viernes, 27 de julio de 2012

ESPAÑA y la furia de los mercados y de la gente. Cuando la política que se impone, es un crimen.

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Durante la crisis del 2001-2002 en nuestro país, cuando los partidos habían perdido consenso y las clases dominantes mantenían el control del Estado pero no lograban mostrarse como clase dirigente, por lo tanto sin capacidad de ofrecer una salida, dos economistas del Instituto Tecnológico de Massachussets, Dorbunsch y Caballero, arriesgaron una hipótesis: la "ayuda" del FMI no resolvería el problema. Para ellos resultaba "imposible llegar a un acuerdo nacional porque nadie cree en nadie y no hay grupo de poder que pueda confiar el timón a otro para salir de la crisis". Con este diagnóstico concluían la solución era una sola: Aquel pedido de intervención se frustró cuando el movimiento social se lanzó a las calles, enfrentó la represión a un costo de 35 muertos y cientos de heridos, estuvo a metros de ingresar a la Casa Rosada, y obligó a que el presidente huyera en helicóptero y se impusiese una salida. Todos lo saben, el kirchnerismo es resultado directo de la revuelta plebeya de 2001. España no ha llegado aún a esa situación pero el poder financiero internacional se adelantó. Ya está intervenida.

Para empeorar las cosas, esas medidas de ahorro que violan derechos humanos tendrán efecto contrario al buscado. Porque aumentarán los gastos de sanidad. Según el Gesida, el incremento de costes por recurrir a urgencias muchos de aquellos a quienes se les ha quitado la tarjeta sanitaria reducirá a la mitad el ahorro conseguido con la supresión de la misma. Y también habrá más gasto por tratamientos de personas con tarjeta sanitaria recién infectadas por el VIH y enfermedades asociadas al sida. Contagios que aumentarán por falta de diagnóstico y de tratamiento de pacientes que estén infectados, pero sin control por haber sido expulsados de la sanidad pública. Y, mientras el gobierno pretende ahorrar unos millones de euros recortando derechos, el fraude fiscal en el Reino de España es de 70.000 a 80.000 millones anuales. El presupuesto total del sistema público sanitario español, según la consultora i2 Integrity, miembro del Pacto Mundial de la ONU contra la Corrupción. Más del 70% de ese fraude fiscal lo perpetran grandes fortunas, grandes empresas y corporaciones. Pero parece más fácil meterse con inmigrantes y jóvenes que con los ricos que deben pagar y no lo hacen.
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España, al borde del precipicio.

ESPAÑA y la furia de los mercados y de la gente.

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Viernes 27 de julio del 2012.

Eduardo Lucita (LA ARENA)

La "furia" como se conocía al seleccionado español de fútbol ha cambiado de bando. El fútbol peninsular es hoy elegante y bien jugado mientras que la furia se ha trasladado a los mercados financieros y a la sociedad que sufre los ajustes.

Con los continuados recortes y ajustes fiscales impuestos por Alemania y la Troika, España ha ingresado en una espiral descendente. El resultado, como antes lo fue en Grecia, Portugal e Irlanda, no es otro que la recesión y el costo social que llevan implícitas las medidas pro-cíclicas de la austeridad fiscal.

España intervenida

Durante la crisis del 2001-2002 en nuestro país, cuando los partidos habían perdido consenso y las clases dominantes mantenían el control del Estado pero no lograban mostrarse como clase dirigente, por lo tanto sin capacidad de ofrecer una salida, dos economistas del Instituto Tecnológico de Massachussets, Dorbunsch y Caballero, arriesgaron una hipótesis: la "ayuda" del FMI no resolvería el problema. Para ellos resultaba "imposible llegar a un acuerdo nacional porque nadie cree en nadie y no hay grupo de poder que pueda confiar el timón a otro para salir de la crisis". Con este diagnóstico concluían la solución era una sola: "La intervención del país a manos de un Comité Internacional para administrar las políticas fiscal, monetaria y tributaria".

Aquel pedido de intervención se frustró cuando el movimiento social se lanzó a las calles, enfrentó la represión a un costo de 35 muertos y cientos de heridos, estuvo a metros de ingresar a la Casa Rosada, y obligó a que el presidente huyera en helicóptero y se impusiese una salida. Todos lo saben, el kirchnerismo es resultado directo de la revuelta plebeya de 2001. España no ha llegado aún a esa situación pero el poder financiero internacional se adelantó. Ya está intervenida.

Es que luego del rescate bancario por 100.000 millones de euros, acordado semanas atrás y del que esta columna diera cuenta oportunamente, los ministros de la Eurozona aprobaron también conceder a España un año más de plazo, hasta 2014, para reducir su déficit público por debajo del 3 por ciento. Por su parte el gobierno español se comprometió a realizar un nuevo ajuste fiscal por valor de 65.000 millones de euros. El cumplimiento de estos compromisos estará sometido a un riguroso seguimiento, lo mismo que la implementación del programa de recapitalizaciones bancarias y reformas financieras. Ergo: el sistema financiero español ya no estará en manos del gobierno y las instituciones nacionales sino en las de Alemania y la Troika, que son quienes imponen sus condiciones. "Protectorado de 'soberanía suspendida'" y "Bajo tutela" titularon los diarios El Mundo y el País esa situación.

