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"Un plebeyo de
primera, el fallecido Saúl Ubaldini, el más
popular y más representativo secretario general de la CGT desde la recuperación democrática, intuyó y convocó
como nadie, naciente, diversa, clase
trabajadora. Católico populista se plantaba en San Cayetano, clamaba por Paz, Pan y Trabajo.
Lo vitoreaban “condenados
de la tierra” a la par que militantes políticos y trabajadores
registrados, Participar en sus movilizaciones ponía en escena a relegados
de la tutela sindical. El añorado Horacio González descifró
con brillantez el mensaje posconciliar y
cristiano de Saúl, que entreveraba alusiones
a Perón y Evita, crucifijos, letras de tango y
fraseo único. Precursor de la narrativa del Papa
Francisco sin saberlo ninguno de los dos.
"La Marcha
Federal de 1994 llevó peregrinando por todo el país y hasta la Plaza de Mayo a la remixada clase noventista, con desempleo rampante, víctima de los embates de la dictadura y del menemismo.
"Por aquel entonces un político inteligente y noble, Carlos Auyero, atinó a explicar el fenómeno y el envejecimiento de valiosos paradigmas. El concepto de bregar contra la explotación se quedaba corto. Millones de argentinos pugnaban para ser explotados. Ni siquiera “incluidos”, en palabras de Auyero. Daba en la tecla ese otro socialcristiano, de notable formación, afín a (o aliado de) las mejores vertientes del peronismo. Que siempre tuvo muchas vertientes. Ahora cualquiera sabe que hay laburantes por doquier, que los encasillamientos históricos fallan. Más autoconciencia, entre los laburantes. Más espacio para la agresión, el divague o los lugares comunes para las derechas. O para nacionales, populares, izquierdas o progresistas con mejores intenciones y con recetarios desactualizados. Pongalé.
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LA CLASE TRABAJADORA EN EL
SIGLO 21 TAMPOCO VA AL PARAÍSO. Un repaso sobre la nueva estructura social y
laboral
*****
Por Mario
Wainfeld.
Fuente. Página/ 12
domingo 7 de mayo del 2023.
Clase trabajadora, ayer y hoy. Los cambios acontecidos desde 1945, 1975, los noventa. Revelaciones al regreso de la democracia. Saúl Ubaldini, un precursor. Lecturas erradas, lugares comunes. La derecha, un maniqueísmo al ataque. La necesidad de políticas y lecturas novedosas. Pantallazo sobre elecciones provinciales.
El primero de mayo de 2023 corroboró, por si hiciera
falta, la fragmentación de las representaciones de la clase trabajadora.
El archipiélago no es apenas el mapa de la fragmentación de la clase, sino que a menudo la complejiza o la enreda … eventualmente la ahonda.
Juan
Domingo Perón fue tres veces presidente electo, está en boga nombrarlo como “el General”. Generales hubo y hay muchos, unos
cuantos nefastos, usurpadores, gorilas.
Líderes
democráticos con la legitimidad de Perón, acaso ninguno. Resaltemos “tres veces
presidente”, entonces, para ir de una buena vez al grano.
Perón a veces llamaba “columna vertebral” a la clase trabajadora. En
otras, nombraba así al “movimiento
obrero organizado” (MOO). Jamás fue lo mismo, ni siquiera en la etapa dichosa
del Estado benefactor. Entre 1945 y 1975,
fechas emblema en Occidente: “los treinta
gloriosos”. Efemérides determinantes
en la Argentina, desde el iniciático 17 de octubre hasta el Rodrigazo. Oh casualidad los hechos simultáneos en latitudes distintas. ¿O no será casualidad?
Perón recontra sabía que
movimiento obrero y clase trabajadora no eran lo mismo, aunque en algún momento se superpondrían bastante. No es en nuestro siglo XXI, claro. El MOO contiene
a una fracción de la clase, menguante a medida que corre el calendario. No haremos estimaciones cuantitativas sesudas.
Desde hace años se agregó una novedad. Laburantes
en relación de dependencia con afiliación sindical, paritarias,
derechos básicos, a los que no le
alcanza para llegar a fin de mes.
