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Armamentismo y violencia permanecen en
nuestras vidas en todos los niveles sociales, la
lucrativa industria bélica es parte importante de las economías de las naciones
desarrolladas. Abarca desde la poderosa
industria nuclear, las armas de destrucción masiva, químicas, bacteriológicas, hasta
las armas del hampa común y mafias que enfrentan hoy exitosamente a ejércitos
nacionales, como sucede en el territorio mexicano. Vivimos asqueados de la violencia generalizada presente en nuestras
vidas, conocemos sus raíces y somos víctimas de sus secuelas. Sus prácticas difusas sin control, son
públicas, son la noticia de la crónica roja en la prensa amarillista, donde
lo obsceno es lo repugnante que se exhibe, que se muestra. La violencia es un suceso público
que vende y entretiene, va desde violencia
de género y feminicidios, las masacres de niños y jóvenes en las escuelas
norteamericanas, los múltiples asesinatos por homofobia, racismo, los
secuestros y robos a mano armada. Existen
profundas raíces de la violencia cotidiana que provienen de las prácticas
del terrorismo de Estado con sus
paramilitares y contratistas, que crearon unos, el horroroso espectáculo de exhibir a los que asesinaron con sus
lenguas como corbata (Colombia), otros de fotografiarse, burlándose mientras se
orinaban sobre un grupo de cadáveres (Afganistán). Las mafias de narcotraficantes y hampa común viven impunemente en
nuestro hábitat como cualquier hijo de vecino protegidos y asociados a cínicos y corruptos
funcionarios de la administración pública o a exitosos empresarios privados.
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Lo perverso y obsceno del Poder:
Insoportables abusos del Poder Político,
económico y militar.
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Viernes 6 de julio del 2012.
Aníbal Ortizpozo (especial para ARGENPRESS.info)
“Me arranco las visiones y me arranco los ojos cada
día que pasa.
No quiero ver ¡no puedo! ver morir a los hombres
cada día.
Prefiero ser de piedra, estar oscuro,
a soportar el asco de ablandarme por dentro y
sonreír
a diestra y siniestra con tal de prosperar en mi
negocio.”
Estrofa del poema ”Contra la muerte” de Gonzalo Rojas
A dos años del inicio de
segunda década del siglo XXI, en curso, cuando la humanidad se conmueve e
indigna con sombríos acontecimientos, que si bien es cierto, no son nada nuevo,
lo parecen, porque mutan y se recomponen para permanecer en nuestras vidas. Qué
es lo que hay, qué es lo que tenemos, qué permanece en nuestra humanidad, qué
nos repugna e indigna: Ataques terroristas con explosivos a civiles.
Injerencias para desestabilizar naciones e invadirlas legalmente. Mercenarios o
contratistas para hacer el trabajo sucio de la tortura, violación y muerte.
Armamentismo nuclear y tradicional, como el gran negocio de los perros de la guerra,
hoy también soporte de las economías en crisis. Bombardeos de la Otan a las propias naciones, miembros de la ONU,
que debía proteger. Pandemias inducidas
como negocio y armas de guerra bacteriológica. Poderosas mafias de narcotraficantes, que asimilan a las policías y
ponen en jaque a gobiernos. Falsas
crisis económicas bancarias y empresariales. Dictadura de los medios de
comunicación empresarial y sus mentiras mediáticas desestabilizadoras.
Muros fronterizos que separan la vida de la muerte. Vivir asqueados con la
contaminación de la tierra, el aire y las aguas con basura tóxica industrial,
de desechos químicos. Invasiones reales, preventivas y encubiertas en curso,
sin que se pueda hacer nada para detenerlas. Absoluta impunidad por ausencia de
justicia en los ya demasiados crímenes de lesa humanidad, perpetrados por el
poder político y militar de las llamadas grandes potencias.
Las denuncias en los
encuentros y foros mundiales sociales más progresistas, o de izquierda, han
quedado reducidos a una inocua y solitaria caja de lamentos que el tiempo
silencia.
