SEGUNDO PARO INTERNACIONAL DE MUJERES. 8 DE
MARZO. Por segundo
año consecutivo mujeres, trabajadoras,
ciudadanas y feministas de todo el mundo se preparan para participar en el Paro Internacional de Mujeres el próximo 8
de marzo, Día Internacional de la Mujer, con el objetivo de evidenciar la brecha salarial de género, reconocer el
trabajo doméstico no remunerado y protestar por el incremento de la violencia y
el feminicidio en todos los países. Las acciones van cobrando fuerza a lo
largo del mundo y ya se hacen visibles en las redes sociales que han contribuido
a la organización de las demandas de los grupos
feministas de cada país, quienes se están organizando para participar en
las movilizaciones masivas.
Diversos colectivos feministas,
organizaciones civiles, sindicatos obreros e instituciones alrededor del mundo planean
campañas para convocar al paro de
mujeres bajo el lema: “SI NUESTRAS
VIDAS NO VALEN, PRODUZCAN SIN NOSOTRAS” que invita a todas las mujeres a
frenar labores con el propósito de evidenciar la desigualdad. Según información
del portal #2018M,
de La Internacional Feminista, quien
trabaja en la coalición y organización de movimientos, redes y colectivos para
fortalecer y emprender acciones de la lucha feminista, países como Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia,
El Salvador, Francia, Guatemala, Honduras, España, Estados Unidos, Venezuela y
México se han sumado a la convocatoria. Se espera que en el paro participen
más de 51 países donde ya se
celebran asambleas con la finalidad de reforzar el movimiento y planear
estrategias de movilización.
A 4 días del 8 de marzo se mantiene la
expectativa, en particular ante las campañas contra el acoso sexual y la violencia feminicida
como el movimiento #Metoo (#YoTambién,
en español) que surgió después de que en octubre del año pasado se dieran a conocer casos de acoso sexual
contra las actrices de Hollywood. Aunado
a estos casos que salen a la luz hay grupos feministas que señalan las
deficiencias de las políticas públicas diseñadas para erradicar la violencia de
género alrededor del mundo y las diversas opiniones respecto a las acciones feministas en contra de las
violaciones a los derechos de las mujeres y la inseguridad.
El llamado al paro, según las organizadoras,
se hace con la intención de visibilizar la importancia de la mujer en todos los
ámbitos. Por ejemplo, en el trabajo que
realizan dentro y fuera del hogar,
que normalmente no es reconocido o es impuesto como un rol de género y las
consecuencias que estas asignaciones tienen en sus vidas. Como parte de las
acciones planeadas, las mujeres
están invitando a otras a realizar compras de primera necesidad en comercios
locales emprendidos por mujeres y
boicotear a las empresas que cosifican el cuerpo femenino al recurrir al sexismo y misoginia para hacer
rentables sus productos. Así como el 8 de marzo de 2017 marcó una huella en la historia de la
organización y la unidad de las mujeres porque no incluyó a mujeres de
varias nacionalidades y provocó la generación de redes y asambleas a nivel
mundial, ahora también se espera que resurja
el grito frente a la violencia cotidiana. Es por ello, que este 2018 se prevén acciones
similares y multitudinarias para lograr respuestas efectivas a las demandas en
cada país. Fuente. ALAI. Stephany Reyes Chávez.
/////
8 M & HUELGA FEMINISTA.
PORQUE LAS MUJERES DE TODO EL MUNDO PLANEAN
HACER HUELGA EL 8 DE MARZO.
*****
Sarah Jaffe.
http://inthesetines.com/
Rebelión sábado
3 de marzo del 2018.
Entrevista a Cinzia Arruzza y Tithi Bhattacharya, organizadoras
en Estados Unidos de la Huelga Internacional de Mujeres.
-Sarah Jaffe:
Empecemos hablando un poco sobre la huelga de este año. ¿Cuáles son los planes
y por qué habéis decidido volver a hacerla este año?
TB: Creo que
todo el mundo recuerda el contexto de la huelga del año pasado, que comenzó con
un nivel extraordinario de coordinación internacional entre feministas de todo
el mundo. Este año, el contexto es el mismo y, en el caso de EE UU, se ha visto
agravado de alguna manera por la elección de Donald Trump. La conclusión lógica era que se repitiera este año,
tanto a escala internacional como en EE UU.
