Se sabe que el proceso de
gestación y desarrollo de las formaciones sociales capitalistas es muy complejo
y dispar, pero es sobre todo paradójico, porque la integración
de las distintas economías nacionales en
un supuesto único mercado capitalista global viene presentando en la
práctica múltiples modalidades, características e imperfecciones en su
estructuración y funcionamiento sistémico, muy
relacionado con el marco institucional global y (des)regulatorio creado
para tal fin, y a tenor del rol político de hegemonía y subordinación que
cumplen los países, al norte y al sur respectivamente, además de múltiples
eventos ocurridos a través de la historia de la humanidad y que han influido en
ello. Son eventos o sucesos donde han
primado sobre todo intereses de orden económico y geopolítico, a los cuales
se han subordinado las consideraciones de orden social y ambiental, de índole
cultural, ética y las relativas a
soberanía, democracia representativa
y participativa, libertad y derechos humanos fundamentales. Los
analistas más críticos sostienen que el sistema capitalista como tal –de no
cambiar su racionalidad- llegará a un límite en las próximas décadas hasta
hacerse insostenible, por lo que en las condiciones actuales no sería posible
pensar en la construcción de un desarrollo alternativo, con acciones verdaderamente
transformadoras de la sociedad, si antes no se cuestiona el mismo sistema.
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A pesar de un mediano o secundario control, sobre las industrias extractivistas, sobre la explotación tradicional de los recursos naturales - materias primas - biodiversidad - en nuestro país, definitivamente, es letra muerta, y la codicia los conduce a destruir todo lo que encuentra en su paso, el mejor ejemplo es la tala ilegal de madera y la explotación del petróleo en la Amazonía, los recursos naturales para la agro-industria, la pesca, etc., Es el viejo modelo extractivista tradicional, exportador de materias primas y de él no salimos en toda la vida Republicana.
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COOPERACIÓN PARA EL DESARROLLO, MODELO
HEGEMÓNICO Y CRISIS SISTÉMICA: ¿ Círculo perverso?.
*****
ALAI. América latina en Movimiento.
Domingo 14 de septiembre del 2014.
Walter Chamochumbi.
Desde la gran crisis
económica del año 2008 a la fecha, subsisten los elementos de disfuncionalidad
del capitalismo global como parte de una crisis sistémica que agudiza las
brechas de desigualdad social y asimetrías de desarrollo entre los países. El
modelo hegemónico impuesto por los países desarrollados y organismos
multilaterales, continúa basándose en el crecimiento económico y la industria
extractiva a costo de la naturaleza finita, la crisis ambiental y el cambio
climático. De allí que en medio del carácter estructural político e ideológico
del modelo de desarrollo imperante, la cooperación internacional para el
desarrollo puede jugar un rol crucial. Pero para los sectores más críticos
sostienen que hoy en día esta se ha convertido en un instrumento de dominación
y soporte del actual orden político económico mundial.[1]
Modelo hegemónico y rol de
la cooperación para el desarrollo.
Al revisar un polémico
artículo de Irene Maestro y Javier Martínez[2],
sostienen que los cambios ocurridos en la cooperación para el desarrollo han
estado muy relacionados con el contexto global de mercado y el carácter
superestructural político e ideológico del modelo de desarrollo socioeconómico.
Y es que durante las décadas de 1980 y 1990, en plena expansión del proceso de
globalización y la economía de libre mercado, ya vislumbraban lo que hoy
caracterizan como los rasgos principales de la llamada “nueva cooperación para
el desarrollo”, que en general se refiere a una cooperación pro-sistema o
reformista. Las consideraciones principales al respecto nos hemos permitido
resumirlas según lo que a continuación comprenden sus seis tesis para el debate:
1. En
el escenario actual de predominio del capitalismo global, la cooperación ha
dejado de ser “para el desarrollo”, vinculándose directamente a favor o en
contra de la dinámica del sistema. Según este análisis se presenta entonces un
escenario dicotómico sobre el rol político e ideológico de la cooperación:
¿cuál ha sido y cuál debiera ser en adelante su verdadero rol en las acciones
por el cambio y las transformaciones sociales? O bien dentro o fuera del
sistema, pero no entre ambos.
2.
Dados los objetivos que persigue el capitalismo global, requiere de construir
una superestructura política e ideológica que regule (controle) las relaciones
sociales e internacionales para tal fin. Por lo que la cooperación para el
desarrollo se vuelve un instrumento orgánico a las necesidades de este nuevo
orden global. No se trataría entonces de impulsar acciones transformadoras por
el cambio social sino meras acciones mitigadoras, paliativas o de carácter
humanitario. Lo que en esencia significa mantener las condiciones de la
superestructura global asimétrica e inequitativa de desarrollo de los países y
los pueblos.
3.
