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Hoy, la política de la UE
transforma a sociedades vitales en países residuales. Los países dejan de existir como entidades políticas soberanas
para transformarse en máquinas
recaudatorias para tranquilizar a los financistas. En el nuevo esquema de
poder que se está ejecutando en Europa, los países intervenidos por las
autoridades europeas dejan sus principales políticas en manos de la burocracia de Bruselas, que a su vez
responde especialmente a los principales gobiernos del norte, que están
tomando como causa nacional las necesidades de los bancos y los capitales
acreedores. En esa región, las políticas
públicas se están privatizando a través de una extendida y difusa cadena de
mandos. El crecimiento, el Estado de Bienestar y la propia esencia de la democracia
–el autogobierno de la sociedad – están siendo derogadas hasta nuevo aviso.
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Privatización de países.
El neoliberalismo en su crisis final.
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Página /12 lunes 30 de
julio del 2012.
Pasados ya
cuatro años del estallido de la crisis económica mundial, los bancos privados y
públicos de Europa y Estados Unidos están fuertemente cargados de deudas de
otros bancos dudosos, de títulos públicos en deterioro y de derivados
financieros aún más volátiles. También las personas y las empresas están
fuertemente endeudadas, y no pueden reducir los compromisos que comprimen sus
capacidades de consumo e inversión.
Todas las perspectivas de crecimiento bajan, mientras la
crisis se prolonga sin soluciones reales a la vista. Las deudas públicas crecen
sin poder ser contenidas.
A diferencia de la caída de 2009, en donde se apeló a una
mezcla de mega-salvataje financiero con una gigantesca operación de marketing
global de “ya llega la recuperación”, la declinación actual está lastrada por
la caída en la actividad real, el reforzamiento de las políticas neoliberales
duras, la evaporación de los pronósticos optimistas superficiales y la
conciencia general del agotamiento de los instrumentos utilizados hasta el
momento.
Una de las características llamativas de la crisis es que
no se resuelve ningún problema de los que van surgiendo, y simplemente se
amontonan desequilibrios y nuevos conflictos.
En Estados Unidos el desempleo sigue alto, y si algo ha
bajado en relación con los peores momentos, es por el desaliento y abandono de
quienes hace un tiempo buscaban algún puesto de trabajo. Las ventas se
mantienen en un estado de languidez, mientras los mercados inmobiliarios no se
recuperan. La dura puja partidaria en torno al “techo” de endeudamiento público
no ha terminado. Los “mercados” –o sea, los capitales especulativos – demandan
a la Reserva Federal una nueva “relajación cuantitativa”, eufemismo de una
tercera emisión masiva de fondos para estimular el mercado accionario. Y allí
se agota el repertorio de políticas públicas anticrisis.
La caída del precio del petróleo en los últimos meses
está mostrando tanto el nivel de actividad decreciente a nivel global como las
expectativas sombrías sobre el escenario próximo. Ni China ni India están
pudiendo evitar los impactos contractivos y América del Sur deberá reforzar
aceleradamente sus políticas defensivas y de estímulo de la actividad interna
para mitigar el impacto de esta nueva contracción del escenario global.
Los réditos de la
inseguridad.
Cada punto que se incrementa el costo de la deuda de los
países que dependen del financiamiento internacional es un punto de ganancia
adicional para el capital financiero. Cuanto más se degradan las deudas
soberanas, más rentabilidad tienen los prestamistas. Luego del escandaloso
episodio con el banco Barclays, uno de los mayores de Gran Bretaña, que ha
manipulado nada menos que la tasa Libor –referencia para múltiples operaciones
financieras a nivel global –, sería interesante indagar sobre qué significa y
qué funcionalidad tienen las sucesivas rondas de “incertidumbre” que aquejan a “los mercados” y los llevan a
incrementar sin pausa las tasas que les cobran a casi todos los Estados,
incluido Estados Unidos. Es claro que hay una circularidad en todo este
proceso, y que es necesario dejar de pensar a los “mercados” como actores
pasivos y objetivos de una realidad sobre la que no intervienen. Son actores
principales, y responsables centrales del drama económico mundial.
Así como la incertidumbre y el miedo incrementan la
ganancia de los “mercados”, también se acentúa el poder político de Alemania en
la Eurozona, al constituirse en el único dador de seguridad simbólica, aunque
generador de inseguridad material por las políticas que impone a los países
avasallados.
Soluciones
que no solucionan.
Es difícil resumir la cantidad de cumbres y reuniones de
los últimos meses en las que se estuvo por arribar a soluciones “definitivas”
que concluyeron en la nada. La ilusión más importante que sobrevuela Europa es
la “mutualización” de las deudas, o sea, que el conjunto de las deudas públicas
de la Zona Euro sean asumidas por todas las economías de esa zona, o dicho más
crudamente, por Alemania y otros países ricos del norte. Es claro que, en el
corto plazo, la emisión de “euro-bonos”
en reemplazo de los títulos de deuda individual de los países de la Zona Euro
bajaría la fiebre especulativa contra España, Italia y otros países,
proporcionando un nuevo motivo de algarabía transitoria a los mercados. Pero no
solucionaría el problema, y sobrecargaría con costos financieros más elevados y
exigencias contractivas a los países que menos han estado sometidos a los
“mercados” financieros. Alemania se niega a eso, y reclama que Bruselas
controle rigurosamente –en su nombre – la política monetaria y fiscal de toda
la Euro zona, haciendo cirugía institucional en los países del área, como paso
previo a considerar alguna solución más convincente. Los nuevos controles
previstos por la tecnocracia europea incluyen nuevos recortes presupuestarios y
desestímulos a la economía real en toda la región. Si bien Francia ha intentado
recientemente introducir un discurso más expansivo, políticas de estímulo
serias no aparecen. La morosidad para adoptar las medidas que se van acordando
contribuye a que sucesivos países pasen a ser hostigados por los prestamistas y
puestos en dirección de la cesación de pagos. Para evitar el “peligro”, se
introducen reformas neoliberales de largo alcance, sin que se supere el
problema original.