Nuestro planeta Tierra cruje, se recalienta y reacomoda ante las agresiones
contaminantes que se le infringen desde los sistemas mundiales de producción industrial
y agrícola transgénica “monsántica.” Mientras nosotros, los humanos al parecer
no tenemos la fuerza, ni la agresividad necesaria para proteger a la “Pachamama” (Madre Tierra), ni siquiera
a nosotros mismos. Tampoco, existe en las organizaciones gubernamentales y sus
“cumbres” periódicas, la voluntad política para cumplir los protocolos y
acuerdos, los que se solapan y traspapelan subordinados a la actividad
empresarial gubernamental e intereses económicos transnacionales de un perverso
capitalismo en crisis, que, no tiene dinero para programas sociales de los
pueblos acosados por el hambre y pandemias, pero sí tiene para la compra,
producción de armas y subsidios a la banca empresarial especuladora.
Armamentismo y violencia
permanecen en nuestras vidas en todos los niveles sociales, la lucrativa
industria bélica es parte importante de las economías de las naciones
desarrolladas. Abarca desde la poderosa industria nuclear, las armas de
destrucción masiva, químicas, bacteriológicas, hasta las armas del hampa común
y mafias que enfrentan hoy exitosamente a ejércitos nacionales, como sucede en
el territorio mexicano.
Vivimos asqueados de la violencia generalizada presente en nuestras vidas, conocemos sus raíces y
somos víctimas de sus secuelas. Sus prácticas difusas sin control, son
públicas, son la noticia de la crónica roja en la prensa amarillista, donde lo obsceno es lo repugnante que se
exhibe, que se muestra. La violencia es un suceso público que vende y
entretiene, va desde violencia de género y feminicidios, las masacres de niños
y jóvenes en las escuelas norteamericanas, los múltiples asesinatos por
homofobia, racismo, los secuestros y robos a mano armada.
Existen profundas raíces
de la violencia cotidiana que provienen de las prácticas del terrorismo de
Estado con sus paramilitares y contratistas, que crearon unos, el horroroso
espectáculo de exhibir a los que asesinaron con sus lenguas como corbata
(Colombia), otros de fotografiarse, burlándose mientras se orinaban sobre un
grupo de cadáveres (Afganistán). Las mafias de narcotraficantes y hampa común
viven impunemente en nuestro hábitat como cualquier hijo de vecino protegidos y
asociados a cínicos y corruptos funcionarios de la administración pública o a
exitosos empresarios privados.
En Latinoamérica todo
esto nos asquea y hace nuestras vidas insoportables, muy en especial la
difundida práctica del sicariato, negocio de la muerte por encargo, presente en
las acciones sangrientas y contractuales de patrones contra líderes obreros; de
latifundistas contra campesinos e indígenas quienes son los dueños legítimos de las tierras que se les ha
despojado.
La violencia real y
virtual del cine, televisión, internet, especialmente de los video-juegos y
juguetes de la industria cultural masiva del entretenimiento, se entrelazan y
confunden, han funcionado como una escuela primaria del delito, siempre a favor
de un consumismo feroz y el
mantenimiento del injusto sistema capitalista.
Nos da asco, el inhumano poder económico y bélico
de las grandes potencias, actuando como imperios
de la antigüedad, continúan haciéndose presente en nuestras naciones, con su
poder de exterminio, para consolidar sus neo-colonias, hacernos dependientes,
robar nuestros recursos naturales, sin respetar la autodeterminación de los
pueblos, ni la soberanía expresa en nuestras constituciones. La injerencia de
las naciones poderosas hoy toma múltiples formas, enmascarándose torpemente
para intervenir, ya no son invasiones directas tradicionalmente armadas, tipo
Irak, Afganistán, son las guerras de cuarta generación o injerencia solapada,
las de los golpes suaves, la manito
blanca OTPOR, las operaciones encubiertas tipo Kosovo/Serbia y otras, donde
insurgen personas desconocidas armadas, preparadas por los más despiadados
contratistas de la CIA y Al Qaeda, ciudadanos o haciéndose pasar por ciudadanos
de las naciones a desestabilizar e invadir, quienes son dotados de modernas
armas, aviones no tripulados para bombardear, con apoyo de una alta tecnología,
inimaginable, GPS, Twiter, telefonía celular, para crear imágenes virtuales de
plazas verdes tomadas como sucedió en Libia, donde perversamente,
contraviniendo las elementales normas humanitarias para los prisioneros de
guerra, capturaron a Gaddafi y su hijo vivo para asesinarlo posteriormente.
