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Si bien estas
medidas serían útiles en términos de estabilidad
global, Occidente
está plagado de buenas intenciones, pero los intereses privados y el afán de lucro superan en
destrucción a la ambición de cooperación, contradiciendo hasta el supuesto interés en respaldar al Sur Global para impulsar el apoyo a la
democracia. China ha aprovechado su
creciente papel como principal socio comercial y
fuente importante de financiación para muchos
países en desarrollo para promover su sistema político
autoritario, según Occidente,
que solo ha dado muestra de aumentar la pobreza,
la explotación y el extraccionismo.
Pero esta
idea de una extraña democracia se espera que sea
sometida en 2024 a la prueba más radical hasta
el momento, considerando que será el año electoral más grande de la
historia, 67 países, que representan la mitad de la población
mundial, unos 4.2 mil millones de personas,
celebrarán elecciones municipales, legislativas y presidenciales
que podrían sacudir las instituciones políticas y
aumentar las tensiones geopolíticas. Esas elecciones abarcarán desde las
masivas en la India (las más grandes
del mundo) hasta las minúsculas elecciones presidenciales de Macedonia del Norte.
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SUR
GLOBAL, ENTRE ELECCIONES Y NO ALINEACIÓN ACTIVA.
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Por Alejandro Marcó del Pont | 29/01/2024 | Economía.
Revista Rebelión
lunes 29 de enero del 2024.
Fuentes: El tábano economista [Imagen: última cumbre del G77
celebrada el 15 y 16 de septiembre de 2023 en La Habana, Cuba]
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Es
difícil hacer predicciones, especialmente del futuro (Niels
Bohr)
El
Sur Global tendría que buscar colocarse entre Estados Unidos y China
y extraer recursos de ambos lados. Tener a
cualquiera de los dos
como parte del liderazgo sería una contradicción,
mientras que coquetear
con los dos es uno
de los mayores retos hasta que surja un liderazgo autóctono. Actualmente, el Sur Global exige un mayor papel en las
instituciones internacionales existentes, especialmente el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y el Consejo de Seguridad de la ONU, así como una mayor
igualdad en la división de los recursos
internacionales, pero para esto necesita el apoyo
de alguno de los dos extremos.
Si bien es
cierto que existen obstáculos para que el Sur Global asuma
un papel político internacional sustancialmente
mayor, ya que los intereses de cada país son bastante heterogéneos y varían
según la ubicación geográfica, el tamaño, la
dotación de recursos naturales y el nivel de desarrollo.
Cuando hablamos de Occidente,
no nos referimos al punto cardinal por donde cae el sol o lo que
convencionalmente se ubica a la izquierda de los mapas, sino a Estados Unidos y las potencias europeas que lo acompañan y se someten a sus dictados,
lo que facilita enormemente la toma de decisiones, a diferencia del sur más heterogéneo.
En un momento
de la historia, la mayoría de los analistas
occidentales concebían el planeta dividido en tres mundos, que incluían un “Primer
Mundo” compuesto por Estados
Unidos y sus aliados
occidentales; un “Segundo Mundo” conformado
por la Unión Soviética y sus satélites en el bloque del este, y
un “Tercer Mundo”, constituido por naciones “en desarrollo”, y a
menudo no alineadas,
muchas de ellas recientemente emancipadas de sus amos coloniales.
El concepto de Sur Global, como sinónimo de Tercer Mundo, comenzó a ganar fuerza en la década de 1970, con el llamado a un Nuevo Orden Económico Internacional. Pero realmente alcanzó prominencia con el informe Brandt de 1980, elaborado por una comisión internacional encabezada por el excanciller de Alemania Occidental, Willy Brandt, un documento histórico que distinguía entre aquellos países con un PIB per cápita comparativamente más alto (que estaban abrumadoramente concentrados en el hemisferio norte) y los más pobres, del cual exponemos el mapa que los describe a la perfección.