CA: El 25 de
noviembre también hubo una jornada internacional contra la violencia machista.
Lamentablemente no en EE UU, pero en todo el mundo hubo manifestaciones
masivas. El éxito de aquella jornada de movilización también dio el impulso
para pensar que era posible organizar otra huelga este año.
-SJ: Hablemos de la historia de huelgas de mujeres,
pues es algo que lleva varias décadas comentándose en el movimiento feminista,
pero que vuelve a la palestra ahora.
CA: Las huelgas
de mujeres no son exactamente una novedad. El precedente se
produjo en la década de 1970, con la
huelga de mujeres en Islandia por la igualdad salarial 1/. Hace ahora dos años, el movimiento feminista polaco decidió
recuperar esta forma de lucha y organizar una huelga de mujeres en Polonia en contra de la prohibición del aborto
en su país. Lo mismo ocurrió en 2016 en
Argentina, con oleadas de huelgas y movilizaciones de mujeres en contra de
la violencia machista. A partir de ahí, y especialmente dado el gran éxito de estas movilizaciones y huelgas en Argentina
y Polonia, surgió la idea de tratar de organizar una huelga internacional el 8
de marzo. Las huelgas de mujeres son un instrumento de movilización muy
potente para el movimiento feminista, porque no solo sacan a la luz la
victimización de las mujeres, sino también el poder que tienen las mujeres en
la medida en que son trabajadoras que trabajan tanto en el mercado laboral
formal como en la esfera de la reproducción social, en el hogar, etc. Muy a
menudo, este trabajo no se reconoce ni se valora como es debido.
TB: Incluso el
año pasado, cuando se convocó, hubo algunas reticencias con respecto a la palabra
huelga, porque tal como se entiende en general, huelga significa dejar de
trabajar en el lugar de producción. Esta es una definición muy importante y
poderosa del término, pero la palabra huelga tiene algunas otras aplicaciones
históricas, como acaba de mencionar Cinzia.
Creo que una de las cosas de las que nos resultó muy fácil de hablar en el
contexto del año pasado, así como este año, es la diferencia entre una huelga
en el puesto de trabajo y una huelga política.
Me parece que la huelga de mujeres es una contribución
muy importante a la tradición de la huelga política, porque en el contexto del
declive neoliberal del grado de sindicación a escala mundial, debido al ataque
masivo a los sindicatos desde la década de 1970 por parte de la élite
gobernante global, pienso que la gente de clase trabajadora ha perdido en buena
medida el arma más potente que tenía para la huelga en el puesto de trabajo,
que son los sindicatos. Opino que, en este contexto, una huelga
política es muy importante, porque lo que ocurrió el 8 de marzo del año pasado,
precisamente en EE UU, lo llamaron huelga. Hicimos lo posible por
mantener esta identificación de la palabra, pero lo que ocurrió a resultas de
ello fue que hubo una intensa discusión política sobre la relación entre las
movilizaciones asociadas al puesto de trabajo y las ajenas al mismo. Creemos
firmemente que en una época en que se ha perdido capacidad para actuar en el
puesto de trabajo, la huelga política es una manera útil de reanudar aquel
debate y tal vez recuperar esa capacidad de movilización en el lugar de
trabajo.
-SJ: Hemos asistido al despertar del interés por la
idea de una huelga política, especialmente en EE UU desde la elección de Trump.
Esto es interesante en un momento en que los sindicatos, particularmente en
este país, pero también a escala mundial, están luchando.
CA: De algún modo, esto refleja el hecho de que la clase trabajadora está privada de uno de los medios de lucha y protesta más cruciales, que suele estar reconocido en otras democracias liberales. Ni siquiera hablo de formas de lucha insurreccionales. En una serie de países se producen huelgas políticas. Son legales, están reconocidas, y son un instrumento muy potente cuando parece imposible cuestionar al gobierno o influir de otra manera. Espero que el atractivo que experimenta en este momento la huelga política permita reabrir efectivamente el diálogo político, lanzar una campaña política por la reforma de la legislación laboral y replantear de verdad, mediante una reflexión a fondo, cómo debería ser la legislación laboral en EE UU. Porque este país tiene la legislación laboral más antidemocrática entre las democracias liberales. Es realmente una situación muy excepcional.
