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AMIGOS Y AMIGAS, CIUDADANOS Y CIUDADANAS
DE MI PATRIA, presento ante ustedes, dos artículos de excelente calidad, producto
de dos Intelectuales muy conocidos por todos Ustedes, con son los Sociólogos.
Doctores en Ciencias Sociales ATILIO A BORON de Argentina y EMIR SADER, de
Brasil. Artículos sobre el nuevo Mandato Constitucional del presidente LULA.
Mejor los dejo con su lectura.
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BRASIL. LULA ENTRE DOS FUEGOS.
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Dr. Atilio A. Boron. Sociólogo y Doctor
en Ciencias Sociales.
Página /12 martes 3 de enero del 2023.
La asunción a la presidencia del Brasil de Luiz Inacio “Lula” da Silva es una gran noticia para Latinoamérica y el
Caribe. Se supone que el gigante
sudamericano recuperará el protagonismo
internacional que supo tener en el pasado y contribuirá a revivir o
dinamizar los diversos procesos de
integración en curso en la región, algo más importante que nunca en el bicentenario de la nefasta
Doctrina Monroe.
La agenda incluye desde la revitalización del MERCOSUR hasta la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y
Caribeños), pasando por la UNASUR, para mencionar apenas los más
significativos. Una señal de la
reorientación de la política exterior brasileña es el compromiso del nuevo
presidente de no sólo participar en la próxima cumbre de la CELAC -que se realizará
en Buenos Aires el 24 de enero- sino
también de reincorporar Brasil a ese
organismo, del cual se había marchado
por una decisión del gobierno de Jair
Bolsonaro.
Obviamente esta es sólo una
parte de la agenda que tiene en sus manos Mauro Vieira, el canciller de Lula. El
reforzamiento de los lazos con los países
del Sur Global es otra de sus prioridades, así como insistir en la reforma del Consejo de
Seguridad de las Naciones Unidas para
garantizar en dicho órgano un asiento
permanente para Brasil. Y, sin duda, otro
tema prioritario será el relanzamiento del BRICS, el acuerdo entre Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica,
actualmente sumido en un difícil (más no insoluble) proceso de ampliación auspiciado por Beijing
que contempla la incorporación de Argentina, Egipto, Indonesia, Kazakhastán,
Saudi Arabia, Emiratos Árabes Unidos, Nigeria, Senegal y Thailandia. Luego
de su viaje a la Argentina Lula tiene en
principio agendada un par de visitas
altamente conflictivas: a la Casa Blanca, en primer lugar; y luego a Beijing.
Ambas en el primer trimestre del año.
Dicho lo anterior Lula deberá apelar a todas sus artes diplomáticas y de
hábil negociador para no quedar entrampado en la cruzada que la Administración Biden ha
lanzado contra dos socios de Brasil en
el BRICS: contra Rusia,
mediante la “guerra por procuración” o “guerra proxy” librada en suelo ucraniano con la complicidad de
los indignos gobiernos neocoloniales de
Europa; y la creciente escalada
guerrerista en contra de China,
el “enemigo
principal” según el reciente documento del Consejo de Seguridad Nacional porque, según allí
se dice, es el único país que tiene la
voluntad y la capacidad de rediseñar en su beneficio el actual orden
mundial. Rusia tiene lo primero,
la voluntad, pero no la capacidad.
La guerra en Ucrania es una
estratagema orientada precisamente a erosionar
esa capacidad.
Pero China es otra cosa. Para Brasil el país
asiático es de lejos su primer socio comercial: el intercambio entre ambos llegó, en 2022, a los 135.000 millones de dólares,
más del doble del que se registra
con los Estados Unidos. Los gestos de Biden en relación al gigante asiático no pueden ser más
beligerantes, y embarazosos para Lula: desde invitar a un representante de Taiwán a su inauguración presidencial, un gesto sin precedentes desde que Estados Unidos reconoció oficialmente a
la República
Popular China, y hacer lo propio en
ocasión de su malhadada “Cumbre por la
democracia”, en donde el enviado de Taipei
se sentó junto nada menos que a Juan
Guaidó y otras figuras de su calaña.
