrodescendientes, las mujeres rurales y las mujeres con algún tipo de
discapacidad), así como entre los niveles de gobernanza, con una presencia de
mujeres muy desigual y aún deficitaria en el nivel sub-nacional y local. Según
la CEPAL, en la región el porcentaje de mujeres alcaldesas no supera el 13 por
ciento y el de concejalas el 27 por ciento.
Preocupa este dato, pues las
mujeres lideran espacios informales en el nivel local, y sin embargo la toma de
decisiones oficial resulta de difícil acceso aún para ellas, lo que nos obliga
a abordar en profundidad los obstáculos al desarrollo de carreras políticas de
las mujeres en ese nivel. Es también preocupante el acoso y la violencia
política que sufren muchas mujeres y el hecho de que hasta hoy solo Bolivia se
haya dotado de una legislación integral para prevenir y erradicar este
fenómeno, cada día más preocupante en la región. El diagnóstico no puede ser
satisfactorio. La participación política de las mujeres está muy alejada del
objetivo de la paridad efectiva. Las mujeres no participan de las decisiones
sobre el futuro de sus sociedades a la par con los hombres. Persisten en la
región factores estructurales que todavía impiden o limitan el pleno ejercicio
de los derechos políticos de las mujeres. Ello se refleja en las actitudes
culturales basadas en modelos patriarcales, estereotipos sexistas y roles
tradicionales de hombres y mujeres, en el deficitario empoderamiento político y
económico de las mujeres o en los dramáticos datos sobre violencia de género.
Igualmente, se observa el sesgo machista de los medios de comunicación o los problemas de
conciliación entre la vida familiar y profesional (que afectan mayoritariamente
a las mujeres), entre otras.
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