La coyuntura mundial de
profunda y extensa crisis estructural, sistémica, donde La Sociología centra
sus estudios – análisis e
interpretaciones – relacionados, concentrados en torno al Poder – local, nacional, continental y global – desde la
perspectiva histórica, económico, social, político, cultural, educativa,
agraria, urbana, ambiental, religioso, familia, género, Ciudadanía, Democracia,
Políticas de Estado, Políticas y Programas Sociales, Demografía, militar –la economía
militar-, inseguridad ciudadana y el estudio sociológico de la mundialización
de la criminalidad organizada; el Turismo, Movimientos Sociales, Política en su
visión estructural, crisis coyunturales, estructurales, sistémicas, migración,
Ideologías y Políticas – socialismo, comunismo, democracia, social-democracia,
fascismo, nazismo, militarismo, nacionalismo, federalismo, populismo,
asistencialismo keynesianismo,
conservadurismo, etc. – Crisis de las
Ideologías y la política. La crisis y caída de los Paradigmas Históricos, la Modernidad y la (Pos-Modernidad). La "nueva" Sociedad Civil mundial de los 80'-90'. La Globalización neoliberal en la era de la transnacionalización de los monopolios imperialistas. Contextos sociales del sistema mundo, donde hoy encontramos más del 90% de los
trabajos de investigación y publicaciones. Sin
embargo, ese 10% "libre" para la investigación Sociológica, hoy nos permite
abordar aspectos de la vida cotidiana, - Sociología de la vida cotidiana - aparentemente “nuevos”, pero que en su mayoría vienen de la historia y la tradición
– de la vieja sociedad, que en muchos aspectos ha logrado mantenerse a pesar de los tiempos y el gran empuje que
en muchos países tuvo la Modernidad.
Coyuntura que nos
permite ingresar con nuestros trabajos de investigación, en contextos sociales
muy importantes de la vida cotidiana hasta entonces – simplemente existentes – pero ante la grave crisis que
golpea en especial los derechos de los trabajadores, al ama de casa, la juventud, la niñez, así como el adulto mayor, La
Sociología está presente en el mundo de la población, la pobreza, el desempleo,
sub-empleo, informalidad, los DD-.HH. El trabajo, salarios,
sindicatos, gremios, pero ahora abordando otros aspectos del inmenso tejido social: como por ejemplo, la sociología del Pijo, la sociología del Catering, la Sociología en la Taza del Váter, sociología del whisky, sociología de los gallos, (Gallera), peleas de toros, las
corridas de toros, - una mirada de la Sociología en relación al “tipo” de
población asistente – diferente en todas ellas, propietarios, trabajadores,
publicidad, etc. es su propio y
exclusivo mundo. Pero también la sociología está presente en el hipódromo – trabajadores, propietarios,
espectadores, especiales en el “mundo” de los caballos de carrera; igual la sociología del futbol –
extraordinarios trabajos sobre el mundial de Brasil – y sociología del deporte
en general; pero también investigamos el "lado negro de la sociedad", el sub-mundo de la prostitución, con toda su problemática, complejidad y turbulencia de negociaciones y explotaciones: La Sociología de la Prostitución. Hoy
nos encontramos con un trabajo de la Sociología muy importante: la
visión histórica de la población de dos pequeños Puertos, Bermeo y Sestao,- España -la vida en el mar de la
población, su cultura local, su identidad cultural. La lucha de ambos pueblos por mantener su tradición con el ingreso de
la modernidad, el crecimiento de las actividades portuarias, las poblaciones
en la historia y la continuidad del trabajo, hasta el momento del surgimiento
de nuevas generaciones y nuevas actividades deportivas, manteniendo la cultura
y la tradición de la Vida en el Mar., “allí al mediodía, en
La Concha, se embarcaran dos pueblos, pero sobre todo, en las costas se sentará
la sociología de una trainera”.
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A la izquierda, el escudo de armas de la localidad marinera de Bermeo que refleja su unión a la mar. A la derecha, Sestao, cuna de la gran industria siderúrgica, que sale a la mar por la ría.
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SOCIOLOGÍA DE UNA
TRAINERA.
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EXTRAORDINARIO, COMO AVANZAMOS.