Furia de los mercados

La euforia de días atrás por el rescate duró lo que un suspiro, luego trocó en furia. Una de las características de España es que el gasto público se realiza en un alto porcentaje, tal vez un 70 por ciento, por medio de las 17 comunidades autónomas -se ocupan de la educación, la salud y los servicios sociales-. Es allí donde se focaliza el ajuste fiscal. Así se entiende porqué se lo caracteriza como "el peor ataque al Estado del Bienestar".

Recientemente la regional Valencia admitió que su déficit superaba el 1,5 por ciento admitido, solicitó un rescate al gobierno central, ahora lo han hecho también las regiones de Murcia y Catalunya y las alarmas se encendieron. No serían las únicas regiones en estas condiciones. El gobierno central depende cada vez más de los bancos tanto para financiarse como para auxiliar a las regiones, pero los bancos dependen del BCE. Se estima que, sin tener en cuenta nuevos auxilios a los bancos, se necesitaría una "ayuda" adicional de 300.000 millones de euros para la deuda del Estado. Las evidencias de que se necesitarían mayores fondos e incluso un rescate de la deuda soberana elevó el riesgo país por arriba de los 600 puntos y el costo del endeudamiento. El ataque de los "mercados" (especuladores) no se hizo esperar, las bolsas se derrumbaron a su nivel más bajo en casi diez años. Así la crisis no hace más que realimentarse y la salida de capitales se acrecienta.

Furia social

El recorte anual para los próximos tres años alcanza a algo más del 2 por ciento del PIB, recae en una sociedad que ya registra un 25 por ciento de desocupación, que sube al 50 por ciento entre los jóvenes, para quienes la emigración es una salida cierta frente a un futuro que no les da alternativa, mientras que las sucesivas reformas laborales suprimen una y otra vez derechos laborales y caen los salarios.

El Partido Popular ha incumplido todas las promesas sociales con las que llegó al poder y la suba de los impuestos le ha ganado la antipatía de buena parte de su base social de clase media.

Algunas encuestan hablan que el rechazo al gobierno Rajoy ascendería al 80 por ciento, a solo siete meses de ganar las elecciones por amplia mayoría. Buena parte de sus votantes reniega ya de su gobierno y el recurso de la "herencia recibida" (del PSOE) como justificativo ya no paga como antes. Esto deja en evidencia que en noviembre pasado más que apoyar al PP mucha gente votó contra el PSOE y la política de recortes iniciada por Zapatero en 2010.

España para Rajoy. " NO es reforma laboral, es clases y lucha de clases".

Movilizaciones
Las huelgas y movilizaciones mineras han gozado de un amplio respaldo social e incluso político de algunos alcaldes del PP, no dispuestos a perder sus sillones. Así se comprende, que aún en vacaciones, la asistencia a las movilizaciones del 19J en ochenta ciudades tuvieran tal densidad social. Es que la convocatoria de CCOO-UGT fue tomada como propia por otras centrales como CNT-CGT o CSIF e incluso por el 15M.

Los informes dan cuenta de que se suceden las movilizaciones autónomas, al margen de las direcciones sindicales y sin la presencia orgánica del PSOE o IU. Desde hace unos días en muchas dependencias públicas sin mediar convocatoria sindical alguna los trabajadores paran 15 ó 20 minutos por turno y se concentran a las puertas de su organismo y hasta cortan el tránsito. En el sector privado hay ocupaciones de empresas y movilizaciones, generalmente ante cierres patronales o despidos masivos. Por la tarde la gente se concentra en los lugares más emblemáticos de cada ciudad, llegando a marchar en repudio frente las sedes del PP y del PSOE.

La peor de todas

Hay una crisis de gobernabilidad en ciernes. El gobierno Rajoy parece no poder controlar la situación económica, mientras que la pérdida del control sindical y la movilización espontánea de muchos sectores pone en evidencia que los trabajadores empiezan a dar un salto cualitativo en la resistencia frente al ataque del gran Capital. ¿Cuánto falta para el "que se vayan todos"? Si así fuera, ¿a quién confiarle el timón?

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, defendió el ajuste "para que España no se convierta en la Argentina del corralito y la inflación". Desconoce, o pretende desconocer, que el estallido entre nosotros se debió precisamente a las políticas de ajuste y que fueron las movilizaciones y enfrentamientos del 19 y 20 de diciembre del 2001, con su mensaje de hartazgo frente al orden instituido; de desconfianza y resistencia; de dignidad, autonomía y solidaridad, las que hicieron posible una posterior salida de la crisis. Claro está que España no cuenta con un partido-Estado como lo es el PJ en nuestro país, tampoco con la posibilidad de devaluar sin salirse del euro, pero sí puede suspender unilateralmente los pagos la deuda, como hizo Argentina durante 38 meses, y tan mal no le fue. Entonces el futuro sería otro.
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Eduardo Lucita es integrante del colectivo EDI-Economistas de Izquierda.





