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LA AUTOSUFICIENCIA CHINA
EN LA ALIMENTACIÓN DE SU POBLACIÓN.- “En sus inicios —a principios de la década
de 1960—, la
estrategia de seguridad alimentaria en China fue concebida como respuesta a las
limitaciones de una economía cerrada al exterior, tanto por designio propio
como a causa del boicot promovido por países capitalistas, no sólo los
desarrollados sino también algunos en vías de desarrollo, como resultado de la
entrada de China a la Guerra de Corea.
A lo anterior se sumó el rompimiento
ideológico y político con la Unión Soviética, acaecido en 1960, con lo que
China quedó casi aislada del resto del mundo. En ese entonces, la seguridad
alimentaria se interpretó como autosuficiencia en básicos (cereales, otros
granos y oleaginosas), misma que con altibajos se ha mantenido a lo largo de
medio siglo. Sin embargo, dicha estrategia ha experimentado cambios
sustantivos, que le han permitido a la República
Popular operar en las cambiantes circunstancias por las que ha atravesado a
lo largo del tiempo.
El gobierno
chino ha llevado a cabo esfuerzos sistemáticos por adecuar la estrategia de
seguridad alimentaria a los diferentes contextos interno y externo a los
que se ha enfrentado
esta nación a lo largo de casi 50 años, pues lo que nació como una
medida para asegurar la sobrevivencia de una población, en condiciones de
aislamiento casi total respecto del resto del mundo, fue transformándose en un conjunto de políticas tendientes a la
preservación de la independencia en el aprovisionamiento de alimentos a escala
nacional, ello a pesar de haberse reducido considerablemente la limitante
externa que prevalecía en los años
sesenta del siglo XX, y que en ese entonces actuó como detonante de la
estrategia de autosuficiencia en alimentos básicos al nivel de aldea rural.
La
economía positiva nos indica que
el comportamiento racional es aquel que se adhiere al principio de las ventajas
comparativas en un contexto de libre mercado; en la realidad de una nación,
existen circunstancias ineludibles a las que hay que adaptarse, y es a partir
de éstas que se determinan prioridades y se toman decisiones de política
económica. En
China se introdujo una estrategia tendiente a la preservación de la seguridad alimentaria,
que definitivamente tuvo costos económicos y sociales.
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Dr. Inmanuel Wallerstein, Sociólogo y Científico Social, una verdadera Autoridad Académica-Intelectual en el mundo de las Ciencias Sociales.
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QUE TAN REALISTA ES LA AUTOSUFICIENCIA
CHINA?
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Inmanuel Wallerstein.
Rebelión viernes 30 de diciembre del
2016.
Hoy
los países tienen sentimientos encontrados acerca del futuro, pero claro,
algunos están más seguros de sí mismos que otros. En la actualidad, son muy
pocos los países en los que gane la
auto-confianza. Me parece que esto le ocurre a Estados Unidos, a Europa
Occidental y Oriental, Australia, Oriente Medio, y a la mayor parte de África y
América Latina. La gran excepción al
pesimismo reinante es China.
China
se dice a sí misma que está llevando a cabo la mejor economía-mundo para la
gente. China muestra seguridad
porque creen que su modelo económico está funcionando mejor hoy en día que hace
algunos años y, que lo están haciendo mejor que los demás.
China también
se dice a sí misma que crece más fuerte y rápido que su entorno geopolítico; en
el Este y Sudeste de Asia y en gran parte del resto del mundo.
China observa despectivamente la
prioridad que Estados Unidos le está dando a su
posición en Asia. Al parecer están seguros del grado de auto-control del
gigante estadounidense. Y, ahora que el impredecible Donald Trump llega al poder, China
piensan que puede manejar la arrogancia imperial de los Estados Unidos.
La pregunta es, ¿qué tan realista es esta auto-evaluación
de China? Hay dos premisas implícitas en la auto-confianza de China, cuya
validez deben ser investigadas.
La primera es, ¿los
países, o más bien los gobiernos de los estados, pueden controlar lo que está
sucediendo con la economía-mundo?
La segunda, ¿podrán los países contener eficazmente el
descontento popular, ya sea por la represión o por concesiones a las
demandas populares?
Si
esto último fue parcialmente cierto, alguna vez, en el sistema-mundo moderno, estas afirmaciones se han vuelto cada
vez más inciertas con la crisis
estructural del sistema capitalista en la que el mundo se encuentra hoy en
día.
Cuando
nos fijamos en la primera premisa,
comprobamos que los países no tienen capacidad para controlar lo que les sucede
con el sistema-mundo moderno. La mayor evidencia es lo que ha venido
sucediendo, en los últimos años, a la propia China.
Sin
duda, ningún estado ha trabajado tan duro como China para garantizar la continuidad de su alto rendimiento. China no ha dejado sus actividades al
funcionamiento del "mercado". El
gobierno de China ha intervenido constantemente en la actividad económica.
De
hecho, han dictado prácticamente lo que se va a hacer y cómo se va a hacer. Sin
embargo, a pesar de todo lo que ha hecho el gobierno, China se ha encontrando
con preocupantes retrocesos este último tiempo.
El
gobierno ha enfrentado estos contratiempos lo mejor que ha podido, pero solo ha
logrado moderar la crisis, no prevenirla. No niego las acciones del gobierno
chino. Simplemente insisto en que hay que darse cuenta de los límites de su
eficacia.
Si nos fijamos en la arena
geopolítica, China ha logrado que otros estados reconozcan su
política de "una sola China".
Teniendo en cuenta lo que era su situación hace cincuenta años, China lo ha
hecho excepcionalmente bien en este campo. No obstante, recientemente Taiwan
parece haber recuperando algo de terreno en su lucha por la autonomía. Tal vez
esto sea una ilusión momentánea o, tal vez no.
La segunda premisa es aún más dudosa.
Aunque los levantamientos populares contra regímenes autoritarios o corruptos
no son nada nuevo, últimamente estos levantamientos son más frecuentes, más
repentinos, e incluso tienen más éxito que en el pasado.
El
ejemplo está justo al lado de China, en
Corea del Sur. La presidente Park
Geun-hye ha caído violentamente, de un día para otro, en las preferencias
de la población. En estos momentos está siendo sometida a juicio político a
pesar de su impresionante victoria electoral y del control que tiene sobre el
aparato administrativo del estado.
Un
vistazo a estos levantamientos muestran que, mientras que a menudo tienen éxito
derrocando el régimen que está en el poder, ningún movilización popular ha sido
capaz de crear un nuevo régimen perdurable.
No
es que el gobierno chino, y el Partido
Comunista de China, no sean conscientes de estas realidades. ¡Todo lo
contrario! Sin embargo están convencidos que van a superar los obstáculos y
lograran en los próximos diez a veinte
años ubicarse como la estructura económica dominante en el mundo. Y,
teniendo en cuenta esto, esperan prevalecer geopolíticamente sobre los demás, y
en particular sobre los Estados Unidos.
Nadie
puede estar seguro lo que pasara con esta rivalidad geopolítica. He hecho de
abogado del diablo al cuestionar las dos premisas de la auto-confianza de
China. Como siempre digo yo, visualizo la situación actual del mundo como una
rivalidad entre dos grupos que están combatiendo no acerca de cómo administrar
el actual sistema mundial, sino más bien sobre la
sociedad que debe sustituir a un sistema capitalista que ya no es viable tanto
para sus super-élites, como para las clases sociales y pueblos oprimidos.
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