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“El movimiento, sin embargo, ha sido drásticamente reprimido con varias docenas
de muertos y entrado en pausa, buscando un liderazgo
que le permita pasar nuevamente a la ofensiva. A pesar de todo ello, el rechazo a los golpistas, a los usurpadores y a la represión se
mantiene en alto. En los últimos cinco meses, entre enero y mayo, la
desaprobación del gobierno de Boluarte, de
acuerdo a por lo menos tres encuestadoras (Ipsos, Datum, IEP) se mantiene entre
el 75 y 80% y la del congreso
peor todavía. Asimismo, los informes de la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos y de Amnistía
Internacional confirman la represión letal llevada
a cabo y la impunidad con la que se trata el tema.
“Por otra parte, el aislamiento
internacional se profundiza. La necedad de los
usurpadores de gobernar sin legitimidad le
hace un grave daño al Perú y deja claro que la
violación sistemática de los derechos humanos no
es aceptada por la comunidad internacional, en especial por nuestros hermanos latinoamericanos. No es entonces un buen o mal manejo
de las relaciones internacionales, sino que el Perú
se ha convertido en un país impresentable.
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GOLPE, CONTRAGOLPE,
USURPADORES Y PROSCRIPCIÓN.
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Por
Nicolás Lynch
Otra
Mirada Lima lunes 29 de mayo del 2023.
A casi seis
meses de
los acontecimientos se continúa debatiendo, con
inusitado vigor, sobre los sucesos del siete de
diciembre de 2022 que pusieron fin al gobierno de Pedro Castillo. Me he pronunciado varias veces sobre
el tema, pero considero que la vuelta a los mismos términos del debate de
diciembre pasado que he escuchado en diversos
comentarios, hace que sea indispensable volver
sobre lo mismo.
Golpe de estado. ¿Hubo o no hubo golpe de estado de parte de Pedro Castillo el siete
de diciembre de 2022? Es
un hecho de la realidad que se produjo un intento de
golpe de estado por parte de Pedro Castillo y,
parece ser, su entorno más cercano. Acorralado por el deterioro de la
situación, que sumaba al incesante bloqueo de la
derecha, el mal gobierno, el aislamiento
político y acusaciones de corrupción que cada vez más lo tocaban
directamente, el expresidente intentó una “huida hacia
adelante” que colisionaba con las reglas por las que había sido elegido
y además no contaba con la correlación de fuerzas sociales y políticas para tener éxito. Sin
embargo, la constatación de este hecho lleva a la derecha
a mover sus hilos para orquestar su detención sin
tener en cuenta las reglas del debido proceso ni su calidad
de jefe de estado, que le daban prerrogativas especiales frente a
cualquier ciudadano común y corriente. De esta
manera el antejuicio parlamentario, al que tenía derecho, no antecede sino
confirma su detención, por ello arbitraria.
Contragolpe. El
intento de golpe le da a la derecha lo que desde
año y medio atrás venía buscando con desesperación: el contragolpe,
que le permite pasar a la ofensiva de una manera
que no le había sido antes posible. Esto significa capturar un terreno que no
controlaba totalmente: las instituciones de este
estado famélico, pero no por ello menos instituciones para sus propósitos. Se
rompe el principio de legitimidad: “los ciudadanos no creen que los que mandan tengan el derecho
a mandar”. Entonces fallido golpe, pero exitoso
contragolpe, que puso a las fuerzas progresistas a la defensiva.
Gravísimo error político de Castillo que le
costará a la izquierda remontar.
Usurpadores.
Desde alguna izquierda dicen que la usurpadora es Dina Boluarte. Es más que Dina Boluarte
y por ello el fenómeno es diferente. La usurpadora
es la derecha peruana que aprovechó el golpe fallido de Castillo para culminar la captura
política de Boluarte, plasmar su contragolpe y
gobernar con un programa distinto al que había ganado en las elecciones de 2021. Por ello, el movimiento
social fue con furia contra los usurpadores
porque percibió con claridad que el contragolpe de la derecha era contra el
veredicto popular expresado en las urnas.
Tomó la posta el movimiento popular, pero en este caso la iniciativa no fue en Lima, fue en el Perú
andino. Los pueblos originarios del
espinazo irredento, entre Huancavelica y Puno,
que sufren el saqueo de la minería y el gas natural. Ese movimiento hizo temblar al Perú por doce semanas. El movimiento
popular fue el principal actor político y
eje de la coyuntura a pesar del desprecio
encomendero plasmado en las historietas de incapacidad que se tejieron al
respecto y en el estigma del terruqueo para
descalificar a los que supuestamente no pueden pensar con su cabeza.
El movimiento, sin embargo, ha sido drásticamente reprimido con varias docenas
de muertos y entrado en pausa, buscando un liderazgo
que le permita pasar nuevamente a la ofensiva.
A pesar de todo ello, el rechazo a los golpistas, a los usurpadores y a la represión se
mantiene en alto. En los últimos cinco meses, entre enero y mayo, la
desaprobación del gobierno de Boluarte, de
acuerdo a por lo menos tres encuestadoras (Ipsos, Datum, IEP) se mantiene entre
el 75 y 80% y la del congreso
peor todavía. Asimismo, los informes de la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos y de Amnistía
Internacional confirman la represión letal llevada
a cabo y la impunidad con la que se trata el tema.
Por otra parte, el
aislamiento internacional se profundiza. La necedad de los usurpadores de gobernar sin
legitimidad le hace un grave daño al Perú y
deja claro que la violación sistemática de los derechos
humanos no es aceptada por la comunidad internacional, en especial por
nuestros hermanos latinoamericanos. No es
entonces un buen o mal manejo de las relaciones internacionales, sino que el Perú se ha convertido en un país impresentable.
Proscripción. A
la usurpación de la voluntad popular y la
eventual pausa del movimiento social continuará
la proscripción de los líderes y agrupaciones
que se oponen al gobierno ilegítimo. El fondo de
los ataques a la institucionalidad del estado
apunta a la toma de los organismos electorales,
para impedir que partidos y personalidades democráticas
compitan en algunas futuras elecciones.
Frente a estos hechos macizos se levantan dos series de inventos. Por
la derecha, la existencia de una “normalidad” que mientras continúa reprimiendo quiere
hacernos creer que las cosas han regresado a la dinámica
de un país democrático, en el que funciona el equilibrio de poderes, se respetan
los derechos humanos y hay un estado que se
preocupa de sus ciudadanos. Por la izquierda, la
negación del intento de golpe de Castillo y la
existencia de un movimiento que tendría vida al margen de las condiciones
objetivas para el mismo y sin importar que exista o no una dirección política con objetivos claros.
En el horizonte todavía no se ve claro, pero teniendo en cuenta esta realidad y dejando de lado los
inventos es que se podrá rearmar una amplia alianza
social y política que logre una salida democrática para la situación del Perú.
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