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Lo nuevo es que Lula ahora habló explícitamente de la desigualdad y de cómo las políticas estatales favorecen a los eternos privilegiados. Al enfocarse, en la desigualdad Lula politiza la cuestión social, que va mucho más allá de las medidas administrativas para ayudar en las emergencias: va hacia un cambio estructural en el funcionamiento de la sociedad, con luchas y enfrentamientos con los privilegios seculares. “No se refiere sólo al flagelo del racismo -que es mucho- sino al legado de la esclavitud. Una vez más, toca la explotación de los seres humanos por parte de otros. Este es el quid de nuestra sociedad: no se trata solo de la existencia de ricos y pobres, sino de la existencia de una dinámica perversa de drenaje de riqueza desde la base hacia la cima de la sociedad”, dice Maringoni, profesor universitario. Las medidas tomadas dan cuenta de alguno de los elementos más urgentes y estratégicos de la agenda de Lula. Uno de ellos fue el freno a las privatizaciones que estaban en marcha en el caso de ocho empresas estatales, como la petrolera Petrobras, el Correo, la Empresa Brasileña de Comunicaciones, el Servicio Federal de Procesamiento de Datos, y la Empresa de Tecnología e Información de Seguridad Social.
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LULA
Y LA DIFÍCIL RECONSTRUCCIÓN DE UN BRASIL EN RUINAS.
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Por Juraima Almeida | 06/01/2023 | Brasil
Fuente Rebelión viernes 6 de enero del 2023.
En este
artículo la autora intenta responder a la pregunta de si ¿podrá Lula –en su tercer gobierno- retomar el
proyecto inicial del PT y profundizarlo en
articulación con los movimientos sociales?
El regreso de
Luiz Inácio Lula da Silva a la presidencia fue la mejor
noticia de Año Nuevo para millones de brasileños,
una inyección de esperanza y, sobre
todo de alivio por evitar otros
cuatro años de racismo
institucionalizado, de glorificación de la violencia de Estado, de remate
de los bienes públicos, de desmantelamiento
de derechos, de saqueo sistemático,
de devastación ambiental y de promoción del odio.
Lula heredó un
país en ruinas tras seis años
(los cuatro de Jair Bolsonaro más
los dos del usurpador Michel Temer
tras el derrocamiento de Dilma Rousseff) de destrozos sin precedente: destrucción
del Estado en nombre de supuestas libertades
individuales, vaciamiento de los recursos
destinados a la salud, desmantelamiento de la educación, la cultura, la ciencia y
la tecnología, la polarización de la ciudadanía.
Pese al
enorme respaldo popular, el nuevo gobierno está atento a la reacción
que desde el vamos comenzaron a
desplegar los grandes lobbies y la triada económica, mediática y judicial, que intenta un
desgaste sistemático del nuevo gobierno. Sobre todo, teniendo en
cuenta que amplios sectores de la
población fueron cooptados por el bolsonarismo.
Bolsonaro destruyó la protección del medio ambiente y de la Amazonia, el pulmón verde del mundo, y no dejó recursos para comidas escolares, vacunación, seguridad pública, protección forestal ni asistencia social. Y huyó dos días antes de la asunción de su sucesor.
En los dos discursos de Lula -en el Congreso y desde el Palacio del Planalto- el presidente mostró que dispositivos como el tope de gastos y el presupuesto secreto son perjudiciales para la democracia. Llamó fascismo al fascismo y genocidio al genocidio, garantizó que no se privatizarán empresas estratégicas, describió el papel del Estado y abrió las amenazas a la democracia.
En la
ceremonia de su toma de posesión como Ministro de Defensa,
José Múcio Monteiro hizo declaraciones que
sorprendieron y prendieron las luces de alerta, confirmando lo que dirigentes kukistas venían
asegurando: es la persona
equivocada, en el lugar equivocado y en el momento equivocado.
Para Múcio,
los actos de los terroristas bolsonaristas -que promueven actos de terror y atacan la democracia con la complicidad de militares frente al Cuartel General del
Ejército en Brasilia - son “democráticos”:
“Esas
manifestaciones en el campamento, y lo digo con mucha autoridad porque tengo
familiares y amigos allí, son una manifestación de democracia”, dijo.
El nuevo
ministro de Derechos Humanos, Silvio Almeida, señaló de inmediato
que se revisará todo acto ilegal basado en el odio y el prejuicio.
«No
permitiremos que el ministerio siga siendo utilizado para producir mentiras y
prejuicios. Como muchos, quiero salir adelante, pero nunca aceptaremos el
precio del silenciamiento y la injusticia. La verdadera paz será la que
construyamos con la verdad, con el cultivo de la memoria y la realización de la
justicia», declaró.
Almeida también dijo que
«Brasil aún no ha enfrentado a satisfacción los horrores de la esclavitud, así como otros traumas que también se ciernen sobre nosotros, lo que permite que sus obras -de la esclavitud y esos traumas- se perpetúen en forma de racismo, del hambre, del subempleo y de la violencia contra los hombres y mujeres negros y pobres de este país”.
Con su
deplorable actuación, José Múcio Monteiro se califica para ser el primer ministro a ser reemplazado, en
aras de la gobernabilidad
del gobierno Lula y para la protección de la democracia, coinciden
en filas del Partido de los Trabajadores.