ESPAÑA: Cuando la política que se impone es un crimen.
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Xavier Caño Tamayo (CCS)

“Sin medicamentos para controlar mi VIH, moriré”. Rafael, inmigrante latinoamericano, se hizo en Madrid la prueba de VIH y dio positivo. Le hicieron también una analítica completa y, vistos los buenos resultados, tener el VIH sólo supuso revisiones periódicas. Pero hace un año descendieron sus defensas y el médico le prescribió medicamentos antivirales para evitar el desarrollo del sida. Aún sin permiso de residencia, tenía su tarjeta sanitaria por estar empadronado. Fue atendido y tratado sin problemas. Hasta ahora.
El próximo 1 septiembre, muchos miles de inmigrantes sin permiso de residencia y aún muchos más jóvenes españoles con más de 26 años que no coticen o hayan cotizado a la Seguridad Social (por estar en paro) dejarán de tener asistencia sanitaria en España, salvo en urgencias, por decreto del gobierno de Rajoy. Entre los expulsados de la sanidad pública hay un colectivo muy vulnerable: quienes tienen el VIH, como Rafael.

Expulsar a inmigrantes irregulares y a jóvenes del servicio público de salud significa, por ejemplo, que los infectados por el VIH (en el caso de inmigrantes, de tres a cuatro mil) no dispondrán de medicamentos para controlar su infección. Tampoco podrán comprarlos, no solo porque no tendrán los más de ochocientos euros mensuales que cuestan, sino porque esos medicamentos no se expenden en farmacias, pues son de exclusiva distribución hospitalaria.

Rafael y otros muchos miles de inmigrantes irregulares o jóvenes despojados de la tarjeta sanitaria infectados por el VIH estarán más expuestos a morir por sida. A esos seropositivos hay que sumar pacientes inmigrantes o jóvenes sin tarjeta sanitaria con hipertensión arterial, cardiopatías diversas, diabetes, insuficiencia cardíaca o renal, asma, enfermedades pulmonares, cáncer... No dispondrán de atención médica ni de diagnóstico ni de tratamiento alguno ni de medicinas.

El seguimiento de lo que ocurra a infectados por el VIH demuestra la fechoría que es el recorte de derechos sanitarios del decreto gubernamental. Porque habrá más mortalidad e incremento de enfermedades oportunistas asociadas al sida. También aumentará el contagio del VIH y de otras enfermedades infecciosas (como tuberculosis) a la población, así como habrá más probabilidad de contagio del VIH de embarazadas infectadas a fetos en gestación. Son algunas conclusiones del Grupo de Estudio del SIDA (Gesida), integrado en la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica. Gesida asegura que la peor consecuencia por los recortes presupuestarios en sanidad será el aumento de la mortalidad.

Para empeorar las cosas, esas medidas de ahorro que violan derechos humanos tendrán efecto contrario al buscado. Porque aumentarán los gastos de sanidad. Según el Gesida, el incremento de costes por recurrir a urgencias muchos de aquellos a quienes se les ha quitado la tarjeta sanitaria reducirá a la mitad el ahorro conseguido con la supresión de la misma. Y también habrá más gasto por tratamientos de personas con tarjeta sanitaria recién infectadas por el VIH y enfermedades asociadas al sida. Contagios que aumentarán por falta de diagnóstico y de tratamiento de pacientes que estén infectados, pero sin control por haber sido expulsados de la sanidad pública.

Y, mientras el gobierno pretende ahorrar unos millones de euros recortando derechos, el fraude fiscal en el Reino de España es de 70.000 a 80.000 millones anuales. El presupuesto total del sistema público sanitario español, según la consultora i2 Integrity, miembro del Pacto Mundial de la ONU contra la Corrupción. Más del 70% de ese fraude fiscal lo perpetran grandes fortunas, grandes empresas y corporaciones. Pero parece más fácil meterse con inmigrantes y jóvenes que con los ricos que deben pagar y no lo hacen.

Entre los países europeos que soportan recortes presupuestarios que paga la ciudadanía, Grecia, fue el primero en sufrir esa feroz política de austeridad. Una docena de sus ciudadanos ha denunciado al gobierno griego ante la Corte Penal Internacional por crímenes contra la humanidad y genocidio; sostienen que la austeridad impuesta está matando al pueblo griego. Y no solo por el abandono de los enfermos con VIH u otros pacientes.

Tal vez suene excesivo hablar de genocidio, pero es justo decir que la política de austeridad que se impone es un crimen. El gobierno español tiene un mes para rectificar parte de la tropelía. Y Europa debería cambiar de rumbo.

Xavier Caño Tamayo es periodista y escritor.
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