Perverso y obsceno
fueron los dos atentados con explosivos a desprevenidos civiles, mujeres,
niños, que en la mañana del 10 de mayo de este año, viajaban esperanzados a la
escuela, al trabajo en Damasco, Siria. Los terroristas, son una vez más héroes
libertarios, que cuentan con el apoyo encubierto de la OTAN para masacrar a
civiles.
Obscenas son también las
amenazas de invasiones preventivas a Irán, Pakistán, Corea del Norte,
Venezuela, o el sostenido terrorismo de Estado con sus falsos positivos, leyes
patriotas antiterroristas que aún asesina y mantiene a presos, torturados, sin
un juicio justo, en Abu Ghraib, Bagram,
Guantánamo o cualquier base militar, embajadas o portaviones US Army.
El repugnante rostro
intercambiable de la injerencia en Latinoamérica es la desestabilización de las
naciones y derrocamiento de sus gobiernos, creando al interior de ellas, ONGs mercenarias, provistas de
generosos aportes económicos, alianzas con los grupos de poder económico,
opositores y militares golpistas ideológicamente afines a la política
norteamericana, ”una especie de guerra civil, donde pequeños y heroicos grupos luchan por su libertad en contra de un
tirano asesino, que quiere instaurar el comunismo”, que en Chile (1973) les resultó exitoso con el apoyo de la
oligarquía y los militares fascistas; en Venezuela
(2002), el golpe que no les resultó, porque el pueblo y los militares
liberaron y repusieron al Presidente en su cargo; en Haití (2004), la
desestabilización armada los llevó hasta el secuestro de su Presidente y que,
para protegerlo, para luego ocupar el país con sus marines; en Honduras (2009)
con argumentos legales respaldados por la Corte Suprema y el Congreso, con
apoyo de militares se expulsó al Presidente en ejercicio; en Ecuador (2010) con
una protesta por mejora salarial de policías y secuestro temporal del
Presidente; en Bolivia (2008), alentando el separatismo de una de sus
provincias, en complicidad con el gobernador-empresario de Santa Cruz, y
posterior huelga de policías; recientemente en Paraguay (2012), esta vez la
intervención tomó la forma de golpe parlamentario para destituir a su
Presidente.
La injerencia funciona
apoyada en el perverso poder de la dictadura mediática donde la mentira, el
rumor, el insulto y la descalificación de las autoridades legítima y
democráticamente elegidas, se repiten con frecuencia, al estilo de la
vergonzosa mentira de EEUU sobre posesión armas de destrucción masiva para
invadir Irak, lograr que se ahorcara a su Presidente y apropiarse de su
petróleo a costo de miles de vidas humanas, destrucción y saqueo de obras de
las antiguas culturas Sumeria y Mesopotámica, incunables patrimonios de la
humanidad.
Los medios de
comunicación en manos de la oligarquía criolla y transnacional de la
información, continúan noche y día difundiendo mentiras y medias verdades con
pautas, libretos o guiones “Made in USA” originados en los laboratorios de
guerra sucia.
El ¿qué hacer?, ¿qué cambiar?, ¿qué crear? son las preguntas a las que debemos darle
respuestas, empecemos reconociendo que todo cambio revolucionario, requiere de
un desaprendizaje y desalienación de todos nosotros, hombres y mujeres, nacidos
y criados en salvajes sociedades de consumo, donde los valores humanos obedecen
a una profunda mercantilización de toda la vida social. Por lo tanto “ellos”,
los cambios, deben iniciarse primero al interior de nosotros mismos.
Reflexiones como ésta,
sólo son una alerta a la imaginación política; un ejercicio ético de
inconformidad y resistencia a estas sociedades conservadoras, de silencios
cómplices, que vivimos.
Apoyemos toda práctica
cultural comunicacional, que nos obligue a pensar, que provoquen una toma de
conciencia propulsora de acciones, sobre aquello que debemos cambiar y lo que
debe permanecer, para crear humanidad.
Entonces,
creemos humanidad, otra humanidad, asumamos todos los días el oficio de
humanizadores.
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