TB: En relación con la huelga política, hay dos cosas realmente importantes. Una de las cosas importantes que debemos recordar, ahora que la cuestión del trabajo de las mujeres está en la palestra, es que el motivo por el que la gente hace huelga es porque vive en unas condiciones pésimas. No necesariamente hacen huelga a causa de su empleo, sino porque su empleo es un medio para que puedan vivir su vida, y entonces, cuando estas condiciones se deterioran, la gente se plantea hacer algo al respecto en su puesto de trabajo. Esta relación entre vida y trabajo la olvidan a menudo las burocracias sindicales. A estas les gusta tratar a los sindicatos como otro tipo de pequeño espacio asalariado en que las luchas laborales se negocian como simples contratos. Sin embargo, para la gente trabajadora, lo que interesa no es la negociación contractual, sino su vida y sus condiciones de vida. Una huelga política proporciona un contexto más amplio y más profundo al significado de la lucha y las ventajas que pueden obtenerse de la lucha y la solidaridad. Creo, particularmente en este contexto, que las huelgas políticas desempeñan ese papel crucial de recordar a la gente la conexión que hay entre la condición de los trabajadores y las condiciones de trabajo, cómo están interconectadas y es necesario que lo estén.
CA: De algún modo, esto refleja el hecho de que la clase trabajadora está privada de uno de los medios de lucha y protesta más cruciales, que suele estar reconocido en otras democracias liberales. Ni siquiera hablo de formas de lucha insurreccionales. En una serie de países se producen huelgas políticas. Son legales, están reconocidas, y son un instrumento muy potente cuando parece imposible cuestionar al gobierno o influir de otra manera. Espero que el atractivo que experimenta en este momento la huelga política permita reabrir efectivamente el diálogo político, lanzar una campaña política por la reforma de la legislación laboral y replantear de verdad, mediante una reflexión a fondo, cómo debería ser la legislación laboral en EE UU. Porque este país tiene la legislación laboral más antidemocrática entre las democracias liberales. Es realmente una situación muy excepcional.
TB: En relación con la huelga política, hay dos cosas realmente importantes. Una de las cosas importantes que debemos recordar, ahora que la cuestión del trabajo de las mujeres está en la palestra, es que el motivo por el que la gente hace huelga es porque vive en unas condiciones pésimas. No necesariamente hacen huelga a causa de su empleo, sino porque su empleo es un medio para que puedan vivir su vida, y entonces, cuando estas condiciones se deterioran, la gente se plantea hacer algo al respecto en su puesto de trabajo. Esta relación entre vida y trabajo la olvidan a menudo las burocracias sindicales. A estas les gusta tratar a los sindicatos como otro tipo de pequeño espacio asalariado en que las luchas laborales se negocian como simples contratos. Sin embargo, para la gente trabajadora, lo que interesa no es la negociación contractual, sino su vida y sus condiciones de vida. Una huelga política proporciona un contexto más amplio y más profundo al significado de la lucha y las ventajas que pueden obtenerse de la lucha y la solidaridad. Creo, particularmente en este contexto, que las huelgas políticas desempeñan ese papel crucial de recordar a la gente la conexión que hay entre la condición de los trabajadores y las condiciones de trabajo, cómo están interconectadas y es necesario que lo estén.
-SJ: Esta huelga se produce en pleno apogeo del
movimiento #MeToo (Yo también). Habladnos de este contexto, en que hay una
renovada discusión sobre el acoso sexual y la violencia sexual y cómo esto
contribuye a la huelga de este año y a la labor organizativa.
CA: Creo que también deberíamos ver una conexión entre la oleada de movilizaciones feministas en todo el mundo durante el pasado año y medio y luego la explosión de la campaña #MeToo. El movimiento #MeToo ha sido un momento muy importante en EE UU y también a escala internacional, porque ha sacado a la luz lo que muchas mujeres ya sabían, que el acoso sexual y la violencia sexual forman parte de la vida cotidiana de la mayoría de mujeres, tanto en el lugar de trabajo como en casa y en la calle. Sin duda, la violencia machista requiere una respuesta colectiva.
