Precisamente
la falsa igualdad y justicia social pregonada por el neoliberalismo y su
conjunto de instituciones – como el FMI,
el B.M. B.I.D., etc – así como todo su vario-pinto ejército de pregoneros
de turno – opinólogos, zalameros, aduladores,
apologetas, falsos líderes de opinión – el “mejor” resultado producido en
más de 40 años de globalización
neoliberal – desde mediados de los 70’ del siglo XX- así como más de 25 años de hegemonía absoluta de las
políticas neoliberales del Consenso de Washington -1990 -en el sistema mundo
de hoy, tenemos – que si bajó la pobreza,
así como la extrema pobreza – según las
Estadísticas – presentadas y controladas por ellos mismos. Sin embargo la
realidad, es absolutamente distinta – es
fría, sangrante, injusta, - profundamente desigual , porque sencillamente,
los primeros 30 años de crecimiento
macro-económico global – pasando por la gran crisis de los años 2008 -, los resultados son otros
totalmente diferentes hasta contradictorios, que exigieron a los jerarcas investigadores el F.M.I. en el primer semestre del presente año, a
declarar públicamente “QUE EL
NEOLIBERALISMO COMO POLÍTICA GLOBAL, HABÍA FRACASADO TOTALMENTE”.
Esta es la realidad de desocupación hoy mundializada en la juventud. Mientras continua pregonando, que el mundo construido hasta hoy es un mundo de igualdad y justicia social. Un insulto directo a la humanidad.
***
Porque
fracasó el neoliberalismo a pesar de tener el control del mundo, en especial en
tiempos políticos e históricos, porque nunca se implementó y menos se dieron como
políticas nacionales – Políticas de
Estado – Políticas en transformar el supuesto éxito de las Políticas del crecimiento macro-económico,
así como del conjunto de Políticas Sociales, en las vías centrales para forjar
y construir desde los propios cimientos –
el proceso económico-social de las bases para el DSESARROLLO ECONÓMICO-SOCIAL de
pleno y absoluto RESPETO con nuestra
madre Tierra. Las falsas políticas,
asimétricas, desigual e injusticia social impuestas con violencia en todo
el sistema mundo, han dado como resultado hoy la MUNDIALIZACIÓN DE LA DESIGUALDAD ECONÓMICO-SOCIAL-LABORAL,
donde a nivel mundial se ido concentrando progresivamente la RIQUEZA – hoy en menos del 1% de la población mundial –
corporaciones transnacionales, bancos, aseguradoras, bolsas, Wall Street, Cajas
etc – mientras que el 99% de población ha sido desplazada en
forma progresiva de este Derecho Humano, Constitucional _ en nuestro país un
ofrecimiento de la República en 1821 – como derecho social - - La propia desigualdad económico-social,
ha generado desde sus raíces, violencia, inseguridad ciudadana, corrupción. Lo
más terrible es que la desigualdad hoy
mundializada su tendencia es a la mayor concentración de la riqueza – mayor
desocupación mundial, crecimiento
absoluto de un mundo de estupidización (juventud
y la redes sociales y el mundo de burbujas, pokemones - y esta por demás de que
aún haya tontos útiles, incluso no puedan “analizar”
que esta desigualdad, ya generó
desde las entrañas de la propia sociedad – violencia
e inseguridad mundial, en un mundo básicamente de población joven - a excepción de la Unión Europea, donde existen país con
verdaderas crisis de de poblaciones “muy
viejas” y finalmente lo más terrible de estos 40 años de globalización neoliberal –la crisis, poli-crisis y
nuevas formas de acumulación mundial del capitalismo –han dado como resultado
absoluto la mayor destrucción de la Madre Naturaleza, - proceso hoy sin control y las políticas del cambio climático global –
que su tendencia definitiva es acabar con el planeta tierra, ese el salvajismo inhumano del neoliberalismo y NO
igualdad o justicia social, que jamás paso – ni en broma, como realidad –por los objetivos
de las Políticas del Neoliberalismo global.
/////
La primera víctima de las políticas hegemónicas del neoliberalismo es la niñez a ni global.
***
LA IGUALDAD Y JUSTICIA SOCIAL EN EL NEOLIBERALISMO.
*****
Vicente Berenguer.
Rebelión sábado 24 de diciembre del
2016.
Los defensores
del liberalismo económico afirman con contundencia que este es un sistema
basado en la igualdad y la justicia. Alegan que todos partimos desde la mismas
bases y así todos podemos disfrutar de las mismas oportunidades. Y repiten, una
y otra vez, que además de que todos gozamos de las mismas posibilidades los más
aptos o capacitados lograrán ascender hasta arriba o situarse al menos en una
buena posición y los que no son tan aptos o sencillamente carecen de talento se
quedarán abajo, en el lugar que les corresponde por su naturaleza. Por tanto
igualdad y justicia sería, según estos apologetas, las señas de identidad del
sistema económico que defienden: igualdad en tanto que todo el mundo goza de
las mismas oportunidades y justicia en tanto que la gente talentosa
necesariamente y debido a su capacidad estarán en un lugar de responsabilidad o
toma de decisiones. Así es que podríamos aplicar aquí la frase de Leibniz de que nos encontramos en el mejor de los mundos
posibles. Pero este discurso es absolutamente falaz ya que parte de
premisas falsas con lo cual la conclusión (que estamos en el mejor de los
mundos posibles) es del todo equivocada.
