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Una mesa para la oposición. El borrador de la oposición está casi listo, pero hay un problema: no existe una mesa de negociación para formalizar los cambios. Los diputados suelen conversar, informalmente, con Francos, Martín y Lule Menem u Omar de Marchi, pero ninguno le ofrece garantías. La queja, después de varias semanas, sigue siendo la misma: no hay interlocución con LLA "Ellos prefieren hacernos concesiones unilaterales desde los medios de comunicación, pero nunca admitiendo que surgen de nuestros planteos. No quieren demostrar que están cediendo", se quejan en el radicalismo. Milei no miente cuando dice que el número para aprobar la ley está. Pero el presidente es su propio enemigo y, a medida que dilata sentarse a negociar formalmente con la oposición, la posibilidad de tener su ley sancionada también se dilata.
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PAN, CIRCO Y MUCHA ROSCA PARA APROBAR LA LEY
ÓMNIBUS EN EL CONGRESO.
Intensas
negociaciones a puertas cerradas entre el oficialismo y la oposición.
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Mientras se
desarrolla el debate en comisión, La Libertad Avanza discute
cambios al proyecto. Las exigencias que pretenden imponer la UCR, el PRO y Hacemos Coalición Federal. Esta semana saldría el
dictamen.
Por María Cafferata.
Fuente Página
/12 domingo 14 de enero del 2024.
Rodrigo de Loredo, mate en mano, se arrima a una de las
mesas donde se amontonan sus compañeros de bancada, da un discurso y después se
va. A unos metros, Miguel Ángel Pichetto entra
por primera vez al plenario de comisiones que
está tratando la Ley
Ómnibus y se saluda con todo el mundo: kirchneristas
y macristas, radicales y
libertarios. Se demorará solo unos minutos en la puerta de entrada y,
después, también se irá. Más tarde aparece Emilio Monzó subiendo por
las escaleras que llevan a la sala, le comenta algo a sus socios cordobeses, se queda mirando y se va. Mientras tanto, misioneros y salteños
discuten y bromean, en una esquina, sin prestar atención
a lo que dicen los funcionarios nacionales.
Afuera en el patio, dirigentes de la UCR y la Coalición Cívica se
fuman un cigarrillo. Un funcionario de La Libertad
Avanza que se acercó, brevemente, a controlar cómo se desarrolla el
debate los mirará a todos y dirá:
"Todos sabemos que lo
que pasa en la comisión es circo y que las
negociaciones se están dando en otro lado. Porque la realidad es que no tenemos
el número y vamos a tener que negociar".
La oposición amigable del gobierno de Javier Milei tuvo una semana intensa, y no solo por
las maratónicas reuniones de comisión que
arrancaban a las 9 de la mañana y se extendían
hasta las 2 de la madrugada. Y es que mientras Patricia
Bullrich o Guillermo Francos exponían, la
mayoría de los máximos referentes de la UCR, el PRO y Hacemos Coalición Federal se reunían
en diversos despachos del Congreso para terminar
de acordar los cambios que le presentarán a Javier Milei a cambio de
sus votos. Fueron
días de "armonizar semáforos", como lo
denomina un dirigente radical, con el objetivo
de establecer un "mínimo
común denominador" entre todos los ex integrantes de Juntos por el Cambio que
garantice llegar al día de la sesión con 130 votos afirmativos.
Queda poco tiempo. Martín Menem convocó a una última reunión informativa para el lunes para escuchar a las organizaciones sociales y empresarias que se ven afectadas por el mega proyecto y eso será todo. No darán explicaciones ni Luis Caputo ni Federico Sturzenegger. El martes o miércoles se dictaminará y, si dan los tiempos, la semana siguiente La Libertad Avanza llevará la discusión al recinto. El objetivo de la oposición amigable es tener, para entonces, un borrador final - limpio y desmalezado de los puntos más cuestionados - para imponerle al oficialismo.
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Rojo, amarillo y verde
El semáforo con
el que empezó a trabajar el radicalismo
consiste, hoy, en un borrador de más de 200 páginas -
con una carátula con el dibujo de un semáforo - en el que se precisa todos los artículos de la ley que considera que hay que aceptar, modificar o rechazar. Las objeciones base -
es decir, los "rojos" innegociables -
son cinco.
