sábado, 10 de mayo de 2025

DÍA DE LA VICTORIA: PAPEL DE LAS MUJERES SOVIÉTICAS EN LA DERROTA DEL NAZIFASCISMO.-,......... OCHENTA AÑOS DE LA GRAN VICTORIA.

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“Hoy, esa Victoria vuelve a ser un blanco. En varios países europeos –incluidos aquellos donde durante la Segunda Guerra Mundial se luchó contra el nazismo– hoy se derriban monumentos a los soldados libertadores y se erigen memoriales en honor a quienes colaboraron con los nazis. En algunos de esos estados se glorifica de manera demostrativa a criminales de guerra, se distorsiona la cronología y las causas del conflicto, sustituyendo la liberación por la ocupación, y el nazismo por una supuesta “resistencia”. Esto ya no es sólo una lucha por la interpretación, sino una renuncia a los principios morales, una peligrosa inversión del bien y el mal. Todo esto sucede con el silencio, e incluso a veces con el aliento, de las élites occidentales. En estas condiciones, Rusia no puede ser sólo una espectadora. Por eso, el octogésimo aniversario de la Victoria es no sólo un tiempo de memoria, sino también un momento de elección política y moral. No es casual que la política estatal rusa hoy tenga como eje la preservación de los valores tradicionales –espirituales, morales, históricos–. Porque sin memoria es imposible construir el futuro.

“Ochenta años no son pocos, y con el tiempo la memoria puede desvanecerse. Pero no entre nosotros. Conservamos archivos, apoyamos museos, transmitimos la verdad sobre la guerra a través de las escuelas, el cine, la cultura. Y lo más importante: defendemos esa verdad en el ámbito internacional. No lo hacemos por orgullo ni por nostalgia, sino por responsabilidad: porque olvidar la Victoria es permitir que el pasado se repita. Recordar es resistir al olvido y al engaño.  La Victoria no es sólo una página del pasado. Es la base de nuestra identidad nacional. Es una brújula moral que impide a las nuevas generaciones perderse en una época de falsificaciones y manipulaciones históricas. Y no permitiremos que borren esta memoria –ni por conveniencia política, ni por cálculos geopolíticos–. Porque hace 80 años nuestro pueblo ya eligió –entre el miedo y la libertad, entre la sumisión y la lucha– y venció.  Y hoy, ochenta años después, decimos: la verdad es más fuerte que el tiempo. Y seguimos estando del lado de la Victoria. Y la Victoria será nuestra.

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Fuentes: Resumen Latinoamericano.

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DÍA DE LA VICTORIA:

PAPEL DE LAS MUJERES SOVIÉTICAS EN LA DERROTA DEL NAZIFASCISMO.

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Por Raúl Antonio Capote | 10/05/2025 | Mundo

Fuentes. Revista Rebelión sábado 10 de mayo del 2025

Aunque mucho se ha documentado sobre este trascendental acontecimiento, en justicia muy poco se ha dicho sobre el papel que desempeñaron las mujeres en la victoria. Ellas no fueron un simple decorado de la resistencia, ellas combatieron con denuedo, con valor y entrega sin límites.

El escritor André Malraux dijo de las mujeres:

«Los que han querido confinar a la mujer al simple papel de auxiliar de la resistencia, se equivocan de guerra».



En la Unión Soviética casi un millón de mujeres dominaron todas las especialidades en las filas del Ejército Rojo durante la guerra, eso sin contar a las partisanas y las de las milicias civiles. Noventa obtuvieron el título de Heroínas de la Unión Soviética, por su contribución a la victoria.

El 21 de mayo de 1943, se creó la Escuela Central de Entrenamiento de mujeres francotiradoras. En 1945, dicha institución había entrenado a más de 2 000.

De las 2 000 mujeres entrenadas en esta escuela, solo 500 sobrevivieron a la guerra.

Liudmila Pavlichenko, considerada la mejor francotiradora de todos los tiempos, dio muerte a más de 300 enemigos. Tosia Tinguinova, Natasha Kovshova, Lídiya Bakieva, Nina Alexetevna Lobkovskaya y muchas otras soportaron duras pruebas y se ganaron la admiración del pueblo por su heroísmo.

Mención especial merece el famoso regimiento 588 de bombardeo nocturno. Los fascistas las llamaban «brujas de la noche», sus compatriotas las llamaban «hermanitas».

Las escuadrillas del regimiento femenino imponían un verdadero terror a los alemanes. Volaban en pequeños biplanos p-2, aviones lentos y obsoletos nombrados kukurúznik, mazorca de maíz. La cabina abierta no las protegía de las balas ni tampoco del fuerte viento. No había comunicación por radio, la velocidad del avión era de tan solo 120 km/h y volaban a una altura de tres km. Su única arma eran las pistolas tt.

No tenían bodega de bombas. En ocasiones llevaban los artefactos explosivos sobre sus rodillas y las soltaban ellas mismas. Volaban de noche, haciendo hasta diez vuelos en un mismo día. Apagaban el motor y las bombas caían sobre el enemigo en silencio. Además, volaban a la retaguardia del enemigo para llevar material para los guerrilleros.

Los alemanes llegaron a recompensar con una cruz de hierro a aquel que derribara una aeronave de esta unidad.

El regimiento de aviación 586 destinado en Stalingrado, integrado por mujeres, también tuvo un destacado actuar en la guerra. En esta unidad estuvo destacada la famosa piloto Lydia Litvak, la que se ganó el apodo de La Rosa Blanca de Stalingrado. Con 12 victorias aéreas fue considerada un as de la aviación soviética. Lidia murió en combate el 1ro. de agosto de 1943, con tan solo 21 años.