Así, desde este punto de vista, la huelga de mujeres no es tanto una alternativa a #MeToo, sino más bien una contribución o un intento de dar una respuesta colectiva al aislamiento que produce la victimización. La idea es que el paso a dar después de #MeToo, después de denunciar individualmente todo el acoso y la violencia que hemos sufrido en nuestra vida, tiene que haber, también, el momento de organizarnos y de responder colectivamente. De lo contrario, no se combaten las condiciones estructurales que permiten que continúe esta violencia machista. Uno de los peligros de la atención que se presta actualmente a las cuestiones de violencia machista es que nos desharemos de unos pocos acosadores odiosos, algunos famosos y otros menos famosos, y todo esto está bien, por supuesto.
Me complace este momento de catarsis, en cierto modo. Pero esto no resolverá ningún problema. El problema real no es que haya individuos ruines. El problema real es la existencia de unas condiciones estructurales que permiten la violencia machista y la violencia sexual y su impunidad. Nos hemos enterado estos últimos meses de hasta qué punto se acosa a las mujeres y se abusa de ellas como tales en el lugar de trabajo, pero esto tiene que ver sin duda alguna con la naturaleza jerárquica de las relaciones laborales dentro del lugar de trabajo, con la falta de poder que tienen los trabajadores. Asimismo, desde este punto de vista, la falta de sindicación, la ausencia de derechos laborales en EE UU, crean evidentemente nuevas condiciones para la violencia machista, porque las mujeres tendrán siempre miedo a denunciar a un compañero o a un patrono, justamente porque se dan cuenta que no tienen ningún tipo de protección. Se dan cuenta de que carecen de cualquier organización, de cualquier infraestructura colectiva que permita defender realmente sus intereses.
TB: Voy a añadir tres cuestiones muy
concretas sobre el movimiento #MeToo que me parece que interesan a las impulsoras de la huelga del 8 de marzo.
Son cuestiones que subyacen a la decisión de por qué nos hemos dirigido a #MeToo de cara a organizar la huelga.
La primera es: ¿Cuándo recuerdas haber visto por última vez algún comentario
sobre las condiciones de trabajo en el New York Times? Esto es lo que ha
conseguido #MeToo. Nunca habíamos
visto tantos artículos en los grandes medios sobre las condiciones de trabajo
de las mujeres. Sí, en su mayor parte se ha hablado de violencia sexual, pero
al mismo tiempo se ha mostrado lo dictatorial y brutal que es el lugar de
trabajo para la mayoría de mujeres, así como para la mayoría de personas en
general. Yo nunca había visto tantos comentarios sobre las condiciones de
trabajo.
CA: Creo que también deberíamos ver una conexión entre la oleada de movilizaciones feministas en todo el mundo durante el pasado año y medio y luego la explosión de la campaña #MeToo. El movimiento #MeToo ha sido un momento muy importante en EE UU y también a escala internacional, porque ha sacado a la luz lo que muchas mujeres ya sabían, que el acoso sexual y la violencia sexual forman parte de la vida cotidiana de la mayoría de mujeres, tanto en el lugar de trabajo como en casa y en la calle. Sin duda, la violencia machista requiere una respuesta colectiva.
Así, desde este punto de vista, la huelga de mujeres no es tanto una alternativa a #MeToo, sino más bien una contribución o un intento de dar una respuesta colectiva al aislamiento que produce la victimización. La idea es que el paso a dar después de #MeToo, después de denunciar individualmente todo el acoso y la violencia que hemos sufrido en nuestra vida, tiene que haber, también, el momento de organizarnos y de responder colectivamente. De lo contrario, no se combaten las condiciones estructurales que permiten que continúe esta violencia machista. Uno de los peligros de la atención que se presta actualmente a las cuestiones de violencia machista es que nos desharemos de unos pocos acosadores odiosos, algunos famosos y otros menos famosos, y todo esto está bien, por supuesto.
