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"Como era de esperar, no tardó en surgir un referente político que aglutinara el malestar social, generacional y de género con el revisionismo histórico: Chega, un partido de fuerte liderazgo personalista sobre el que el Global Project Against Hate and Extremism –una ONG estadounidense especializada en el estudio de los movimientos extremistas–, en su informe de 2023, lanza una alerta al definirlo como nacionalista, liberal en la economía, conservador en las costumbres, euroescéptico, antiinmigrante, antifeminista, antigitano, anti-LGBT, antimusulmán y conspiranoico. El pack completo con algunos extras. En la madrugada del 25 de abril de 1974, la emisión de Grândola, Vila Morena por la emisora Rádio Renascença fue la señal para la puesta en marcha del movimiento de las fuerzas armadas destinado a derribar al sucesor de Salazar, Marcelo Caetano, poner fin a la dictadura más longeva de Europa y a las guerras coloniales que estaban desangrando al país. Era una canción compuesta por el cantautor José Afonso en homenaje a la Sociedad Musical Fraternidad Operaria Grandolense, un coro de trabajadores de aquella población del Alentejo litoral, en el distrito de Setúbal. Poco más de medio siglo después, en la terra de fraternidade, la derecha sobrepasa a la izquierda (3.368 votos contra 2.779) y Chega es la segunda fuerza política (1.872 votos, a solo 47 sufragios del Partido Socialista). Si esto es lo que ha elegido o povo que mais ordena, es hora de que la izquierda empiece a preocuparse. Y a actuar.
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Fuentes: El diario [Imagen: El líder del partido ultra portugués Chega, Andre Ventura. Tiago Petinga/EFE/EPA[
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PORTUGAL: LA PELIGROSA NOSTALGIA DE LA DICTADURA.
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Por | 21/05/2025 | Europa
Fuentes. Revista Rebelión miércoles 21
de mayo del 2025.
Si
un país hizo la revolución más alegre de la contemporaneidad, fue Portugal en
1974. Ahora, su Parlamento se contamina con los herederos del salazarismo
No
hay ningún país donde al desaparecer la
generación política que tuvo experiencia directa del fascismo no se haya producido un cambio importante, aunque a menudo
silencioso, en su política, en su perspectiva histórica del pasado y en su
imaginario colectivo.
En
‘El ocaso de la democracia:
la seducción del autoritarismo’ Anne Applebaumaborda
este escenario:
“La generación actual de jóvenes de
Europa y EEUU ha crecido en un mundo sin guerras, sin dictaduras. Dan por
sentado que hay democracia, que ésta
siempre va a existir. Pero la democracia
no es inevitable, requiere esfuerzo y tiempo. Me preocupa que no hayamos
transmitido esa verdad a los jóvenes”. En septiembre de 2023, la Open Society Foundation de George Soros, hizo público un
estudio basado en más de 36.000
entrevistas en treinta países en
la que el 42% de los menores de 36 años estaba convencido de que una dictadura militar sería una buena forma
de gobierno. Un 35% decía que aceptaría tener un líder fuerte, aunque jamás convocase
elecciones. España no es una
excepción: un estudio del CIS de
este 2025 apunta a que el 17,3% de los jóvenes entre 18 y 24
años y el 17,4% de los ciudadanos entre 25 y 34 cree que “en algunas
circunstancias, un Gobierno autoritario es preferible a un sistema
democrático”.
Si
un país hizo la revolución
más alegre de la contemporaneidad, fue Portugal
en 1974. Ahora, su Parlamento se
contamina con los herederos del salazarismo.
Las políticas de memoria que siguieron a
la revolución del 25 de abril se materializaron en iniciativas como la creación del Museu do Aljube Resistência e
Liberdade con el objetivo fundacional
de combatir la
“amnesia cómplice con respecto a la dictadura que enfrentamos entre 1926 y 1974” y promover “la historia y
memoria de la lucha contra la dictadura,
y el reconocimiento de la resistencia a favor de la libertad y la democracia”.
El
edificio se alberga desde
2013 en la que fue sede de la Policía Internacional de Defensa del Estado (PIDE), lugar de detención y tortura
bajo el régimen del Estado Novo.
Pero la entropía y el revisionismo han afectado a la que fue
modelo de revolución incruenta en Europa
y a la larga dictadura derechista que la precedió.
Durante los años de la rendición a los dictados austericidas de la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario
Internacional se desarrolló una tendencia a considerar la revolución
de los claveles como un brote indeseado, surgido en un momento
en que ya se estaba dando en el país una
transición natural hacia la democratización.