En Leningrado, las unidades de artillería estaban formadas casi exclusivamente por mujeres.

María Oktiábrskaia, la primera mujer en el mundo en ser miembro de la tripulación de un tanque, fue herida de muerte en el norte de Bielorrusia, en 1944, cuando tenía 38 años.

Zoya Kosmodemiánskaia, heroína de la Unión Soviética durante la Segunda Guerra Mundial, realizó labores de sabotaje en la retaguardia alemana. Fue capturada, torturada y ahorcada el 21 de noviembre. Zoya se convirtió en un símbolo de la resistencia a los nazis.

Alexandra Samusenko fue comandante de los blindados t-34, murió con 22 años a causa de las heridas de guerra el 3 de marzo de 1945.
La estonia-soviética Helene Kullman fue un agente de inteligencia que operó en el territorio de la Estonia ocupada por los nazis. La capturaron y ejecutaron el 6 de marzo de 1943, a la edad de 23 años.

Las fábricas soviéticas de armas, que se habían trasladado «tornillo a tornillo» hacia el este, contaron con el trabajo abnegado de hermanas, esposas, hijas, madres, quienes tuvieron además sobre sus espaldas la misión de alimentar a la gente y producir para vencer.

Trabajaban hasta caer rendidas por el agotamiento, movidas por la fe en la victoria. Sin ellas, sin su entrega, hubiera sido imposible vencer al enemigo.

No solo los adultos y las mujeres participaron en combates. Miles de menores de edad, los llamados «hijos de la guerra», también ayudaron en las hazañas del Ejército soviético.

Alrededor de 300.000 niños y adolescentes participaron en acciones de movimientos de resistencia o en el frente luchando contra los nazis.

Raúl Antonio Capote es escritor, profesor, investigador y periodista cubano. Es autor de Juego de IluminacionesEl caballero ilustrado, El adversarioEnemigo La guerra que se nos hace.

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OCHENTA AÑOS DE LA GRAN VICTORIA.

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Nikolay Sofinskly, La Jornada

Fuente. Jaque al Neoliberalismo sábado 10 de mayo del 2025.

El octogésimo aniversario de la Victoria en la Gran Guerra Patria no es sólo una fecha. Es un punto de apoyo desde el cual nace la conciencia nacional, se restaura la continuidad histórica y se forma el rumbo del futuro. Cuanto más lejano se vuelve 1945, más claramente sentimos: estamos nuevamente en la primera línea de una lucha, esta vez por la memoria, el sentido y la verdad.

La victoria sobre el nazismo en 1945 no fue casualfue el resultado de un valor sin precedentes, sacrificios colosales y fuerza moral–. La Unión Soviética desempeñó un papel decisivo en la derrota del Tercer Reich, pagando un precio terrible: millones de vidas, ciudades destruidas, destinos quebrados. Fue una victoria del pueblo, que no sólo se defendió a sí mismo, sino que liberó a pueblos enteros de la aniquilación. En este día también honramos a todos los pueblos que lucharon contra el nazismo, recordamos la unidad de la coalición antihitleriana y el precio común pagado por la libertad.

Hoy, esa Victoria vuelve a ser un blanco. En varios países europeos –incluidos aquellos donde durante la Segunda Guerra Mundial se luchó contra el nazismo– hoy se derriban monumentos a los soldados libertadores y se erigen memoriales en honor a quienes colaboraron con los nazis. En algunos de esos estados se glorifica de manera demostrativa a criminales de guerra, se distorsiona la cronología y las causas del conflicto, sustituyendo la liberación por la ocupación, y el nazismo por una supuesta “resistencia”. Esto ya no es sólo una lucha por la interpretación, sino una renuncia a los principios morales, una peligrosa inversión del bien y el mal. Todo esto sucede con el silencio, e incluso a veces con el aliento, de las élites occidentales.



En estas condiciones, Rusia no puede ser sólo una espectadora. Por eso, el octogésimo aniversario de la Victoria es no sólo un tiempo de memoria, sino también un momento de elección política y moral. No es casual que la política estatal rusa hoy tenga como eje la preservación de los valores tradicionales –espirituales, morales, históricos–. Porque sin memoria es imposible construir el futuro.

Ochenta años no son pocos, y con el tiempo la memoria puede desvanecerse. Pero no entre nosotros. Conservamos archivos, apoyamos museos, transmitimos la verdad sobre la guerra a través de las escuelas, el cine, la cultura. Y lo más importante: defendemos esa verdad en el ámbito internacional. No lo hacemos por orgullo ni por nostalgia, sino por responsabilidad: porque olvidar la Victoria es permitir que el pasado se repita. Recordar es resistir al olvido y al engaño.

La Victoria no es sólo una página del pasado. Es la base de nuestra identidad nacional. Es una brújula moral que impide a las nuevas generaciones perderse en una época de falsificaciones y manipulaciones históricas. Y no permitiremos que borren esta memoria –ni por conveniencia política, ni por cálculos geopolíticos–. Porque hace 80 años nuestro pueblo ya eligió –entre el miedo y la libertad, entre la sumisión y la lucha– y venció.

Y hoy, ochenta años después, decimos: la verdad es más fuerte que el tiempo. Y seguimos estando del lado de la Victoria. Y la Victoria será nuestra.

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