SOCIOLOGÍA, LA CIENCIA SOCIAL DEL
SIGLO XXI.
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Urdaibai,
símbolo de Bermeo, y Kaiku, emblema de Sestao, que enfilan la bandera de La
Concha en un margen de apenas diez segundos, responden al genoma de dos pueblos
seducidos por la mar desde distintos enfoques
DEIA. Sábado, 13 de septiembre de 2014.).
Bilbao
- Bermeo y Sestao
desembocan mañana en la bahía de La Concha, postal estupenda, inigualable su
trazo, su encole entre la mar y la playa. En esa joya que mece las aguas del
Cantábrico, en diez segundos, apenas un trozo de estribillo pop, confluyen
Urdaibai y Kaiku para izar una bandera, levantar los remos y gritar de gozo. Al
menos es lo que parece que ocurrirá. Hasta ese instante, hasta esa bahía, donde
se cimienta el más maravilloso templo del remo, se llega desde el genoma de dos
pueblos seducidos por la mar, cosidos a sus designios por el trabajo. Sus
escudos de armas aluden, a su manera, a los dominios de Neptuno. Quien mire al
emblema de Bermeo verá a los arran-tzales que reman en una trainera para
capturar una ballena. En el blasón de Sestao, la mar la invoca un mercante que
respira entre las torres de humo de las fábricas que construyeron la identidad
del pueblo a base de siderurgia. Laboro, esfuerzo, sacrificio y, siempre,
aunque en distintas vertientes, la mar.
“La gran fábrica de Bermeo es la mar. Así ha sido siempre”. Siempre es una
descripción realista y exacta porque “la mar es el alma de Bermeo”, subraya
Ramon Basaldua, periodista, gente de mar, conocedor de cada rincón de Bermeo,
un pueblo pesquero que huele a salitre y sudor, cuyo skyline son los
barcos que perfilan el puerto. Bermeo es inconcebible sin pescadores. Sería
otro pueblo. Distinto. “En Bermeo ha trabajado todo el pueblo durante siglos en
la mar y alrededor de ella”, enfatiza Basaldua. Los grandes barcos, que necesitan
tripulaciones de quince hombres, y los pequeños, que emplean a cinco por
embarcación, componen el humus de un pueblo que se escarpa en el interior entre
adoquines y cuestas empinadas.
Un lugar cuya industria, amén de las conserveras, se escribe con la tinta
del vaivén de los océanos, la gran factoría. “La mar sigue siendo la empresa
más importante del pueblo”, describe Basaldua, un recolector de recuerdos. Hubo
un tiempo, cuenta Ramon, en el que los barcos no cabían en el puerto del
pueblo. Ahogados por la muchedumbre, por la falta de espacio. “Ante los
temporales de invierno, cuando la flota busca refugio, no todos los barcos
encontraban sitio en el puerto de Bermeo. No entraban por falta de espacio.
Entonces algunos barcos tenían que ir a buscar refugio hasta Bilbao remontando
la ría”.
La ría conduce hasta Sestao. El afluente es el hilo conductor con su
pasado, con la industria y con el remo. Las fábricas, la industria del hierro,
el metal y el acero se apostaban, acodadas, frente a la ría. Agua para el
fuego. “La ría ha vertebradora la historia del pueblo. La gran industria que
tuvo Sestao se asentó al lado de la ría y eso ha marcado a todo el pueblo”,
describe Iñaki Benito, también periodista, del barrio Txabarri. Alrededor de
ese poderoso antebrazo de mar se focalizó la riqueza de Sestao desde finales
del siglo XIX y hasta bien desarrollado el siglo XX. El motor del pueblo eran
las fábricas que convivían con la ría. Las chimeneas anunciaban el progreso; el
oro que olía a humo de colada al calor de los hornos. Las factorías que
alimentaron Sestao bebieron de la ría.
