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"En agosto del
2016, 31 años después de la matanza, solo 10 miembros del Ejército Peruano fueron sentenciados
entre 10 y 25 años de
cárcel, de estos 10 militares sentenciados
solo 4 están cumpliendo condena: Hurtado, Rivera, Gonzales y un soldado y el resto está con paradero desconocido, según advierte Gloria Cano, abogada de APRODEH. Lamentablemente la mala noticia es que este fallo no tiene carácter definitivo, la sentencia podría ser revocada o anulada
luego de ser revisada en última
instancia por la Corte Suprema. Podría concluirse que lo que va del proceso de judicialización iniciado en el 2001 (en más de 20
años) solo unos 15
casos han concluido con sentencia firme. Por el contrario, decenas de casos penales pendientes
enfrentan la misma demora y dilación que enfrenta el caso de Accomarca o peor
aún 1335
investigaciones archivadas, sólo en Ayacucho, por el Ministerio Publico por delitos de secuestro, desaparición forzada,
homicidio calificado y violación
sexual atribuidos a las Fuerzas del
Orden por insuficiencia de pruebas, según (IDEHPUC)".
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ACCOMARCA
TODA UNA VIDA DE TRAGEDIA SIN FIN.
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Por: Isabel
Coral.
Lima
Otra Mirada lunes 30 de mayo del 2022.
Después de 37
años de la matanza de Accomarca, rememorando con
detalle lo ocurrido, volvemos a asombrarnos y nos preguntamos ¿Cómo pudo
ocurrir una barbarie como esta? Todo un pueblo atacado sin
clemencia, trasladando consciente y planificadamente a las personas a casas de
algunos comuneros donde supuestamente se produciría una asamblea, separando hombres
de mujeres y niños a pocos metros de
los lugares de reunión, mujeres
principalmente jóvenes fueron violadas en presencia de sus padres, hermanos o hijos menores.
Finalmente, todos fueron acribillados,
acusados de terroristas y luego encerrados y calcinados arrojándoles granadas
de guerra. Solo se conoció
oficialmente de esta matanza tres semanas después. Este hecho de sangre ocurrió el
14 de agosto de 1985 y fue perpetrado por
patrullas del ejército peruano en la quebrada de Lloqllapampa, distrito
de Accomarca, Vilcashuamán, Ayacucho.
Siempre fue
difícil entender por qué ocurrió algo tan grave y que en su momento la
indignación no fue muy grande y si fue tan grave por qué no ha podido resolverse en casi 40 años. Las razones van quedando claras, se trata del profundo
desprecio racista y clasista que no hemos podido superar en 200 años de
vida republicana. Lamentablemente, al parecer
las condiciones, los factores para que se
garantice la no repetición de los hechos de violencia no han sido construidos
y estamos en riesgo de reeditar eventos
de crisis y matanzas como las de Accomarca.
Es decir, las
recomendaciones hechas por la CVR en su informe
final no han sido implementadas y en el mejor de los casos, no con resultados
sustantivos. Tan es así, que
el estado de abandono y aislamiento de
las comunidades en ámbitos rurales se mantiene. Cuanto pueden haberse trasformado nuestras Fuerzas del Orden, pero el negacionismo se
mantuvo y por supuesto el arrepentimiento y el perdón nunca llegaron,
por el contrario, a propósito de la elección del presidente Castillo, más allá de sus límites, inconductas y hasta presuntos
delitos, ha terminado estimulando,
exacerbando la discriminación racial y étnico
cultural, así como la estigmatización
política ideológica, el famoso
“terruqueo” no solo se da en los sectores
conservadores de nuestra sociedad, también en los sectores de centro progresistas y en menor grado hasta en las propias izquierdas.
La forma como se administró y concedió el acceso a la justicia en este caso de Accomarca fue muy expresivo de este desprecio e indolencia, a lo que se sumó la voluntad impune de los perpetradores a título personal e institucional, la relativización y/o justificación de los hechos y el proteccionismo y reducción o elución de las sanciones. El Subteniente Telmo Hurtado que comandó una de las patrullas, se auto inculpó como autor de la matanza, la justicia militar investiga el caso y con el aval de la Corte Suprema de Justicia el juicio terminó absolviendo a Telmo Hurtado de los cargos de homicidio y solo se le condenó por “abuso de autoridad” a 6 años de prisión. Fue el único militar sancionado por este caso y fue tan leve su sanción que continuó su carrera militar, incluso fue condecorado y ascendido.
Luego del
Informe Final de la CVR que estudió el caso Accomarca entre otros 43
casos recomendando la judicialización del mismo y la sanción de los
responsables, la Fiscalía de la Nación acusó a 29
militares como responsables de la masacre. Hurtado se fugó a Miami en el
2002 luego de que las leyes de amnistía aprobadas por el gobierno de Alberto Fujimori fueron
anuladas por una sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Recién en el
2011 fue detenido y extraditado al Perú e incluido al juicio, un poco antes en el 2008 fue deportado Rivera Rondón, quien también estaba prófugo en Estados Unidos.
Lo relevante
de estas declaraciones del Subteniente Hurtado, fue que no
solo aceptó haber asesinado a más de 30 pobladores, sino que la matanza de
Accomarca fue una orden de los altos mandos del Ejército
peruano. Hurtado explicó con claridad
que él recibió la orden de matar a todos los habitantes de Accomarca por ser una zona de influencia de la organización subversiva Sendero Luminoso.
Es decir, la matanza de Accomarca no fue un exceso de la lucha
contrasubversiva, fue una política
de Estado, fue parte de la estrategia de lucha contra la subversión.
En agosto del
2016, 31 años después de la matanza, solo 10 miembros del Ejército Peruano fueron sentenciados
entre 10 y 25 años de
cárcel, de estos 10 militares sentenciados
solo 4 están cumpliendo condena: Hurtado, Rivera, Gonzales y un soldado y el resto está con paradero desconocido, según advierte Gloria Cano, abogada de APRODEH. Lamentablemente la mala noticia es que este fallo no tiene carácter definitivo, la sentencia podría ser revocada o anulada
luego de ser revisada en última
instancia por la Corte Suprema. Podría concluirse que lo que va del proceso de judicialización iniciado en el 2001 (en más de 20
años) solo unos 15
casos han concluido con sentencia firme. Por el contrario, decenas de casos penales pendientes
enfrentan la misma demora y dilación que enfrenta el caso de Accomarca o peor
aún 1335
investigaciones archivadas, sólo en Ayacucho, por el Ministerio Publico por delitos de secuestro, desaparición forzada,
homicidio calificado y violación
sexual atribuidos a las Fuerzas del
Orden por insuficiencia de pruebas, según (IDEHPUC).
Lo lamentable
es que este no es un caso aislado,
quizás es el más emblemático por la gravedad, pero
los casos de hechos y crímenes
atribuidos mayoritariamente al Estado y las Fuerzas del Orden han
trascendido largamente los cálculos del Informe de la CVR, las victimas de desaparición forzada son
por lo menos 16
mil y son más de 6 mil
lugares de entierro pendientes de investigación
y judicialización; y la violencia sexual, fue
una práctica muy extendida de la que
recién se está hablando, son muy pocos
los casos denunciados y no existe la voluntad política para investigar y sancionar ejemplarmente
estos hechos. Los familiares exigen
sanción ejemplar porque el crimen fue brutal, porque los perpetradores fueron agentes del Estado peruano, y porque “demandar justicia y dignidad por 30 años, es un nuevo crimen
del Estado” (Jo-Marie Burt).
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