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La productividad es un concepto económico que tiene que ver
con la cantidad de producción que se puede generar como consecuencia del uso de
un determinado factor productivo. Así,
por ejemplo, se habla de mayor productividad de la tierra, en la medida que
una misma extensión de terreno una hectárea, un valle, toda la superficie
agrícola del país arroje una mayor cantidad de producción. O de mayor productividad del factor
trabajo, en la medida que la producción por hombre empleado en una
empresa, en una industria, o en toda la economía nacional sea mayor. La variación en la productividad de un
país, por ejemplo puede visualizarse comparando la situación en un momento
determinado, con la situación de ese país en un período anterior. La competitividad es
un concepto distinto, aun cuando relacionado. La competitividad
tiene que ver con la comparación que se hace entre dos o más países respecto a
la calidad y al precio de las mercancías que cada uno oferta en el mercado
internacional. Un país puede ser más
productivo, comparado consigo mismo, es decir, con su pasado reciente, pero
un país nunca puede ser más competitivo comparado consigo mismo. La competitividad
exige una comparación con otro país, en un mismo momento del tiempo.
La sostenibilidad. Ésta no
puede reducirse al desarrollo realmente existente, que tiene una lógica
contraria a la sostenibilidad. Mientras aquel se rige por la linealidad, por el
crecimiento ilimitado que implica explotación de la naturaleza y creación de
profundas desigualdades, la
sostenibilidad es circular, envuelve a todos los seres en relaciones de
interdependencia y de inclusión de suerte que todos pueden y deben convivir
y co-evolucionar. Sostenible es la
realidad que consigue mantenerse, reproducirse, conservarse a la altura de los
desafíos del ambiente y estar siempre bien. Esto resulta del conjunto de relaciones de interdependencia que mantiene
con todos los demás seres y con sus respectivos hábitats. La sostenibilidad funda un paradigma que debe realizarse en todos los
ámbitos de lo real. Para que la sostenibilidad
ocurra realmente, especialmente cuando entra en juego el factor humano
capaz de intervenir en los procesos naturales, no basta el funcionamiento mecánico de los procesos de interdependencia y de
inclusión, es menester otra salida que se componga con la sostenibilidad: el
cuidado. Éste funda también un nuevo paradigma.
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Globalización económica.
Productividad y competitividad mundial. El
secuestro de la sostenibilidad.
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CAESPA: Lunes 25 de junio del 2012.
Si un país aumenta su
productividad es probable que logre una mejor competitividad internacional. La
capacidad exige una comparación con otro país de su región, en un mismo momento
del tiempo
Las medidas
económicas que ha tomado recientemente Brasil control sobre los capitales
externos que llegan al país, rebaja de impuestos, menores tasas de interés le
han permitido una ligera devaluación de su moneda, la cual ha alcanzado el
nivel de alto valor sicológico de dos reales por dólar, lo cual ha traído más
tranquilidad a sus exportadores y a sus industriales manufactureros internos.
Devaluar la moneda de un país no genera mayor
productividad, pero sí genera mayor competitividad internacional. Productividad
y competitividad son dos conceptos cuyas diferencias y relaciones son
importantes de clarificar.
La productividad es un concepto económico que tiene
que ver con la cantidad de producción que se puede generar como consecuencia
del uso de un determinado factor productivo. Así, por ejemplo, se habla de
mayor productividad de la tierra, en la medida que una misma extensión de
terreno una hectárea, un valle, toda la superficie agrícola del país arroje
una mayor cantidad de producción. O de mayor productividad del factor trabajo,
en la medida que la producción por hombre empleado en una empresa, en una
industria, o en toda la economía nacional sea mayor. La variación en la
productividad de un país, por ejemplo puede visualizarse comparando la
situación en un momento determinado, con la situación de ese país en un período
anterior.