No se puede
olvidar que el bolsonarismo –la derecha y la ultraderecha- tiene un apoyo importante en el Congreso y
también controla los estados más grandes de Brasil, con seguidores en
las fuerzas militares y de seguridad,
por lo que Lula
señaló en su discurso ante el
Congreso la necesidad de un nuevo pacto democrático.
Una de los
interrogantes que se plantean los analistas es si la amplia alianza electoral
que agrupó desde la izquierda radical, el PT y
amplios sectores progresistas, ecologistas y feministas, hasta el centro
neoliberal del vicepresidente Geraldo Alckmin,
podrá neutralizar la cultura extremista
generada en estos años de mandato
bolsonarista.
Otra, si este
frente, de mantenerse unido, podrá desarrollar un programa de gobierno que
permita superar la actual crisis y
la profunda
desigualdad estructural que sufre la sociedad brasileña en términos históricos.
En un Brasil dividido entre la moderación de izquierda progresista y
el neofacismo, ¿podrá
Lula –en su tercer gobierno- retomar el proyecto inicial del PT y profundizarlo en articulación con los movimientos
sociales?
Pero la
herencia más nefasta del gobierno ultraderechista compartido con los altos mandos castrenses, fue la naturalización del fascismo y la instalación de una
idiosincrasia furiosamente reaccionaria,
de posturas cavernarias en lo social y un individualismo
ciego en materia económica, cuya bandera en el anticomunismo, un culto a las armas y una disposición a la
violencia demostrada en las últimas
semanas.
El aparato
político-institucional que dio el golpe de Estado
contra Dilma Rousseff en 2016
y encarceló
ilegalmente a Lula para impedirle presentarse a las elecciones de
2018 (en las cuales era claro favorito) sigue ahí. Y Lula requerirá mucho más que su
experiencia y del respaldo popular para sortear los designios de la oligarquía.
La
hoja de ruta
La hoja de
ruta que diseñe el propio Lula será determinante
para marcar la orientación de la coalición.
Varios
sectores de centroizquierda se entusiasmaron con los discursos de Lula y las primeras medidas anunciadas: gasto social ante la crisis, freno de privatizaciones,
proyecto de reindustrialización, cuidado del medio
ambiente, integración latinoamericana para
desde allí construir políticas en medio de la disputa global, o el hecho de
haber llamado “golpe” a la salida del gobierno de Dilma
Rousseff en 2016.
Gilberto
Maringoni señala la osadía de Lula cuando se ocupó de temas sociales. En los dos
primeros mandatos, el foco del presidente fue el hambre,
la pobreza, la miseria. Pero las soluciones no tocan el mecanismo atávico de explotación del
que son víctimas la mayoría en la
cúspide de la pirámide social.
Lo
nuevo es que Lula ahora habló explícitamente
de la desigualdad y
de cómo las políticas estatales
favorecen a los eternos privilegiados. Al enfocarse, en la desigualdad Lula politiza la cuestión social, que va mucho más allá de las medidas administrativas para ayudar en las
emergencias: va hacia un cambio
estructural en el funcionamiento de la sociedad, con luchas y enfrentamientos
con los privilegios seculares.
“No se refiere sólo al flagelo del racismo -que es mucho- sino al legado de la esclavitud. Una vez más, toca la explotación de los seres humanos por parte de otros. Este es el quid de nuestra sociedad: no se trata solo de la existencia de ricos y pobres, sino de la existencia de una dinámica perversa de drenaje de riqueza desde la base hacia la cima de la sociedad”, dice Maringoni, profesor universitario.
Las medidas
tomadas dan cuenta de alguno de los elementos más urgentes y estratégicos de la
agenda de Lula. Uno de ellos fue el freno a las
privatizaciones que estaban en
marcha en el caso de ocho empresas
estatales, como la petrolera Petrobras, el Correo, la Empresa Brasileña de
Comunicaciones, el Servicio Federal de Procesamiento de Datos, y la Empresa de
Tecnología e Información de Seguridad Social.
Otra de las
decisiones implementadas fue derogar el último decreto hecho por el
anterior gobierno, que redujo a la mitad
las tasas impositivas a ser pagadas por las grandes empresas, decreto
firmado por el vicepresidente Hamilton
Mourao en vista de que Bolsonaro ya había partido hacia Orlando.
Brasil vive
actualmente una situación anómala, con una tasa de
interés real «fuera de lugar»,
dijo el ministro de Hacienda, Fernando Haddad, argumentando que la actividad económica ya experimenta una
desaceleración y que la inflación en el país es menor en comparación con otros países. Haddad, considerado el “delfín” de Lula, afirmó que ese
escenario fue motivado por una “juerga electoral”
del gobierno anterior, que costó a las arcas públicas 300 mil millones de
reales (unos 55 mil 500 millones de dólares).
Pareciera que
la amplitud de alianzas no significó la perdida de centralidad del Partido de los Trabajadores dentro
del nuevo gobierno, conservando el
ministerio de Hacienda con Fernando Haddad, Casa Civil con Rui Costa ex gobernador de Bahía, Desarrollo Social
con Wellington Dias, la Cancillería con Mauro Vieira. Lula abrió el juego, pero mantuvo los cargos claves.
Juraima
Almeida es investigadora brasileña, analista asociada al Centro Latinoamericano
de Análisis Estratégico (CLAE).
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