martes, 26 de agosto de 2014

FRANCIA. CRISIS POLÍTICA. HOLLANDE SACÓ DEL GOBIERNO A LOS ANTIAJUSTE. (Se destruye el Socialismo francés).

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El Socialismo francés, hace cerca de dos años, llevó a la Presidencia de la República al Sr. Francois  Hollande, militante socialista, triunfo electoral aplastante ante la debacle histórica de la derecha política del Sr. Sarkozy, como responsable de la crisis estructural del sistema capitalista, la misma que se manifestó en despidos de miles de trabajadores, cierre de empresas, aumento considerable de la pobreza y la extrema pobreza, en especial de los migrantes, sectores sociales conocidos como Los 3 Sin: sin trabajo, sin vivienda y sin papeles. Sin embargo, la crisis toco fondo, en relación a la juventud, la más castigada socialmente en todo la zona-euro, epicentro de la Poli-crisis. El socialismo francés, - último grito de libertad y humanismo, ante el fracaso definitivo de la social-democracia europea - ofreció en su campaña a los ciudadanos galos, inversión, crecimiento con empleo y mayor presencia del Estado. No. No a las fracasadas políticas de  austeridad, vigentes en “esos” tiempos en varios países europeos, impuestas por la Troika – el gobierno del Banco Central Europeo, de la Comisión Económica Europea y el Fondo Monetario Internacional – gobierno de las elites financieras del capital corporativo global e increíblemente bandera de “triunfo” de la Sra. Canciller de Alemania Ángela Merkel. El Sr. Presidente Hollande “juró” ante el pueblo francés, derrotar la crisis en su país, derrotar el neoliberalismo y sus políticas salvajes. Los ciudadanos galos, pusieron fuerza, energía y dignidad de absoluta Confianza Política en el Socialismo francés y su candidato – después Presidente – el Sr. F. Hollande – pero una vez gobernante, fue fácil “bocadito” y presa del neoliberalismo y los “viejos”  y desprestigiados gobernantes de entonces en Europa. Real y objetivamente fue una decepción política de un hombre que como muchos otros en el mundo de la política, su palabra es letra muerta y sus ofrecimientos son más de lo mismo que prometen el conjunto de manipuladores, extorsionadores y destructores de la Política como Ciencia, como Pedagogía, como arte de gobernar con eficiencia y eficacia, con capacidad, responsabilidad, confianza y altos niveles de participación de la Ciudadanía francesa.


Presidente de Francia. Francois Hollande. De Socialista a neoliberal. Perdió la oportunidad política e histórica de reconstruir el socialismo europeo, después de la debacle política de la social-democracia. Hoy ambas corrientes políticas descansan en el cementerio de los derrotados, de los "asesinados", por sus propias manos y sus propias ideas. Q.D.D. G.  víctimas de la crueldad de farsantes, mentirosos, traidores y falsos caudillos.
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Sin embargo, al entrar a gobernar, le faltó capacidad política, visión  de futuro, confianza social de su pueblo en sus políticas e instituciones, pero lo que realmente estuvo ausente y sigue y continuará es decidirse a cambiar y transformar las políticas públicas de Estado. Cuando se elige un Mandatario y su equipo de gobernantes, no estamos eligiendo a caudillos, farsantes y personas sin responsabilidad social y compromiso político con su pueblo. Las elecciones municipales de hace unos meses fue el toque de inicio de algo terrible que se venía y fueron al final las elecciones al Euro-Parlamento, donde la derecha, la extrema derecha de la Sra Le Pen ganó la mayoría de representación política al igual que la totalidad de países donde hoy se ha centrado la crisis estructural multidimensional. Pero a pesar de los acontecimientos políticos –verdaderos terremotos que sacudían la estructura del socialismo francés, el Presidente – nuevo militante, discípulo del neoliberalismo y de la Sra. Canciller de Alemania, no asumía la más mínima responsabilidad frente a tales acontecimientos políticos que estaban destruyendo el socialismo, No se oye padre, seguro decía el Presidente, -un hombre fraguado en la lucha, no fue un improvisado, menos invitado, fue un militante de su partido - incluso acusado de doble vida amorosa y desestabilización familiar, pero continúa con más de lo mismo: aumenta a cifras nunca antes vista el desempleo, la pobreza, la extrema pobreza, una generación de su juventud está siendo “asesinada” por sus políticas fracasadas de austeridad. Finalmente el golpe  decisivo, vino del centro de su propio gobierno, el Ministro de Economía, comenzó a cuestionar las políticas de austeridad y criticó al gobierno de esta continuidad destructiva de las relaciones sociales con la ciudadanía. El primer Ministro, Sr. Manuel Valls – no socialista, “centrista”, invitado después del fracaso electoral municipal, simplemente presentó la renuncia del Consejo de Ministros. La crisis estructural multidimensional, continuará, mientras continúe el miedo, la incapacidad, la falta de confianza en su pueblo. Sr. Presidente Hollande pasará a la historia política por haber sido el enterrador final del socialismo francés – el último que aún presentaba signos políticos – de hacerle oposición y lucha política al neoliberalismo destructivo, salvaje e inhumano.