La competitividad es un concepto distinto, aun
cuando relacionado. La competitividad tiene que ver con la comparación que se
hace entre dos o más países respecto a la calidad y al precio de las mercancías
que cada uno oferta en el mercado internacional. Un país puede ser más
productivo, comparado consigo mismo, es decir, con su pasado reciente, pero un
país nunca puede ser más competitivo comparado consigo mismo. La competitividad
exige una comparación con otro país, en un mismo momento del tiempo.
COMPETITIVIDAD
Es evidente que si un país aumenta su productividad
es altamente probable que logre con ello una mejor competitividad
internacional, pues sus mercancías se presentarán en el mercado internacional
con mayor calidad o con menores precios. Y esa mayor productividad puede
lograse por la vía de una mayor densidad de capital por hombre empleado en las
actividades productivas, por la vía de una mayor densidad de conocimientos
científicos y técnicos hombre empleado, por la vía de una mejor administración
de los procesos productivos, por la vía de más y mejor infraestructura física,
por la vía de mejores servicios gubernamentales, por la vía de una mejor salud
media de la población, etc.
Pero la competitividad también se puede ganar o
perder por la vía de las variaciones en los tipos de cambio entre las monedas
de los diferentes países. Si un país devalúa su moneda nacional, aun cuando no
haya modificación alguna en la productividad interna de los factores
productivos, ese país gana en competitividad internacional, pues sus mercancías
podrán ofertarse en los mercados externos a un precio menor que antes de la
devaluación.
Por el contrario, si la moneda nacional se revalúa,
las mercancías exportables tendrán que venderse en el mercado internacional a
un precio superior para que las divisas obtenidas por concepto de la venta,
una vez convertidas en moneda nacional, logren cubrir los costos internos o
tendrán que disminuirse las ganancias, o tendrá que exhibirse una mayor
productividad que compense la pérdida de competitividad y/o de ganancias que
acompaña a la revaluación.
En los tiempos que corren de alta volatilidad y
movilidad internacional de los flujos financieros las tasas de cambio entre
las monedas están propensas a sufrir alteraciones imprevistas en la medida en
que su relación de cambio quede sujeta a las condiciones de oferta y demanda
presentes en los mercados monetarios, lo cual genera muchas veces
modificaciones injustas en la condiciones de competitividad, perdiéndose
incluso las ganancias legítimas que se puedan estar obteniendo por concepto de
incremento de productividad. Sin embargo, tampoco parece posible, en el corto
plazo, contar con un sistema de tasas de cambio fijas entre las diferentes
monedas.
¿Qué significa el cuidado?
Las discusiones en torno al desarrollo
sostenible, uno de los temas centrales de Río +20,
han secuestrado hoy día la categoría de
la sostenibilidad. Ésta no puede reducirse al desarrollo realmente
existente, que tiene una lógica contraria a la sostenibilidad. Mientras aquel
se rige por la linealidad, por el crecimiento ilimitado que implica explotación
de la naturaleza y creación de profundas desigualdades, la sostenibilidad es
circular, envuelve a todos los seres en relaciones de interdependencia y de
inclusión de suerte que todos pueden y deben convivir y co-evolucionar.
Sostenible es la realidad que consigue mantenerse, reproducirse, conservarse a
la altura de los desafíos del ambiente y estar siempre bien. Esto resulta del
conjunto de relaciones de interdependencia que mantiene con todos los demás
seres y con sus respectivos hábitats. La sostenibilidad funda un paradigma que
debe realizarse en todos los ámbitos de lo real.
Para
que la sostenibilidad ocurra realmente, especialmente cuando entra en juego el
factor humano capaz de intervenir en los procesos naturales, no basta el
funcionamiento mecánico de los procesos de interdependencia y de inclusión, es
menester otra salida que se componga con la sostenibilidad: el cuidado. Éste
funda también un nuevo paradigma.