El correr del tiempo, las conquistas o recuperaciones de derechos que aportaron los tres gobiernos kirchneristas, lecturas sensatas y comprensivas de la realidad dejan atrás el noble aserto “una sola clase de hombres, los que trabajan”. Hoy en día sabemos que hay trabajadores con conchabo pasable, desocupados, changuistas, marginales, autoempleados. Mujeres. Trabajadorxs que cumplen labores solidarias fundamentales cobrando poco o nada. Jubilados. Trabajadores son todes, con asiduidad pluriempleados. La Vulgata dominante acusa a los argentinos de ser poco afectos al trabajo. Minga. Se labura mucho, mal, contra paga insuficiente o nula en demasiados casos.
El acto del primero de mayo de la CGT fue deslucido, se notaron
tanto las ausencias como las presencias. El
discurso del secretario general Héctor
Daer (primus inter pares de los triunviros) fue acompañado por abucheos de los compañeros camioneros. Pablo Moyano había pegado
el faltazo. Daer había dejado
trascender que habría un apoyo
sobrio a la gestión del ministro de Economista Sergio Massa y un delicado aventón a la candidatura presidencial de “Sergio”. Quedó para mejor oportunidad acaso por la
falta de quorum o por la floja audibilidad.
Bajo el cono del
silencio, aunque con premeditación y cautela, los compañeros
gremialistas formulan día tras día la clásica demanda en trances preelectorales. “No nos dejen
afuera de las listas”. Las vísperas de cambios
de gobierno acrecientan esos reclamos
máxime cuando las perspectivas de victoria no son seguras ni predominantes.
Las promesas de
cargos ejecutivos no votables, lo sabe cualquier dirigente fogueado, son pagos diferidos
supeditados a dos condiciones: la virtual victoria y la voluntad
posterior de los mandatarios. Demasiado futuro, demasiada virtualidad.
Por añadidura, esos puestos son transitorios,
los famosos fusibles. Los cargos
legislativos pagan de contado: garantizan
un piso de estabilidad desde el cual se pueden “saltar” a los ejecutivos ganados. Estabilidad que no es poco en la era de la
incertidumbre.
Las pugnas internas
por los espacios electorales son una
constante invisibilizada para la gente
común. Conocer los entretelones tal
vez ayudaría a desentrañar conductas
“extrañas” de
protagonistas o agrupaciones. Las
internas dinamizan la vida de las coaliciones. Cientos de listas a nivel
nacional y en 24 distritos… miles de
espacios. Volvamos al núcleo de clase, don cronista.
Mutaciones,
ramalazos de luz: Las mutaciones sociales no se consuman de sopetón, de la noche a la mañana.
Transcurren con avances y retrocesos. Hay
trances que hacen notorias las transiciones para el observador atento.
Puede darse cuenta, luego distraerse. Para
la mirada costumbrista de quien les habla la muchedumbre que acompañó a
Herminio Iglesias al acto del 28 de octubre de 1983 contenía
una revelación. Pobres conurbanos “distintos a los de
antes”, léase a los trabajadores y aún villeros de los 60 y 70.
Desgarbados, mal nutridos, con traza diferente. Algún escriba los llamó “lúmpenes”, otros los encasillaron como “marginales”
… atrasaban. Eran, quién sabe, nuevos
pobres que testimoniaban con los cuerpos, su pilcha, su salud en riesgo, parte del éxito del proyecto dictatorial. Desperonizar a la Argentina, serruchar el poder y la autoestima a
los plebeyos otrora empoderados y desafiantes.
Un plebeyo de
primera, el fallecido Saúl Ubaldini, el más
popular y más representativo secretario general de la CGT desde la recuperación democrática, intuyó y convocó
como nadie, naciente, diversa, clase
trabajadora. Católico populista se plantaba en San Cayetano, clamaba por Paz, Pan y Trabajo.
