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El proceso de Integración
Latinoamericana, que emergió desde las bases sociales de los Nuevos procesos
Políticos de la Izquierda Democrática Progresista de la primera década del siglo XXI al inicio
del nuevo milenio – reinante en el mundo la
Globalización Neoliberal - se manifestó que la forma más activa y decisiva
para tener “auditorio global” era mediante la Unidad
Continental. Necesario y fundamental era la UNIDAD
de América Latina, visión Geopolítica solo posible de un proceso de Integración Autónoma, Soberana y Democrática, primero
con UNASUR (Unión de Naciones Suramericanas) y
años más tarde la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos
y caribeños) Unidad Política de 32 países de Nuestra
América, la Patria Grande (Sin Estados Unidos y Canadá). América Latina,
en el mundo UNIPOLAR (Producto de la Caída del
Muro de Berlín y la desaparición de la Unión de Repúblicas Soviéticas URSS, El Imperio y sus
aliados serviciales de Occidente, en especial
el bloque de países capitalistas altamente
desarrollados del G-7, siempre se vieron en la obligación de escuchar la VOZ Política
de América Latina, que en realidad era la verdadera estrategia en un
mundo marcado por la imposición de un modelo económico-
político, el neoliberalismo que definitivamente “chocaba”
desde aspectos centrales de comprensión y solución de los llamados Conflictos Sociales tiempos de respuesta de
los pueblos el mundo – en especial de los países llamados en Vías de Desarrollo,
frente al llamado Consenso de los Commoditties y
la propia Globalización. Brasil la primera economía de América latina, incluso consolidando
esta VOZ de Unidad Continental, pasó a ser parte
importante de los países de Economías emergentes del mundo. Las Economías BRICHS (Brasil, Rusia India, China y Sudáfrica).
Este proceso, NO maduró lo
necesario, para poder sostener un nuevo proceso,
producto de la gran crisis del capitalismo del 2007-2008,
la llamada Crisis de las Hipotecas Subprime, (o
la Burbuja Inmobiliaria) de retorno de la Derecha económico-política, una Democracia de Mercado, y crisis internas en varios
países de América latina. Un Mundo MULTIPOLAR, se cayó la Unipolaridad del
Imperio y la derecha, regresó en Argentina, Chile,
Colombia, Brasil, Ecuador, Perú y doble “gobierno en Venezuela”, con el
reconocimiento de un fantoche, vividor y corrupto y su apoyo “político” con el
llamado “Grupo de Lima” y su “padrino” el sr. Trump.
Varios gobernantes neoliberales atacaron desde las bases sociales la Integración LATINOAMERICANA. Estados Unidos, fue el
principal Actor Político para destruir esta Unidad, primero,
mediante divisiones, segundo torpedear su actividad
institucional y tercero una feroz carga de
fake-news – mentiras, más mentiras – que terminaron con desactivar y desconocer
a UNASUR. Felizmente la CELAC
logró sobrevivir, aunque sea en la sombra, pero se mantuvo gracias a la presencia del Grupo de Puebla y el grupo
político el Foro de Sao Paulo. Así como el
extraordinario trabajo social a nivel mundial del
Foro Social de Porto Alegre. En lo Económico-comercial
la integración en el MERCOSUR de Brasil, Argentina, Uruguay
y Paraguay, así como el Pacto Andino. (Seguiremos
sobre este proceso político y como hoy está renaciendo en Democracia un nuevo
Proceso de Integración y Nuevas Políticas Latinoamericanas. Pablo Raúl, sábado 7 de mayo del 2022.)
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UN
NUEVO “RELATO” EMANCIPATORIO DESDE AMÉRICA.
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Por Kintto Lucas | 07/05/2022 | Opinión
Fuente Rebelión sábado 7 de mayo del
2022.
Antes de la
Segunda Guerra Mundial había
tres visiones mayoritarias (o relatos para usar la tesis de Yuval Noah Harari)
del mundo en disputa: el socialismo soviético,
el fascismo de Alemania
e Italia y el capitalismo monopólico “liberal”
de Estados Unidos.
Tras la guerra se impusieron dos visiones: el socialismo
soviético y el capitalismo
monopólico “liberal” estadounidense.
La izquierda latinoamericana, en sus distintas versiones, adscribió
en mayor medida al “socialismo soviético” o al “no alineamiento”.