Países
residuales.
En Grecia ya
no tiene sentido hacer análisis económicos. La economía griega simplemente no
puede aguantar las medidas que le impuso la tríada UE-BCE-FMI. La muy
alta votación en las recientes elecciones del frente antiajuste Syriza
lo coloca como un claro protagonista político en el corto plazo. Es
característico de esta coyuntura que ese frente de “izquierda radical”, como
trata de estigmatizarlo la prensa, haya representado la sensatez económica y
social, mientras que los partidos “moderados” representen hoy el
fundamentalismo del mercado, que no acepta soluciones realistas que afecten sus
“derechos de propiedad”. La trabajosa victoria de los partidos que aceptan el “memorándum”
no ha despejado el camino hacia la salida de la crisis del país. Es tan sólo el
comienzo de una serie interminable de problemas que irán surgiendo a medida que
se acentúen los daños económicos y sociales, y no se aporte ningún alivio
concreto.
En España, la
situación patrimonial de la banca es sumamente endeble, dado que una parte
significativa de sus activos se ha evaporado debido al derrumbe de la
cotización de las propiedades inmobiliarias, y los deudores hipotecarios
muestran crecientes dificultades para el pago de las cuotas. El préstamo de 100
mil millones de euros que ha otorgado la UE alejará la posibilidad de
impagos por parte de la banca española... a los bancos de los países del norte
de Europa. Es por ese “salvataje” que el gobierno español admitió la cesión a
la Eurozona de instrumentos clave de su política económica. La
tecnocracia europea ya tiene enfocados diversos “costos” a suprimir en la
economía española, entre los que figuran los de las “autonomías” y el
seguro de desempleo.
Quieren avanzar en reducir los gastos de las
administraciones regionales en las que se ha basado el equilibrio político español de la etapa pos-franquista. Para
viabilizar los pagos externos, pondrían políticamente en crisis al país.
También reducirán las prestaciones por desempleo, haciendo más precario y
dramático el cuadro social. La UE exige que las entidades financieras pasen a
pérdida las deudas con decenas de miles de pequeños ahorristas españoles, que
verán drásticamente recortado su patrimonio. Los consumidores, a su vez,
observarán un salto en los precios producto del aumento del IVA, mientras se
contraen sus ingresos, especialmente los de los funcionarios públicos.
La fundamentación técnica de las medidas es insostenible,
pero no cabe duda de que es el sueño de ingeniería social más retrógrado que la
derecha española y europea pudieran imaginar. Y sienta precedentes para nuevas
rondas de degradación en otros próximos países a ajustar.
Conclusiones.
Los países que reciben el “rescate” quedan con su
economía intervenida por una tecnocracia externa, sometidos a severos planes de
recortes presupuestarios, de reducción de derechos sociales y a políticas de
contracción económica permanente. Deben limitarse a administrar ordenadamente
el estancamiento, cuando no la decadencia. Se provoca la degradación de las
condiciones materiales de la mayoría de la población y los jóvenes son
despojados de un horizonte de progreso, aunque sea mínimo.
Hoy, la política de la UE transforma a sociedades
vitales en países residuales. Los países dejan de existir como entidades
políticas soberanas para transformarse en máquinas recaudatorias para
tranquilizar a los financistas.
En el nuevo esquema de poder que se está ejecutando en Europa,
los países intervenidos por las autoridades europeas dejan sus principales
políticas en manos de la burocracia de
Bruselas, que a su vez responde especialmente a los principales gobiernos
del norte, que están tomando como causa nacional las necesidades de los bancos
y los capitales acreedores. En esa región, las políticas públicas se están
privatizando a través de una extendida y difusa cadena de mandos. El
crecimiento, el Estado de Bienestar y la propia esencia de la democracia –el
autogobierno de la sociedad – están siendo derogadas hasta nuevo aviso.
El experimento ultraconservador europeo está contribuyendo a estancar la economía global y a
crear desafíos mayores para las regiones no subordinadas a esa lógica de
dominación. Las perspectivas globales son de una creciente conflictividad
social, renovada incertidumbre económica y una mayor tensión sistémica, que inducirá a nuevas rupturas y
configuraciones que hoy sólo son juegos de política ficción.
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* Economista.
El presente artículo fue desarrollado en el marco del
Programa Interdisciplinario para el Seguimiento de la Crisis del Orden
económico mundial (Pisco), que el autor coordina en la Universidad Nacional de
General Sarmiento.
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