Lo vitoreaban “condenados
de la tierra” a la par que militantes políticos y trabajadores
registrados, Participar en sus movilizaciones ponía en escena a relegados
de la tutela sindical. El añorado Horacio González descifró
con brillantez el mensaje posconciliar y
cristiano de Saúl, que entreveraba alusiones
a Perón y Evita, crucifijos, letras de tango y
fraseo único. Precursor de la narrativa del Papa
Francisco sin saberlo ninguno de los dos.
La Marcha
Federal de 1994 llevó peregrinando por todo el país y hasta la Plaza de Mayo a la remixada clase noventista, con desempleo rampante, víctima de los embates de la dictadura y del menemismo.
Por aquel entonces
un político inteligente y noble, Carlos Auyero, atinó a explicar
el fenómeno y el envejecimiento de valiosos paradigmas. El concepto de bregar contra la explotación
se quedaba corto. Millones de argentinos pugnaban para ser explotados. Ni siquiera “incluidos”, en palabras de Auyero.
Daba en la tecla ese otro socialcristiano, de
notable formación, afín a (o aliado
de) las mejores vertientes del
peronismo. Que siempre tuvo muchas vertientes.
Ahora cualquiera
sabe que hay laburantes por doquier, que
los encasillamientos históricos
fallan. Más
autoconciencia, entre los laburantes.
Más espacio para la agresión, el divague
o los lugares comunes para las
derechas. O para nacionales, populares, izquierdas o progresistas con mejores
intenciones y con recetarios desactualizados. Pongalé.
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Manual para
simplistas con ínfulas: Sucesivas
administraciones democráticas buscaron
respuestas coyunturales. Los discursos dominantes
las entreveran en la memoria, las desconocen, pavean. Los lugares comunes proliferan como las moscas
en la carroña u otra imagen más delicada que
usted proponga.
Sobreviven simplistas
que creen vigentes a los “Planes Trabajar” que
cesaron hace más de veinte años. O gastan chistes despectivos al respecto.
Hay
quienes confunden programas sociales con reglas claras, perduración,
sujetos a requisitos sencillos con tendencia universal, como la Asignación Universal por Hijo (AUH) con “planes” que
dependen del arbitrio o la voluntad
estatal. Gloria y loor a las instituciones
de protección social argentinas. Un piso cuarteado pero superior al de tantos
países vecinos
y hermanos.
Carencia seria del
gobierno del presidente Alberto Fernández no
haber creado ningún derecho social-laboral institucionalizado, destinado a perdurar. Caso único en gobiernos peronistas.
Variantes del Ingreso Universal quedaron arrumbadas, desdeñadas por autoridades económicas sucesivas.
Los avances más significativos se
concretaron al principio del mandato:
remedios gratuitos para los jubilados garantizados
por el PAMI, Tarjeta Alimentar. Se resucitaron programas
K como el Conectar Igualdad o el Procrear. Iniciativas loables, reducidas a
menudo por la contención del “gasto social”. La moratoria para jubilados sin aportes suficientes sería una bocanada de
oxígeno si no se entorpece su acceso para complacer presiones del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Queda bárbaro
aseverar “hay que transformar los planes en trabajo”. La tentación transversal acentúa las
imprecisiones, el voluntarismo
extremo, aborrece las diferencias
reales, el casuismo. Ni qué hablar
de la voluntad o el arraigo de tantas actividades. Los
trabajadores de la economía popular, los de la agricultura familiar, muchos jóvenes en modalidades que nos cuesta comprender o digerir a los jovatos
no sueñan con la relación de dependencia
o ciertos modos de estabilidad queribles y amplios altri tempi. Etcéteras a granel, es
colorido el árbol de la vida. Sus
expectativas son diferentes, variopintas, sus demandas
ignoradas, se los escucha poco y se los capta menos.
En vísperas
electorales, circunstancias arquetípicas para abrir la mano izquierda del
Estado, los reclamos más radicales son aumentos
de suma fija, un parche necesario e
insuficiente que revela la escasa
inventiva del oficialismo. Para colmo
de males ni siquiera se concreta.