Dadas las contradicciones que genera el nuevo orden económico global, se
acentúan las brechas sociales, las desigualdades y un clima de mayor
polarización entre ricos y pobres, por lo que también emergen movilizaciones
sociales a contra corriente de la globalización (movimientos anti o alter
globalización). En tal escenario, la cooperación pro-sistema o la reformista
asumirán un papel activo para evitar una mayor profundización y extensión de
los problemas y conflictos sociales.
4.
Dado que la globalización no es más que la universalización del modo
capitalista de producir, distribuir, circular y consumir, la cooperación pro-sistema
o la reformista se insertan inevitablemente en el proceso mismo de extensión e
intensificación del capitalismo global. Y por tanto, se vuelve un importante
instrumento de consolidación del sistema como tal.
5.
Ante la crisis política y de legitimidad social que el proceso de expansión e
intensificación del capitalismo global viene generando entre los países y los
pueblos, y al interior de ellos (“por la consolidación de las relaciones económicas
e institucionales de sus mercados y de la seguridad de la propiedad privada del
capital, entre otros rasgos propios del sistema económico global”), la
cooperación asume un discurso de nueva institucionalidad que en realidad
enmascara el profundo economicismo y la falta de legitimación social y
ambiental del proyecto globalizador.
6.
Dado que el capitalismo global reestructura el sistema mundial perpetuando y
profundizando la pobreza y la desigualdad entre los países, por el contrario,
al mismo tiempo nos ofrece un discurso renovador con aparentes nuevos
contenidos y oportunidades de cambio y transformación para promover el
desarrollo igualitario de los países y pueblos en el nuevo orden económico
neoliberal (un nuevo espejismo de desarrollo). Por lo que de lo anterior, y a
contracorriente de la tendencia económica global, debiera surgir una
cooperación alternativa que en efecto apueste porque “la cooperación para un
desarrollo auténticamente social, humano y sostenible sólo puede orientarse
contra la nueva estructura de ese sistema, y definirse entonces como una
cooperación para la desconexión de ese sistema” (Op cit de Irene Maestro y
Javier Martínez (2006), p.18).
Tala ilegal de la madera en la Amazonía y muerte de
los defensores Ashánincas del medio ambiente. Primero se dio la información en
la prensa a nivel internacional y en nuestro país era totalmente desconocido,
ignorado, por la gran irresponsabilidad que tenemos sobre la defensa y
protección de nuestros recursos naturales. Somos parte de los siete países mega
diversos del mundo. Pero no aprendemos la lección y seguimos regalando nuestros
territorios a las mega-empresas transnacionales.
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Se sabe que el proceso de
gestación y desarrollo de las formaciones sociales capitalistas es muy complejo
y dispar, pero es sobre todo paradójico, porque la integración de las distintas
economías nacionales en un supuesto único mercado capitalista global viene
presentando en la práctica múltiples modalidades, características e
imperfecciones en su estructuración y funcionamiento sistémico, muy relacionado
con el marco institucional global y (des)regulatorio creado para tal fin, y a
tenor del rol político de hegemonía y subordinación que cumplen los países, al
norte y al sur respectivamente, además de múltiples eventos ocurridos a través
de la historia de la humanidad y que han influido en ello. Son eventos o
sucesos donde han primado sobre todo intereses de orden económico y
geopolítico, a los cuales se han subordinado las consideraciones de orden social
y ambiental, de índole cultural, ética y las relativas a soberanía, democracia
representativa y participativa, libertad y derechos humanos fundamentales.
Los analistas más críticos
sostienen que el sistema capitalista como tal –de no cambiar su racionalidad-
llegará a un límite en las próximas décadas hasta hacerse insostenible, por lo
que en las condiciones actuales no sería posible pensar en la construcción de
un desarrollo alternativo, con acciones verdaderamente transformadoras de la
sociedad, si antes no se cuestiona el mismo sistema.
Prospectiva de una
cooperación alternativa para el desarrollo.
Los investigadores Maestro
y Martínez, basados en los postulados de Samir
Amin [3], proponen definir nuevas líneas de acción para lo que denominan “la
desconexión o desvinculación del sistema”. Concepto que no necesariamente
significa autarquía, sino en esencia la supeditación de las relaciones externas
a las necesidades internas del país; es decir, cambiar la lógica de la
extraversión por la del autocentramiento. En ese marco se propone “la
cooperación anti-sistema”, que propone rescatar en el proceso las prácticas
bien intencionadas de la cooperación para el desarrollo (reformista o pro-sistema)
pero reorientándola hacia el objetivo mayor de la transformación para la
desconexión del sistema, o sea, “la cooperación para la desconexión”. Su
propuesta no supone desvincularse o negar el proceso de globalización como tal,
ni supone un afincamiento en el nacionalismo. Al contrario, supone un avance
sustantivo en la perspectiva de construir una globalización alternativa a la
actual, que sin perder de vista lo local “sea solidaria, redistribuya la
riqueza, y en especial, restituya el valor de la naturaleza y lo humano” [4].