Aparte de ello hay que recordar las
continuas provocaciones que fuerzas
estadounidenses realizan en el Mar
del Sur de la China, o la visita de Nancy Pelosi
y tratar de negar el acceso de microchips a China.
Lula sabe que otro de sus socios en el BRICS, la India, tampoco es vista con buenos ojos hoy por Washington
porque su redoblado intercambio
comercial con Rusia es
interpretado como una contribución económica a su esfuerzo militar en Ucrania y a aminorar el impacto de las sanciones que Biden impuso contra Rusia. Por lo tanto, detrás de las amables sonrisas que quedarán estampadas en la fotografía oficial
en el Salón Oval de la Casa Blanca
lo más probable es que, una vez que se retiraron los fotógrafos, la tensión que
hoy caracteriza al sistema internacional
se traslade con toda su fuerza al
encuentro entre ambos mandatarios. Washington necesita aliados incondicionales para
su santa cruzada contra Rusia y China, y lo peor que puede hacer Brasil, y cualquier otro país latino caribeño, es
embarcarse en una pelea que nos es por
completo ajena y en la cual tiene casi todo para perder y nada para ganar. Lula
seguramente sabe que uno de los pocos modos que tiene para evitar ser
reclutado para esa guerra es fortalecer la unión de los países de
Nuestra América. Ojalá pueda actuar, o lo dejen
actuar, en consecuencia.
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BRASIL. LULA EN LUNA DE MIEL.
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Sociólogo. Dr. EMIR SADER. Doctor en
Ciencias Sociales.
Pagina /12 martes 3 de enero del 2023.
Desde Brasilia
En la misma semana, los dos brasileños más conocidos en el mundo fueron
noticia en Brasil y en el plano internacional: Lula y
Pelé.
La muerte de Pelé "sirvió" no
solo para que los brasileños revisaran
las obras de arte futbolísticas del que han considerado siempre como el mejor jugador del mundo, sino también
para que se reconciliaran con él.
Quedaron a un lado los comportamientos personales, que tanta antipatía habían generado, para quedar solo las grandes emociones y conquistas
que Pelé
proporcionó a Brasil, incluso los
tres campeonatos mundiales de futbol, que solo Pelé tiene.
Pero si Pelé es una unanimidad, no lo es Lula.
Ganó las elecciones por una diferencia escasa,
pero el mismo Bolsonaro se encargó
de facilitarle la tarea para que su discurso se vuelva de nuevo hegemónico en Brasil. El expresidente
prácticamente ha desaparecido de la escena
política y, cuando se ha manifestado, no ha dado ninguna orientación que pudiera trasformarlo en líder de la
oposición al nuevo gobierno.
Y, al final, se fue de Brasil a Miami,
con un avión presidencial, sin siquiera solicitar autorización, llegando a Estados
Unidos cuando todavía era legalmente presidente. Su vicepresidente, el
general Hamilton Mourao, se valió de la
última transmisión en cadena nacional para hacer un pobre pronunciamiento:
dijo que Bolsonaro se fue sin siquiera
conversar con él, tratando de tomar distancia del ahora exmandatario. Como es senador y tendrá una carrera política
por delante, dijo que no entregaría la
faja presidencial a Lula y trató de proyectarse como líder opositor.
Lula fue al Senado, donde asumió el cargo presidencial y pronunció su primer discurso, fuerte, pero políticamente más formal, frente a senadores y a 19 mandatarios, más los representantes
de un total de 90 gobiernos del mundo, sobre todo de América Latina.
Todo ello ha quedado chico en comparación con las ceremonias espectaculares que Lula protagonizó a lo largo de la Esplanada de los Ministerios. Empezó con su desfile en coche abierto, el Mercedes Benz presidencial –sin chaleco de protección, como él decidió–. Recibió todos los honores presidenciales de las distintas ramas de las Fuerzas Armadas, aplaudido todo el tiempo por la multitud que acompañó todo el trayecto hasta que Lula llegó al Palacio Presidencial.