Me complace este momento de catarsis, en cierto modo. Pero esto no resolverá ningún problema. El problema real no es que haya individuos ruines. El problema real es la existencia de unas condiciones estructurales que permiten la violencia machista y la violencia sexual y su impunidad. Nos hemos enterado estos últimos meses de hasta qué punto se acosa a las mujeres y se abusa de ellas como tales en el lugar de trabajo, pero esto tiene que ver sin duda alguna con la naturaleza jerárquica de las relaciones laborales dentro del lugar de trabajo, con la falta de poder que tienen los trabajadores. Asimismo, desde este punto de vista, la falta de sindicación, la ausencia de derechos laborales en EE UU, crean evidentemente nuevas condiciones para la violencia machista, porque las mujeres tendrán siempre miedo a denunciar a un compañero o a un patrono, justamente porque se dan cuenta que no tienen ningún tipo de protección. Se dan cuenta de que carecen de cualquier organización, de cualquier infraestructura colectiva que permita defender realmente sus intereses.
Es un fenómeno digno de aplauso que por primera vez en muchos años veamos que
se plantean cuestiones sobre lo que significa
ser trabajadora en este país. La segunda es la conciencia, que antes se
circunscribía a socialistas y radicales
en este país, pero que ahora se ha generalizado, el que desde comienzos del siglo xx ha habido un aumento notable
de los derechos de las mujeres y de la participación de las mujeres en la
esfera pública y en el mundo laboral. Mediante
la lucha hemos conseguido mejorar nuestras vidas como mujeres. Pero al mismo
tiempo creo que lo que ha ocurrido es que los derechos de la clase trabajadora se han visto reducidos, en
particular desde las décadas de 1970 y
1980 con el ascenso del neoliberalismo.
Ahora tenemos una situación
contradictoria en que nuestros derechos como mujeres han mejorado a lo largo de
los años, pero los derechos de la
gente trabajadora han declinado. Lo que significa que en el lugar de
trabajo, en particular, las mujeres son vulnerables. La solución que nos ha ofrecido el capitalismo es que “puesto que puedes mejorar como mujer, cada
una debe velar por sí misma”. La
solución ofrecida a las malas condiciones de vida y de trabajo de las mujeres
ha sido, por supuesto, lean in: que puedes mejorar y llegar a directora
general. Este es el segundo fenómeno.
El tercero, que creo que es muy significativo para nuestros fines, es: ¿Cómo respondemos? Todas sabemos que existe la violencia doméstica hasta niveles horrorosos tanto en EE UU como en todo el mundo, pero la ventaja de una discusión en el lugar de trabajo, en estas condiciones, es que hay testigos y hay personas que han experimentado lo mismo, porque son tus compañeras de trabajo y tienen el mismo asqueroso jefe violador. Hay confianza colectiva porque una ha pasado por esta experiencia colectiva y esto explica, me parece, por qué la voz de la campaña #MeToo se ve amplificada, pues viene de un lugar de resistencia colectiva.
-SJ: Habladnos de la organización de la huelga de este año. ¿Qué se ha planeado dónde hasta este momento, y también de la labor de solidaridad internacional?
El tercero, que creo que es muy significativo para nuestros fines, es: ¿Cómo respondemos? Todas sabemos que existe la violencia doméstica hasta niveles horrorosos tanto en EE UU como en todo el mundo, pero la ventaja de una discusión en el lugar de trabajo, en estas condiciones, es que hay testigos y hay personas que han experimentado lo mismo, porque son tus compañeras de trabajo y tienen el mismo asqueroso jefe violador. Hay confianza colectiva porque una ha pasado por esta experiencia colectiva y esto explica, me parece, por qué la voz de la campaña #MeToo se ve amplificada, pues viene de un lugar de resistencia colectiva.
-SJ: Habladnos de la organización de la huelga de este año. ¿Qué se ha planeado dónde hasta este momento, y también de la labor de solidaridad internacional?
TB: En el plano
internacional, he mantenido algunas conversaciones telefónicas con
organizadoras de otros países y de hecho la cosa avanza muy bien en diversas
partes del mundo, en particular en Italia, España, Polonia, Argentina y algunos
otros países latinoamericanos. En el Reino Unido, donde estuve el mes pasado,
el principal centro organizador se denomina The Women’s Strike Assembly y están haciendo un trabajo fabuloso
relacionando el 8 de marzo con los debates en curso y la organización de una
huelga universitaria que se está preparando.
