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Desde esa época,
el FMI, apoyado por el Banco Mundial, impone los planes de ajuste estructural. Un país endeudado que se
niega al ajuste estructural se ve amenazado con la detención de los préstamos del FMI y de los gobiernos del
Norte. Se puede afirmar sin riesgo a equivocarse que quienes, a partir de
1982, proponían a los países de la periferia que dejaran de pagar sus deudas y
que constituyeran un frente de los países deudores tenían razón. Si los países del Sur hubieran instaurado
ese frente, habrían sido capaces de dictar sus condiciones a acreedores
desesperados. Al optar por la vía del reembolso, bajo las horcas caudinas del
FMI, los países endeudados han transferido hacia el capital financiero del
Norte el equivalente de varios planes
Marshall. Las políticas de ajuste han implicado el abandono progresivo de
elementos clave de la soberanía nacional, lo que ha desembocado en un aumento
de la dependencia de los países concernidos hacia los países más
industrializados y sus multinacionales. Ninguno de los países que haya aplicado
el ajuste estructural ha podido sostener de forma duradera una tasa de
crecimiento elevada. Las desigualdades sociales han aumentado en todas partes.
Ningún país “ajustado” constituye una excepción.
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La troika, el gobierno de las élites político-financieras - Comisión Económica Europea, Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional. Responsables de la imposición de políticas a de austeridad en contra los intereses y derechos de los trabajadores, juventud y ciudadanos. Ha originado el desempleo, pobreza extrema más grande de todos los tiempos en Europa.
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Del sur al norte: crisis de la deuda y programas de ajuste. Deuda
Ilegítima.
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Eric Toussaint. Rebelión.
CADTN Rebelión viernes 27
de junio del 2014.
Este texto pone en evidencia las similitudes de las políticas impuestas
a los pueblos del Norte y del Sur del planeta a partir del gran giro neoliberal
de los años 1980. Si bien fue escrito en julio de 2000, ningún retoque es
necesario para presentar y analizar el desarrollo de los acontecimientos del
período 1980-2000 en materia de austeridad y de endeudamiento. Su contenido
tiene la ventaja de mostrar que las políticas aplicadas progresivamente a
partir de 2008 en Grecia, en Europa
occidental y en los Estados Unidos constituyen la profundización de una
ofensiva iniciada tres decenios antes. Los argumentos utilizados por los
gobiernos y los organismos internacionales que los aplican no han cambiado
verdaderamente, lo mismo que las recetas utilizadas.
A partir de los años 1980,
la crisis del endeudamiento público, tanto de los países del Tercer Mundo y del Este como de los
países industrializados, ha sido sistemáticamente utilizada para imponer
políticas de austeridad en nombre del ajuste. Acusando a sus predecesores de
haber vivido “por encima de sus posibilidades” recurriendo demasiado fácilmente
al empréstito, la mayor parte de los gobiernos en funciones desde entonces han
infligido progresivamente un “ajuste”
de los gastos públicos, los sociales en particular, como si se tratara de
ajustar un cinturón apretándole uno o dos agujeros.
Por lo que se refiere al Tercer
Mundo y el Este, el formidable crecimiento de la deuda pública comenzó a
finales de los años 1960 y desembocó en una crisis de pagos a partir de 1982.
Este endeudamiento tiene responsables. Se encuentran esencialmente en los
países más industrializados: los bancos privados, el Banco Mundial y los gobiernos
del Norte que prestaron literalmente a espuertas centenares de miles de
millones de eurodólares y de petrodólares.
Para colocar sus excedentes de capitales y de mercancías, esos
diferentes actores del Norte prestaron a tasas de interés muy bajas. La deuda
pública de los países del Tercer Mundo y
del Este fue así multiplicada por doce entre 1968 y 1980. En los países más industrializados, el endeudamiento
público aumentó igualmente con fuerza durante los años 1970, al intentar
responder los gobiernos al final de los “treinta gloriosos” años de posguerra
con políticas keynesianas de relanzamiento de la máquina económica.
Un giro histórico se emprendió en 1979,
1980, 1981, con la llegada al poder de Thatcher
y de Reagan, que a partir de entonces aplicaron a gran escala las políticas
soñadas por los neoliberales.
De entrada, procedieron en particular a una muy fuerte subida de las
tasas de interés, que obligó a los poderes públicos endeudados a transferir a
las instituciones financieras privadas montantes colosales. A partir de ese
momento, a escala planetaria, el reembolso de la deuda pública constituyó un
poderoso mecanismo de bombeo de una parte de las riquezas creadas por los
trabajadores asalariados y los pequeños productores en beneficio del capital
financiero.