Ahí, protagonizó el momento más emblemático de
toda la jornada: subió la rampa del
Palacio Presidencial tomado de las manos con un niño
negro, una mujer negra (recolectora de basura)
-quien le puso la faja
presidencial-, el líder indígena más
conocido de Brasil, Raoni, una
persona con defectos físicos,
buscando juntar a todas las expresiones
de los discriminados y excluidos
de Brasil. Su mujer, Janja, llevaba la perrita llamada Resistencia, en alusión a los 540 días en que Lula estuvo preso.
Desde el salón del Palacio Presidencial, Lula hizo su
alocución más importante. Hizo un balance de lo que había sido su gobierno, recordando
todas las conquistas, desde su discurso
inicial 20 años antes, cuando dijo que
se haría una revolución si todos los
brasileños llegaran a tomar tres comidas al día.
En seguida, sin mencionar nunca el nombre de Bolsonaro, habló
de los crímenes que, entre la pandemia y las políticas
desastrosas del gobierno saliente,
se han cometido en contra del pueblo.
Dijo que los responsables tendrán que pagar. El pueblo, que siempre coreaba “Lula guerrero
del pueblo brasileño", pasó a corear, más fuerte todavía: "Amnistía no,
Amnistía no", expresando su apoyo a que se hagan los procesos necesarios en contra de
Bolsonaro y los bolsonaristas.
En lo positivo, Lula reafirmó fuertemente: “Democracia
siempre”. Y cuando relataba el sufrimiento de la gente viviendo abandonada en las calles, lloró dos veces, por la empatía que tiene con los abandonados. Delfim
Neto, ministro de Economía de la dictadura,
ha dicho que Lula es el único político brasileño que
puede hablar del hambre, porque es el único que lo ha sufrido.
Lula
reafirmó que no será revanchista, pero que nunca se olvidará de lo que le han
hecho pasar. (En una carta desde la cárcel, cuando le propusieron un acuerdo, había dicho que
nunca cambiaría su libertad por su dignidad.)
Finalmente propuso lo que pretende hacer en los próximos años en Brasil,
recuperando la
economía, la distribución de la riqueza, los empleos. Concluyó abogando por que Brasil vuelva a ser una gran nación, gobernada para todos, frente al aplauso generalizado de la
multitud.
Cuando ya habían pasado muchas horas del show
musical, Lula volvió con su esposa Janja para
agradecerle a toda la gente, a los artistas, a su mujer, a quien besó. Y se
fue, mientras seguía el show hasta la madrugada.
Para empezar su gobierno propiamente, Lula firmó varios
decretos. Entre ellos uno que limita la
venta y el uso de armas. Otro que termina con una cantidad de medidas de Bolsonaro que buscaban proteger a él mismo y a sus hijos de causas por corrupción.
También firmó un decreto que prohíbe
los procesos de privatización de empresas, entre otras medidas. El objetivo
inmediato es retomar el crecimiento
económico, desarrollar políticas sociales como eje de
su gobierno y avanzar en la generación de empleo. Asimismo ha tomado medidas de protección de la Amazonia y
el medio ambiente. La referência a
los derechos de las mujeres fue la más importante y se expresó en la creación del Ministerio de las
Mujeres, junto al Ministerio
de los Pueblos Indígenas, ocupado por la más importante líderes indígena. El conjunto de
37 ministerios (encabezados, entre otros, por 11 mujeres) da cuenta
de todos los campos de actividad que Lula pretende desarrollar durante su mandato. Mujeres van a dirigir también los dos más importantes bancos públicos, el Banco de Brasil y la
Caja Económica Federal, además de otros cargos.
En su primer día de trabajo, Lula se reunió con 19 mandatarios –entre
ellos, su gran amigo Alberto Fernández–,
lo que le llevó el día entero. Ahora
tiene previsto ir al funeral de Pelé, en Santos, del que Lula es hincha,
para hacer los homenajes que todos los
brasileños han hecho estos días.
Los brasileños viven su luna de miel con su nuevo presidente, festejando
tener de nuevo un presidente que los representa a todos, con dignidad, hablando de sus problemas,
restableciendo sus buenas relaciones con el mundo. Una especie de Lula-de-miel, que Lula
espera que se prolongue por los 4 años de su tercer gobierno.
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