Están manteniendo contactos con miembros de las facultades de todo el Reino Unido para coordinar acciones de cara a la huelga y las organizadoras británicas no paran y acuden a las reuniones preparatorias, etc. En EE UU, el plan es que el 8 de marzo dejaremos de trabajar como mujeres durante una hora en todo el país para mostrar a los patronos y a quienes les apoyan en la Casa Blanca que porque producimos riqueza en la sociedad, también podemos dejar de producir esa riqueza y hacer que la sociedad deje de funcionar. Es un recordatorio simbólico de nuestro poder como mujeres y trabajadoras. Estamos colaborando con varios sindicatos para que esto ocurra.
Están manteniendo contactos con miembros de las facultades de todo el Reino Unido para coordinar acciones de cara a la huelga y las organizadoras británicas no paran y acuden a las reuniones preparatorias, etc. En EE UU, el plan es que el 8 de marzo dejaremos de trabajar como mujeres durante una hora en todo el país para mostrar a los patronos y a quienes les apoyan en la Casa Blanca que porque producimos riqueza en la sociedad, también podemos dejar de producir esa riqueza y hacer que la sociedad deje de funcionar. Es un recordatorio simbólico de nuestro poder como mujeres y trabajadoras. Estamos colaborando con varios sindicatos para que esto ocurra.
CA: Hemos
reactivado una especie de comité nacional de planificación que es
básicamente una red de diversas activistas de todo el país que dedican
voluntariamente su tiempo y su trabajo a esta huelga. En Nueva York hemos realizado un acto de lanzamiento público de la
huelga con un panel de oradoras maravilloso, algunas de ellas increíblemente
buenas. En cierto modo, por ejemplo, este acto mostró el tipo de energía, pero
también la clase de mujeres que la huelga pretende organizar, especialmente
mujeres trabajadoras, mujeres de minorías que, aunque no participen en
la huelga, protagonizan muchas luchas en el lugar de trabajo, contra el
servicio de inmigración, etc., y a veces consiguen algo y demuestran de este
modo que la acción colectiva en ocasiones tiene éxito.
Creemos que habrá manifestaciones y marchas y salidas colectivas en la mayoría de grandes ciudades de EE UU. Ya hay organizadoras preparando la huelga en Los Ángeles, en el Área de la Bahía de San Francisco, en Portland, en Filadelfia. También recibimos montones de contactos, correos electrónicos, mensajes de gente interesada, que ha leído, por ejemplo, el artículo que hemos publicado en The Guardian llamando a la huelga en EE UU este año, y que está interesada en colaborar. Se trata de un esfuerzo totalmente voluntario y basado en organizaciones de base.
Se autofinancia. La gente dedica su tiempo y su trabajo voluntariamente y –esto es también lo hermoso– en torno a la organización de la huelga estamos consolidando un área de feminismo anticapitalista que propone una alternativa a la clase de feminismo empresarial e individualista que ha dominado en los últimos años. Creo que existe espacio político y voluntad, al menos a juzgar por la respuesta que numerosas activistas feministas de todo el país están dando a la idea de organizarse para la huelga y el entusiasmo con que están trabajando en el proyecto.
Creemos que habrá manifestaciones y marchas y salidas colectivas en la mayoría de grandes ciudades de EE UU. Ya hay organizadoras preparando la huelga en Los Ángeles, en el Área de la Bahía de San Francisco, en Portland, en Filadelfia. También recibimos montones de contactos, correos electrónicos, mensajes de gente interesada, que ha leído, por ejemplo, el artículo que hemos publicado en The Guardian llamando a la huelga en EE UU este año, y que está interesada en colaborar. Se trata de un esfuerzo totalmente voluntario y basado en organizaciones de base.
Se autofinancia. La gente dedica su tiempo y su trabajo voluntariamente y –esto es también lo hermoso– en torno a la organización de la huelga estamos consolidando un área de feminismo anticapitalista que propone una alternativa a la clase de feminismo empresarial e individualista que ha dominado en los últimos años. Creo que existe espacio político y voluntad, al menos a juzgar por la respuesta que numerosas activistas feministas de todo el país están dando a la idea de organizarse para la huelga y el entusiasmo con que están trabajando en el proyecto.
Desde luego, quienes deseen
colaborar pueden
ponerse en contacto con nosotras a través de la página web o la cuenta de
Facebook y organizar la huelga en su ciudad.
Nota de Viento
Sur.
*****
No hay comentarios:
Publicar un comentario