Tras el fin de la Guerra Fría, el término “Tercer Mundo” fue perdiendo popularidad
gradualmente, tanto porque el Segundo Mundo había
dejado de existir, como porque parecía
peyorativo y connotaba un grupo de naciones atrasadas e inestables sumidas en la pobreza. En
comparación, el “Sur Global” ofrecía una
etiqueta más neutral y atractiva.
Cada vez más,
el Sur Global se convirtió en sinónimo del Grupo de
los 77, un conjunto de países poscoloniales y en desarrollo que se
unieron en 1964 para defender conjuntamente sus
intereses económicos colectivos y mejorar su capacidad de negociación en la ONU. Hoy en día, los miembros del G77, que ahora suman 134
naciones, se refieren, por lo general, a sí mismos como el Sur Global, y la ONU ha
lanzado múltiples organismos e iniciativas para responder a
sus necesidades y aspiraciones, incluida una Oficina
de la ONU para la Cooperación Sur-Sur que nadie conoce.
Estos países se han vuelto más poderosos debido a su crecimiento económico. Con respecto al PIB, en términos ajustados por paridad de poder adquisitivo, la India pasó a ser la tercera economía más grande a nivel mundial, Indonesia es la séptima y Brasil es la octava. Mientras tanto, la participación del G7 en el PIB mundial ha caído del 65% al 44% en los últimos 50 años debido en parte por el ascenso de China, pero también al ascenso del Sur Global. Este está utilizando su poder al tratar de ejercer su neutralidad en los asuntos económicos y políticos internacionales. Una manifestación es el llamado a una “no alineación activa” entre Estados Unidos y China.
La No Alineación Activa (ANA)
llama a los gobiernos latinoamericanos a no aceptar a priori las posiciones de
ninguna de las grandes potencias en
conflicto. En cambio, deben actuar en defensa
de sus propios intereses nacionales, sin ceder a
las presiones de
las potencias hegemónicas;
Argentina está
fuera de esta definición. El término “activa” se
refiere a una política exterior en constante
búsqueda de oportunidades en un mundo cambiante,
evaluando cada una de ellas por sus méritos. Reconoce las raíces históricas de la política
de No Alineación, pero la adapta al siglo XXI. Requiere
una política exterior especialmente ágil, que esté en sintonía con los
numerosos riesgos del actual entorno internacional.
Las
reacciones en todo el Sur Global a la guerra en Ucrania y a las
sanciones occidentales contra
Rusia muestran que ANA no se limita a América Latina. Algunas
de las democracias más grandes del mundo, como India, Sudáfrica, Indonesia y Pakistán, se han
mantenido cuidadosamente neutrales, lo que ha
llevado a la conclusión de que la verdadera división en
el sistema internacional expuesta por la guerra no es la que existe entre
democracias y autocracias, sino más bien una entre
el Norte Global y el Sur Global.
También hay un
intento de capitanear el bloque dentro del Sur Global. Si bien podríamos suponer que
los BRICS (Brasil, Rusia,
India, China, Sudáfrica y otros seis
miembros recientemente agregados), y ni hablar de los BRICS+,
el núcleo del liderazgo se encuentra centrado en
la presencia de China que, para muchos, podría
complicar el desarrollo de los restantes países dada su disputa con Estados Unidos. Es probable que un mayor papel del Sur Global signifique un rol más importante
para China, dado su exitoso cortejo de
parte de muchos países del Sur Global.
Desde el
punto de vista de la estabilidad a largo plazo, Occidente debería apoyar
las demandas actuales de darle al Sur Global una
participación en el actual sistema mundial.
Occidente debería apoyar un mayor papel del Sur Global en
las instituciones financieras internacionales y la ONU. Un
paso en esa dirección fue la creación del G20,
pero se requiere una participación más permanente. El quid pro quo de una mayor relevancia podría ser
un acuerdo en torno a una agenda para la próxima década y reglas de funcionamiento para las
organizaciones internacionales.