Derrotado el socialismo soviético se
impuso el capitalismo monopólico
“liberal” de Estados Unidos. La izquierda adscripta al “socialismo soviético” sintió que se le había caído el mundo y se produjeron
distintas rupturas. Un sector
mantuvo una mirada emancipatoria y otro
se acomodó al capitalismo.
La izquierda no alineada supo mantener una postura crítica, sin que se le cayera la biblioteca. Las movilizaciones indígenas y campesinas, la disputa por los 500 años de resistencia indígena y popular, el Foro Social Mundial, la lucha contra el ALCA, los gobiernos que empiezan a cuestionar al imperialismo y propician la integración latinoamericana, los movimientos sociales campesinos y urbanos de nuevo tipo son algunas de las expresiones de la aparición de una nueva izquierda surgida de distintas vertientes de la izquierda pro soviética y la izquierda no alineada. Desde esa nueva izquierda se construyó una nueva visión del mundo, un nuevo “relato” de disputa al “relato” hegemónico mundial.
Ante la crisis del mundo
unipolar y
del “relato” del capitalismo monopólico “liberal” se empieza a configurar un mundo multipolar con
potencias emergentes como China y Rusia,
que disputan la hegemonía de Estados Unidos a nivel geoestratégico, geopolítico,
económico-comercial, financiero y cultural.
Surge un nuevo “relato” que no cuestiona el capitalismo
como tal, pero cuestiona el capitalismo de Estados Unidos que impone al mundo
formas políticas, económicas y sociales
que no cumple para consolidar el imperio. Se evidencia la crisis total del capitalismo monopólico “liberal “
En este mundo en crisis de visiones o relatos,
falta la construcción del relato nuevo “no alineado”. Ese
relato no puede surgir de Europa porque, con algunas excepciones, las izquierdas europeas y el «progresismo» parecen perdidos a la cola de Estados Unidos. Las socialdemocracias,
que ya habían demostrado no ser
izquierda, y los partidos verdes,
son totalmente dependientes del relato y
las imposiciones de la gran potencia.
Por su parte, con la guerra de Ucrania, buena parte de las izquierdas reales europeas van
atrás de las socialdemocracias y se pierden en la telaraña estadounidense, asumiendo
por miedo, incapacidad en el análisis,
ingenuidad o acomodo, el discurso de
la potencia central en crisis. Se comen el cuento estadounidense con demasiada facilidad.
Entonces, con algunas excepciones, poco o nada se puede esperar de las izquierdas europeas y corresponde a las izquierdas latinoamericanas construir ese nuevo relato no alineado y revolucionario para la nueva etapa del mundo.
La integración fue la acción revolucionaria más importante durante los gobiernos progresistas, que de haberse consolidado no solo hubiese sido un punto fundamental en el proceso de liberación de la América Latina, sino que la colocaba en la capacidad de liderar un nuevo bloque no alineado dentro del mundo actual. Era además parte de un nuevo proyecto geoestratégico latinoamericano. Durante diez años, con idas y venidas hubo una nueva visión desde América Latina que la posicionó en el mundo y generó respeto internacional. Hubo un nuevo relato emancipatorio.
Si bien, la integración
no se pudo consolidar y el retroceso de los últimos años es
muy importante porque se generó una
juventud despreocupada, sectores de supuesta izquierda que por odio
se venden al mejor postor sin ubicar
el enemigo real, decepción en todos los relatos, sigue siendo Nuestra América la región llamada a construir
una nueva visión
del mundo con contenido liberador, una visión que dispute el relato del capitalismo monopólico “liberal” de EE.UU. (hoy más que
nunca vinculado al “remozado” relato
fascista) y del capitalismo estatal centralizado de Rusia y China.
Sin duda, entre un mundo unipolar, hegemonizado y subyugado por una potencia imperial y
un mundo
multipolar en disputa, para América
Latina y para el mundo es mejor
la segunda opción.
Por lo tanto, nuestra visión debe partir
de la consolidación de un mundo multipolar. No
podemos equivocarnos en eso, pero no es posible conformarnos solo con eso. Es
necesario construir un nuevo relato emancipatorio socialista y anticapitalista, dentro de este mundo que, después de la
disputa comercial China–EE.UU., la pandemia y la guerra de Ucrania ya no tiene
vuelta atrás.
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