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Según las instrucciones del jefe del Estado, Manuel Valls debe formar un “equipo coherente con las orientaciones. de las políticas neoliberales y fiel al dogmatismo de las políticas de la troika europea y de la Canciller Alemana Sra Ángela Merkel.
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FRANCIA. CRISIS POLÍTICA. HOLLANDE SACÓ DEL GOBIERNO A LOS ANTIAJUSTE. (Se destruye el Socialismo francés).
El ministro de Economía francés, Arnaud Montebourg, era paradójicamente critico de la política de recortes.
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El premier Manuel Valls aceptó la renuncia de su Ejecutivo luego de un fin de semana durante el cual los representantes socialistas más progresistas criticaron las políticas de austeridad. Valls presentará un nuevo gobierno acorde a la línea centrista liberal.

Eduardo Febbro

Desde París martes 26 de agosto del 2014.
La guerra de las izquierdas francesas y su objeto de discordia central, la austeridad, derribó al segundo gobierno del presidente francés, François Hollande. El primer ministro, Manuel Valls, aceptó la renuncia completa de su Ejecutivo luego de un fin de semana durante el cual los representantes más progresistas del gabinete criticaron la continuidad de las políticas de ajuste y pidieron un cambio de rumbo. La paradoja es tan extravagante como despiadada: el encargado de lanzar el ataque fue quien era hasta el domingo el ministro de Economía, Arnaud Montebourg, o sea el encargado de esa política económica. El ex ministro es conocido por sus posiciones contrarias al dogma liberal, por sus ataques contra la globalización y sus posiciones a favor de un “capitalismo cooperativo”. Montebourg dio una entrevista al vespertino Le Monde en donde declaró que era preciso dejar de lado “la reducción del déficit”. Luego agregó que “la reducción forzada de los déficit públicos es una aberración económica, un absurdo financiero y un siniestro político”. Ante el socialismo militarizado de Valls y la línea asumida junto a Hollande, en la cual prevalece ante todo el rigor presupuestario, sus días estaban contados. El presidente francés ya había aclarado que no había “escapatoria” a esa política, mientras que Valls ratificó que los cambios estaban “excluidos”, al tiempo que trató de “irresponsables” a los actores rebeldes del Partido Socialista que lleva un tiempo exigiendo otro horizonte.
La tempestad decapitó al gobierno formado hace cinco meses, justo después de las calamitosas elecciones municipales que podaron de centenas de municipios al PS francés. La contradicción entre las promesas electorales –“mi enemigo es la finanza”, había dicho Hollande– y la realidad del ejercicio del poder tornó insalvable la convivencia entre los dos grupos. El giro liberal de Hollande dejó primero al país atónito y ahora lo encierra en una cuenta regresiva que el diario Le Monde resume en su editorial como “la última posibilidad de salvar la presidencia”. La situación era insostenible. La protesta se había limitado hasta ahora a los parlamentarios del PS. Pero cuando atravesó la línea roja y se instaló en el corazón del gobierno, Hollande y su primer ministro no dudaron en amordazar el debate y sacrificar a quienes lo alimentaban. Cueste lo que cueste, los dos responsables mantienen el surco: austeridad (50 mil millones de euros de recorte en tres años) y reactivación de la economía a partir de la oferta mediante un costoso programa de respaldo a las empresas, el polémico “pacto de responsabilidad”. Montebourg no es el único que se baja del obediente barco de Hollande y Valls. La ministra de Cultura, Aurelie Filippetti, anunció que no formaría parte del próximo Ejecutivo. Benoît Hamon, el ministro de Educación y también miembro de los rebeldes, está igualmente en tela de juicio.