En primer lugar,
el cuidado es una constante cosmológica. Si las energías originarias y los
elementos y los primeros elementos no estuviesen regidos por un cuidado
solidario para que todo mantuviese su debida proporción, el universo no habría
surgido y nosotros no estaremos aquí escribiendo sobre el cuidado. Nosotros
mismos somos hijos e hijas del cuidado. Si nuestras madres no nos hubiesen
acogido con infinito cuidado, no habríamos tenido cómo bajar de la cuna e ir a
buscar nuestro alimento. El cuidado es la condición previa que permite que un
ser venga a la existencia. Es el orientador anticipado de nuestras acciones
para que sean constructivas y no destructivas.
En todo lo que hacemos entra el cuidado.
Cuidamos lo que amamos. Amamos lo que cuidamos. Por los conocimientos que
tenemos hoy en día sobre los peligros que pesan sobre la Tierra y la vida,
sabemos que si no las cuidamos surge la amenaza de nuestra desaparición como
especie, mientras que la Tierra, empobrecida, seguirá durante siglos su curso
por el cosmos hasta que tal vez surja otro ser dotado de alta complejidad y
cuidado, capaz de soportar el espíritu y la conciencia.
Resumimos en lo que sigue los distintos
significados de cuidado construidos a partir de muchas fuentes que no cabe aquí
referir, pero que vienen de la más remota antigüedad, de los griegos y los
romanos, pasando por San Agustín y culminando en Martin Heidegger , que ven en
el cuidado la esencia misma del ser humano, en el mundo, junto con los otros y
orientado al futuro. Identificamos cuatro grandes sentidos que se implican
mutuamente.
Primero: el cuidado es una
actitud de relación amorosa, suave, amigable, armoniosa y protectora de la
realidad, personal, social y ambiental.
Metafóricamente
podemos decir que el cuidado es la mano abierta que se extiende para la caricia
esencial, para el apretón de manos, dedos que se enlazan con otros dedos para
formar una alianza de cooperación y unión de fuerzas. Es lo contrario a la mano
cerrada y al puño cerrado para someter y dominar al otro.
Segundo: cuidado es todo
tipo de preocupación, inquietud, desasosiego, malestar y hasta miedo por
personas y realidades con las cuales estamos afectivamente implicados y que por
eso nos son preciosas.
Este tipo de cuidado nos
acompaña
en cada momento y en cada fase de nuestra vida. Es implicarse con las
situaciones y las personas que nos son queridas. Ellas nos traen cuidados y nos
hacen vivir el cuidado esencial.
Tercero:
el cuidado es la vivencia de la relación entre la necesidad de ser cuidado y la
voluntad y la predisposición a cuidar, creando un conjunto de apoyos y
protecciones (holding) que hace posible esta relación indisociable a nivel
personal, social y con todos los seres vivos.
El cuidado-amoroso, el cuidado- preocupación y el
cuidado-protección-apoyo son existenciales, es decir, datos objetivos de la
estructura de nuestro ser en el tiempo, en el espacio y en la historia, como
nos ha demostrado Winnicott. Son previos a cualquier otro acto y subyacen a
todo lo que emprendemos. Por eso pertenecen a la esencia de lo humano.
Cuarto: cuidado-precaución y
cuidado-prevención se refieren a aquellas actitudes y comportamientos que deben
ser evitados por sus consecuencias dañinas previsibles (prevención) e
imprevisibles, que son debidas a veces a la inseguridad de los datos
científicos y a lo imprevisible de los efectos perjudiciales al sistema-vida y
al sistema-Tierra (precaución).
El
cuidado-prevención y el cuidado-precaución nacen de nuestra misión de
cuidadores de todo ser. Somos seres éticos y responsables de las
consecuencias, es decir, nos damos cuenta de las consecuencias benéficas o
perjudiciales de nuestros actos, actitudes y comportamientos.
Como se deduce, el cuidado está ligado a
cuestiones vitales que pueden significar la destrucción de nuestro futuro o el
mantenimiento de nuestra vida sobre este pequeño y bello planeta. Sólo viviendo
radicalmente el cuidado garantizaremos la sostenibilidad necesaria a nuestra
Casa Común y a nuestra vida.
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