La revolución habría venido a interrumpir una tendencia modernizadora ya en marcha que hubiera
permitido asegurar un cambio tranquilo
sin comprometer la estabilidad del Estado como ocurrió peligrosamente
durante el denominado Proceso Revolucionario en Curso (PREC), el periodo comprendido entre el 25 de
abril de 1974 y el 25 de noviembre de 1975, durante el que la radicalización de la revolución
–ocupación de tierras en el Alentejo,
socialización de industrias,
nacionalización de la banca, confrontación con los pequeños propietarios y el
conservadurismo católico– parecía abocar a una vía portuguesa al socialismo bajo el control del Movimiento de las Fuerzas Armadas (MFA). Los excesos socializantes habrían sido, en definitiva, responsables del
endeudamiento al que los conservadores debían hacer frente ofrendado al país en holocausto a la troika comunitaria.
De la revisión de la revolución de
los claveles
se pasó al rescate del salazarismo
con motivo del cuadragésimo aniversario
de la muerte del dictador. En 2010,
un concurso televisivo sobre los “grandes
portugueses de la historia”, alzó al primer lugar del podio al dictador Antonio de Oliveira Salazar,
seguido del legendario secretario
general del Partido Comunista, Álvaro Cunhal. Las biografías de Salazar, celebrado como un hombre de Estado ajeno a
la corrupción que se cernía en torno a él sin saber nada –al estilo de los
monarcas del Antiguo Régimen («¡Viva
el rey y muera el mal gobierno!»)–inundaron los anaqueles de los supermercados de libros.
El
debate más reciente
se cierne en torno al proyecto de creación de un museo dedicado a la interpretación del Estado Novo en
Vimiero, localidad natal de Salazar. Ubicado en la escuela-cantina del pueblo, que aún ostenta el nombre del dictador, es concebida por José Pacheco Pereira,
fundador de la asociación Ephemera,
como un lugar para la preservación del
legado documental del régimen salazarista, para la investigación sobre su historia, sobre
la resistencia que se le opuso y de los mecanismos de consentimiento que
explicaron su larga duración (1926-1974).
Para ello, deberá sortear los riesgos de
una nostalgia no desdeñable y de incurrir en un mensaje emoliente que no se
vería contrarrestado en las aulas por la reducción del horario de la materia de
Historia.
La
erosión generacional
de la memoria de la dictadura se manifiesta en las respuestas estereotipadas de las generaciones más jóvenes:
“Se habla de la falta de libertad
y responden que ‘al menos Salazar
nos salvó de la Segunda Guerra Mundial’
[…] Se habla de presos políticos y
dicen que las ocupaciones ilegales del PREC mostraron que mucha gente debería
estar en prisión. Se habla de pobreza y responden que ‘Salazar también era pobre y nunca robó’. Se habla de analfabetismo y dicen que Salazar hizo escuelas en las aldeas. Se habla de mujeres a las que se les
prohibió votar y responden con un chiste. Se habla de las guerras coloniales y
se dice que son ‘antiguallas’. Se
habla del miedo a la denuncia y responden que hoy existe la” dictadura de lo
políticamente correcto “Estos adolescentes
viajan en jets, acuden a escuelas
públicas y privadas, navegan en redes sociales…”, contaba en marzo pasado el diario portugués Público.
Como
era de esperar,
no tardó en surgir un referente político que aglutinara el malestar social, generacional y de género con el
revisionismo histórico: Chega,
un partido de fuerte liderazgo
personalista sobre el que el Global
Project Against Hate and Extremism –una ONG estadounidense
especializada en el estudio de los movimientos
extremistas–, en su informe de 2023,
lanza una alerta al definirlo como nacionalista,
liberal en la economía, conservador en las costumbres, euroescéptico,
antiinmigrante, antifeminista, antigitano, anti-LGBT, antimusulmán y
conspiranoico. El pack completo con algunos
extras.
En
la madrugada
del 25 de abril de 1974, la emisión
de Grândola, Vila Morena por la emisora Rádio Renascença fue
la señal para la puesta en marcha del
movimiento de las fuerzas armadas destinado a derribar al sucesor de Salazar,
Marcelo Caetano, poner fin a la dictadura más longeva de Europa y a las guerras
coloniales que estaban desangrando al país. Era una canción compuesta por
el cantautor
José Afonso en homenaje a la
Sociedad Musical Fraternidad Operaria Grandolense, un coro de trabajadores de aquella población del Alentejo
litoral, en el distrito de Setúbal. Poco más de medio siglo después, en la terra de fraternidade, la
derecha sobrepasa a la izquierda (3.368
votos contra 2.779) y Chega es
la segunda fuerza política (1.872 votos, a solo 47 sufragios del Partido Socialista). Si
esto es lo que ha elegido o povo que mais
ordena, es hora de que la izquierda empiece a
preocuparse. Y a actuar.
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