Según las instrucciones del jefe del Estado, Manuel Valls debe formar un “equipo coherente con las orientaciones”. La socialdemocracia de François Hollande y Manuel Valls es muy poco contemplativa. Quien no está de acuerdo, tiene que callarse, es un “irresponsable”, no entiende que sin las reformas la izquierda “puede desaparecer” (según Valls), o se topa con el portazo retórico según el cual “no existe otra salida a la crisis”. Montebourg y Hamon representaban la garantía dada al ala izquierda del PS. Con su salida de escena, el mandatario termina de aislar a quienes contribuyeron a su victoria en mayo de 2012: lo primero que hizo fue desairar al Frente de Izquierda de Jean-Luc Mélenchon, después eliminó a los ecologistas del gobierno, más tarde deslegitimó a los senadores progresistas del PS y ahora expulsa a los irreductibles. Una de las representantes más sólidas del ala izquierda del PS, Marie Noëlle Lienemann, juzgó que Hollande se encontraba “como un rey desnudo”. La mayoría socialista en la Asamblea Nacional puede tornarse inestable. Al principio, los opositores socialistas a la línea centrista liberal eran un puñado, luego pasaron a ser decenas. A ellos se les fueron sumando los diputados ecologistas y comunistas. El alejamiento de Montebourg traza una frontera cada vez más profunda entre el mandatario y sus decepcionadas tropas. La amenaza de una disolución de la Asamblea Nacional entra hoy en todos los cálculos.
El debate en torno a la austeridad envenena a la izquierda europea desde hace años. El cruce de ideas se tradujo en Francia por una ruptura insólita en el seno de un mismo partido. “La izquierda está en peligro de muerte”, decía Valls cada vez que defendía sus reformas como condición de la supervivencia de la socialdemocracia. Desde luego, respondía Montebourg, pero es a causa de esas reformas que se muere. “Las políticas de rigor no funcionan, y además son injustas”, dijo el ex ministro al despedirse de su cargo.
Rigor presupuestario, reformas estructurales de corte liberal, compromisos con el empresariado: el cóctel irreductible de la política europea ha hundido el crecimiento, el mercado del trabajo y hasta un gobierno de retórico perfil socialista. Paladín de la eurohostilidad, muy crítico de Alemania y de la Comisión Europea, Montebourg era un incómodo ministro de cara a la agenda reformista y estranguladora de Bruselas. La prensa liberal de Europa exulta de alegría con su renuncia. Su alejamiento, así como el de los otros ministros contestatarios, es una señal de derrota y resignación de parte de un hombre (Hollande) que se había presentado como la alternativa socialdemócrata al pensamiento único del euroliberalismo. Junto con Valls, Hollande terminó encarnando una socialdemocracia de cuartel, autoritaria, intolerante, vacía de todo mensaje y épica política, seca como un pozo prehistórico.
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