La primera es la delegación de facultades por dos años (y la posibilidad de
prorrogarlas por dos años más). No hay sector de la oposición que esté de
acuerdo en este punto, ni siquiera el PRO, por
lo que ya Eduardo Chirillo
- secretario de Energía y uno de los redactores del mega proyecto - admitió, el
martes, que podrían reducirlo a un año con la posibilidad de prorrogarlo otro más (la discusión
será respecto a si la prórroga puede quedar en manos del Ejecutivo o si tiene que pasar nuevamente por el
Congreso).
La segunda es
la suspensión de la movilidad
jubilatoria. Este planteo lo comparten también en Hacemos Coalición Federal (HCF): una bancada que tejió
Emilio Monzó con la
Coalición Cívica,
Pichetto, el cordobesismo
y el socialismo santafesino para tener mayor
poder de fuego en las negociaciones. El objetivo
final de ambos bloques es presentar un mismo borrador
final y erguirse, así, como el actor que
definirá el futuro de la ley (ya que el PRO está virtualmente alineado con LLA y Unión por la Patria y
la izquierda fueron desplazadas de las
negociaciones). Y, en lo que respecta a las jubilaciones,
ambos sectores están analizando plantear una fórmula alternativa (atada a la inflación) que reemplace a la de Alberto Fernández. Ahí los cordobeses tienen un diálogo directo con el titular de la Anses, Osvaldo Giordano,
quien no solo fue ministro de Finanzas de Juan Schiaretti, sino que está casado con Alejandra Torres, una de
las diputadas de HCF.
La tercera son
la suba de las retenciones a las economías regionales.
En "amarillo"
por un tiempo, dado que este punto - como las jubilaciones
- integra el capítulo fiscal del paquete de Milei y, por lo tanto, es uno de los artículos que
el presidente indició que era "no
negociable", el incremento de las retenciones se terminó volviendo un "rojo". Las presiones de algunos sectores productivos - como el vitivinícola - terminaron minando la voluntad de los representantes
de las provincias del Norte
o Cuyo. Y no solo de la oposición: son varios los diputados de LLA que se muestran
reacios a acompañar este capítulo de la ley.
La cuarta es la reforma electoral.
Milei no tiene
aliados en este punto: todos los partidos de la
oposición - incluso algunos diputados propios - le pidieron al Ejecutivo que pateara la discusión de la suspensión de
las PASO y el reemplazo del sistema proporcional por uno de circunscripciones
electorales para después de marzo. El mismo Francos
terminó su exposición en el plenario de comisiones convencido de que no
tendrían el número para aprobar la reforma. La
duda, sin embargo, es si
LLA decidirá incluir, de todos modos, el capítulo en el dictamen y se
arriesgará a que se lo rechacen en la votación en
particular.
La quinta son las privatizaciones.
Este punto, para algunos sectores, está en "amarillo", ya que la objeción es a que
se discuta la privatización de las 41 empresas públicas
como un solo paquete. La mayoría tiene al Banco
Nación en YPF en "rojo", mientras
que el resto de las empresas están en "amarillo" o "verde"
(como el caso de Aerolíneas Argentinas).
El resto son
pedidos de modificaciones que fueron siendo
negociadas con los gobernadores o los propios
sectores empresarios, y que el Ejecutivo ya anticipó que eran "errores" que serían corregidos en el texto final. Este era el caso del nuevo corte de los biocombustibles, la habilitación a la Nación a otorgar concesiones de hidrocarburos o la eliminación de la reforma del Régimen Federal Pesquero.
Hay,
además, otros capítulos de la ley vinculados a
la Educación y la Cultura
- como la eliminación del
Fondo Nacional de las Artes - que sectores de la oposición plantean directamente eliminar.
"Si lo que quieren priorizar es el paquete fiscal, discutamos eso y dejemos lo otro para ordinarias", insisten desde HCF.
Una mesa para la oposición
El borrador de la oposición está casi listo, pero hay un
problema: no existe una mesa de negociación para
formalizar los cambios. Los diputados suelen
conversar, informalmente, con Francos, Martín y Lule Menem
u Omar de Marchi, pero ninguno le ofrece garantías.
La queja, después de varias semanas, sigue siendo la misma: no hay interlocución con LLA.
"Ellos prefieren hacernos concesiones unilaterales desde los medios de comunicación,
pero nunca admitiendo que surgen de nuestros planteos. No quieren demostrar que
están cediendo", se quejan en el radicalismo.
Milei
no miente cuando dice que el número para aprobar la ley está. Pero el presidente es su propio enemigo y, a medida que dilata sentarse a negociar formalmente con la oposición, la posibilidad de tener su ley sancionada también
se dilata.
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