Si bien estas
medidas serían útiles en términos de estabilidad
global, Occidente
está plagado de buenas intenciones, pero los intereses privados y el afán de lucro superan en
destrucción a la ambición de cooperación, contradiciendo hasta el supuesto interés en respaldar al Sur Global para impulsar el apoyo a la
democracia. China ha aprovechado su
creciente papel como principal socio comercial y
fuente importante de financiación para muchos
países en desarrollo para promover su sistema político
autoritario, según Occidente,
que solo ha dado muestra de aumentar la pobreza,
la explotación y el extraccionismo.
Pero esta
idea de una extraña democracia se espera que sea
sometida en 2024 a la prueba más radical hasta
el momento, considerando que será el año electoral más grande de la
historia, 67 países, que representan la mitad de la población
mundial, unos 4.2 mil millones de personas,
celebrarán elecciones municipales, legislativas y presidenciales
que podrían sacudir las instituciones políticas y
aumentar las tensiones geopolíticas. Esas elecciones abarcarán desde las
masivas en la India (las más grandes
del mundo) hasta las minúsculas elecciones presidenciales de Macedonia del Norte.
Las
dos primeras elecciones ya tienen dueño, Bangladesh
y Taiwán. La actual Primera Ministra de Bangladesh,
Sheikh Hasina, alcanzó su quinto
mandato con las elecciones del 7 de Enero, ya que está en el poder desde 2009. Las elecciones de enero de 2024 en
Bangladesh pudieron convertirse en las de mayor trascendencia en la historia del país, según el presidente del
Departamento de Política y Gobierno de la
Universidad Estatal de Illinois:
“El
país se encuentra en la encrucijada de convertirse en un Estado unipartidista”.
Y así fue. En
Taiwán, por su parte, el Partido Progresista Democrático (PPD), de tendencia
independentista, que fuera elegido en 2016,
repitió su triunfo. Lo que hará que China intensifique
su presión.
Está previsto
que se celebren elecciones en más de una docena de países de África, incluidos miembros
destacados de organizaciones económicas y de
mantenimiento de la paz continentales, así como
en países donde los
militares derrocaron
a gobiernos democráticamente elegidos mediante golpes de estado en los
últimos años. Los resultados de estas elecciones afectarán la batalla
que se está gestando entre naciones extranjeras por la influencia en el continente, con Estados Unidos y sus aliados occidentales compitiendo
para actuar como contrapeso a las inversiones y las
asociaciones de seguridad de Rusia y China,
las más importantes, Sudáfrica y Senegal.
Las que se
realicen en la India serán las elecciones
masivas, seguidas del parlamento
de la Unión Europea, los Estados Unidos y las municipales de Brasil y, seguramente en importancia, Rusia, Irán, y en caso de realizarse, las de Ucrania. Las preguntas en general serían: ¿seguirá viendo el Parlamento Europeo un aumento de partidos de extrema
derecha? ¿Se enfrentarán nuevamente Donald Trump y Joe Biden en Estados
Unidos?
Las
elecciones al Parlamento Europeo serán las
segundas más votadas por población en 2024,
detrás de las de la India. Los partidos tradicionales están nerviosos de que un
posible ascenso de la extrema
derecha europea pueda coincidir con el regreso de Trump y, al parecer, en ambos casos la
respuesta es afirmativa. Según el equipo de Future Perfect, que realiza predicciones
bastante acertadas todos los años, vaticina que: Donald Trump regresará a la Casa Blanca (en un 55%);
los republicanos recuperarán el Senado (85%); Netanyahu será derrocado como primer
ministro israelí (75%); Narendra Modi seguirá
siendo primer ministro de la India después de
las elecciones de 2024 (85%); Claudia Sheinbaum se
convertirá en la primera mujer presidenta de México (90%) y, por cierto, Oppenheimer ganará la Mejor Película en los Premios de la Academia 2024 (70%).
La
democracia saldrá fortalecida o degradada. Eso dígalo usted.
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