La derecha ataca, calcula que hay plafón para sincerarse. Avanti con la reforma laboral, un caballito de batalla que encubre agresiones a derechos consagrados, incorporados al patrimonio de la clase trabajadora.
El jefe de Gobierno
porteño, Horacio Rodríguez Larreta, se da un
baño de halconismo y propone un camino de ida para jibarizar los planes.
"Los
beneficiarios estarán obligados a asistir a ofertas de trabajo que surjan”. Si declinan varias, perderán su ingreso. Un modo más de fomentar
la explotación, la inequidad. ¿El derecho
laboral no está concebido para mitigar las
desigualdades entre patrones y empleados, sesgado “pro operario”? No
embrome, esos son embelecos del pasado, de la época del
General Perón. Acepte lo que le den, baje el copete. Un ahorro estatal
forzoso que pagarían los humildes.
Larreta resucita el
mito de la “industria del juicio”. Las
estadísticas judiciales comprueban que la litigiosidad no sube en épocas
de carencia Los pleitos laborales se eternizan. Los negacionistas relatan que miles de
Pyme zozobraron por un juicio, Traigan un
listado, che. Miren números oficiales.
Las Pyme crecen con el
conjunto de la economía y en contextos propicios. Y naufragan cuando gobiernan los neoconservadores. Las hunde la competencia
salvaje, las maniobras oligopólicas, lo que todos conocen.
A HRL no se le cae una idea, se desespera por colarse a
la derecha de la exministra Patricia Bullrich.
El intersticio entre Pato y la pared es diminuto, la tentativa puede fallar.
**
Provincias,
gobernadores, la clase que espera: Se renuevan hoy autoridades provinciales en Jujuy, La Rioja y Misiones. La previa se aborda en
detalle en las notas que siguen. Esta columna las analizará mañana, en el típico diario del lunes y durante la semana
entrante.
Para cerrar esta
nota, baste decir que los oficialismos son
favoritos, que cualquier derrota causaría sorpresa. El radicalismo jujeño del
gobernador radical Gerardo Morales y el provincial Frente Renovador de la Concordia misionero imaginan duplicar a quien resulte segundo. El
Frente de
Izquierda (FIT-U) confía en ratificar precedentes en Jujuy, salir segundo lejos de los terceros. Las
huestes del diputado Javier Milei se ilusionan con salir segundo en La Rioja.
Los sondeos y los
análisis previos amplían pronósticos de triunfos oficialistas para el domingo 14 en La Pampa, San Juan, Salta, Tucumán y Tierra del
Fuego. Un montón de provincias, Tucumán la
más poblada, la sexta de Argentina.
Muchos
territorios gestionados por peronistas, un par por fuerzas provinciales, una sola radical. Si
los pronósticos aciertan darán cuenta de continuidad.
Habrá que resistir la tentación de hacer proyecciones
nacionales facilongas. Los batacazos podrían habilitar lecturas
complejas.
De cualquier
modo, los gobernadores peronistas miran dos tableros: el terruño y el nacional. Si les va bien en rodeo propio, propagarán más los reclamos de ser considerados en fórmulas presidenciales, de unidad o para las Primarias Abiertas (PASO). El tucumano Juan
Manzur está anotado desde hace casi
dos años el chaqueño
Jorge Capitanich se insinúa, a su
vez.
Los años recientes
fueron difíciles para los trabajadores argentinos. Si ganaran las vertientes de
la derecha les irá peor. Las campanas sonarán por ellos.
El difícil cometido
del Frente de Todos es explicar y reconocer fallas de su gestión.
También revalorizar aciertos, que
los hubo. Proponer una nueva lectura de
realidad que comprenda (en cualquier
acepción del término) a la nueva conformación de la clase trabajadora. Poner
en carrera a candidatos que se
pongan la camiseta, representando la
rara alquimia de continuidad y renovación, que abran horizontes, que iluminen futuro. Que persuadan a incrédulos, desanimados, indignados, abúlicos. Casi
nada. Todavía queda tiempo.
Estas
historias continuarán a paso redoblado, lo acelera la cuenta regresiva.
mwainfeld@pagina12.com.ar
*****
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