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El debate por las reformas propuestas por el nuevo gobierno recién
instalado el pasado marzo, de pronto pareció detenerse. Se encontraba
de nuevo a un país con profundas reminiscencias de violencias que se ven
lejanas en el tiempo, pero muy cerca de la piel del ciudadano, sea por vivencia
propia, o por el traspaso generacional. Son
muy pocos los chilenos que no hayan sido afectados por la violencia del
terrorismo de estado aplicado por una de las dictaduras militares más feroces
que hayan existido en América Latina. Sin
embargo, más allá del drama humano de las personas con lesiones graves y
del pánico generalizado, la última explosión es un indicador que expone la gravedad
de una situación más profunda y que la describe el periodista Osciel Moya: “En el análisis post atentado en la estación de metro Escuela Militar,
no se puede soslayar el rol de los medios de comunicación en el clima de
inestabilidad que viene creando la derecha para impedir las reformas, en el
área tributaria y en educación que impulsando el gobierno. El titular de la portada del vespertino La
Segunda, que pertenece al grupo de El Mercurio, medio instigador del golpe de estado de 1973, fue insidioso e
hizo recordar esa historia pasada de rupturas institucionales agitadas desde la
tribuna mediática: “El retorno del miedo”. Es la vieja
práctica de una prensa golpista a la que se suma el reportaje del Canal de
Televisión 13, de propiedad de una de las fortunas más grandes de Chile, que
vincula a los posibles hechores tipificados como “encapuchados” y anarquistas, con el movimiento estudiantil. Es un
eslabón más del escenario creado por la oposición derechista que hace reflotar
la aplicación de la Ley Antiterrorista,
cuestionada por organismos internacionales de derechos humanos que han
visitado Chile. Esta acción mediática, es parte de lo que se denomina “la
estrategia de distracción” de Sylvain
Timsit, que consiste en “desviar la atención del público de los problemas importantes y de
los cambios decididos por las elites políticas y económicas…”.
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SALVADOR ALLENDE.- Camino a la gloria. en defensa de la Patria. Esta será seguramente la última oportunidad en que me
pueda dirigir a ustedes. La Fuerza Aérea ha bombardeado las torres de radio Portales.
Estamos en el umbral de las grandes transformaciones sociales.. Serán
otros hombres los que superarán este momento gris donde la codicia y la
traición pretende imponerse… el discurso final de Salvador Allende trasciende su época y se proyecta más
allá del presente hacia el futuro… VENCEREMOS. Su muerte lo convirtió en un símbolo de democracia y
lealtad, no sólo para los chilenos, sino para la humanidad.
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SALVADOR ALLENDE POR TODO CHILE, SALVADOR.
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Norton Robledo.
ARGENPRESS.info jueves 11 de septiembre
del 2014.
“Hay hombres que luchan un día y son buenos.
Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años, y
son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida, esos son los
imprescindibles”. Bertolt
Brecht
En la vida cotidiana de las gentes y de los
pueblos, suceden hechos en los que la frontera que separa lo real de lo
fantástico es sutil y difusa. Tan desdibujada que nos hace pensar que la
barrera entre estas realidades no existe; que lo real es tan extraordinario y
fantástico que puede dar la sensación de irrealidad. Nos parece tan irreal que
por momentos lo fantástico lo mágico supera a la realidad "La irrealidad”
de un presidente leal a la promesa hecha a su pueblo, combatiendo, luchando,
entre el humo, las llamas y la metralla ( el 11 de septiembre de 1973).
El Compañero Presidente Salvador Allende
Gossens, rechazó las exigencias de rendición y murió combatiendo en el palacio
presidencial. Su vida y obra, está presente en el pueblo y en quienes aún en estos
días seguimos haciendo nuestro su legado político. Siempre lo recordaremos como
el compañero Presidente leal a la promesa hecha a su pueblo, combatiendo,
luchando, entre el humo, las llamas y la metralla defendiendo el derecho que el
pueblo y los trabajadores le había dado. Defendiendo el gobierno de la unidad
popular y las ilusiones y deseos de construir en Chile lo que el denominaba el
socialismo a la chilena con sabor a empanada y vino tinto. Defendiendo una
constitución usada para destituir a ministros y frenar el avance del gobierno.
Defendiendo un parlamento en el que los partidos de derecha se habían entregado
a la sedición golpista, apoyada y financiada por el imperialismo
norteamericano.
A 41 años del golpe, Ahí está, en el momento, en el lugar en el que el tiempo
lo dejó en la historia. De pie en su estatura de héroe, fusil en mano, pueblo
en el alma, y en su pecho, flameando las banderas.
Él no está muerto, está en medio de la lucha.
Las brisas de septiembre llevaron su ejemplo, llevaron sus ideas de norte a
sur, a lo largo y ancho de la patria.
Él no está muerto, su ejemplo y su lucha se proyectan en ríos y océanos, en desiertos y montañas, en sierras, cordilleras y selvas.