En ese ambiente nació Kaiku, un club vigoroso en su senectud. Junto al
murmullo de la ría también creció La Iberia, tachonada al barrio de Txabarri. La
Hojalatera fue su nombre primigenio. En 1923, emparejada al río Galindo, en
la barriada de Simondrogas, abrió los ojos el club Kaiku. La aventura la
emprendió Pedro Barrondo Garai y otro puñado de entusiastas del remo, un grupo
de amigos que deseaban bogar. La Juanita fue la primera embarcación de
los verdinegros. Para entonces la industria siderúrgica asentada junto a la ría
era un referente en toda Europa. Sestao miraba al río prodigioso y aquella
industria exuberante con orgullo. La ría era sinónimo de riqueza y al mismo
tiempo de ocio. Remar para disfrutar. Por deporte. “Remo y fútbol. Esos eran
los deportes de Sestao”, alumbra Benito.
En Bermeo, una Atlántida, la relación entre el pueblo y la mar nunca tuvo
un aspecto recreativo. “La mar es trabajo”, dice Basaldua. Las traineras sirvieron
para pescar, como medio para llenar la despensa o la lonja. Por eso en Bermeo,
tan atado al mar que es parte de él, la competición -más allá de aquellos
duelos con Mundaka para determinar dónde se posaba la frontera de cada cual-,
no se miró al océano en coordenadas deportivas. La razón flota en la mar. “Las
competiciones de traineras se disputan en verano y aquí se salía a la mar para
la costera del bonito, por ejemplo”, describe Basaldua. El calendario de Bermeo
es el almanaque de la mar, de sus peces y capturas. Las costeras son su ciclo
vital. Las mareas marcan el ritmo del pueblo.
Trabajo y ocio.
Si bien el tajo impedía la competición en un pueblo tan marinero como
Bermeo, siempre hubo afición al remo. “Siempre ha existido afición al remo pero
no había una trainera que representara al pueblo como tal”. Por eso los ojos de
muchos bermeanos seguían la estela de las traineras de Santurtzi o Kaiku, los
embarcaciones que dominaron en el Cantábrico en los primeros ochenta. “Mi aita
me solía contar que una vez presenciaron un campeonato de España de traineras
mientras estaban fondeados con el barco en Santander”. Su aita, pescador, veía
el deporte desde la cubierta del trabajo.
La tarea en Sestao no estaba en los pesqueros. El pueblo se movía con las
sirenas que marcaban el turno de las factorías. Altos Hornos de Vizcaya,
Babcock Wilcox, La Naval... eran unos gargantúas que engullían a miles de
trabajadores. La Margen Izquierda era de hierro y astilleros. “El trabajo en
Sestao lo dio ese tipo de industria. Todo el pueblo trabajaba para esas
fábricas”, dice con cierto aire de nostalgia Iñaki Benito. Eran los buenos
tiempos, donde el dinero corría por las calles de Sestao, un núcleo en el que
florecieron comercios y ríos de vida. Sestao fue el principal imán para la mano
de obra de gentes que buscaban empleo desde diferentes puntos del Estado
español. Al abrigo de los gigantes siderúrgicos, empresas que empleaban a miles
de personas, -en su máximo esplendor AHV dio trabajo a 13.000 personas- se
fortaleció el tejido social del pueblo.
“Había dinero y se notaba”, alude Iñaki. El barrio de Txabarri, ahora
degradado, era el centro neurálgico del pueblo. Allí se arremolinaban los
escaparates, el comercio, la línea de autobuses... y sacaba pecho la industria.
También el remo. Después del laurel de La Iberia, “la trainera más reconocible
del pueblo en los cincuenta”, expone Iñaki Benito -conquistó la bandera de La
Concha en 1954 y 1959- Kaiku tomó el testigo junto a Santur- tzi en la proa del
remo vizcaino. “Finales de los 70 y principios de los 80 fue la época dorada de
Kaiku hasta esta última era”, destaca Iñaki.