Desde esta perspectiva,
resulta audaz la propuesta de una cooperación para la desconexión del sistema,
porque supone la necesidad de redefinir nuevos marcos y parámetros de
relacionamiento de la cooperación al norte y al sur respectivamente, además del
imperativo de realizar una profunda revisión y análisis diferencial de las
proyecciones e intereses políticos económicos, sociales y ambientales de los
países y pueblos. Es decir que siguiendo una línea de base, se deberán resolver
algunas cuestiones fundamentales: ¿Quién determina y prioriza los términos y
las condiciones de la cooperación para el desarrollo? ¿Sobre qué términos y
marcos de referencia sistémica y cultural enfocamos el desarrollo: un modelo
exógeno, endógeno o dialogante? ¿Cuáles pueden ser los límites del
relacionamiento y funcionalidad de una cooperación alternativa para el
desarrollo? ¿Es viable una cooperación alternativa excéntrica al capitalismo
global?
Es cierto que el
capitalismo global ha venido evolucionando cíclicamente desde hace más de
doscientos años, mucho antes que la cooperación al desarrollo, que emerge
recién a partir de la década de 1950. Y también es cierto que las condiciones estructurales
de pobreza y desigualdad de los países no serán resueltas sólo en el ámbito
propio de la cooperación. De hecho se requiere mucho más que ayuda solidaria y
tiene que ver en lo fundamental con voluntad y compromiso político de los
gobiernos, de la clase política y de la acción de la sociedad civil organizada
y movilizada para forjar cambios progresivos en el modelo de desarrollo. De
allí la pertinencia de cuestionar al sistema como tal, desde un nivel
conceptual, principista, organizado y activo, pero, sobre todo, enfatizando en
la dimensión humana y en los derechos fundamentales de los pueblos y del
imperativo de forjar la armonía social con el ambiente.
Puede resultar una utopía
pretender aspirar a la construcción de un modelo de desarrollo alternativo, si
acaso no se comienza a cuestionar y a promover cambios progresivos y profundos
en las estructuras sistémicas del poder político y económico hegemónico: romper
con ese círculo perverso,[5] porque
es ahí donde se encuentra justamente la esencia del problema. De ello quizá
dependerá la posibilidad que una cooperación alternativa para el desarrollo, a
partir de su propio ideario y experiencia concreta con las organizaciones
sociales, pueda recoger, reelaborar y superar los contenidos de su propuesta
programática, porque
de lo contrario correrá el riesgo de volverse un espejismo más de desarrollo
del capitalismo global.
*****
- Walter
Chamochumbi es consultor en Gestión
Ambiental y Desarrollo.
NOTAS.-
[1] Ver artículo “Cooperación para el desarrollo y capitalismo global”, de Walter
Chamochumbi, Lima, 2006, 13 p.
[2]Ver artículo “Elementos de discusión sobre la cooperación para el desarrollo en el
capitalismo global”, de Irene Maestro Yarza y Javier Martínez Peinado,
Marzo 2006, GREM. Universitat de Barcelona, X JORNADAS DE ECONOMÍA
CRÍTICA Barcelona, Área: Cooperación para el desarrollo elementos de discusión
sobre la cooperación para el desarrollo en el capitalismo global, 22
p.
[3] “El concepto de desconexión o desvinculación, tal como lo ha formulado
Samir Amin -(1988): La desconexión –IEPALA; (1999): El capitalismo en
la era de la globalización. Editorial Paidos; y (1999): Miradas a medio
siglo – IEPALA)-, no significa autarquía. Significa, básicamente, la
supeditación de las relaciones externas a las necesidades internas, es decir,
cambiar la lógica de la extraversión por la del autocentramiento.”, en Irene
Maestro y Javier Martínez (2006), p. 19.
[4] La propuesta de la cooperación para la desconexión, según Maestro y Martínez
(2006), supone “un cambio estructural de dos patas” que deben apoyarse
mutuamente para que el proceso avance. La primera patase refiere a un “cambio
estructural externo”, o sea, al reto de un nuevo orden internacional cuyo fin
es romper la dicotomía entre el Centro (“mini productor caro y súper
consumidor despilfarrador”) y la Periferia (“súper productor barato y mini
consumidor marginal”). Y la segunda pata se refiere a un “cambio estructural
interno”, es decir, en base a los postulados de Samir Amin, se refieren a un
proyecto de desarrollo de contenido “democrático popular” que priorice la
soberanía de los pueblos y sus necesidades internas de desarrollo a las que
deberán supeditarse las relaciones externas.
[5] Irene Maestro en su análisis del papel de la cooperación para el desarrollo en el
contexto de la globalización, concluía lo siguiente: “…que el actual proceso
de globalización está interiorizando más que nunca la “cooperación para el
desarrollo” en la propia reproducción del sistema. Contrarrestar esta
perversión o círculo vicioso requerirá un esfuerzo específico para redefinir y
elaborar propuestas de una auténtica cooperación que desborde sus actuales
límites sistémicos.” (Op cit de Irene Maestro (2000), p.18).
*****
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