Él no está muerto, su ejemplo y su lucha se proyectan en ríos y océanos, en desiertos y montañas, en sierras, cordilleras y selvas.
Él no está muerto, su imagen camina por
América Latina. No está muerto, está en los rayos centelleantes del cobre que
dejó testamentado a los hijos del futuro, en las semillas de esperanzas que
sembró en los surcos de la tierra, y en el recuerdo y memoria de la gente.
Salvador Allende por todo Chile, como rayos y
tormentas que parirán futuro, como aires de libertad que barrerán los vestigios
de los viejos gobiernos nacidos de las armas, de tratados y comercios.
Salvador Allende por todo Chile, como ríos de
sueños e ilusiones, como ríos de leche, escuelas y libros, como océanos de
carbón, cobre y hierro, fábricas, trabajo, casas, arte y herramientas. Como
semilla esperando ser germinada, como la primavera en septiembre que floreció
en su cuerpo de corazón valiente.
Salvador Allende, compañero presidente, revolucionario consecuente. Combatió entre el humo, las llamas y la metralla, defendiendo el gobierno de la Unidad Popular y el mandato que el pueblo le había dado
Salvador Allende, compañero presidente, revolucionario consecuente. Combatió entre el humo, las llamas y la metralla, defendiendo el gobierno de la Unidad Popular y el mandato que el pueblo le había dado
Hoy a 41 años del siniestro golpe militar, lo
recordamos más qué nunca. En el recuerdo vienen ese puñado de valientes que
lucharon junto a su presidente ¡Ah, qué Presidente! ¡Ah, qué valiente! ¡Ah, qué
consecuencia! ¡Ah, qué lealtad!
Salvador Allende, por los caminos de la patria. Luchando, luchando, luchando, Caminando, caminando, caminando. Adelante, adelante, adelante. Sus pasos y su mirada se dirigen hacia las anchas alamedas. Salvador Allende por todo Chile. Junto al pueblo, luchando, siempre luchando
Salvador Allende, por los caminos de la patria. Luchando, luchando, luchando, Caminando, caminando, caminando. Adelante, adelante, adelante. Sus pasos y su mirada se dirigen hacia las anchas alamedas. Salvador Allende por todo Chile. Junto al pueblo, luchando, siempre luchando
Ahí está, en el momento y en el lugar en que
el tiempo lo dejó en la historia. Él no está muerto, está de pie, fusil en mano
y el pecho lleno de banderas.
No pudieron matar al héroe. No pudieron matar el alma. No pudieron matar la idea. No pudieron matar las banderas. No pudieron matar el sueño. No pudieron matar el recuerdo. No pudieron matar la historia. No pudieron matar la memoria.
No pudieron matar al héroe. No pudieron matar el alma. No pudieron matar la idea. No pudieron matar las banderas. No pudieron matar el sueño. No pudieron matar el recuerdo. No pudieron matar la historia. No pudieron matar la memoria.
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Estadio
Nacional.- Socialistas, Comunistas, Demócratas, militantes de la Unidad
Popular, el gobierno del Dr. Salvador Allende, presos políticos del fascismo de Pinochet. Fueron asesinados cobardemente
en el Estadio Nacional. Después de 41 años de abre la puerta grande para
conocer la verdad y enviar a la cárcel a los cobardes asesinos.
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CHILE. NUEVAMENTE AL BORDE DEL TERRORISMO POLÍTICO.
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Juan Francisco Coloane (especial
para ARGENPRESS.info)
Jueves 11 de septiembre del 2014.
Chile ha sido objeto en los últimos cinco años de explosiones provenientes de artefactos con manufactura artesanal apuntando a cajeros automáticos de dinero, bancos, embajadas, restaurantes, que han tenido destrozos y heridos de levedad. El registro público señala que han sido cerca de cien los episodios de hacer explotar artefactos rudimentarios ocurridos en espacios de poca circulación y en horas de la noche.
Esta vez no. Sucedió en una hora de intenso tráfico y el dispositivo que explotó – un extintor con pólvora negra y mecanismo de reloj- estaba ubicado en un receptáculo para basura en un lugar de alto tránsito de gente con cafés y pequeños restaurantes muy cerca de la estación del Metro. El dispositivo en si era más sofisticado.
El pasado lunes 8 de septiembre la explosión de una bomba en un local de comidas ubicado cerca de la estación del metro Escuela Militar en Santiago, capital chilena en las horas del almuerzo, dejó catorce personas heridas, dos con lesiones graves incluyendo la amputación de un dedo de la mano. La hora registrada de la explosión fue 14.04 en una fase del día de alta circulación y cercano a un lugar como la Escuela Militar que funcionó como uno de los cuarteles militares de la dictadura después del golpe de estado del 11 de septiembre de 1973.
La presidenta Michelle Bachelet, declaró que se trataba de un “un hecho claramente terrorista”.