Esas políticas, dictadas por los neoliberales, iniciaban una formidable
ofensiva del capital contra el trabajo. Endeudados, los poderes públicos se
pusieron a reducir los gastos sociales y de inversión, para “equilibrar” las
cuentas; luego, recurrieron a nuevos préstamos, para hacer frente a la subida
de las tasas de interés: es el famoso efecto “bola de nieve”, vivido en los cuatro puntos del planeta durante
los años 1980. Es decir, un aumento mecánico de la deuda causado por el efecto
combinado de las tasas de interés elevadas y de los nuevos préstamos necesarios
para el reembolso de los préstamos anteriores.
Para pagar la deuda pública, los gobiernos se sirvieron abundantemente
de los impuestos, cuya estructura fue modificada de forma regresiva en el curso
de los años 1980-1990: la parte de los ingresos fiscales provenientes de los
impuestos sobre las rentas del capital disminuyó, mientras que aumentaba la
parte de los ingresos provenientes de los impuestos sobre el trabajo
asalariado, de una parte, y sobre el consumo de masas, vía la generalización
del IVA y el aumento de los impuestos indirectos, de otra.
En definitiva, el Estado quitó a los trabajadores y a los pobres para
dar a los ricos, al capital: exactamente lo contrario de una política
redistributiva, que debería ser, sin embargo, la preocupación principal de los
poderes públicos…
La crisis de la deuda pública de los años 1980 está íntimamente ligada
al proceso de desreglamentación que preside la mundialización neoliberal. En
efecto, el aumento colosal del endeudamiento público, a finales de los años
1960 y comienzos de los años 1980 fue pareja con el desarrollo del mercado de
los “eurodólares”, es decir una de las primeras etapas de la desreglamentación
del sistema monetario internacional y de los mercados de cambios.
La Ciudadanía en España, por razones de ser las
primeras víctimas directas de las políticas de austeridad, el desempleo, pobreza extrema y "asesinato" político de toda una generación de juventud. Sus luchas y
movilizaciones diarias, en las calles y plazas públicas, está en proceso de ser los
Nuevos Sujetos Sociales (sujetos políticos) contra las políticas neoliberales de la Troika.
***
Importancia
estratégica del ajuste estructural en los países de la periferia.
Las políticas de ajuste estructural comenzaron a ser aplicadas en los países de
la periferia justo después del estallido de la crisis de la deuda en agosto de
1982. Constituyeron la prosecución, bajo una forma nueva, de una ofensiva que
había comenzado unos quince años antes.
¿Qué estaba en juego en esta ofensiva?
Para los estrategas de los gobiernos del Norte y de las instituciones
financieras multilaterales a su servicio, comenzando por el Banco Mundial,
imperativamente había que responder a un desafío, la pérdida de control sobre
una parte creciente de la periferia: entre los años 1940 a los 1960, se fueron sucediendo las independencias asiáticas
y africanas, el bloque del Este europeo se había ampliado, las revoluciones
china, cubana y argelina habían triunfado, habían aparecido políticas
populistas y nacionalistas, puestas en marcha por regímenes capitalistas de la
periferia -del peronismo argentino al
partido del Congreso indio de Nehru, pasando por el nacionalismo nasseriano-…
En definitiva, nuevos movimientos y organizaciones se habían desarrollado un
poco en todas partes a escala internacional, constituyendo otros tantos
peligros para la dominación de las principales potencias capitalistas.
Los préstamos masivos concedidos, a partir de la segunda mitad de los
años 1960, a un número creciente de
países de la periferia (comenzando por los aliados estratégicos, el Congo de
Mobutu, la Indonesia de Suharto, el Brasil de la dictadura militar, llegando
hasta países como Yugoslavia y México) juegan el papel de lubrificante de un
poderoso mecanismo de recuperación del control. Esos préstamos concretos tenían
por objetivo el abandono por esos países de su política nacionalista y una
conexión más fuerte de las economías de la periferia al mercado mundial
dominado por el centro. Se trata igualmente de asegurar el aprovisionamiento de
las economías del Centro en materias primas y en combustibles. Poniendo los
países de la periferia progresivamente en competencia los unos con los otros,
incitándoles a “reforzar su modelo
exportador”, el objetivo era hacer bajar los precios de los productos que
exportaban y, por consiguiente, reducir los costes de producción en el Norte y
aumentar en él la tasa de ganancia. Se
trataba en fin, en un contexto de ascenso de las luchas de emancipación de los
pueblos y de guerra fría con el bloque del Este, de reforzar la zona de
influencia de los principales países capitalistas. Ciertamente, no se puede
afirmar que hubo por parte de los bancos privados, del Banco Mundial y de los gobiernos del Norte, la puesta en marcha de
un complot. Pero no deja de ser cierto que un análisis de las políticas
seguidas por el Banco Mundial y por
los principales gobiernos de los países industrializados en materia de
préstamos a la periferia muestra claramente que esos actores perseguían
objetivos estratégicos.