Mientras Kaiku sumaba palmarés y coleccionaba elogios, en Bermeo se
adentraron al mar de otra manera. La evolución de la sociedad propició el
cambio de perspectiva en los 70. Los tiempos que están cambiando que cantaba
Bob Dylan. “Ya no era como antes y los jóvenes no se embarcaban como antaño
para faenar en los barcos. Había quien estudiaba para estar vinculado a la mar,
pero también quien se dedicó a estudiar carreras ajenas al mundo de la mar. Eso
produjo un cambio importante”, reflexiona Ramon Basaldua. Sin la obligación de
partir a la mar, con los pies en Bermeo, jóvenes estudiantes de la localidad se
subieron a la primera trainera de la era moderna, una embarcación que repelía
el agua del trabajo. Se sudaba por deporte, por ocio, por la adrenalina de la
competición. Aquella embarcación ocupada por estudiantes fue bautizada como la Belalamera,
el nombre de una joyería de Bermeo. “Los que remaban eran estudiantes, no gente
de la mar. En Bermeo se suele decir que han sido muchos los deportistas que no
han salido adelante porque no han podido entrenar lo suficiente. La cuestión es
que muchas generaciones de jóvenes solo conocieron el trabajo de la mar,
campañas de meses sin ir a casa. El
tiempo era para la pesca”. Dentro de su inocencia, la Belalamera
supuso un giro, la representación de otros tiempos. Convulsos, por otra parte.
Una época dura.
En Sestao, las alegrías de Kaiku, el ambiente festivo, se las tragó el
declive de la industria, golpe del que aún no se ha recuperado la población. El
desmantelamiento de la industria, maná de los sestaoarras, sumió al pueblo “en
el desánimo porque se cayó todo”, atribuye Iñaki Benito. Paralizada la
producción de los grandes fábricas, se desplomó Altos Hornos con ese sonido
aterrador, descorazonador que producen los gigantes al caer; entró en crisis La
Naval y se desmembró La Balco... Disparado el paro, con la droga
agujereando a la juventud -“aquí la droga causó estragos”, dice Iñaki-, con la
esperanza de luto, el remo también entró en la unidad de cuidados intensivos
mientras el Rock Radikal Vasco ponía banda sonora a ese funeral. Sestao,
aniquilado su tejido industrial, su sostén, se asemejaba a un solar, a un
paisaje después de la batalla. Norberto Torres, Txirri, alma máter del
club, mantuvo encendida la llama de Kaiku en el cadalso. “La travesía por el
desierto fue muy dura y quién mantuvo el hilo de vida del club fue Txirri.
Hubo años durísimos. Todo el remo de Sestao se resume en Txirri”, cuenta
el periodista. Kaiku, con respiración asistida, boqueaba, como el pueblo.
Bermeo también tuvo que encarar una durísima reconversión pesquera impuesta
desde la Unión Europea que rebajó el número de barcos con faena, lo que provocó
precariedad. Como ocurriera en Sestao, la droga también sepultó a una
generación de jóvenes que dijeron adiós a la vida. Pero Bermeo, al igual que
los viejos lobos de mar, soportó la galerna, aquella tormenta de zozobra. No
dejó de mirar a la mar con el sextante de la esperanza. Desde el espigón del
remo, en Bermeo entendieron que la unión hacia la fuerza y se embarcaron en una
aventura que cinceló la trainera actual.
“Fue el gran salto mortal hacia delante a nivel deportivo”, enfatiza
Basaldua sobre una idea que en 1992 buscaba representar a Urdaibai y sus
pueblos. Recolectaron a los remeros de Mundaka, Elantxobe y Bermeo para crear
la trainera azul. Se trataba de competir. “Para mí, sin duda 1999 fue el mejor
año porque con remeros de la zona se consiguió el tercer puesto en la bandera
de La Concha, algo inolvidable”, apunta el cronista. Fue el despegue de una
embarcación que como muchas mutó a medida que el remo se profesionalizaba.
Desde entonces y hasta ahora, las dos embarcaciones se han ido encontrando
en la mar, en los despachos y en los juzgados. Mañana al mediodía, en diez segundos,
Kaiku y Urdaibai, verdes y azules, cruzaran los remos, bogarán con el músculo,
sufrirán con el alma y se nutrirán del ánimo de sus vecinos en el gran desafío
del remo. “Que gane el mejor”, lanzan Ramon e Iñaki. Bajo el tridente de
Neptuno, quien sabe si entre seductores cantos de sirena, la historia de dos
pueblos atados al mar, Bermeo y Sestao, cada cual agarrado al remo con su nudo
marinero, con sus cuentas pendientes o agradecimientos, rendirán culto a la
mejor de las regatas. Allí, al mediodía, en La Concha, se embarcaran dos pueblos, pero sobre todo, en
las costas se sentará la sociología de una trainera.
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