El debate por las reformas propuestas por el nuevo gobierno recién instalado el pasado marzo, de pronto pareció detenerse. Se encontraba de nuevo a un país con profundas reminiscencias de violencias que se ven lejanas en el tiempo, pero muy cerca de la piel del ciudadano, sea por vivencia propia, o por el traspaso generacional. Son muy pocos los chilenos que no hayan sido afectados por la violencia del terrorismo de estado aplicado por una de las dictaduras militares más feroces que hayan existido en América Latina. Sin embargo, más allá del drama humano de las personas con lesiones graves y del pánico generalizado, la última explosión es un indicador que expone la gravedad de una situación más profunda y que la describe el periodista Osciel Moya: “En el análisis post atentado en la estación de metro Escuela Militar, no se puede soslayar el rol de los medios de comunicación en el clima de inestabilidad que viene creando la derecha para impedir las reformas, en el área tributaria y en educación que impulsando el gobierno. El titular de la portada del vespertino La Segunda, que pertenece al grupo de El Mercurio, medio instigador del golpe de estado de 1973, fue insidioso e hizo recordar esa historia pasada de rupturas institucionales agitadas desde la tribuna mediática: “El retorno del miedo”. Es la vieja práctica de una prensa golpista a la que se suma el reportaje del Canal de Televisión 13, de propiedad de una de las fortunas más grandes de Chile, que vincula a los posibles hechores tipificados como “encapuchados” y anarquistas, con el movimiento estudiantil. Es un eslabón más del escenario creado por la oposición derechista que hace reflotar la aplicación de la Ley Antiterrorista, cuestionada por organismos internacionales de derechos humanos que han visitado Chile. Esta acción mediática, es parte de lo que se denomina “la estrategia de distracción” de Sylvain Timsit, que consiste en “desviar la atención del público de los problemas importantes y de los cambios decididos por las elites políticas y económicas…”.
Hace un mes atrás, una antigua funcionaria del estado, me comenta que los últimos episodios de detonaciones de explosivos para causar alarma y pánico, contribuían a crear un ambiente muy similar al del período que antecede al golpe en 1973. Me sentí incómodo, porque en principio uno piensa que en Chile un golpe de estado, al menos como el de 1973, es casi imposible. Sin embargo cuando se observa que en la región ha habido en los últimos 10 años golpes de estado en Paraguay, Honduras, Venezuela, e intentos desestabilizadores en Argentina, Bolivia, Perú, Ecuador, Brasil, Guatemala, El Salvador, Nicaragua y Venezuela, también surge la idea de por qué no en Chile también.
Víctor
Jara, el legendario
cantautor chileno, víctima del fascismo, fue asesinado cobardemente en las
instalaciones del Estadio Nacional de Santiago en los días posteriores
al golpe de Estado del fascista Pinochet, con la intervención directa del
gobierno norteamericano – el Secretario de Estado Sr. Kissinger, el propio Presidente
Nixon y la CIA – Central de Inteligencia Americana. Los cobardes asesinos
después de 41 años están siendo procesados por la justicia. Pero increíblemente,
ahora vuelve el terrorismo y la violencia de una derecha cavernaria que no sabe
cómo enfrentar los grandes problemas económico-sociales y políticos que hoy
reclama la Ciudadanía Mapocho.
***
El actual gobierno de una coalición de centro izquierda, que encabeza en forma estoica y con mucha sapiencia la presidenta Michelle Bachelet, ha hecho enormes esfuerzos para contener y domesticar una derecha anclada en el pinochetismo que mientras más se expresa políticamente en los políticos que lo representan, más primitivo se le ve.
Hay mucha forma de practicar el terrorismo político. La peor forma es la que observamos diariamente con Israel y su violencia hacia los palestinos, o la actividad terrorista que intenta derrocar al gobierno Sirio. En Chile se practicó el terrorismo de estado durante la dictadura de Pinochet. Dejó un legado en cultura y actividad terrorista la cual adiestró y enlistó a un contingente de funcionarios civiles y militares con el objetivo de erradicar ideas insurreccionales que afecten el desarrollo normal del capitalismo.
Ese legado está vigente en Chile y tomando como referencia la violencia despiadada en las violaciones a los derechos humanos entre el 11 de septiembre de 1973 y el fin de la dictadura el 11 de marzo de 1990, es perfectamente posible para la derecha más troglodita, recurrir a esa reserva de personal adiestrado para la actividad terrorista y desestabilizar un gobierno. Si bien este gobierno no ataca sustancialmente sus intereses, le complica el panorama por cuatro años para continuar la senda de adquisición de nuevos poderes y más recursos económicos. Esa senda ha sido interrumpida por el triunfo de una figura política como Michelle Bachelet, que con un extraordinario carisma y una especial sensibilidad para conectarse con la gente, continua siendo el gran escollo de la derecha en Chile.
Chile no está “al borde del miedo” como dice el Diario La Segunda. Chile está al borde del terrorismo político creado por ese ejército de reserva reaccionaria que en Chile no disminuye. Parece revitalizado con los atentados de los últimos meses. Tiene que haber un plan, no sabemos cómo y cuándo terminará.
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