El Banco Mundial, uno de los grandes responsables
de la crisis actual y las graves consecuencias en contra de la Ciudadanía. Su
misión estratégica global, es absolutamente distinta, desde su propio
nacimiento en 1944. Hoy sus políticas son un completo fracaso político.
***
La crisis que estalla en 1982 es
el resultado del efecto combinado de la bajada de los precios de los productos
exportados por los países de la periferia hacia el mercado mundial y de la
explosión de las tasas de interés. De un día para otro, hay que pagar más con
ingresos que disminuyen. De ahí, el estrangulamiento. Los países endeudados
anuncian que están confrontados a dificultades de pago. Los bancos privados del
centro se niegan inmediatamente a conceder nuevos préstamos y exigen que se les
paguen los antiguos. El FMI y los
principales países capitalistas industrializados adelantan nuevos préstamos
para permitir a los bancos privados recuperar su apuesta y para impedir una
sucesión de quiebras bancarias.
Desde esa época, el FMI,
apoyado por el Banco Mundial, impone
los planes de ajuste estructural. Un país endeudado que se niega al ajuste
estructural se ve amenazado con la detención de los préstamos del FMI y de los
gobiernos del Norte. Se puede afirmar sin riesgo a equivocarse que quienes, a
partir de 1982, proponían a los países de la periferia que dejaran de pagar sus
deudas y que constituyeran un frente de los países deudores tenían razón. Si
los países del Sur hubieran instaurado ese frente, habrían sido capaces de
dictar sus condiciones a acreedores desesperados.
Al optar por la vía del reembolso, bajo las horcas caudinas del FMI, los
países endeudados han transferido hacia el capital financiero del Norte el equivalente de varios planes Marshall.
Las políticas de ajuste han implicado el abandono progresivo de elementos clave
de la soberanía nacional, lo que ha desembocado en un aumento de la dependencia
de los países concernidos hacia los países más industrializados y sus
multinacionales. Ninguno de los países que haya aplicado el ajuste estructural
ha podido sostener de forma duradera una tasa de crecimiento elevada. Las
desigualdades sociales han aumentado en todas partes. Ningún país “ajustado” constituye una excepción.
Los nuevos préstamos concedidos por el FMI desde 1982 persiguen
tres objetivos: 1) establecer las reformas estructurales impuestas por el
ajuste; 2) asegurar el reembolso de
la deuda contratada; 3) permitir
progresivamente a los países endeudados tener acceso a los préstamos privados
vía los mercados financieros.
Sus dirigentes, los del Fondo Monetario Internacional, los primeros
responsables del fracaso de las políticas de austeridad, comparte esta
responsabilidad con el Banco Central Europeo y la Comisión Económica Europea.: La Troika, es en
vivo y directo la imposición de las políticas de la Sra Canciller Alemana.
***
¿En qué consiste
este “ajuste”?
El ajuste estructural comprende dos
grandes tipos de medidas. Las primeras son
medidas de choque (generalmente la devaluación de la moneda y la subida de
las tasas de interés en el interior del país concernido). Las segundas son reformas estructurales (privatización, reforma
fiscal, etc.). Las devaluaciones impuestas por el FMI han alcanzado
regularmente tasas del 40% al 50%. Intentan hacer más competitivas las
exportaciones de los países concernidos, de forma que aumenten las entradas de
divisas necesarias para el reembolso de la deuda. Otra ventaja, no despreciable
desde el punto de vista de los intereses del FMI y de los países más
industrializados: provocan una bajada del precio de los productos exportados
por los países del Sur.
Para estos últimos tienen efectos más negativos: engendran una explosión
del precio de los productos importados en su propio mercado y deprimen por ello
la producción interna. Así, no solo sus costes de producción aumentan, tanto en
la agricultura como en la industria y el artesanado -esto tanto más en la
medida que incorporan ya numerosos recursos importados como consecuencia del abandono
de las políticas “autocentradas”-,
sino que el poder de compra de la gran masa de sus consumidores se estanca (el FMI prohíbe toda indexación de los
salarios). Además, esas devaluaciones provocan un agravamiento de las
desigualdades en el reparto de las rentas, pues los capitalistas, que disponían
de liquidez, tomaron cuidado de comprar divisas extranjeras antes de su
aplicación. Así, en el caso por ejemplo de una devaluación del 50%, el valor de
su liquidez se duplicaba.
La política de tipos de interés
elevados, por su parte, no hace sino aumentar la recesión interna: el campesino
o el artesano, que debe pedir prestado para comprar los recursos necesarios
para su producción, duda en hacerlo o reduce su producción por falta de medios.
Por el contrario, el capital rentista prospera. El FMI justifica estos
tipos elevados afirmando que atraerán a los capitales extranjeros de los que
tiene necesidad el país. En la práctica, los capitales que son atraídos por
tales tipos son volátiles y toman rumbo a otros cielos al menor problema o
cuando aparece una mejor perspectiva de ganancia.