En primer lugar y en cuanto a la supuesta igualdad, es falso que los ciudadanos partan de las mismas condiciones ya que unos, de inicio, estarán situados por encima del resto debido a su capacidad económica. Y es que sin capacidad económica no hay acceso a oportunidades y sin el igual acceso a oportunidades no hay igualdad. Y esto que es una obviedad parece que algunos no lo entienden –o mejor dicho, no lo quieren entender debido a sus posiciones de privilegio–: ¿Acaso puede un humilde campesino competir con las multinacionales? ¿Puede un joven de un barrio popular tener las mismas oportunidades que otra persona de clase alta? Las respuestas son bastante obvias sí, porque está bien claro que en esta “partida” no todos poseemos las mismas cartas ya que mientras que unos tienen unas pocas otros en cambio poseen casi toda la baraja.
En primer lugar y en cuanto a la supuesta igualdad, es falso que los ciudadanos partan de las mismas condiciones ya que unos, de inicio, estarán situados por encima del resto debido a su capacidad económica. Y es que sin capacidad económica no hay acceso a oportunidades y sin el igual acceso a oportunidades no hay igualdad. Y esto que es una obviedad parece que algunos no lo entienden –o mejor dicho, no lo quieren entender debido a sus posiciones de privilegio–: ¿Acaso puede un humilde campesino competir con las multinacionales? ¿Puede un joven de un barrio popular tener las mismas oportunidades que otra persona de clase alta? Las respuestas son bastante obvias sí, porque está bien claro que en esta “partida” no todos poseemos las mismas cartas ya que mientras que unos tienen unas pocas otros en cambio poseen casi toda la baraja.
Pero el segundo
punto desde el que parten los neoliberales se antoja también del todo falso, y
este punto es el de la supuesta justicia
social. Y es que como hemos comentado, los neoliberales quieren hacer creer
que cada uno ocupa el lugar natural
que le corresponde dependiendo de su capacidad o valía. Y es falso por lo hemos
dicho, porque los recursos económicos que uno posea son determinantes para la
posición social que uno ocupará. Pero además hay muchos otros factores que
sentencian que no se puede afirmar en absoluto que cada uno está ocupando el
lugar que le corresponde según su valía y uno de estos factores es la falacia
de la identificación entre la capacidad humana y la capacidad para el ascenso
social. Porque si de capacidad humana
estamos hablando nos estaremos refiriendo necesariamente a aquel talento, creatividad o genialidad
puesta al servicio de la comunidad y no puesta en exclusiva al servicio de uno
mismo –como así ocurre–. Este sería el tipo de talento que debería estar en
puestos de decisión, pero con lo que nos encontramos es que las personas con
estas capacidades y sensibilidades
sociales a menudo quedan rezagadas de la ley de la selva que es este
capitalismo salvaje. Estas personas verdaderamente talentosas a menudo no
podrán abrir camino (debido a su falta de recursos pero más, debido también a
que este talento honesto y veraz no interesa a las élites) y en cambio los que
sí lo lograrán son en innumerables ocasiones los que estén en buena situación
económica y los que estén dispuestos a usar herramientas como la mentira, la
traición, la trampa o el egoísmo más patológico.
No hay que
confundir por tanto el talento humano (el talento individual que es puesto al servicio de
la comunidad) con el talento para ascender –o
el talento para trepar–, y es por todo ello que no podemos hablar de justicia social en el sentido de que
cada uno ocupa su lugar según su valía sino más bien de injusticia, la
injusticia de que los que deberían estar arriba (personas que buscan construir
un modelo social distinto que favorezca a todos y no solo a unos pocos) están
abajo y en cambio los que deberían estar abajo (personas egoístas que solo
buscan su propio interés particular sin importarles nadie más y cuyo único “talento” es poseer dinero o su capacidad
para trepar) están arriba.
Se desmontan
fácilmente los argumentos falaces de quienes defienden el modelo económico actual ya
que ni hay igualdad ni justicia ni la puede haber. Pero lo que no queda
desmontado ni tan siquiera tocado es nuestra fuerte voluntad de encaminarnos
hacia una organización social más justa
en la que verdaderamente haya igualdad; lo que nunca quedará cuestionado es
la firme decisión de aquellos que están dispuestos a ofrecer su humilde talento al servicio
de la construcción de un sistema mejor. Y hacia allá vamos.
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