Otras medidas de ajuste específicas de los países de la periferia: la
supresión de los subsidios a ciertos bienes y servicios básicos y la
contrarreforma agraria. En la mayor parte de los países del Tercer Mundo, la alimentación básica (pan,
tortilla, arroz…) está subvencionada para impedir fuertes subidas de precios. A
menudo este es también el caso en lo que se refiere al transporte colectivo, la
electricidad y el agua. El FMI y el Banco Mundial exigen sistemáticamente la
supresión de tales subsidios, lo que provoca un empobrecimiento de los más
pobres y algunas veces revueltas por hambre.
En materia de propiedad de la tierra, el FMI y el Banco Mundial han lanzado una ofensiva a largo plazo que
intenta hacer desaparecer toda forma de propiedad comunitaria. Es así como han
obtenido la modificación del artículo de la Constitución mexicana que protegía
los bienes comunales (ejidos). Y uno de los grandes temas sobre los que
trabajan hoy estas dos instituciones es la privatización de las tierras
comunitarias o estatales en el África subsahariana…
Sra. Merkel: Su "triunfo" político es evidente, logro
dominar a todos los políticos de la Unión Europea, al extremo que sus políticas
en la práctica borraron del mapa político a los socialistas franceses, a
los social-demócratas, así como la mayoritaria elección de la extrema derecha
política en el Euro-Parlamento. Pero también (in)surgen nuevas tendencias
políticas de la “nueva” izquierda democrática y revolucionaria.
***
Medidas de ajuste
comunes al Norte y al Sur.
La reducción del papel del sector público en la economía, la disminución
de los gastos sociales, las privatizaciones, la reforma fiscal favorable al
capital, la desreglamentación del mercado de trabajo, el abandono de aspectos
esenciales de la soberanía de los Estados, la supresión de los controles de
cambio, el estímulo del ahorro-pensión por capitalización, la desreglamentación
de los intercambios comerciales, el impulso de las operaciones bursátiles...
Todas esas medidas son aplicadas en el mundo entero a dosis que varían según
las correlaciones de fuerzas sociales. Lo que llama la atención es que desde Malí a Inglaterra, de Canadá a Brasil, de Francia a Tailandia, de
Estados Unidos a Rusia se constata una profunda similitud y una
complementariedad entre las políticas llamadas de "ajuste
estructural", en la periferia, y las bautizadas en el centro como de "saneamiento",
"austeridad" o "convergencia".
En todas partes, la crisis de la deuda pública ha servido de pretexto
para el lanzamiento de tales políticas. En todas partes el pago de la deuda
pública representa un engranaje infernal de transferencia de las riquezas en
beneficio de los detentadores de capital. François
Chesnais resume la situación en unas frases:
"Los mercados de
títulos de deuda pública (los mercados obligaciones públicas), puestos en pie por los
principales países beneficiarios de la mundialización financiera y luego
impuestos a los demás países (sin demasiadas dificultades muy frecuentemente)
son, según dice incluso el propio Fondo Monetario Internacional, la piedra "angular" de la
mundialización financiera. Traducido a un lenguaje claro, es exactamente el
mecanismo más sólido, puesto en pie por la liberalización financiera de
transferencia de riquezas de ciertas clases y capas sociales y de ciertos
países hacia otros. Atacar a los fundamentos del poder de las finanzas supone
el desmantelamiento de esos mecanismos y, por tanto, la anulación de la deuda
pública, no solo la de los países más pobres, sino también la de todos los
países cuyas fuerzas sociales vivas se niegan a que el gobierno continúe
imponiendo la austeridad presupuestaria a los ciudadanos para pagar los
intereses de la deuda pública".
Los planes de ajuste estructural y demás planes de austeridad
constituyen una máquina de guerra que intenta destruir todos los mecanismos de
solidaridad colectiva (desde los bienes comunes al sistema de pensión por
reparto) y someter todas las esferas de la vida humana a la lógica mercantil.
El sentido profundo de las políticas de ajuste estructural es la supresión
sistemática de todas las trabas históricas y sociales al libre despliegue del
capital para permitirle proseguir su lógica de beneficio inmediato, cualquiera
que sea su coste humano o medioambiental.
Hay que romper con esta lógica, abandonar las políticas de ajuste
estructural, en cualquier lugar que se apliquen, y reconstruir un conjunto de
mecanismos de control del capital de forma que se dé prioridad a la Humanidad. De
ahí la importancia de crear colectivamente, gracias a solidaridades Norte/Sur,
Este/Oeste, nuevas redes de lucha ciudadana. Las múltiples resistencias de las que este
libro se hace eco pueden desembocar en un nuevo proyecto emancipador.
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Traducido por Alberto
Nadal.
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